sábado, 31 de diciembre de 2016

EL 2016 DEL PANDA

Pues llegamos al fin al 31 de diciembre y, como es menester, toca despedirse del año haciendo balance de lo que ha acontecido en los últimos 365 días. Después de analizar lo mejor y lo peor del año (para mañana queda la lista de lo más esperado en el 2017) permitidme un momento de egocentrismo para analizar cómo le han ido las cosas al Panda Cinéfilo en estos doce meses.
En total han sido 223 entradas contando esta, siendo el mes de junio el menos fructífero y el de octubre (a consecuencia del Festival de Cinema Internacinal de Catalunya) el más movido, con treinta y ocho entradas. De estas, Ciento ochenta han sido opiniones de películas vistas en las salas de cine, siete pertenecían a la sección de Cine de Salón (CdS), lo cual indica el poco tiempo libre que tengo para ver películas en casa, dieciocho han sido películas visionadas en Sitges y las dieciséis entradas restantes pertenecían a comentarios personales o análisis genéricos (si no os salen las cuentas recordad que este año ha habido dos entradas dobles).
En esos comentarios he querido dar mi punto de vista a temas polémicos como el boicot a La Reina de España por motivos ajenos a su calidad cinematográfica (un boicot absurdo e incomprensible que algunos quisieron prolongar a 1898, los últimos de Filipinas), a la guerra (esta sí, cinematográfica) entre las grandes compañías que apuestan por el cine de superhéroes o a analizar la saga de Star Wars desde la reflexión propiciada por El despertar de la Fuerza (aparte, claro está, de los análisis habituales de los Oscars de Hollywood, los Goya, el festival de Sitges y alguna cosilla más).
Si hablamos de visitas ha sido precisamente el análisis a Star Wars la entrada que ha batido todos los records este año, aunque el listón sigue marcándolo el pequeño homenaje que el verano pasado hice al mundo del podcaster y las radios. Con casi trescientas visitas. De hecho, este mes de diciembre supone un incremento histórico para el Panda Cinéfilo, habiendo superado las tres mil visitas (3.228 hasta este momento). No está nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta que los dos meses siguientes en cuanto a número de visitas corresponden también a este 2016. Si buscamos el record de visitantes antes de este año teníamos que conformarnos con las 1.103 de marzo del 2015. Gracias a todos por hacer posible este aumento y espero poder corresponderos con un trabajo hecho lo mejor posible y con la máxima objetividad.
Un factor que ha ayudado a dar un empujón al blog ha sido la presencia en las redes sociales, que espero pueda incrementarse en el 2017.  La mayoría de los visitantes provienen de Facebook, pero twitter también ha sido una referencia importante, gracias al apoyo constante de los seguidores más fieles y de algunas menciones amables de actores y directores a quienes se lo agradezco de corazón. Y en este último mes, Rusia es el segundo país desde donde más nos han visitado (!!)
La tendencia, desde luego, es positiva y muy creciente, y espero que con vosotros podamos seguir creciendo en el 2017, en el que volveremos a estar presentes en el certamen de blogs de 20 minutos.
No sé hasta dónde llegaremos, pero desde luego el camino está siendo de lo más estimulante.

Gracias a todos de nuevo por estar ahí y feliz 2017.

LO PEOR DEL 2016

Como mencionaba en la entrada anterior, este 2016 se ha caracterizado por las muchas decepciones que ha habido. Y es que tantas secuelas sin chispa han terminado por cansar.
Así, antes de hablar de lo realmente malo que se ha podido ver en este año que está a punto de terminar, podemos repasar brevemente los principales fracasos, donde quedarían fuera títulos como La hora decisiva que, tras el varapalo de Estados unidos no se ha llegado siquiera a estrenar aquí.
Encabezando la lista, por supuesto, hay títulos tan ¿ilustres? Como el remake de Ben-Hur, la locura alucinógena de Dioses de Egipto o la ingenuidad de Spielberg con Mi amigo el gigante.
Hablaba de secuelas, y muy poca gente ha visto las secuelas de las Tortugas ninja, Blancanieves, Alicia, Zoolander o Divergente. No ha llamado mucho la atención el regreso de Bidget Jones o de Jason Bourne y cosas como Mechanic ni se suelen tener en cuenta en estas listas.
También han fracasado películas que no lo merecían, como Aliados, Marea Negra o el reboot de Cazafantasmas, y lo que ha pasado con Warcraft ya es de sobras conocido. Y por ahí andan también Independence Day, Los hombres libres de Jones, Ahora me ves 2 o La leyenda de Tarzán.

Sin embargo, si hablamos de películas verdaderamente malas entre lo que yo he visto (y las recientes Mine, Belleza oculta y Villaviciosa quedan fuera de la lista porque es Navidad y me siento muy caritativo) son:
-La quinta ola. Una actriz competente no es suficiente para salvar un despropósito tan grande que ni se convertirá en saga, como se pretendía, ni será recordada más que para echarse unas risas con sus estupideces.
-El futuro ya no es lo que era. Normalmente Dani Rovira tiene gracia, pero ni su disfraz de fantoche era capaz de provocar una leve sonrisa en una tontería supina que encima pretendía tener un toque sentimental.
-Blair Witch. Me duele meter en la lista una película de Adam Wingard, pero lo cierto es que esta nueva versión de La bruja de Blair es una siempre copia y pega de la anterior, pero aún más mala. Ni un susto, pero bostezos los que queráis.
-Los visitantes la lían. Sin palabras. Ya hablé de ella en su momento y no se merece más tiempo. Basura total.
-Agente contrainteligente. El humor más cafre y desagradable que uno se puede imaginar que estuvo a punto de hacerme abandonar la sala e más de una ocasión. Simplemente horrible.
Y esto es todo. Seguro que hay muchos más despropósitos, pero la mayoría se han borrado de mi memoria, a Dios gracias. No he incluido algunos títulos vistos en Sitges que nunca llegarán a las salas comerciales, pero esas juegan en otra liga.

¿Y vosotros? ¿Con cuál habéis sufrido más?

