Llevaba
tiempo con ganas de escribir un artículo como este, un año concretamente. Pero
en su momento no fue posible por el pánico que había al tema spoilers (algo que
parece no se está respetando mucho con Rogue One), después llegaron los blockbusters de Batman V. Superman, el amanecer de la justicia y Capitán América: Civil War y eso lo
eclipsó todo y… entre una cosa y otra pasó el momento y el artículo sin
escribir.
Pero
la llegada de diciembre y lo que eso significa para Star Wars, ya que parece
que implicará un estreno al menos hasta 2020, me ha dado una buena excusa para
recuperarlo.
El
caso es que me apetecía hablar un poco en general de la saga creada por George
Lucas poniendo especial atención a la que considero que es la mejor película de
la franquicia, una película que ha arrasado en taquilla pero que se ha llevado
críticas muy duras, sobre todo por parte de los fans más acérrimos de la misma.
Y
es que sí, pretendo reivindicar a Star Wars: El despertar de la Fuerza como la mejor película de la saga. Y no
solo la mejor, sino que a mucha distancia del resto, siendo El Imperio contraataca la que más se le
acerca (y quedando, al menos en mi opinión, la reciente Rogue One en tercera posición).
Sí,
sé que muchos me vais a tildar de osado pero esto es así. Y es que ya para
empezar, hasta el momento en que el señor Abrams se pasó por la franquicia, la
cosa estaba muy chuchurría. No tuvo la libertad que sin duda le dejaron para
revivir a Star Trek (y no creo que
nadie dude que de las trece películas de esa saga las dos suyas son las
mejores), pero aun así hay bastante de su sello para poder salvar del olvido a
los personajes creados por Lucas hace ya muchos años. Porque, no nos engañemos,
por más que se decía que era fácil hacer lo que quisiera con Star Trek porque la saga agonizaba, no
creo que la de Star Wars se
encontrase en mucho mejor estado, más tras los palos que se llevó la trilogía
moderna.
Eso,
además, era el principal handycap para Abrams, que supo ya de antemano que iba
a ser imposible contentar a todos los fans con su película. Por un lado, los warie (como se conoce a los fans de la
saga) no perdonan a Lucas el destrozo que hizo con el pasado de sus personajes
y algunos incluso reniegan de los capítulos Uno a tres, sin importarles que
fuesen creados directamente por el inventor de todo esto, pero por otro lado
hay toda una generación para los que esos episodios son los que pudieron ver y
disfrutar en el cine y que aman con locura, siendo para ellos los episodios
Cuatro a Seis algo añejo y alejado en el tiempo.
Como
sea, Abrams solo tenía una posibilidad para salir indemne de su propósito:
reiniciar la saga. Cierto es que puede que se haya excedido un poco en ello y
las críticas que dicen que El despertar
de la Fuerza es casi un remake de Una nueva esperanza no anden muy
desencaminados, pero creo que tampoco habían muchas alternativas. Así, el
despertar de la Fuerza supone volver a los orígenes para empezar un viaje
nuevo. Un viaje con nuevos compañeros y nuevas metas, pero que debe partir de
un punto conocido, con esos planetas desérticos y esas cantinas de tipos duros
que nos hacen sentir como en casa. Y con una nueva Estrella de la Muerte, por
supuesto.
Permitidme
pues analizar con detalles los rasgos que definen, a mi entender, a El despertar de la Fuerza como la mejor
película de la saga.
Dirección: J.J. Abrams es, de
lejos, el mejor director de la saga. Eso va a escocer a muchos, pero lo digo
sin rubor. George Lucas es un gran creador de ideas y su imaginación no tiene
límites, pero como director es mediocre. Una nueva Esperanza es simplona y su
trilogía secular se pierde en juegos de artificio digitales desaprovechando un
imponente reparto. Empecemos por el jefe: George Lucas sólo ha firmado como
director seis películas, de las cuales THX
1138 no pasa de ser un experimento muy concienzudo y American Graffitti ha pasado a la historia por su banda sonora, no
por su realización. Un tipo que lleva cuarenta años viviendo de un solo
producto no es precisamente un prodigio como director, ¿no creéis? Siguiendo
con la lista nos encontramos con Irvin Kershner. No quiero decir nada malo de
este director, pero su currículo tampoco es que sea como para echar cohetes.
