Una
carretera solitaria. Una figura adolescente la recorre en silencio hasta que
decide esconderse entre los arbustos de un lateral. Cuando aparece un coche, el
adolescente se lanza ante este y provoca un fatal accidente. Este es el potente
arranque de Crudo. Una escena que,
posiblemente, tenga más intensidad que cualquier otra a lo largo del metraje,
pero suficiente para atraparte con fuerza. Y ya no te va a llegar a soltar.
Dirigida
por la debutante Julia Ducournau, esta película franco belga que ha llamo la
atención por los festivales por donde ha pasado (provoco los clásicos y
mojigatos desmayos en Cannes y se llevó el premio a la mejor dirección en
Sitges) es una incómoda y por momentos desagradable metáfora sobre el proceso
de convertirse en adulto.
Justine,
excelente estudiante, abandona el hogar paterno para entrar en la universidad y
comenzar así una nueva etapa de su vida. Es vegetariana radical, tal y como la
educaron sus padres, y quiere seguir sus pasos en el campo de la veterinaria.
Pero una vez en el campus, donde se reencontrará con su hermana mayor, las
cosas no serán como se esperaba. De hecho, una perversa y demencial novatada la
obligará a probar carne por primera vez en su vida, y en ese momento todo
cambiará para siempre…
Ducournau
se basa en una historia con tintes de terror sobre el canibalismo para hablar
de muchos temas. Ahí están la aceptación a uno mismo, el despertar sexual, las
relaciones fraternales, el acoso escolar… toda una colección de recursos que
definen el paso de la adolescencia a la madurez y que, en cualquier otra
película, podría haberse basado en problemas más mundanos, como la adicción a
las drogas, el alcohol, la anorexia… para usarlos como leif motive, pero sin
duda el resultado sería mucho menos impactante.
No,
la clave en Justine es que tras degustar por primera vez la carne un instinto
se despierta en ella que va a regir su destino a partir de entonces.
Hay
en la película referencias al Carrie
de Bryan De Palma, a The Neon Demon
de Nicolas Winding Refn, a la adicción carnal mostrara en The Addiction de Abel Ferrara y al cine de zombies en general, pero
es la sombra de Cronenberg la que todo el rato sobrevuela el trabajo de
Ducournau. Es por ello que Crudo no
llega a ser, pese a que nos la quieran vender así, una película de terror al
uso. Contiene sangre, violencia y escenas explícitas bastantes gore, pero
estamos en realidad ante un drama con toques de intriga, una historia de dolor
y angustia en la que la dirección de Ducournau y el excelente trabajo de la
también desconocida Garance Marillier consiguen transmitir al espectador una
incomodidad atroz.
Crudo es algo inesperado, por lo que es aconsejable un segundo visionado
para acabar de comprender lo que se nos está mostrando. Pero a la vez, es tan
incómoda y desagradable que no invita en ningún momento a esa segunda
oportunidad. Es por ello que se mueve siempre entre el límite de lo aceptable,
resultando complicado valorarla y mucho menos recomendarla.
La
película va más allá de los convencionalismos, por lo que no se mueve en los
niveles de calidad habituales. No es posible definirla como una película buena
o mala, sino que debe verse y dejar que lo que te transmita sea lo que cada uno
llegue a valorar.
No
es, desde luego, para todos los públicos (o estómagos) pero no se le puede
negar una intensidad y una manera de narrar que es, como poco, interesante.
Valoración:
Seis sobre diez.
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