LO MEJOR DEL 2016

Con el cambio de año llega el momento de hacer las listas con lo mejor y lo peor y pasar balance del año, siempre desde el punto de vista cinematográfico.
Da la sensación (a falta de estudiar un poco los datos oficiales) de que en tema de taquilla la cosa ha estado un poco floja. Aunque eso no significa que no haya habido muy buenas películas. De hecho, en el momento de confeccionar esta lista lo he tenido más complicado para elegir a las mejores que con las peores. Lo que sí es cierto es que pese a saber de antemano que no iba a ser un año de grandes blockbusters (no en comparación al 2015, al menos), los pocos que ha habido no siempre han estado a la altura, y sin llegar a la categoría de malas películas han terminado por decepcionar, como en el caso de Batman V. Superman, El escuadrón Suicida o Warcraft. Tampoco han terminado de funcionar bien títulos como Passengers o Assassins Creed y pese a que hemos tenido mucha secuela la mayoría no han funcionado demasiado bien ni han logrado superar a las originales.
Pero como digo, ha habido mucho y muy bueno. Y ha sido un año especialmente fructífero para el cine español. Treinta y ocho películas se han analizado en el blog de las cuales hay un buen puñado para destacar entre lo mejor del año. Tras eliminar títulos como Vaiana, Jack Reacher, Infierno Azul, Espías desde el cielo o Siete años, he decidido quedarme con una lista de veinticinco películas (me cuesta acotar más, será que soy demasiado bueno).
El cine español, insisto, está de enhorabuena, y hay que destacar historias tan emotivas y emocionantes como El olivo, Tarde para la ira, Que Dios nos perdone, El hombre de las mil caras, 1889: los últimos de Filipinas o la grandiosa Un monstruo viene a verme.
También ha sido un año especialmente bueno para el terror. Siempre se hace mucha basura para conseguir dinero fácil, pero este año ha habido algunos títulos verdaderamente interesantes, como No respires, La bruja, Expediente Warren: el caso Enfield o La autopsia de Jane Doe.
Hemos tenido dramas sencillos pero muy humanos, reflexivos incluso, como Elle, Paterson, Spotlight o Sully, comedias brillantes y muy locas, desde la encantadora Sing Street a la loca Dos tipos buenos pasando, por supuesto, por la irreverente Deadpool. Ha habido blockbusters de gran nivel, como Doctor Stranger y, sobre todo, Rogue One, y Disney ha vuelto a acertar de pleno con la insuperable Zootrópolis.
Sin embargo, es un poco tramposo eso de numerar tantas películas, así que haciendo un increíble ejercicio de autocontención he conseguido hacer un top five que, según el humor con el que me levante un día, podría cambiar levemente. Sea como sea, ahí van mis favoritas del año:
-La habitación. Sí, sé que es del año pasado y ya se llevó lo suyo en los Oscars, pero aquí la vimos en febrero, así que eso es lo que cuenta.
-La llegada. Porque demuestra que es posible hacer una película de extraterrestres que emocione y transmita intensidad además de generar debate.
-Kiki, el amor se hace. Para mí, la gran sorpresa del año en España. Paco León se doctora a lo grande con una de las películas que más me han hecho reír en la vida.
-Hasta el último hombre. Mel Gibson es de los mejores directores en activo. Y lo demuestra en cada película. ¿Hace falta decir más?
-Civil War. Porque es la película que llevaba toda la vida esperando. Porque tiene al mejor Spiderman. Porque demuestra que Marvel puede ser seria y oscura si lo desea. Porque, sencillamente, lo tiene todo.

Pues hasta aquí mi lista. Tened en cuenta que han quedado películas pendientes de ver, como La doncella o Suburra, y que intentaré recuperar apenas llegue enero. 
¿Y vosotros? ¿Tenéis alguna lista similar? ¿Os falta o sobra algo de la mía? Venga, animaos, que esto de las listas para lo que más vale es para tener un poquito de debate.

PASSENGERS, romance en gravedad cero.

Ahora sí, ha llegado la hora de comentar la última película de este año, con la que es el estreno más importante de este fin de semana.
Dirigida por Morten Tyldum, quien hace apenas un año triunfaba con Descifrando Enigma, se esperaba de Passengers que fuese uno de los taquillazos de las navidades, aunque solo fuese por contar en su reparto a las dos estrellas más importantes del momento. Sin embargo, parece que ni público ni crítica se están dejando seducir de momento por las miradas limpias y cristalinas que Chris Pratt y Jennifer Lawrence nos ofrecen desde el poster de la película.
Sin embargo, Passengers no es en absoluto una mala película. Las dos horas de duración pasan volando y en todo momento hay un gran trabajo interpretativo que se redondea con la presencia de Michael Sheen en un rol secundario pero fundamental.
Una nave espacial viaja hacia un planeta lejano donde se establecerá una nueva colonia. El viaje está previsto eu dure ciento veinte años, pero un accidente provoca un fallo que hace salir de su estado de hibernación a uno de los pasajeros nada menos que noventa años antes de llegar a su destino.
Con títulos como Gravity o Marte en la memoria, Passengers pretende ser una película de corte intimista (pese a su lujosa planificación y sus espectaculares diseños de producción) que debate sobre la soledad, las relaciones y el egoísmo en situaciones extremas, y en ese sentido es donde mejor funciona. Estamos acostumbrados a criticar una película por sus historias de amor que entorpecen y distraen de la acción principal, pero precisamente en Passengers es esa historia de amor, ese conflicto tan intenso y dramático entre Jim y Aurora (los personajes a los que dan vida Pratt y Lawrence) lo que mejor funciona, haciendo que cuando la cosa gira a la acción y empiezan los fuegos de artificios se desinfle todo un poco, aparte de que alguna frase engañosa del tráiler invita a pensar que la cosa va por un camino diferente y eso termina por despistar.
Así, Tyldum consigue crear una atmosfera sobrecogedora (en algo recuerda el arranque a la simpática serie de Will Forte El último hombre en la Tierra) bien apoyada en las interpretaciones de sus protagonistas, que demuestran una potente química entre ellos. Además, la música de Thomas Newman ayuda a subrayar los sentimientos cambiantes a medida que avanza la trama. Con coqueteos bien llevados entre el humor de sonrisa ligera y el drama más reflexivo, es una de esas películas que en su arranque invitan al debate y a la discusión, por más que ese discurso termine perdiéndose a medida que va avanzando y su final pueda resultar incluso ridiculo.
Además, Passenger se duele de uno de los males que sufren las grandes producciones actuales, los cambios de última hora. Parece ser que, tal y como sucediera en El despertar de la Fuerza, La era de Ultron, Batman V Superman, Suicide squad o Rogue One, por mencionar solo algunos casos documentados, mucho de lo rodado ha quedado olvidado en la mesa de montaje, y el personaje de Andy García (qué cabreo debe llevar el pobre) es buena muestra de ello.
Por lo que a mí respecta, sin ser un peliculón de esos que uno revisiona mil veces, Passengers me ha dejado con un buen sabor de boca y me ha resultado una experiencia agradable de ver, no sé si influenciado por el antihype que se estaba empezando a crear y que me preparaba para lo peor.

Valoración Siete sobre diez.

CdS: EL CADÁVER DE ANNA FRITZ. Sordidez de bajo presupuesto.

