domingo, 5 de marzo de 2017

LOGAN: amarga despedida del verdadero Lobezno.

Nos encontramos ante la (supuestamente) última película en la que Hugh Jackman va a interpretar a Lobezno, y eso merecía una despedida por todo lo alto. Y no me refiero a una despedida espectacular, a modo de blockbuster veraniego, con fuegos artificiales y bandas de música. 
En ese sentido, Logan apuesta en dirección contraria, siendo casi la película más pequeña de la franquicia X-men, más incluso que esa gamberrada que fue Deadpool. Logan no es, apenas, una película de superhéroes, con sus grandes explosiones y sus impactantes efectos digitales. Y eso es lo que hace que sea, paradójicamente, la mejor película de la franquicia.
Han pasado diecisiete años desde que un desconocido Jackman se metiese por primera vez en la piel del irascible mutante canadiense, y pese a los trucos de maquillaje o cgi es evidente que los años no pasan en balde, ni siquiera para el héroe inmortal. Ahora, todo ese cansancio, todas esas heridas de batallas acumuladas y el balance de muertes de uno y otro bando acumuladas en sus recuerdos han terminado por pasar factura. Logan, brillantemente dirigida por James Mangold, se remonta treinta años después del final de X-men: Apocalipsis, y mucho han cambiado las cosas desde entonces. Se pudo evitar la purga de 2024 presagiada en X-men: Días del futuro pasado, pero ello no es sinónimo de tiempos felices para los mutantes. El homo-superior al fin ha caído y han pasado años sin el nacimiento de ninguno de ellos. Y por lo que los propios protagonistas pudieran saber, Logan, Caliban (presentado, aunque con otro actor, en X-men: Apocalipsis) y un Charles Xavier senil y agonizante pueden ser los últimos de su especie. Hasta la aparición de una niña llamada Laura que aporta un poco de esperanza en este futuro tan desolador.
Logan no es una película de superhéroes al uso. Pese a sus secuencias de luchas salvajes y desenfrenadas, no es ni siquiera una película de acción. Estamos más bien ante una especie de western crepuscular, una película de perdedores acosados por su pasado que recuerda mucho al Sin Perdón de Clint Eastwood y que no oculta sus influencias homenajeando abiertamente al film Horizontes lejanos. El futuro imaginado por Mangold para Logan está más cercano de las tierras baldías y desérticas de Mad Max que de los diseños futuristas de títulos como Blade Runner, y eso se debe también a las in fluencias de la mini serie El viejo Logan, de Mark Millar y Steve  McNiven. Logan no puede, por más que le hubiese gustado, adaptar la mítica obra pues el futuro apocalíptico que en ella se describe es vital la interactuación (ya sea en acción o recuerdo) del resto del Universo Marvel, ausente en la franquicia de la Fox, pero sus influencias están siempre presentes. Logan es ahora un hombre derrotado, una sombra del héroe que fue, apenas un fantasma del pasado que debe luchar contra sus propios recuerdos y proteger a los pocos que le quedan a su lado ahora que el sueño de Xavier de un mundo en paz a perecido definitivamente.
Sin contener incoherencias con respecto al resto de películas de la franquicia (algo muy habitual en la propia saga, por cierto), Logan respeta sus orígenes sin regodearse en ellos. Rechaza tanto el ser una película autoreferencial que ni siquiera obsequia a sus seguidores con los populares “fan-eggs” o con una escena postcrédito que, a modo de chiste, dulcifique la historia. No hay aquí tipos con mallas de colores ni edificios volando, y ni siquiera hay una explicación detallada de lo que ha sucedido con el resto de los héroes, apenas unas pinceladas que deben bastar para entender dónde estamos y como henos llegado aquí.
Logan es una película de perdedores buscando su propio camino, una historia de redención y segundas oportunidades, amarga y deprimente, donde una niña violenta y asalvajada es la única luz de esperanza que queda. Se trata, sobre todo, de una película sobre padres e hijos, sobre la relación entre Charles y Logan, por un lado, y entre Logan y Laura por otro, una road movie de carreteras polvorientas sin destino definido que se asemeja también al Blood Father donde Mel Gibson buscaba su propio camino de redención siendo también su recién encontrada hija su único punto de contacto con la realidad.
Hay momentos divertidos en Logan, pero se trata de una diversión a cuentagotas, de chistes amargos y dolorosos. Marvel/Fox abre aquí una nueva vía para hacer cine de superhéroes, y demuestra que hay vida más allá del colorido amable y espectacular de la línea marcada por Los Vengadores y de la oscuridad depresiva con que Nolan tiñó el Universo DC. Deadpool, con sus chistes incesantes y desmedidos, abrió las puertas a un cine menos infantil, con violencia extrema y sangre a borbotones, y Logan ha seguido ese camino, rehuyendo del humor pero no de la violencia que identifica la película como “R”, algo que antaño se consideraba veneno para la taquilla. 
Así, gracias a poder ver desmembramientos, decapitaciones y destripamientos, nos encontramos con el Lobezno que siempre debió ser, ese antihéroe salvaje y desmedido con el que Fox no se había atrevido hasta la fecha.
Hemos tenido que esperar hasta su última aventura tras ocho apariciones anteriores en el universo cinematográfico de los X-men para verle el verdadero rostro al hombre anteriormente conocido como James Horwlett. Y, esta vez, sí es de verdad la última.
En los cómics, El viejo Logan no pertenecía al canon oficial, por aquello tan complicado de entender para los apócrifos de los Multiversos, pero en cine sí deberíamos dar esta película como el cierre definitivo de la historia de los X-men. Podemos seguir averiguando qué pasó por el camino, e incluso se podrían buscar argucias argumentales para recuperar a un rejuvenecido Logan sin alterar la corriente temporal, pero esta película es, y debe ser, su epitafio definitivo.
Logan es, sin duda, la mejor película de mutantes hasta la fecha. Y, muy posiblemente, está entre las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos. Puede que porque ni siquiera es una película de superhéroes.
Ahora la pregunta que en Fox deben hacerse es… ¿vale la pena seguir expandiendo el malherido universo mutante o deberían seguir los pasos marcados por Mangold en Logan? Seguramente será lo primero (a la serie Legión hay que sumar la inminente X-men: Supernova), pero yo aplaudiría por la segunda vía. El futuro de los hombres X debería definirse bajo las indicaciones de X… 23. Aunque Logan no vaya a estar ahí para verlo.

Valoración: Ocho sobre diez.

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