En
el título de Las apariencias engañan
(frase hecha que no traduce para nada el original Keeping Up with the Joneses) se encuentra posiblemente la mayor
mentira de la película. No, en este caso las apariencias no engañan para nada.
La última película de Greg Mottola (que ha vivido tiempos mejores gracias a Supersalidos, Adventureland y Paul)
ofrece exactamente lo que con su cartel y su propuesta argumental aparenta: una
comedia simpática pero simplona que entretiene durante sus 105 minutos de duración
pero que invita al olvido casi al momento. Incluso el giro argumental al que parece aludir el título se desvela en el propio poster de la película.
Quizá
lo único verdaderamente decepcionante sea el desperdicio al que se somete a su interesante
cuarteto protagonista, encabezado por un Zach Galifianakis irreconocible tras
su notable adelgazamiento (y bastante menos gracioso de lo habitual quizá
precisamente debido a ello), siguiendo con unas Isla Ficher y Gal Gador que
pretenden rivalizar en belleza (cada una con su estilo: contundentes redondeces
contra elegante delgadez) y un John Hamm que sigue buscando su lugar tras la
conclusión de la serie Mad Men.
La
premisa no puede ser más sencilla: un matrimonio aburridos de su vida en común,
con sus hijos y su rutina, descubren que sus nuevos vecinos, una glamurosa y
atractiva pareja, son en realidad una especie de súper espías, aunque en qué
bando de la ley es algo que está por ver. Así, a bote pronto, es como mezclar a
los soseras de Malditos Vecinos con El Sr. y la Sra. Smith.
Se
supone que algo de mensaje se puede encontrar en la propuesta, como la frialdad
de los barrios elegantes y exclusivos, la doble moral americana, la necesidad
de echarle algo de sal al matrimonio o la aparición de la amistad en las
situaciones más insospechadas, pero no nos engañemos. Esto va de echarse unas
risas y poco más.
Al
menos no aspira a ser una cachondada que se desinfla a las primeras de cambio,
como Fiesta de empresa. Esta es mucho
más humilde en sus intenciones y se limita a subirse al carro de las comedias
de acción con espías que tanto has destacado en los últimos dos años, desde la
magnífica Kingsman hasta la horrenda Agente contrainteligente pasando por Espías, Un espía y medio o la patria Anacleto,agente secreto.
Desde
luego, tanto su base argumental como sus actores daban para mucho más de lo
ofrecido, pero estamos en una época en la que no hay que pedirle peras al olmo
de la comedia americana y hay que saber conformarse con productos de consumo
rápido que no invitan más que a provocar la sonrisa y evadirse durante algo más
de hora y media.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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