Por aquellas cosas de la vida ha pasado casi un año hasta que he podido ver El cadáver de Anna Fritz, de nuevo gracias a las plataformas digitales, por lo que he dudado sobre su conveniencia de poner aquí un comentario tan a destiempo. El caso es que se trata de una de las más comentadas en la edición de Sitges del 2015 y que, como suele suceder en estos casos, apenas tuvo resonancia en su paso por las (escasas) salas en que se estrenó.
Lo cierto es que el punto de partida no era muy prometedor: cuando los amigos de un chaval que trabaja en la morgue se enteran de que el cadáver de la recientemente fallecida Anna Fritz estará toda la noche en el depósito deciden colarse en el mismo para verla en persona. Pero claro, una vez la tienen delante, tan joven, tan maquilladita y tan desnudita, pues se les ocurre hacer algo más…
Sí, sórdido y hasta desagradable, pero lo cierto es que luego la cosa toma un giro que le da cierto interés y consigue, con unos medios mínimos y apenas cuatro actores, crear una atmósfera de intriga que te mantiene enganchado hasta el final.
Posiblemente Alba Ribas, la cara más reconocible del reparto, interpretando a la malograda actriz, es la que mejor está, realizando una composición creíble y sufrida, y la dirección de Hèctor Hernández Vicens, más cercana a un trabajo académico que a una película de presupuesto, es correcto y sin histrionismos innecesarios. Reconozco, eso sí, que ante semejante punto de partida me habría gustado más un toque un poco más oscuro y sobrenatural, pero tampoco le vamos a pedir peras al olmo ni exigir que hagan una película a mi medida (además, para eso ya está la aterradora y estupenda La autopsia de Jane Doe).
En fin, cine español de bajo presupuesto y pocos recursos que demuestra que con ganas e ilusión tampoco es necesario tirar de talonario. Aunque sin duda habrían agradecido algo más de visibilidad en su estreno.

Valoración: cinco sobre diez.

CdS: LA HORA DECISIVA: la película perdida de Disney

En ocasiones hay películas que cuesta creer que no lleguen a ser estrenadas en nuestro país. Títulos como La hora decisiva son quizá la respuesta a la pregunta de por qué Disney se gastó lo que se gastó en hacerse con las productoras LucasFilm y Marvel, y es que parece que últimamente, dejando de lado sus productos de animación, no son capaces de acertar en sus apuestas más independientes, como demuestra el descalabro (e insisten en ello) de Piratas del Caribe, las sagas fallecidas antes de tiempo de El llanero Solitario o John Carter y el fracaso de la secuela de Alicia en elpaís de las maravillas.
En el caso que nos ocupa, sorprende que siendo un film Disney y con un reparto tan interesante hayamos tenido que esperar a su estreno en plataformas digitales para poder disfrutarla, más cuando las películas sobre héroes anónimos reales están tan de moda.
Ciertamente, la película, que cuenta la historia del mayor rescate jamás realizado por la Guardia Costera, no es gran cosa, y alguno de los grandes nombres que aparecen en ella apenas tienen ocasión de lucirse, pero tampoco hay nada que justifique un hipotético descalabro en taquilla y su marginación en el baúl de los recuerdos.
Sin duda el mayor defecto del film está en el poco ritmo que el director Craig Gillespie, recordado básicamente por el remake de Noche de miedo (aunque se dio a conocer de manera prometedora con Lars y una chica de verdad), sabe imponerle, no sé si por carencias presupuestarias o porque simplemente el proyecto le venía grande. Dejándose llevar demasiado por una historia de amor algo cansina (como si pretendiese hacer una especie de Pearl Harbor a lo heroico), las acciones en altamar no resultan tan espectaculares como cabría suponer y no hay un crescendo emocional que culmine en un clímax apoteósico, lo cual desmerece mucho la función. Y más cuando el retraso ha provocado que la viese después de otro título de características relativamente similares como Marea negra, contra la que pierde en todas sus comparaciones.
Chris Pine no lo hace del todo mal, aunque no termina de convencer, dando la sensación de que él mismo no se cree muy bien el personaje, y tampoco Casey Affleck cuenta con un guion suficientemente definido como para poder lucirse, mientras que Ben Foster Y Eric Bana tampoco consiguen aportar nada de su talento (como muestra, baste ver esta misma semana el estreno de Comanchería, donde Pine y Foster coinciden de nuevo y ahí sí que lo dan todo).
Aún con esas, la película es suficientemente interesante y entretenida como para merecer un visionado, aunque está claro que no pretende competir en la misma liga de otros héroes que han poblado este 2016 como el de Sully, Hasta el último hombre o la mencionada Marea Negra.

Valoración: Cinco sobre diez.

MINE: dos horas tiradas a la basura.

Me gustaría haber podido terminar este 2016 por todo lo alto, pero la primera de las películas vistas este viernes (os recuerdo que la magnífica Comanchería la tenéis comentada en los especiales que realicé durante el pasado festival de Sitges) es un bufo de tomo y lomo.
Firmada por dos directores que ni siquiera se atreven a dar sus apellidos (Fabio & Fabio) e interpretada (es un decir) y producida (eso explica muchas cosas) por Armie Hammer, Mine pretende ser una historia minimalista, de pocos personajes (aunque sobran más de la mitad) que utiliza la excusa de un hombre enfrentado a su casi segura muerte para realizar un viaje interior, existencial y fantasmal, capaz de aburrir al más pintado.
Ya su punto de partida no sonaba muy interesante (un soldado pisa una mina en pleno desierto y debe permanecer más de sesenta horas sin poder moverse esperando a que llegue la ayuda), pero con apuestas semejantes o más arriesgadas si cabe Rodrigo Cortés nos brindó la excelente Buried y Danny Boyle la angustiante 127 horas, así que la cosa no era tampoco un imposible.
Sin embargo, apoyada en unas interpretaciones pobres y unos diálogos de vergüenza ajena, la película no logra tensionar, emocionar ni entretener en ningún momento, no provocando más que el sopor más espantoso y con un desenlace que se ve venir de lejos. No hay nada estimulante en la película que invite a darle una oportunidad, siendo lamentable como en algunas salas la están proyectando aun a costa de haber descartado proyectar Comanchería.
No me extiendo más en mi opinión porque afortunadamente estoy borrando rápidamente la película de mi memoria (aunque las casi dos horas perdidas nadie me las va a devolver), aunque desde aquí le digo al bueno de Hammer que si de verdad pretende ser una estrella de Hollywood debería hacérselo mirar un poco. Era lo peor de Operación U.N.C.L.E. y de El llanero Solitario mejor ni hablar.
No es tampoco que sea espantosamente mala. Simplemente es la nada más absoluta e irrelevante, aunque pretenda contener una mística muy espiritual y pedantemente intencionada.

Valoración: tres sobre diez.

martes, 27 de diciembre de 2016

ASSASSIN'S CREED: por fin un videojuego entretenido.