Fuera de la saga se ha limitado a realizar copias muy inferiores a las
originales, como las películas La
venganza de un hombre llamado caballo, Robocop
2 o Nunca digas nunca jamás,
película Bond que ni siquiera pertenece a la saga oficial. Al menos cuando
trabajó para el Imperio logró superar a su predecesora, eso está claro, aunque
su película no gustó en su momento y es de las que menos recaudación ha tenido.
Y para hablar de Richard Marquand habría que decir que lo de filmar El retorno del Jedi le debió tocar en
una tómbola. Nada destacable ha hecho aparte de esa película a no ser que nos
conformemos con Al filo de la sospecha.
Y mientras, el señor Abrams, centrándonos en él sólo como director, hizo
posible el insuperable piloto de Perdidos,
las dos entregas ya comentadas de Star
Trek, la emocionante Misión Imposible
III, la maravillosa Super8, y lo
que le queda por delante… En El despertar
de la Fuerza muestra su pericia moviendo la cámara, imprimiendo ritmo a la
acción, como director de actores… Los combates aéreos son los mejores de toda
la saga y él fue, además, el máximo impulsor de volver a utilizar maquetas y métodos
más artesanales para combinar con el CGI que diesen un aroma más nostálgico a
la película y que tan bien le sientan.
Personajes: De nuevo debo
pedir perdón, pero los personajes clásicos siempre me parecieron una chufla. Sí,
Han Solo mola, no lo niego, pero su personaje es más plano que una tabla de
planchar. Solo sobrevive gracias al carisma de su intérprete. Los aparentes
protagonistas reales, los hermanitos Skywalker me han parecido siempre un par
de pamemos que ni parecen tener sangre Jedi en las venas ni nada de nada. Dicen
que a un gran personaje se le valora por su antagonista, y en ese sentido sí
que Darth Vader es el p**o amo, aunque si alguien viese su diseño por primera
vez en el presente seguramente se daría un hartón de reír. El problema con él viene
cuando Lucas se empeñó en descubrirnos al hombre tras la máscara, y entonces
todo se fue al traste. Anakin Skywalker necesita tres películas para mostrarnos
su viaje al lado oscuro y solo consigue caer en el ridículo. Una de las cosas
que más se han criticado de El despertar
de la Fuerza es a Kylo Ren, pero a mí es un personaje que me encanta. En
lugar del megalomaniático de su abuelo, que quería conquistar la galaxia así
porque así (como cualquier villano de opereta, vamos), en el caso de Ren nos
encontramos con una maldad mucho más real. ¿Qué es un pelele y un llorica? ¡Por
supuesto! El hijo de Han y Leia es un acomplejado de la vida que nunca ha
podido superar la leyenda de sus padres y que adora como un friki cualquiera el
recuerdo de su abuelo. El típico chaval que en nuestra época habría pagado una
pasta gansa por el casco quemado y maltrecho de Vader en eBay y que un buen día
se habría ido a una universidad americana y habría cometido una masacre. O
habría terminado convenciendo a un pueblo entero para que lo siguieran a
provocar una guerra por toda Europa. Ese es Kylo Ren, que naturalmente no llega
a las suelas de los zapatos a Vader aunque sus motivaciones sean mucho más
claras y comprensibles que las de Anakin, pero que solo al final de la película
abraza verdaderamente al Lado Oscuro. El verdadero malo está por llegar.
En
el lado de los buenos, todos los personajes de El despertar de la Fuerza me parecen muy molones. Poe Dameron es el
héroe por antonomasia, reuniendo a lo mejor de Han Solo y de Luke Skywalker.
Finn representa al héroe a su pesar, al tipo inseguro que saca Fuerzas de donde
no las hay porque en el fondo pretende hacer lo correcto. Y Rey… ¿qué vamos a
decir de Rey? Me enamoró nada más verla. Es un personaje magnífico, mezcla de Fuerza,
ira juvenil, ingenuidad y sensualidad. Quizá por lo bien escrita que está o por
el buen trabajo de Daisy Ryder, pero todo el peso de la película cae sobre sus
espaldas y ella lo aguanta estoicamente. Una vez más Abrams demuestra que se le
dan bien las protagonistas femeninas (Felicity, Alias, Super8) y entre ambos
consiguen crear un personaje que desde su primera aparición se ha convertido ya
en un clásico y en el mejor personaje de la saga. Y su colofón final es la
maravillosa melodía que le compone John Williams, sin duda la mejor pieza de la
banda sonora de esta película.
Y
encima, tenemos por ahí a viejos conocidos que nos traer agradables recuerdos
del pasado y cuyas historias no dejan de ser un colofón a su periplo en la
saga, sobretodo en el caso de Han Solo que al fin cumple el deseo del actor
Harrinson Ford en morir tras solicitarlo ya en El Imperio contraataca.
