Me resulta especialmente complicado valorar objetivamente esta película, así que voy a tratar de hacer un esfuerzo por ser lo más objetivo y justo con la última producción de Disney que sigue empeñada en versionar sus grandes clásicos animados en acción real.
La bella y la bestia es posiblemente, de todas las revisiones hechas hasta la fecha, la más fiel al material original, resultando prácticamente un calco argumental de la versión de Gary Trousdale y Kirk Wise, recuperando incluso las canciones originales de Alan Menkel. Apenas unos detalles sobre la madre de Bella sirven como mínima diferencia entre ambas películas.
El principal problema de La bella y la bestia cabe encontrarlo en la falta de magia que desprende. Siéndole imposible sorprender en su argumento, es en la aportación de los actores donde debían poner toda la carne en el asador. Es por ello que se reúne un brillante reparto, mucho de ellos simples cameos en su versión doblada, resultando estimulante ver de nuevo a Kevin Kline en un papel tan relevante y con un Luke Evans bastante solvente.
En el apartado protagonista, sin embargo, Dan Stevens se encuentra demasiado oculto bajo la algo artificial digitalización de la bestia como para desplegar todo el carisma del que es capaz (recuerden su trabajo en The guest), aunque algo de brillo tiene, mientras que su partenaire Emma Watson cumple lo justo, no por falta de belleza ni talento sino porque no consigue superar la comparativa con la Bella original, resultando algo menos maravillosa que su contrapartida animada.
Sin embargo, a quien más se puede responsabilizar de esa falta de magia que embarga al film es a su director, un Bill Condon solvente en historias intimistas, pero a la que el blockbuster todavía le viene algo grande (Dreamgirls no era realmente una superproducción y de sus dos contribuciones a la saga Crepúsculo mejor ni hablar). Sé que no es cuestión de comparar con alguien ajeno al proyecto, pero con la maravillosa versión de La Cenicienta de Keneth Branagh uno no puede evitar imaginar al director de Mucho ruido y pocas nueces con semejante libreto.
No me malinterpreten, que la película no tenga la magia suficiente para enamorar no significa que sea una mala película, Simplemente que desperdicia muchas de sus posibilidades. Con todo, esta nueva versión del cuento clásico es una delicia musical con suficiente lujo y emociones como para resultar sumamente entretenida y en ningún momento aburrida y con unos efectos especiales que cojean un poco en la caracterización de la bestia pero que son magníficos en el resto de secundarios sobradamente conocidos (el candelabro Lumiere, la tetera Sra. Potts, el reloj Din Don...).
No puedo, sin embargo, dejar de comentar la gran lacra de esta película: su versión en español. Los que me conocen saben que soy un gran defensor del cine doblado, pero (llámenlo bipolaridad si quieren), con los musicales ya es otra cosa. Vale que esto sea una película infantil, pero no estamos ya ante un producto de animación, sino uno de imagen real donde vemos a actores reales cantando y bailando, pero sin llegar a oírlos nunca.
¿Se imaginan a La la land sin la voz rota de la oscarizada Emma Stone? Pues van a quedarse con las ganas de escuchar a otras Emmas como la Watson o la Thompson. Y si el doblaje en España es de muy buena calidad no puedo decir lo mismo de la mayoría de cantantes de por aquí. Siendo La bella y la bestia un musical puro con gran cantidad de canciones casi me sangran los oídos con los gorgojos insoportables de la versión española. Y eso me hace odiar un poquito a la película.
Vayan a verla. Está realmente bien pese a las limitaciones comentadas. Y lleven a sus niños para que las disfruten. Pero, por favor, que sea en versión original. Sus oídos lo agradecerán. Y, al fin y al cabo, en la mayoría de las canciones dobladas tampoco se entiende lo que dicen…
Valoración: Seis sobre diez.
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