En un año donde Warcraft ha sido uno de los más sonados fracasos de taquilla (tan solo camuflado por el relativo éxito que ha tenido la película en China), Assassin'sCreed se erigía como la segunda oportunidad del mundo de los videojuegos de triunfar en Hollywood tras la mala fortuna que están teniendo en adaptaciones anteriores (la saga de Resident Evil y Prince of Persia es, quizá, de lo más potable del género), aunque las perspectivas no parecían muy halagüeñas.
Finalmente, si nos fiamos de los primeros resultados de taquilla, las previsiones se han cumplido y la película va camino a ser un nuevo fracaso comercial, pero lo cierto es que en esta ocasión no es tanto culpa de sus autores como de sus aspiraciones.
Lo primero que chirriaba en el proyecto era la elección de su director: Justin Kurzel no parecía el más indicado para una superproducción ambientada en el mundo de los videojuegos, más cuando lo único destacable de su filmografía anterior es Macbeth, donde contó ya con Michael Fassbender y Marion Cotillard. Sin embargo, una vez vista la película, es evidente el motivo de su elección, y es que las similitudes visuales entre Assassin's Creed y Macbeth son más que notables. De hecho, parece ser que fue el propio Fassbender, también productor, quien sugirió al director.
Así, con la adaptación de Shakespeare como referente, estaba claro que nos íbamos a encontrar ante una película bastante personal, donde la imagen y el estilismo predomina sobre las formas y que podría ser algo indigesta para el público más consumista. Además, su historia no adapta ningún juego en concreto, sino que se inspira libremente en la trama general sobre la eterna disputa entre Templarios y Assassins por hacerse con el fruto del Edén, un artefacto con el que poder dominar las mentes de toda la humanidad. Sin embargo, en los juegos estas luchas se han producido en Jerusalén, Florencia, Roma o Constantinopla, mientras que la película se centra en la España de 1492, lo que se traduce en una importante presencia de actores españoles en la película (con el gran Javier Gutiérrez y Carlos Bardem a la cabeza) y diversas panorámicas de la Sevilla del siglo XV o del Madrid actual (resulta curiosa la presencia del estadio Vicente Calderón).
Esta historia nueva más algunas notables diferencias son las que tampoco van a convencer a los grandes seguidores de la saga (que quizá no perdonen que la acción en el presente sea tan o más importante que la del pasado), lo que deja el target del film bastante reducido. Sin embargo, la realidad es que estamos ante una estupenda película de acción e intriga, cuya trama es bastante previsible aunque exigente con el espectador, y donde las escenas de acción están deliciosamente coreografiadas. El propio director ha querido rechazar los efectos digitales al máximo y se dice que Fassbender y la actriz Ariane Labed realizaron ellos mismos el 95% de sus escenas. Quizá aquí esté uno de los puntos débiles del film, que ante esta declaración de intenciones el director abusa de un montaje atropellado que en algunos momentos impide disfrutar completamente de lo que se está viendo.
Cierto es que la historia no soporta un análisis profundo en busca de verosimilitud, como tampoco lo haría el juego (en el fondo esto va de un tipo que se traslada al pasado gracias a la secuencia genética de su ADN, idéntica a la de un antepasado suyo), pero el ritmo narrativo, el buen hacer de los actores y sobretodo la impecable ejecución técnica (aunque tambiés se abusa un poco del "postureo" de algunos personajes) hacen de Assassin's Creed una película muy disfrutable y, probablemente, la mejor adaptación de un videojuego hasta la fecha.
Eso sí, en la 20th. Century Fox han apostado fuerte por un cine diferente y personal y la jugada puede haberles salido rana. Se pretendía hacer una trilogía. Habrá que ver si lo consigue.

Valoración: siete sobre diez.

lunes, 26 de diciembre de 2016

¡CANTA!: buen rollo a todo ritmo.

Aunque esté a años luz de Pixar y Disney, Illumination se está consolidando como una buena alternativa que en este 2016 se ha propuesto demostrar que hay vida más allá de Gru y sus inseparables Minions.
Tras el buen sabor de boca que dejó Mascotas, ¡Canta! es su propuesta para copar el mercado navideño más infantil y a buen seguro que lo pueden lograr. Y eso sin desesperar al público adulto gracias, sobre todo, al buen tino que ha tenido la distribuidora española en dejar las versiones originales de las canciones, de manera que podamos escuchar las voces de Seth MacFarlane, Reese Witherspoon, Scarlett Johansson, Taron Egerton o Tori Kelly, en lugar de unas copias de baratillo como acostumbra a pasar en las películas de Disney.
¡Canta!, como su propio nombre indica, es un musical en toda regla, con una recopilación de grandes éxitos tan variada que alguno u otro debe por fuerza tocar la fibra del espectador. Una selección que podría incluso rozar el exceso, aunque lo cierto es que el director Garth Jennings ha sabido medir muy bien los tempos para que no se alcance la saturación.
Desde el punto de vista argumental la cosa es muy sencilla: un koala apasionado por el mundo del espectáculo tiene un teatro al borde de la ruina y se le ocurre convocar un concurso musical como último recurso para salvarlo. El problema será cuando una confusión provoque que el premio de mil dólares se eleve hasta los cien mil.
Como se puede imaginar todo el mundo, estamos ante una película que se aprovecha del boom de los realitys musicales y que propone a una serie de protagonistas bastante coral de los que conoceremos pinceladas de sus vidas, personalidades y problemas como si de un Gran hermano animal se tratase. No estamos, por lo tanto, ante una comedia totalmente desternillante, pero sí muy simpática, que invita al optimismo y al buen rollo y que tiene su secreto en el desarrollo de personajes y no en la simple sucesión de accidentes que suelen definir las películas de Illumination.
¡Canta! no va a ser una de las películas del año, pero sí está a un digno nivel y consigue entretener siempre y cuando uno sea consciente de las expectativas que debe tener y asuma que juega en una liga diferente a Vaiana y compañía.

Valoración: siete sobre diez.

BELLEZA OCULTA: manipulación estéril

Las Navidades son unas fechas propicias para los buenos sentimientos y los deseos de felicidad, y en Hollywood suelen aprovecharlo para realizar películas sentimentales que nos acaricien el alma y traten de hacer temblar nuestro férreo lagrimal. Cada año hay alguna película de estas características, pero algo debe fallas cuando tras más de un siglo de cine sigue habiendo una única película navideña por definición: Qué bello es vivir, aunque muchos aceptarían poner en segundo lugar a la más actual Love Actually.
En el 2014, sin ir más lejos, se estrenó una película que la crítica machacó pero que a mí, que soy más bueno que el pan, logró enternecerme: Canción de invierno, que al menos contaba con la ventaja de que renunciaba por completo a la realidad y se dejaba llevar por la locura emotiva con ángeles de por medio. En el caso de Belleza oculta, sin embargo, se pretende jugar al sentimentalismo barato, casi pornográfico, dándole unos toques de magia navideña que lo único que hacen es hacerla caer en el ridículo más espantoso y otorgando a la cinta un final que empobrece su ya de por sí triste desarrollo.
Allan Loeb y David Frankel son, respectivamente, el guionista y el director de esta tontería que a priori resultaba llamativa pro su impresionante reparto. Entre los dos perpetran una historia de supuesta amistad empresarial en la que un desconsolado padre lleva dos años perdido en su propio mundo tras la muerte de su niña de seis años. Para tratar de hacerle reaccionar (o, en el mejor de los casos, confirmar su demencia y poder vender la empresa sin necesitar su permiso), sus amigos y socios deciden contratar a tres actores de teatro para que se le presenten en forma de fantasmas, representando a la Muerte, al Amor y al Tiempo. Todo muy coherente, vamos.
No es extraña la participación de Will Smith en el proyecto, ya que continua en su caída libre desde que está empeñado en hacer solo papeles familiares de llorón empedernido (lo de Escuadrón Suicida debió ser solo por sacarse una pasta, y aun así mantiene este rol), y es por ello que quizá sea el único que se esfuerza en tomarse la cosa en serio. Del resto, lo mejor que se puede decir es que simplemente pasaron por allí el día de rodaje y soltaron sus frases, aunque eso solo es una forma suave de decir que están horribles y que dan hasta lastimica verlos, sobretodo en el caso de un Edward Norton al que es cada vez más difícil verlo en un buen papel. Naomi Harris, Kate Winslet, Michael Peña, Keira Knightley, Jacob Latimore y Helen Mirren completan el elenco, siendo esta última la única que, al menos, tiene algún momento de inspiración, con un leve toque de humor.
La teoría dice que la película ha cosechado críticas espantosas, siendo bodrio lo más suave que se ha dicho de ella. La realidad es que ha sido el peor estreno en la carrera de Will Smith (y el avispado que hiciera coincidir el estreno americano con Rogue One tampoco es que ayudara mucho). Personalmente, una vez visto el planteamiento inicial y aceptando que estaba ante un telefilm de lujo donde lo único que se busca es manipular al espectador a base de pedantería y desgracias varias, decidí dejarme llevar y traté de interesarme al menos por ver a donde me conducía semejante tontada, pero el previsible giro final y el intento de dotar de cierta magia espiritual al asunto terminaron por sacarme definitivamente del film.
Quizá algún día Will Smith acepte sus limitaciones y decida volver a hacernos reír. Mientras, lo único que conseguirá es seguir dando pena. En el mal sentido…