Los actores: No es cuestión
de repetirme, pero Daisy Ryder está magnífica y merece ser considerada también
el gran descubrimiento de la franquicia. Si echamos la vista atrás
comprobaremos que Mark Hamill y Carie Fisher eran (problemas varios aparte) más
bien limitaditos y sus carreras posteriores así lo demuestran. Del equipo
clásico solo Harrinson Ford logró el estrellato, aunque también él es más
destacable por su carisma que por su talento interpretativo. Que su otro gran
papel en la historia del cine sea Indiana
Jones, que en cuanto a personalidad es un calco de Solo, ya lo dice todo.
Naturalmente, en el elenco de secundarios había una gran calidad, con nombres
como Peter Cushing, Alec Guinness o James Earl Jones poniendo voz a Darth
Vader, pero incluso gente de tanto talento iba perdida al reconocer ellos
mismos que no tenían ni idea de qué iba Una
nueva Esperanza mientras la rodaban. Algo parecido sucedió en la trilogía
moderna. Se encuentra en esta un reparto casi inmejorable, con nombres como Natalie
Portman, Liam Neeson, Ewan McGregor, Terence Stamp, Samuel L. Jackson,
Christopher Lee, Jimmy Smits, Joel Edgerton o Rose Byrne, pero a ninguno de
ellos se les saca partido, convirtiéndolos casi en malos actores. Ello es culpa
a lo mal que dirige Lucas, que -según palabras de los propios actores- se
limitaba a quedarse mirando desde una esquina sin dar ninguna indicación a los
intérpretes. Y, cuando la mayoría de las escenas se filman con un partenier que
no está y con un fondo verde como único decorado, es algo mortal. Y eso
obviando ya a actores mediocres o directamente malos como Billy Dee Williams o Hayden
Christensen, este último piedra angular sobre la que cimentar toda la saga.
Al
lado de estos, John Boyega o Oscar Isaac están muy bien, sobre la calidad de
Adam Driver hay poco que discutir (y quien se empeñe en criticar su elección
porque es “feo” me parece realmente triste) y si es cierto que Max von Sydow sabe
a poco y que Domhnall Gleeson no hace su mejor papel. Aunque algo parecido
sucede en la más reciente película, Rogue
One (que por más que lleve el apóstrofe de “Una historia de Star Wars” para mí no es un spin off, como será Han
Solo, pues su trama está tan integrada en el argumento, haciendo de puente
entre la trilogía moderna y la antigua como para cambiar incluso la percepción
de ver ahora Una nueva esperanza, que merece ser considerada parte de la saga
oficial, una especie de Episodio 3.5), donde Felicity Jones lo hace bien pero
sin mejorar sus registros en Un monstruo viene a verme, Inferno o,
especialmente, La teoría del todo,
donde se comía al protagonismo de Eddie Redmayne y se llevó una nominación al
Oscar. Algo más flojito se encuentra diego Luna, aunque quizá sea más culpa de
la simpleza del personaje que suya, aunque de eso hablaremos más adelante.
Los bichejos y robotos: Ahora
sí. Ahora llegamos al punto donde los fans que hayáis aguantado este rollo
hasta ahora me vais a condenar definitivamente. Y es que debo decirlo bien
claro: no soporto ni a R2-D2, ni a C-3PO ni a Chewbacca. Más aún: los odio. Son
un constante lastre para la historia, estúpidos e inconsistentes. De Chewbacca,
que recordad que no es más que una versión del chucho de Lucas, lo hemos tenido
que seguir soportando en la película de Abrams, pero al menos ahí tiene un
papel algo más interesante que limitarse a pilotar y berrear al viento. Cierto
es que también a él le pertenece la pifia más comentada del film, en la escena
final, pero esto sí que debemos atribuírselo a Abrams, que no todo va a ser
perfecto. En cuanto a los robots, nunca le he pillado la gracia al humor de
estos dos y en cada película nueva estaba deseando que alguien reventara de un
disparo definitivo al repelente de C-3PO y que el engreído de R2-D2 se quedase
atascado en la arena de Tatooine. En cambio, BB-8 es una delicia. Cumple a la
perfección su función de alivio cómico sin entorpecer a la narrativa ni caer en
el ridículo, sabe enternecer y mostrar una gran expresividad pese a sus
limitaciones obvias y tiene un diseño brillante.
