jueves, 23 de marzo de 2017

CRUDO, tan intensa como incómoda.

Una carretera solitaria. Una figura adolescente la recorre en silencio hasta que decide esconderse entre los arbustos de un lateral. Cuando aparece un coche, el adolescente se lanza ante este y provoca un fatal accidente. Este es el potente arranque de Crudo. Una escena que, posiblemente, tenga más intensidad que cualquier otra a lo largo del metraje, pero suficiente para atraparte con fuerza. Y ya no te va a llegar a soltar.
Dirigida por la debutante Julia Ducournau, esta película franco belga que ha llamo la atención por los festivales por donde ha pasado (provoco los clásicos y mojigatos desmayos en Cannes y se llevó el premio a la mejor dirección en Sitges) es una incómoda y por momentos desagradable metáfora sobre el proceso de convertirse en adulto.
Justine, excelente estudiante, abandona el hogar paterno para entrar en la universidad y comenzar así una nueva etapa de su vida. Es vegetariana radical, tal y como la educaron sus padres, y quiere seguir sus pasos en el campo de la veterinaria. Pero una vez en el campus, donde se reencontrará con su hermana mayor, las cosas no serán como se esperaba. De hecho, una perversa y demencial novatada la obligará a probar carne por primera vez en su vida, y en ese momento todo cambiará para siempre…
Ducournau se basa en una historia con tintes de terror sobre el canibalismo para hablar de muchos temas. Ahí están la aceptación a uno mismo, el despertar sexual, las relaciones fraternales, el acoso escolar… toda una colección de recursos que definen el paso de la adolescencia a la madurez y que, en cualquier otra película, podría haberse basado en problemas más mundanos, como la adicción a las drogas, el alcohol, la anorexia… para usarlos como leif motive, pero sin duda el resultado sería mucho menos impactante.
No, la clave en Justine es que tras degustar por primera vez la carne un instinto se despierta en ella que va a regir su destino a partir de entonces.
Hay en la película referencias al Carrie de Bryan De Palma, a The Neon Demon de Nicolas Winding Refn, a la adicción carnal mostrara en The Addiction de Abel Ferrara y al cine de zombies en general, pero es la sombra de Cronenberg la que todo el rato sobrevuela el trabajo de Ducournau. Es por ello que Crudo no llega a ser, pese a que nos la quieran vender así, una película de terror al uso. Contiene sangre, violencia y escenas explícitas bastantes gore, pero estamos en realidad ante un drama con toques de intriga, una historia de dolor y angustia en la que la dirección de Ducournau y el excelente trabajo de la también desconocida Garance Marillier consiguen transmitir al espectador una incomodidad atroz.
Crudo es algo inesperado, por lo que es aconsejable un segundo visionado para acabar de comprender lo que se nos está mostrando. Pero a la vez, es tan incómoda y desagradable que no invita en ningún momento a esa segunda oportunidad. Es por ello que se mueve siempre entre el límite de lo aceptable, resultando complicado valorarla y mucho menos recomendarla.
La película va más allá de los convencionalismos, por lo que no se mueve en los niveles de calidad habituales. No es posible definirla como una película buena o mala, sino que debe verse y dejar que lo que te transmita sea lo que cada uno llegue a valorar.
No es, desde luego, para todos los públicos (o estómagos) pero no se le puede negar una intensidad y una manera de narrar que es, como poco, interesante.

Valoración: Seis sobre diez.

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