Valoración: Tres sobre diez.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Análisis: LA MEJOR PELÍCULA DE LA SAGA STAR WARS

Llevaba tiempo con ganas de escribir un artículo como este, un año concretamente. Pero en su momento no fue posible por el pánico que había al tema spoilers (algo que parece no se está respetando mucho con Rogue One), después llegaron los blockbusters de Batman V. Superman, el amanecer de la justicia y Capitán América: Civil War y eso lo eclipsó todo y… entre una cosa y otra pasó el momento y el artículo sin escribir.
Pero la llegada de diciembre y lo que eso significa para Star Wars, ya que parece que implicará un estreno al menos hasta 2020, me ha dado una buena excusa para recuperarlo.
El caso es que me apetecía hablar un poco en general de la saga creada por George Lucas poniendo especial atención a la que considero que es la mejor película de la franquicia, una película que ha arrasado en taquilla pero que se ha llevado críticas muy duras, sobre todo por parte de los fans más acérrimos de la misma.
Y es que sí, pretendo reivindicar a Star Wars: El despertar de la Fuerza como la mejor película de la saga. Y no solo la mejor, sino que a mucha distancia del resto, siendo El Imperio contraataca la que más se le acerca (y quedando, al menos en mi opinión, la reciente Rogue One en tercera posición).
Sí, sé que muchos me vais a tildar de osado pero esto es así. Y es que ya para empezar, hasta el momento en que el señor Abrams se pasó por la franquicia, la cosa estaba muy chuchurría. No tuvo la libertad que sin duda le dejaron para revivir a Star Trek (y no creo que nadie dude que de las trece películas de esa saga las dos suyas son las mejores), pero aun así hay bastante de su sello para poder salvar del olvido a los personajes creados por Lucas hace ya muchos años. Porque, no nos engañemos, por más que se decía que era fácil hacer lo que quisiera con Star Trek porque la saga agonizaba, no creo que la de Star Wars se encontrase en mucho mejor estado, más tras los palos que se llevó la trilogía moderna.
Eso, además, era el principal handycap para Abrams, que supo ya de antemano que iba a ser imposible contentar a todos los fans con su película. Por un lado, los warie (como se conoce a los fans de la saga) no perdonan a Lucas el destrozo que hizo con el pasado de sus personajes y algunos incluso reniegan de los capítulos Uno a tres, sin importarles que fuesen creados directamente por el inventor de todo esto, pero por otro lado hay toda una generación para los que esos episodios son los que pudieron ver y disfrutar en el cine y que aman con locura, siendo para ellos los episodios Cuatro a Seis algo añejo y alejado en el tiempo.
Como sea, Abrams solo tenía una posibilidad para salir indemne de su propósito: reiniciar la saga. Cierto es que puede que se haya excedido un poco en ello y las críticas que dicen que El despertar de la Fuerza es casi un remake de Una nueva esperanza no anden muy desencaminados, pero creo que tampoco habían muchas alternativas. Así, el despertar de la Fuerza supone volver a los orígenes para empezar un viaje nuevo. Un viaje con nuevos compañeros y nuevas metas, pero que debe partir de un punto conocido, con esos planetas desérticos y esas cantinas de tipos duros que nos hacen sentir como en casa. Y con una nueva Estrella de la Muerte, por supuesto.
Permitidme pues analizar con detalles los rasgos que definen, a mi entender, a El despertar de la Fuerza como la mejor película de la saga.

Dirección: J.J. Abrams es, de lejos, el mejor director de la saga. Eso va a escocer a muchos, pero lo digo sin rubor. George Lucas es un gran creador de ideas y su imaginación no tiene límites, pero como director es mediocre. Una nueva Esperanza es simplona y su trilogía secular se pierde en juegos de artificio digitales desaprovechando un imponente reparto. Empecemos por el jefe: George Lucas sólo ha firmado como director seis películas, de las cuales THX 1138 no pasa de ser un experimento muy concienzudo y American Graffitti ha pasado a la historia por su banda sonora, no por su realización. Un tipo que lleva cuarenta años viviendo de un solo producto no es precisamente un prodigio como director, ¿no creéis? Siguiendo con la lista nos encontramos con Irvin Kershner. No quiero decir nada malo de este director, pero su currículo tampoco es que sea como para echar cohetes. Fuera de la saga se ha limitado a realizar copias muy inferiores a las originales, como las películas La venganza de un hombre llamado caballo, Robocop 2 o Nunca digas nunca jamás, película Bond que ni siquiera pertenece a la saga oficial. Al menos cuando trabajó para el Imperio logró superar a su predecesora, eso está claro, aunque su película no gustó en su momento y es de las que menos recaudación ha tenido. Y para hablar de Richard Marquand habría que decir que lo de filmar El retorno del Jedi le debió tocar en una tómbola. Nada destacable ha hecho aparte de esa película a no ser que nos conformemos con Al filo de la sospecha. Y mientras, el señor Abrams, centrándonos en él sólo como director, hizo posible el insuperable piloto de Perdidos, las dos entregas ya comentadas de Star Trek, la emocionante Misión Imposible III, la maravillosa Super8, y lo que le queda por delante… En El despertar de la Fuerza muestra su pericia moviendo la cámara, imprimiendo ritmo a la acción, como director de actores… Los combates aéreos son los mejores de toda la saga y él fue, además, el máximo impulsor de volver a utilizar maquetas y métodos más artesanales para combinar con el CGI que diesen un aroma más nostálgico a la película y que tan bien le sientan.