Y también me ha gustado
especialmente K-2SO, donde por fin un androide se convierte en un personaje con
la misma importancia que el resto, participa en la acción y tiene un final
trágico que casi emociona más que las muertes de los humanos.
Siguiendo
con los “bichejos”, la gran invención de Lucas (junto a Darth Vader) es Yoda,
una maravilla diseñada por Frank Oz, hasta que Lucas lo estropeó con su versión
digitalizada. Sin embargo, son los muñecotes estos los que terminan por
estropear el recuerdo de esta saga; la trilogía clásica porque en su desenlace
la presencia de los Ewoks es demasiado fundamental como para obviarla, y eso
hace que la película se infantilice y roce el ridículo en demasiadas ocasiones,
y en la moderna por la inclusión de tipos como Jar Jar Binks, sobre el que no
creo que valga la pena hablar demasiado, ¿verdad?
Los efectos visuales: No voy
a extenderme demasiado en este tema pues resulta evidente que la tecnología de
hoy en día permite hacer cosas inimaginables hace cuarenta años, y solo por
ello hay que quitarse el sombrero ante lo que consiguió Lucas con cuatro duros.
Sin embargo, no puedo evitar pensar en el ridículo que hacen las marionetas que
deambulan alrededor de Jabba el Hutt que me recuerdan a los mupples o la artificiosidad
de toda la trilogía moderna, donde el CGI ha quedado desfasado en pocos años.
Por ello aplaudo de nuevo la decisión de Abrams de recurrir a maquetas y
escenarios reales siempre que ha sido posible y conseguir unificar esto con un
CGI que está ahí e todo momento pero que no resulta cantoso en ninguna escena.
Por
otro lado, los diseños también han sufrido con el paso de los años. Si bien las
naves son magistrales y conceptos como La Estrella de la Muerte o el Halcón
Milenario son ya parte de la historia del cine, los uniformes de los soldados
caen de nuevo en el ridículo, y han lastrado a todo un universo que se ve
obligado a repetir esos errores. Quizá en su momento molaban, pero viendo Rogue One se me saltaban las lágrimas de
risa al ver los orinales negros que lleva los soldados de la Alianza rebelde en
la cabeza o al recordar la inutilidad de las armaduras de los Stormtroopers.
Argumento: Y dejo para el
final el punto más conflictivo, allá donde todos dicen que Abrams y sus
guionistas se limitan a copiar la historia del Episodio IV sin más. Puedo
entender que a un nivel muy superficial esto sea cierto, y ya he comentado al
principio que considero un poco excesivo el querer retroceder tanto para poder
empezar de cero, pero tampoco me parece necesariamente malo (simplemente
mejorable). Hay que insistir en que los fans más acérrimos han visto las
películas cientos de veces, y posiblemente las vean en el orden cronológico
dela historia, no de su rodaje, pero para la mayoría de los aficionados al
cine, esto es lo que viene después de Las Guerras clon, después de la trilogía
moderna en la que todo era tan digital y tecnológico, así que el recuperar los
planetas desérticos y las selvas tropicales suponía en realidad un cambio
respecto a lo ya existente.
Se
habla mucho en la saga de que la Fuerza utiliza un equilibrio, y aquí el
personaje de Rey lo que hace es reiniciar un ciclo tal y como lo hiciera Luke
años atrás, para que ese equilibrio pueda seguir existiendo. El misterio acerca
de sus padres no es más que un guiño a lo que realmente es esta enorme saga, un
culebrón galáctico donde todo el mundo está conectado de alguna manera con el
resto y las casualidades no lo son tanto. Respecto al detalle de que Rey sea
una excelente luchadora no le veo el menor problema. Al fin y al cabo, la Fuerza
corre por su interior. No olvidemos que es una muchacha desamparada en un
planeta no demasiado amable y que ha crecido apañándoselas sola y defendiéndose
por sí misma, así que saber luchar y manejar la espada laser es algo casi instintivo.
Puestos a ser meticulosos, me resulta más extraño que un granjero como Luke
aprenda a pelear y a pilotar cazas de combate de la noche a la mañana, mientras
que su adiestramiento (incompleto, recordemos) en El Imperio contraataca se
basaba más en preparar su espíritu que en aprender a usar un arma.
