Aunque
eso de parodiar algún género cinematográfico es algo que se ha hecho toda la
vida y los agentes secretos siempre han sido propicios para ello, parece que en
los últimos tiempos es un tema más recurrente de lo habitual. Se pueden hacer
parodias desde la ironía, como Casino
Royal (John Huston y compañía), desde la pleitesía, como en Mentiras Arriesgadas (James Cameron),
desde el absurdo, como Anacleto, agentesecreto (Javier Ruíz Caldera), burlándose de ciertos estamentos, como Zoolander (Ben Stiller), o simplemente,
haciendo una comedia simplona alternando chistes con dosis de acción, como Espías (Paul Feig). Y luego hay cosas
como Agente Contrainteligente (Louis
Leterrier).
Puede
que no sea el más indicado para hablar de esta película, pues pese a pretender
ser siempre objetivo en mis opiniones hay ocasiones en que uno se encuentra con
cierta predisposición para enfrentarse a un film determinado, y el humor de
Sacha Baron Cohen nunca ha sido muy de mi agrado, por más que me lo pasé
moderadamente bien con El dictador.
Sin embargo, en su nueva película, Cohen (guionista y productor) ha querido
poner el listón bien alto y abusar de los excesos hasta límites tan
insospechados que, si algo hay que reconocerle, es su originalidad. Hay en la
película cosas nunca vistas antes en el cine, desde luego. Lo malo es que
habría vivido más feliz si hubiese continuado sin verlas jamás.
La
escatología elevada al infinito es lo que define a una película burda, soez y
hasta desagradable, que contiene algún momento inspirado y algún chiste bien
conseguido, pedo cuyo hedor a basura es siempre más profundo que cualquier
mérito que se le pueda encontrar y eso hace que su simple visionado sea una
ejercicio de tortura visual e insulto a la inteligencia.
Aun
sin gustarme ciertas bromas como la del SIDA, está bien que se atreva a meterse
con todo y con todos, pero cuando se pierde la elegancia sin ningún tipo de
complejos se renuncia directamente al derecho de ser juzgado con total
imparcialidad. Los que me conocen saben que no soy dado a poner ceros (ni
dieces, ya puestos) a una película, pero en esta me he visto ciertamente
tentado. Solo tres cosas me obligan a elevar un mínimo la nota: la buena
química entre Mark Strong (Marc, con lo gran actor que eres, ¿por qué te
metiste en esto?) y Sacha Baron Cohen que podría haber dado mucho más de sí,
algunas secuencias de acción, como la primera, filmada desde el punto de vista
del protagonista, al más puro estilo shooter (ejercicio que pierde su gracia al
repetirse demasiado, haciendo de algunas secuencias confusas y mareantes) y el
hecho de que muchos presentes en la sala reían a carcajada limpia viendo
chorros de semen contra el rosto de los protagonistas, culos reventados y
lindezas semejantes. Y no hablo desde el puritarismo más radical, que con Deadpool me lo pasé pipa, pero es que mi
paciencia tiene un límite…
Y
ya borda el ridículo cuando pretende ponerse seria y emotiva con esos
flashbacks con los protagonistas cuando eran niños.
Me
pregunto qué le habrá pasado a Louis Leterrier, un tipo que en su currículo
tiene Transporter, El increíble Hulk y Ahora me ves… para haberse metido en esto.
No
me veo con valor de recomendaros huir lo más lejos posible de esta película
(insisto, había gente a mi alrededor que se reía), pero sí os digo que solo hay
dos alternativas para enfrentarse a ella: o es una completa y absoluta basura
(aunque visto el nivel de la peli quedaría mejor decir directamente mierda, con
perdón) o resulta que el marciano soy yo.
Vosotros
mismos…
Valoración:
Dos sobre diez.
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