Dirigida
por Stephen Gaghan, un buen guionista que destacó como realizador con Syriana, lo peor de Gold es su tramposa campaña promocional, un verdadero desastre que
quizá pueda lograr su objetivo de atraer a la gente al cine, pero no va a
conseguir que estos salgan demasiados satisfechos de la misma.
Vayamos
por partes: de entrada, el subtítulo español que acompaña al anglicismo es La gran estafa. Y en una época en la que
se ha llegado a unos extremos exageradamente radicales por odiar a todo lo que
huela a spoiler, este me parece un caso flagrantemente escandaloso. A continuación,
está la frase publicitaria: Wall Street
ha encontrado su próximo lobo. De acuerdo que durante toda la película se
intuye la sombra del excelente film de Scorsese, pero si alguien pretende ver
una variante de aquella obra maestra la decepción será total. Y finalmente, la
verdadera estafa: querer colar esto como una historia real. Sí, es cierto que
se indica que está simplemente inspirada, pero tan acostumbrados como estamos a
las recreaciones más o menos fieles de casos insólitos de perdedores que
consiguen burlarse del sistema, Gold
tiene demasiado de ficción como para invitar a la comparativa.
No,
definitivamente Gold no es la cara B
de El lobo de Wall Street. Ni se
acerca tampoco a otros casos reales como los narrados en Dolor y dinero, Juego de armas o, incluso, De-mentes criminales, aunque aparenta ir de lo mismo, de tipos corrientes que persiguen
el sueño americano y logran triunfar, aunque sea de manera esporádica en
algunos casos, en ello.
Kenny
Wells, interpretado con algunos excesos por Matthew McConaughey, no existió
realmente, pero se inspira en David Walsh, el fundador de Bre-X Minerals, una
empresa minera canadiense que aseguró encontrar oro en Indonesia y cuyas
acciones se dispararon de la noche a la mañana. Sí que existió su amigo y
geólogo Michael de Guzmán (aunque en el film es llamado Michel Acosta,
interpretado por Edgar Ramírez), cuyo final en la vida real fue similar, pero
tampoco exactamente igual, al que muestra la película.
Sin
embargo, si logramos evadirnos de unas expectativas que la propia distribuidora
nos ha querido imponer, la película resulta un buen ejercicio para demostrar
que (normalmente) no es posible eso de conseguir dinero fácil y como ejercicio
para recordar los descensos al infierno que impone entrar en la vorágine destructiva
del capitalismo. Es por ello, pese a su reducida presencia, que el personaje al
que da vida Bryce Dallas Howard simboliza el punto de vista, inocente y puro, del
propio espectador, que debe mantenerse alejado de los cantos de sirena de este
mundo de corrupción e intereses creados.
McConaughey
cumple como es habitual en él, aunque coquetea demasiado con la caricatura por
culpa quizá a ese maquillaje excesivo que pretende mostrarnos a un tipo no
especialmente agradable (un caso que me recuerda poderosamente al de Christian
Bale en La gran estafa americana), y
posiblemente Gaghan debería haber confiado más en su talento interpretativo y
menos en un maquillaje algo tosco, repulsivo incluso.
Es
Gold de esas películas de guion
deslavazado que no termina por encontrar nunca el rumbo adecuado, pasando sin
demasiado convencimiento de parecer una película de aventuras en la selva a una
alegoría económica de despachos para terminar convertida en una peli de falsas
apariencias. Y quizá Gaghan no tiene aún suficiente bagaje como director como
para llevar algo así a buen puerto. Es quizá su falta de sentido del humor (hay
algún momento divertido, pero no es lo que se busca) lo que hace más indigesta
la historia. Volviendo a las comparativas, El
lobo de Wall Street no era realmente una comedia, pero tenía un sinfín de
momentos desternillantes. Aquí todos se lo toman demasiado en serio como para
conseguir que la metáfora funcione realmente y lograr que el espectador se crea
lo que sucede, quizá culpa de que, como digo, no es definitivamente una
historia real. Con todo, una vez finalizado el visionado, tras dejar reposar el
batiburrillo de ideas que se proponen, la experiencia no es del todo negativa,
siendo lo más criticable que no alcance a ser lo que realmente prometía.
No
me parece la gran definitiva sobre el sueño americano, pero afortunadamente,
este mismo fin de semana se ha estrenado otra que, definitivamente, sí lo es.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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