Ya
he defendido anteriormente a Kylo Ren, cuyo diseño del uniforme es mucho mejor
que el de Vader (si dejamos de lado el misticismo que le ofrece el paso del
tiempo al alter ego de Anakin) y su capacidad para manipular la Fuerza es
innegable al ser capaz de detener en el aire el disparo de Poe Dameron. Y eso
que no abraza del todo a su lado oscuro hasta el final de la película, donde sacrifica
su humanidad en la escena en la que ejecuta a su entregado padre. Las rabietas
infantiles que tiene cuando se encuentra con un fracaso son un rasgo más de su
personalidad que lo definen mejor de lo que se definió nunca a Anakin, mientras
que ¿acaso su propio padre, pese a ser un héroe rebelde, no tenía demasiadas
veces un comportamiento algo inmaduro?
Por
cierto, que tampoco veo mal que han Solo haya vuelto a ser un contrabandista.
Cierto que tras su separación de Leia parece que hay una historia sin contar (y
que parece que se quedó en la mesa de montaje), pero cuando alguien se separa
de la mujer a la que ama, sean cuales sean los motivos, regresar a un entorno
familiar suele ser lo más normal. Y no hay nada más familiar para Han que el
Halcón Milenario, aparte de que ser contrabandista es lo que mejor sabe hacer.
Respecto
a la construcción de la Starkiller
tampoco lo veo como un gran problema. Ya en El Imperio contraataca, tras la
destrucción de la primera Estrella de la Muerte, lo primero que hace el Imperio
es construir una nueva. En Rogue One
nos explican, además, que en el Imperio no andan sobrados de ingenieros y eso
propicia que repita su arma más mortífera una y otra vez. Alguien ha comentado
en una ocasión que las Estrellas de la Muerte son como los tanques de guerra.
Que con el paso de los años se mejoran los diseños pero siguen siendo, en su
forma, tanques. Y cuanto más grande y poderoso sea un ingenio como ese más
inevitable es que tenga algún punto débil.
Si
nos ceñimos a la historia como tal, hay que reconocer que lo contado en la
trilogía original es más bien flojito. Una nueva esperanza no era más que un
western galáctico (algo a lo que Joss Whedon llevó a su máxima expresión en Firefly) y que su desarrollo no era
precisamente como para encumbrar a los guionistas. Es, por el contrario, en la
trilogía moderna donde se encuentran los mejores guiones y donde la historia
avanza de verdad, con unas tramas políticas verdaderamente interesantes y que
en manos de otro director más competente habrían resultado ser de lo mejor de
la saga. Lástima que todo se tuerza pro culpa de la historia de amor y
posterior caída a los infiernos de Anakin y a la inclusión de cosas tan
absurdas como los midiclorianos, algo que Abrams hace bien en ignorar lo mismo
que Edgars en Rogue One.
Es
por ello que tampoco vamos a pedir peras al olmo y esperar que las siguientes
cintas de Star Wars ganen un Oscar
por su libreto, pero creo que al menos en El
despertar de la Fuerza bastan unas pocas pinceladas para definir a sus
personajes (ese es el problema de Luna en Rogue
One, que su personaje no tiene un trasfondo definido y por eso su cambio de
actitud no resulta convincente, aunque eso no sea necesariamente culpa del
actor).
Siempre
he pensado que la mitomanía y la leyenda de Star
Wars estaba muy por encima de su calidad, y que la película original tiene
tantos errores que de ser vista ahora por primera vez no pasaría de ser un film
de aventurillas espaciales del montón, de ritmo lento y situaciones ridículas.
Hay innumerables fallos que el paso del tiempo y la grandiosidad de sus
seguidores se han encargado de ocultar (recuerdo ahora cuando los robóticos se
esconden en una casa ante una redada del imperio y los soldados de Asalto la
pasan por alto simplemente porque la puerta está cerrada, o la torpeza con la
que está planificada la persecución en las motos voladoras), pero todo vale y
se perdona si fue hace veinte años, pero es de recibo ponerlo a parir si es de
esta década. Son los tiempos del haiterismo, me temo.
En
fin, que para alguien que ha visto varias veces la saga completa pero nunca se
ha sentido un fan acérrimo de la misma, la película de Abrams logró
emocionarme. Y sus guiños a la franquicia, por más que previsibles y manipuladores,
a mí me convencieron.
Por
todo esto y muchas cosas más que será mejor dejar para no convertir este
comentario en un ensayo de mil páginas, parí mí El despertar de la Fuerza es la mejor película de toda la saga,
seguida de lejos por El Imperio contraataca
y poniendo en tercer lugar a la entretenidísima Rogue One.
¿Y
vosotros qué opináis? ¿Cuál es para vosotros la mejor de todas?
Estoy de acuerdo.
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