domingo, 19 de agosto de 2018

EL ESPÍA QUE ME PLANTÓ

No es nada novedoso el querer mezclar comedia con cine de acción. Ya lo hizo estupendamente James Cameron en la magnífica Mentiras Arriesgadas y que algunos tipos como Rowan Atkinson lo hayan convertido en saga (en breve llegará la tercera entrega de Johnny English), y cada poco tiempo nos encontramos muestras de dicha mezcla de géneros (la divertida Un espía y medio, la horrenda Agente contraiteligente, la extraña Espías…).
El espía que me plantó es la nueva entrega del invento (la semana que viene llega esa cosa tan aparentemente absurda que aquí le han dado por llamar: ¿Quién está matando a los moñecos?, burda inspiración de ¿Quién engañó a Roger Rabitt?, otro ejemplo de magistral mezcla de géneros), que se apunta además a la moda de imponer protagonistas femeninas en roles tradicionalmente masculinos, como viene sucediendo con Cazafantasmas u Ocean’s 8), aunque eso no impida que sus personajes principales acaben teniendo el típico punto de histéricas rendidas a la evidencia de los tópicos del género (no saben conducir, rigen sus vidas desde el ámbito sentimental y Mila Kunis tiene un par de momentos escotazo inevitables).
Pero más allá del trasfondo social que le hayan querido poner (tras la realización hay también una mujer, Susanna Fogel, autora también del guion), la película funciona con bastante corrección en el apartado de comedia, aunque flojea bastante en lo que corresponde a su acción. No ya porque esté mal resuelta, que no está, sino porque ocupa quizá demasiado metraje y amenaza con hacer olvidar que esto es realmente una peli de chistes y tortazos.
Por ello, cuanto más en serio se toma a sí mismo la película, menos funciona. En el tramo final, sobre todo, la película roza el convencionalismo de las pelis de espías y acción, y teniendo tan recientes Misión Imposible: Fallout (hay aquí una escena de persecución por ciudad entre un coche y varias motos imposible de comparar) o The Equalizer 2 la cosa no termina de funcionar demasiado.
En la parte positiva de la balanza tenemos a sus dos actrices, con Mila Kunis cargando con el peso del argumento, pero con Kate McKinnon comiéndose la pantalla en los momentos de más humor. Entre las dos consiguen que la película sea un entretenimiento suficiente como para recordarla con agrado, aunque se habría agradecido que apostasen más por la parodia pura y dura y hubiesen tratado de ridiculizar el género de espías en lugar de homenajearlo y regarlo de algún que otro chiste que, en su tercer acto, casi brillan por su ausencia.


Valoración: Seis sobre diez.

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