Nos
encontramos ante la (supuestamente) última película en la que Hugh Jackman va a
interpretar a Lobezno, y eso merecía una despedida por todo lo alto. Y no me
refiero a una despedida espectacular, a modo de blockbuster veraniego, con fuegos
artificiales y bandas de música.
En ese sentido, Logan apuesta en dirección contraria, siendo casi la película más
pequeña de la franquicia X-men, más
incluso que esa gamberrada que fue Deadpool.
Logan no es, apenas, una película de
superhéroes, con sus grandes explosiones y sus impactantes efectos digitales. Y
eso es lo que hace que sea, paradójicamente, la mejor película de la
franquicia.
Han
pasado diecisiete años desde que un desconocido Jackman se metiese por
primera vez en la piel del irascible mutante canadiense, y pese a los trucos de
maquillaje o cgi es evidente que los años no pasan en balde, ni siquiera para
el héroe inmortal. Ahora, todo ese cansancio, todas esas heridas de batallas
acumuladas y el balance de muertes de uno y otro bando acumuladas en sus
recuerdos han terminado por pasar factura. Logan, brillantemente dirigida por
James Mangold, se remonta treinta años después del final de X-men: Apocalipsis, y mucho han cambiado
las cosas desde entonces. Se pudo evitar la purga de 2024 presagiada en X-men: Días del futuro pasado, pero ello
no es sinónimo de tiempos felices para los mutantes. El homo-superior al fin ha
caído y han pasado años sin el nacimiento de ninguno de ellos. Y por lo que los
propios protagonistas pudieran saber, Logan, Caliban (presentado, aunque con
otro actor, en X-men: Apocalipsis) y
un Charles Xavier senil y agonizante pueden ser los últimos de su especie.
Hasta la aparición de una niña llamada Laura que aporta un poco de esperanza en
este futuro tan desolador.
Logan no es una película de superhéroes al uso. Pese a sus secuencias de
luchas salvajes y desenfrenadas, no es ni siquiera una película de acción.
Estamos más bien ante una especie de western crepuscular, una película de
perdedores acosados por su pasado que recuerda mucho al Sin Perdón de Clint Eastwood y que no oculta sus influencias
homenajeando abiertamente al film Horizontes
lejanos. El futuro imaginado por Mangold para Logan está más cercano de las
tierras baldías y desérticas de Mad Max
que de los diseños futuristas de títulos como Blade Runner, y eso se debe también a las in fluencias de la mini
serie El viejo Logan, de Mark Millar
y Steve McNiven. Logan no puede, por más que le hubiese gustado, adaptar la mítica
obra pues el futuro apocalíptico que en ella se describe es vital la
interactuación (ya sea en acción o recuerdo) del resto del Universo Marvel,
ausente en la franquicia de la Fox, pero sus influencias están siempre
presentes. Logan es ahora un hombre derrotado, una sombra del héroe que fue,
apenas un fantasma del pasado que debe luchar contra sus propios recuerdos y
proteger a los pocos que le quedan a su lado ahora que el sueño de Xavier de un
mundo en paz a perecido definitivamente.
Sin
contener incoherencias con respecto al resto de películas de la franquicia
(algo muy habitual en la propia saga, por cierto), Logan respeta sus orígenes sin regodearse en ellos. Rechaza tanto
el ser una película autoreferencial que ni siquiera obsequia a sus seguidores
con los populares “fan-eggs” o con una escena postcrédito que, a modo de
chiste, dulcifique la historia. No hay aquí tipos con mallas de colores ni
edificios volando, y ni siquiera hay una explicación detallada de lo que ha
sucedido con el resto de los héroes, apenas unas pinceladas que deben bastar para
entender dónde estamos y como henos llegado aquí.
Logan es una película de perdedores buscando su propio camino, una historia
de redención y segundas oportunidades, amarga y deprimente, donde una niña
violenta y asalvajada es la única luz de esperanza que queda. Se trata, sobre
todo, de una película sobre padres e hijos, sobre la relación entre Charles y
Logan, por un lado, y entre Logan y Laura por otro, una road movie de
carreteras polvorientas sin destino definido que se asemeja también al Blood Father donde Mel Gibson buscaba su
propio camino de redención siendo también su recién encontrada hija su único
punto de contacto con la realidad.
Hay
momentos divertidos en Logan, pero se
trata de una diversión a cuentagotas, de chistes amargos y dolorosos. Marvel/Fox
abre aquí una nueva vía para hacer cine de superhéroes, y demuestra que hay
vida más allá del colorido amable y espectacular de la línea marcada por Los Vengadores y de la oscuridad
depresiva con que Nolan tiñó el Universo DC. Deadpool, con sus chistes incesantes y desmedidos, abrió las puertas
a un cine menos infantil, con violencia extrema y sangre a borbotones, y Logan ha seguido ese camino, rehuyendo
del humor pero no de la violencia que identifica la película como “R”, algo que
antaño se consideraba veneno para la taquilla.
Así, gracias a poder ver desmembramientos, decapitaciones y destripamientos, nos encontramos con el Lobezno que siempre debió ser, ese antihéroe salvaje y desmedido con el que Fox no se había atrevido hasta la fecha.
Así, gracias a poder ver desmembramientos, decapitaciones y destripamientos, nos encontramos con el Lobezno que siempre debió ser, ese antihéroe salvaje y desmedido con el que Fox no se había atrevido hasta la fecha.
Hemos
tenido que esperar hasta su última aventura tras ocho apariciones anteriores en
el universo cinematográfico de los X-men
para verle el verdadero rostro al hombre anteriormente conocido como James Horwlett.
Y, esta vez, sí es de verdad la última.
En
los cómics, El viejo Logan no
pertenecía al canon oficial, por aquello tan complicado de entender para los
apócrifos de los Multiversos, pero en cine sí deberíamos dar esta película como
el cierre definitivo de la historia de los X-men.
Podemos seguir averiguando qué pasó por el camino, e incluso se podrían buscar
argucias argumentales para recuperar a un rejuvenecido Logan sin alterar la
corriente temporal, pero esta película es, y debe ser, su epitafio definitivo.
Logan es, sin duda, la mejor película de mutantes hasta la fecha. Y, muy
posiblemente, está entre las mejores películas de superhéroes de todos los
tiempos. Puede que porque ni siquiera es una película de superhéroes.
Ahora
la pregunta que en Fox deben hacerse es… ¿vale la pena seguir expandiendo el
malherido universo mutante o deberían seguir los pasos marcados por Mangold en Logan? Seguramente será lo primero (a la
serie Legión hay que sumar la
inminente X-men: Supernova), pero yo
aplaudiría por la segunda vía. El futuro de los hombres X debería definirse
bajo las indicaciones de X… 23. Aunque Logan no vaya a estar ahí para verlo.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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