Después de que Rodrigo Cortés nos volviera a todos locos con la angustiante y caustrofóbica Buried y que flojeara un poco (pero tampoco mucho) con la tramposa Luces Rojas, el director gallego estrena su nuevo film tras un parón de casi seis años. Blackwood debería ser, pues, el retorno a lo grande de un realizador muy interesante y al que deberíamos seguir de cerca, pero por desgracia este último trabajo se posiciona entre lo más flojo de su por ahora breve filmografía.
Lo primero que llama la atención de Blackwood es que se trata del primer trabajo de Cortés en el que él mismo no colabora en el guion, lo cual parece indicar que se trata de un trabajo de encargo. Y no me parece casual que ese guion, basado en una novela de Lois Duncan sea lo peor de una película que pretende ser un relato gótico de terror y termina sucumbiendo a los tópicos más simples del cine de género patrio, que tras haber estado unos cuantos años en lo más alto parece ahora aletargado y en decadencia.
Aceptando la simpleza de su punto de partida (un grupo de problemáticas adolescentes son internadas en una mansión aislada donde nada será lo que parece), lo cierto es que el planteamiento del misterio que rodeará la película no está mal llevado, a fin de cuentas cortés es un gran director y cuenta aquí con dos actrices capaz de hacer grandes interpretaciones con dos personajes no demasiado elaborados (aunque infinitamente mejores que cualquiera de los otros protagonistas irrelevantes de la trama), como son AnnaSophia Robb y Uma Thurman, pero una vez están las cartas sobre la mesa y se sabe ya a qué estamos jugando, la cosa se derrumba sin posibilidad de salvación.
Lo peor es que recuerda a muchas cosas ya vistas con anterioridad (desde un concepto de internado secreto que bien podría hermanarse con la Escuela para jóvenes talentos del profesor Xabier como con el Hogar de Miss Peregrine para niños peculiares) hasta cualquier propuesta de casa encantada con Belén Rueda como hipotética protagonista. De hecho, es curioso las muchas similitudes que se podrían encontrar entre este título y otro tan reciento como fallido, No dormirás, incluyendo su desproporcionado y aparatoso final.
Blackhood se vende como una película de terror, pero al final se conforma con plantear un misterio sencillito, con algún momento de susto del montón y una conclusión en la que ni el trabajo visual de Cortés está a la altura.
Blackhood es, por lo tanto, una película totalmente prescindible, con alguna que otra virtud pero que para nada merece ser recomendada y que supone un borrón en la interesante filmografía de su director.
Valoración: Cuatro sobre diez.
Yo noté el parecido con "No dormirás ", casi como un presentimiento, incluso antes de ver la película. La gran diferencia es que, al menos, esta fue mucho más entretenida que la antes nombrada. De todos modos, Blackwood te deja con sabor a potencial no aprovechado; yo esperaba mas.
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