Personajes: De nuevo debo pedir perdón, pero los personajes clásicos siempre me parecieron una chufla. Sí, Han Solo mola, no lo niego, pero su personaje es más plano que una tabla de planchar. Solo sobrevive gracias al carisma de su intérprete. Los aparentes protagonistas reales, los hermanitos Skywalker me han parecido siempre un par de pamemos que ni parecen tener sangre Jedi en las venas ni nada de nada. Dicen que a un gran personaje se le valora por su antagonista, y en ese sentido sí que Darth Vader es el p**o amo, aunque si alguien viese su diseño por primera vez en el presente seguramente se daría un hartón de reír. El problema con él viene cuando Lucas se empeñó en descubrirnos al hombre tras la máscara, y entonces todo se fue al traste. Anakin Skywalker necesita tres películas para mostrarnos su viaje al lado oscuro y solo consigue caer en el ridículo. Una de las cosas que más se han criticado de El despertar de la Fuerza es a Kylo Ren, pero a mí es un personaje que me encanta. En lugar del megalomaniático de su abuelo, que quería conquistar la galaxia así porque así (como cualquier villano de opereta, vamos), en el caso de Ren nos encontramos con una maldad mucho más real. ¿Qué es un pelele y un llorica? ¡Por supuesto! El hijo de Han y Leia es un acomplejado de la vida que nunca ha podido superar la leyenda de sus padres y que adora como un friki cualquiera el recuerdo de su abuelo. El típico chaval que en nuestra época habría pagado una pasta gansa por el casco quemado y maltrecho de Vader en eBay y que un buen día se habría ido a una universidad americana y habría cometido una masacre. O habría terminado convenciendo a un pueblo entero para que lo siguieran a provocar una guerra por toda Europa. Ese es Kylo Ren, que naturalmente no llega a las suelas de los zapatos a Vader aunque sus motivaciones sean mucho más claras y comprensibles que las de Anakin, pero que solo al final de la película abraza verdaderamente al Lado Oscuro. El verdadero malo está por llegar.
En el lado de los buenos, todos los personajes de El despertar de la Fuerza me parecen muy molones. Poe Dameron es el héroe por antonomasia, reuniendo a lo mejor de Han Solo y de Luke Skywalker. Finn representa al héroe a su pesar, al tipo inseguro que saca Fuerzas de donde no las hay porque en el fondo pretende hacer lo correcto. Y Rey… ¿qué vamos a decir de Rey? Me enamoró nada más verla. Es un personaje magnífico, mezcla de Fuerza, ira juvenil, ingenuidad y sensualidad. Quizá por lo bien escrita que está o por el buen trabajo de Daisy Ryder, pero todo el peso de la película cae sobre sus espaldas y ella lo aguanta estoicamente. Una vez más Abrams demuestra que se le dan bien las protagonistas femeninas (Felicity, Alias, Super8) y entre ambos consiguen crear un personaje que desde su primera aparición se ha convertido ya en un clásico y en el mejor personaje de la saga. Y su colofón final es la maravillosa melodía que le compone John Williams, sin duda la mejor pieza de la banda sonora de esta película.
Y encima, tenemos por ahí a viejos conocidos que nos traer agradables recuerdos del pasado y cuyas historias no dejan de ser un colofón a su periplo en la saga, sobretodo en el caso de Han Solo que al fin cumple el deseo del actor Harrinson Ford en morir tras solicitarlo ya en El Imperio contraataca.

Los actores: No es cuestión de repetirme, pero Daisy Ryder está magnífica y merece ser considerada también el gran descubrimiento de la franquicia. Si echamos la vista atrás comprobaremos que Mark Hamill y Carie Fisher eran (problemas varios aparte) más bien limitaditos y sus carreras posteriores así lo demuestran. Del equipo clásico solo Harrinson Ford logró el estrellato, aunque también él es más destacable por su carisma que por su talento interpretativo. Que su otro gran papel en la historia del cine sea Indiana Jones, que en cuanto a personalidad es un calco de Solo, ya lo dice todo. Naturalmente, en el elenco de secundarios había una gran calidad, con nombres como Peter Cushing, Alec Guinness o James Earl Jones poniendo voz a Darth Vader, pero incluso gente de tanto talento iba perdida al reconocer ellos mismos que no tenían ni idea de qué iba Una nueva Esperanza mientras la rodaban. Algo parecido sucedió en la trilogía moderna. Se encuentra en esta un reparto casi inmejorable, con nombres como Natalie Portman, Liam Neeson, Ewan McGregor, Terence Stamp, Samuel L. Jackson, Christopher Lee, Jimmy Smits, Joel Edgerton o Rose Byrne, pero a ninguno de ellos se les saca partido, convirtiéndolos casi en malos actores. Ello es culpa a lo mal que dirige Lucas, que -según palabras de los propios actores- se limitaba a quedarse mirando desde una esquina sin dar ninguna indicación a los intérpretes. Y, cuando la mayoría de las escenas se filman con un partenier que no está y con un fondo verde como único decorado, es algo mortal. Y eso obviando ya a actores mediocres o directamente malos como Billy Dee Williams o Hayden Christensen, este último piedra angular sobre la que cimentar toda la saga.
Al lado de estos, John Boyega o Oscar Isaac están muy bien, sobre la calidad de Adam Driver hay poco que discutir (y quien se empeñe en criticar su elección porque es “feo” me parece realmente triste) y si es cierto que Max von Sydow sabe a poco y que Domhnall Gleeson no hace su mejor papel. Aunque algo parecido sucede en la más reciente película, Rogue One (que por más que lleve el apóstrofe de “Una historia de Star Wars” para mí no es un spin off, como será Han Solo, pues su trama está tan integrada en el argumento, haciendo de puente entre la trilogía moderna y la antigua como para cambiar incluso la percepción de ver ahora Una nueva esperanza, que merece ser considerada parte de la saga oficial, una especie de Episodio 3.5), donde Felicity Jones lo hace bien pero sin mejorar sus registros en Un monstruo viene a verme, Inferno o, especialmente, La teoría del todo, donde se comía al protagonismo de Eddie Redmayne y se llevó una nominación al Oscar. Algo más flojito se encuentra diego Luna, aunque quizá sea más culpa de la simpleza del personaje que suya, aunque de eso hablaremos más adelante.
 
Los bichejos y robotos: Ahora sí. Ahora llegamos al punto donde los fans que hayáis aguantado este rollo hasta ahora me vais a condenar definitivamente. Y es que debo decirlo bien claro: no soporto ni a R2-D2, ni a C-3PO ni a Chewbacca. Más aún: los odio. Son un constante lastre para la historia, estúpidos e inconsistentes. De Chewbacca, que recordad que no es más que una versión del chucho de Lucas, lo hemos tenido que seguir soportando en la película de Abrams, pero al menos ahí tiene un papel algo más interesante que limitarse a pilotar y berrear al viento. Cierto es que también a él le pertenece la pifia más comentada del film, en la escena final, pero esto sí que debemos atribuírselo a Abrams, que no todo va a ser perfecto. En cuanto a los robots, nunca le he pillado la gracia al humor de estos dos y en cada película nueva estaba deseando que alguien reventara de un disparo definitivo al repelente de C-3PO y que el engreído de R2-D2 se quedase atascado en la arena de Tatooine. En cambio, BB-8 es una delicia. Cumple a la perfección su función de alivio cómico sin entorpecer a la narrativa ni caer en el ridículo, sabe enternecer y mostrar una gran expresividad pese a sus limitaciones obvias y tiene un diseño brillante. 
Y también me ha gustado especialmente K-2SO, donde por fin un androide se convierte en un personaje con la misma importancia que el resto, participa en la acción y tiene un final trágico que casi emociona más que las muertes de los humanos.
Siguiendo con los “bichejos”, la gran invención de Lucas (junto a Darth Vader) es Yoda, una maravilla diseñada por Frank Oz, hasta que Lucas lo estropeó con su versión digitalizada. Sin embargo, son los muñecotes estos los que terminan por estropear el recuerdo de esta saga; la trilogía clásica porque en su desenlace la presencia de los Ewoks es demasiado fundamental como para obviarla, y eso hace que la película se infantilice y roce el ridículo en demasiadas ocasiones, y en la moderna por la inclusión de tipos como Jar Jar Binks, sobre el que no creo que valga la pena hablar demasiado, ¿verdad?

