jueves, 2 de agosto de 2018

UN MAR DE ENREDOS


Un mar de enredos es una de esas películas de las que un, a priori, no debería esperar nada bueno, y prueba de ello es su escasa promoción antes de su estreno. Es una comedia blanca y muy blandita, algo moralista y de corte familiar que no propone nada nuevo al espectador. De hecho, es tan poco original, que se trata de un remake de Un mar de líos (ya ven que no se han molestado en variar mucho el título en español, aunque en el original ambas se llamaban Overboard), que dirigiera en 1987 Garry Marshall y que, aunque era muy aceptable, tampoco es que fuese la panacea.
Un mar de enredos copia casi textualmente los mejores chistes de aquella, con el handycap de que la química entre los protagonistas, Anna Faris y Eugenio Derbez nunca podrá compararse a la que tuvieran Godie Hawn y Kurt Russell, aunque aquí se cambien los roles como nota de originalidad.
Sin embargo, tan bajas eran las expectativas que, una vez conseguimos obviar que es un remake e ignoramos el referente del 87, la película resulta, cuanto menos, entretenida.
Los que me leéis habitualmente ya sabéis que no soy muy seguidor del humor de casquería que tan bien funciona en el Hollywood más adolescente, por lo que siempre me congratulo de encontrarme con una comedia que apueste más por un humor sano y limpio, sin necesidad de recurrir al chiste fácil y zafio q8e pretenda provocar a base de mal gusto y poco más. Este es un pobre argumento pero que, al menos en mi caso, basta para aceptar esta comedia veraniega sobre un millonario déspota y vividor que tras un accidente marino pierde la memoria y es convencido de que está casado con una madre viuda a la que maltrató en su “vida anterior”.
Cierto es que el principio es un poco insulso, aunque afortunadamente consigue ir de menos a más, a medida que los actores se hacen con los personajes y consiguen que nos encariñemos con ellos, y que es fácil adivinar por donde van a ir los tiros en todo momento, pero la intriga nunca ha sido el fuerte de las comedias románticas al uso, y esta sigue a pies juntillas todos los esquemas propios de las mismas. Así, sin esperar sorpresas ni traumas argumentales, la película se desarrolla a toda vela (nunca mejor dicho) por derroteros tan conocidos que es difícil que nadie se pueda quejar de ser llevado a engaño.
Esto es lo que es y no hay más donde rascar. Comedia detono ligero, para todos los públicos, simpática y algo tontorrona, que se deja ver con una sonrisa y a la que poco se le puede exigir.

Valoración: cinco sobre diez.

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