domingo, 19 de agosto de 2018

EL PACTO

A estas alturas, ya nadie duda que Belén Rueda es la gran dama del cine de género en nuestro país, aparentemente despojada de cualquier miedo que pudiera tener por encasillarse. En El pacto, sin embargo, la actriz se aleja del terror gótico de títulos como El Orfanato o No dormirás, para componer un personaje más dramático en un thriller con tintes sobrenaturales más en la línea de El corazón del ángel, por poner un ejemplo.
Para el debut como director de David Victori, también autor de un guion inspirado en una historia sobre un drama real de su propio padre, lo primero que hay que reconocerle es que, enfrentándose uno a la película sin saber demasiado de ella, el arranque es desconcertante, sin que se sea capaz de adivinar a las primeras de cambio por donde van a ir los tiros. Eso, ya de entrada, supone una refrescante sorpresa.
Es cierto que a mediados del primer acto las cartas se ponen rápidamente sobre la mesa y entonces se camina sobre unos convencionalismos que podrían condenar a la película a naufragar en el terreno de lo previsible, pero entre el buen hacer de Victori tras las cámaras y la intensa interpretación de rueda frente a ellas, la película se sobrelleva perfectamente, con algún susto algo gratuito pero en ningún caso cayendo en el abuso de convencionalismos visuales y con una trama que, aunque no demasiado original (el recurso de tener que quitar una vida para salvar otra es un dilema ya viejo), invita al espectador a pensar en sus propias decisiones y propicia un debate que, apoyado en el sentimiento excesivamente protector del personaje de rueda, consigue que la película mantenga la intensidad hasta el emotivo final.
El pacto, pues, no es un alarde de originalidad, pero sí aporta una cierta frescura a un cine de genero que no em estaba dando muchas alegrías últimamente y que dignifica el juego del gato y el ratón en su versión más morbosa y cruel, agradeciéndose, además, que no se den más respuestas de las necesarias, logrando evitar momentos de extraña irrealidad como le sucedía a la poco reconocida El aviso. Y los nervios y el mal rollo están garantizados.
Imprescindible seguir la pista del señor Victori.

Valoración: siete sobre diez.

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