Los efectos visuales: No voy a extenderme demasiado en este tema pues resulta evidente que la tecnología de hoy en día permite hacer cosas inimaginables hace cuarenta años, y solo por ello hay que quitarse el sombrero ante lo que consiguió Lucas con cuatro duros. Sin embargo, no puedo evitar pensar en el ridículo que hacen las marionetas que deambulan alrededor de Jabba el Hutt que me recuerdan a los mupples o la artificiosidad de toda la trilogía moderna, donde el CGI ha quedado desfasado en pocos años. Por ello aplaudo de nuevo la decisión de Abrams de recurrir a maquetas y escenarios reales siempre que ha sido posible y conseguir unificar esto con un CGI que está ahí e todo momento pero que no resulta cantoso en ninguna escena.
Por otro lado, los diseños también han sufrido con el paso de los años. Si bien las naves son magistrales y conceptos como La Estrella de la Muerte o el Halcón Milenario son ya parte de la historia del cine, los uniformes de los soldados caen de nuevo en el ridículo, y han lastrado a todo un universo que se ve obligado a repetir esos errores. Quizá en su momento molaban, pero viendo Rogue One se me saltaban las lágrimas de risa al ver los orinales negros que lleva los soldados de la Alianza rebelde en la cabeza o al recordar la inutilidad de las armaduras de los Stormtroopers.

Argumento: Y dejo para el final el punto más conflictivo, allá donde todos dicen que Abrams y sus guionistas se limitan a copiar la historia del Episodio IV sin más. Puedo entender que a un nivel muy superficial esto sea cierto, y ya he comentado al principio que considero un poco excesivo el querer retroceder tanto para poder empezar de cero, pero tampoco me parece necesariamente malo (simplemente mejorable). Hay que insistir en que los fans más acérrimos han visto las películas cientos de veces, y posiblemente las vean en el orden cronológico dela historia, no de su rodaje, pero para la mayoría de los aficionados al cine, esto es lo que viene después de Las Guerras clon, después de la trilogía moderna en la que todo era tan digital y tecnológico, así que el recuperar los planetas desérticos y las selvas tropicales suponía en realidad un cambio respecto a lo ya existente.
Se habla mucho en la saga de que la Fuerza utiliza un equilibrio, y aquí el personaje de Rey lo que hace es reiniciar un ciclo tal y como lo hiciera Luke años atrás, para que ese equilibrio pueda seguir existiendo. El misterio acerca de sus padres no es más que un guiño a lo que realmente es esta enorme saga, un culebrón galáctico donde todo el mundo está conectado de alguna manera con el resto y las casualidades no lo son tanto. Respecto al detalle de que Rey sea una excelente luchadora no le veo el menor problema. Al fin y al cabo, la Fuerza corre por su interior. No olvidemos que es una muchacha desamparada en un planeta no demasiado amable y que ha crecido apañándoselas sola y defendiéndose por sí misma, así que saber luchar y manejar la espada laser es algo casi instintivo. Puestos a ser meticulosos, me resulta más extraño que un granjero como Luke aprenda a pelear y a pilotar cazas de combate de la noche a la mañana, mientras que su adiestramiento (incompleto, recordemos) en El Imperio contraataca se basaba más en preparar su espíritu que en aprender a usar un arma.
Ya he defendido anteriormente a Kylo Ren, cuyo diseño del uniforme es mucho mejor que el de Vader (si dejamos de lado el misticismo que le ofrece el paso del tiempo al alter ego de Anakin) y su capacidad para manipular la Fuerza es innegable al ser capaz de detener en el aire el disparo de Poe Dameron. Y eso que no abraza del todo a su lado oscuro hasta el final de la película, donde sacrifica su humanidad en la escena en la que ejecuta a su entregado padre. Las rabietas infantiles que tiene cuando se encuentra con un fracaso son un rasgo más de su personalidad que lo definen mejor de lo que se definió nunca a Anakin, mientras que ¿acaso su propio padre, pese a ser un héroe rebelde, no tenía demasiadas veces un comportamiento algo inmaduro?
Por cierto, que tampoco veo mal que han Solo haya vuelto a ser un contrabandista. Cierto que tras su separación de Leia parece que hay una historia sin contar (y que parece que se quedó en la mesa de montaje), pero cuando alguien se separa de la mujer a la que ama, sean cuales sean los motivos, regresar a un entorno familiar suele ser lo más normal. Y no hay nada más familiar para Han que el Halcón Milenario, aparte de que ser contrabandista es lo que mejor sabe hacer.
Respecto a la construcción de la Starkiller tampoco lo veo como un gran problema. Ya en El Imperio contraataca, tras la destrucción de la primera Estrella de la Muerte, lo primero que hace el Imperio es construir una nueva. En Rogue One nos explican, además, que en el Imperio no andan sobrados de ingenieros y eso propicia que repita su arma más mortífera una y otra vez. Alguien ha comentado en una ocasión que las Estrellas de la Muerte son como los tanques de guerra. Que con el paso de los años se mejoran los diseños pero siguen siendo, en su forma, tanques. Y cuanto más grande y poderoso sea un ingenio como ese más inevitable es que tenga algún punto débil.
Si nos ceñimos a la historia como tal, hay que reconocer que lo contado en la trilogía original es más bien flojito. Una nueva esperanza no era más que un western galáctico (algo a lo que Joss Whedon llevó a su máxima expresión en Firefly) y que su desarrollo no era precisamente como para encumbrar a los guionistas. Es, por el contrario, en la trilogía moderna donde se encuentran los mejores guiones y donde la historia avanza de verdad, con unas tramas políticas verdaderamente interesantes y que en manos de otro director más competente habrían resultado ser de lo mejor de la saga. Lástima que todo se tuerza pro culpa de la historia de amor y posterior caída a los infiernos de Anakin y a la inclusión de cosas tan absurdas como los midiclorianos, algo que Abrams hace bien en ignorar lo mismo que Edgars en Rogue One.
Es por ello que tampoco vamos a pedir peras al olmo y esperar que las siguientes cintas de Star Wars ganen un Oscar por su libreto, pero creo que al menos en El despertar de la Fuerza bastan unas pocas pinceladas para definir a sus personajes (ese es el problema de Luna en Rogue One, que su personaje no tiene un trasfondo definido y por eso su cambio de actitud no resulta convincente, aunque eso no sea necesariamente culpa del actor).

Siempre he pensado que la mitomanía y la leyenda de Star Wars estaba muy por encima de su calidad, y que la película original tiene tantos errores que de ser vista ahora por primera vez no pasaría de ser un film de aventurillas espaciales del montón, de ritmo lento y situaciones ridículas. Hay innumerables fallos que el paso del tiempo y la grandiosidad de sus seguidores se han encargado de ocultar (recuerdo ahora cuando los robóticos se esconden en una casa ante una redada del imperio y los soldados de Asalto la pasan por alto simplemente porque la puerta está cerrada, o la torpeza con la que está planificada la persecución en las motos voladoras), pero todo vale y se perdona si fue hace veinte años, pero es de recibo ponerlo a parir si es de esta década. Son los tiempos del haiterismo, me temo.
En fin, que para alguien que ha visto varias veces la saga completa pero nunca se ha sentido un fan acérrimo de la misma, la película de Abrams logró emocionarme. Y sus guiños a la franquicia, por más que previsibles y manipuladores, a mí me convencieron.
Por todo esto y muchas cosas más que será mejor dejar para no convertir este comentario en un ensayo de mil páginas, parí mí El despertar de la Fuerza es la mejor película de toda la saga, seguida de lejos por El Imperio contraataca y poniendo en tercer lugar a la entretenidísima Rogue One.

¿Y vosotros qué opináis? ¿Cuál es para vosotros la mejor de todas?

sábado, 24 de diciembre de 2016

FELIZ NAVIDAD 2016

Pues ya ha llegado. Estamos de nuevo en el día en que se celebra la Nochebuena y que supone el punto de partida de las fiestas navideñas. Unas fechas en las que nos prodigamos en buenos propósitos, nos reencontramos con la familia y compartimos manjares y bebidas para celebrar el nacimiento de Jesús.
Y si queda tiempo libre, por supuesto, es una época ideal para ir al cine...
Aunque el Panda no se toma ni un respiro para hacer vacaciones en el blog, sí es momento de dejar de lado las películas y limitarme simplemente a desearos unas muy felices fiestas y que os aventuréis en el nuevo año con alegría e ilusiones renovadas.

viernes, 23 de diciembre de 2016

PATERSON + EL EDITOR DE LIBROS: Pasión por escribir por partida doble.

Tengo por costumbre dedicar una entrada a cada estreno que quiero comentar, pero en enero de este año rompí la norma haciendo una sesión doble (así fue también como las disfruté en el cine, una detrás de otra) de dos películas que tenían mucho en común: Macbeth y La Novia.
Y como para cerrar el círculo, voy a repetir la jugada en una de las últimas entradas del año, ya que tanto Paterson como El editor de libros, aun siendo completamente diferentes entre sí (no hay aquí esas similitudes artísticas de las anteriores mencionadas) sí comparten una cosa en común, el amor por la literatura y el reflejo de ese arte a través de su autor. Y también, como en los films de Justin Kurzelm y Paula Ortíz, las he visto seguidas en el cine.
Paterson es la última película del peculiar Jim Jarmusch, un autor tan indefinible como poco prolífico cuya película más reciente era esa extraña historia de amor vampírico Sólo los amantes sobreviven. Protagonizada por Adam Driver, el Kylo Ren de El despertar de la Fuerza, cuenta la historia de un conductor de autobuses llamado Paterson que reside, precisamente, en el barrio de New Jersey con quien comparte nombre, y de donde también es, entre otros, el poeta William Carlos Williams, referente principal del protagonista. Enamorado de la hermosa Laura (Golshifteh Farahani), con quien comparte casa junto al perro Marvin, la vida de Paterson representa una anodina pero reconfortante rutina (desayuno-trayecto en bus-cena-paseo de Marvin-cerveza en el bar) interrumpida tan solo por sus inspiraciones poéticas a las que da vida en la libreta que lleva siempre consigo. Su vida, sencilla y armónica, se contrapone con los impulsos casi irracionales de Laura que lo mismo aspira a enriquecerse haciendo cupcakes como quiere aprender a tocar una guitarra para ser una estrella country, todo ello mientras redecora constantemente su casa a base de un minimalista blanco y negro. Es esa dualidad lo que permite que la pareja funcione, sirviendo uno como contrapunto del otro y teniendo la poesía como el fruto perfecto de su relación. Así, Paterson es una declaración de amor al día a día, una demostración de la pureza del arte y de la simpleza de la inspiración. Driver consigue con su temple sosegado y apacible condensar toda su fuerza interior, toda su pasión, en esos poemas absurdamente cotidianos, inspiradores y hermosos, que rompen con la monotonía precisamente desde la propia rutina.
Se podría decir que Paterson es también la antítesis del malogrado escritor Thomas Wolfe, un artista histriónico, excéntrico y excesivo en todos los sentidos. Wolfe, que escribía novelas de cinco mil páginas y se desgarraba por dentro cada vez que tenía que recortar un solo párrafo para alcanzar una cantidad mínima publicable, fue contemporáneo de Hemingway y Scott Fitzgerard, y posiblemente habría sido mucho más grande que ellos si no fuese por su prematura desaparición. El editor de libros no va exactamente sobre Wolfe, sino que se centra más bien en Max Parkins, el descubridor de esos tres genios de la literatura norteamericana, pero es sin duda su relación con Wolfe lo que lo definió como persona y como editor.
El actor Michael Grandage debuta como director con una película que detalla la historia real entre estos dos hombres, dos amigos enfrentados por sus caracteres dispares, aprovechando para analizar, de paso, la pasión por las letras, la fuerza arrolladora de las palabras que Wolfe exterioriza golpeando a los que los rodean con ella sin importarle las consecuencias. Ambos, Perkins y Wolfe, están interpretados magníficamente por Colin Firth y Jude Law, aunque es Nicole Kidman la que sobresale por encime de todo el reparto dando vida a Aline Bernstein, amante de Wolfe y fuente de inspiración (también andan por ahí Laura Linney, Guy Pearce y Dominic West).
Thomas Wolfe es un personaje real, mientras que Paterson es ficticio, pero ambos sirven para reflejar dos formas de entender un arte, de conmover mediante sus escritos, sirviendo de verdadera fuente de inspiración a todos aquellos que alguna vez han soñado, aunque sea brevemente, en llegar a escribir. Jarmusch dibuja una historia sosegada con un estilo brutalmente personal, convirtiendo las propias imágenes en poesía; Grandage, por el contrario, retrata la pasión desde el convencionalismo con una historia fílmicamente muy clásica. Ambos, a su manera, reflejan lo que es el proceso de creación, y ambos, curiosamente, utilizan una metáfora similar: Paterson se relaja contemplando una cascada en las afueras de New Jersey mientras Wolfe describe la vida como un rio que se aleja y acerca constantemente.
Y en ambas películas, cada una a su manera y a su modo, se refleja el arte en estado puro: una con poemas visuales, la otra con diálogos arrebatadores. Al final, el arte es sentimiento. Y tanto Paterson como El editor de libros describen a la perfección el sentimiento de sus autores. Como dos caras de un mismo espejo. O, quizá, dos versos de un mismo poema.

Valoración: Ocho sobre diez (ambas)