lunes, 25 de febrero de 2019

OSCAR 2019: los ganadores

Un año más la gala de los Oscar ha terminado con emoción. Al final no pudo ser y Roma no se ha coronado como la mejor película del año, lo que sin duda va a irritar a muchos twitteros. Más allá de la polémica que suscitaba el hecho de haber sido producida por una plataforma de streaming, ya dije en su momento que yo personalmente prefería a Green Book, por lo que por un año estoy bastante satisfecho con los premiados (me ha dolido no ver a Vengadores: Infinity War llevarse la estatuilla a los efectos visuales, pero tampoco es que Marvel se pueda quejar mucho). Reconozco que Roma tiene una calidad excelsa de la que carece Green Book, pero a mi la segunda me tocó más. Por eso veo justo que el premio a la dirección si haya sido para Cuarón.
Por un momento, parecía que esta iba a ser la noche de Queen, que han abierto la gala con su música y han conseguido que Bohemian Rhapsody pase a la historia como la película con más premios, con cuatro, entre los que se encuentra uno tan importante como el de mejor actor para Rami Malek. Ya tenía incluso el chiste preparado: la ceremonia sin presentador corona a la película sin director.
Pero no, al final se han cumplido casi todos mis pronósticos, aunque lo de Olivia Coldman desbancando a Glenn Clouse, aunque justo (La Favorita no merecía irse de vacío) sí ha sido una sorpresa.
Lo demás, lo previsto: Ali y King como actores secundarios, Green Book Infiltrados en el Kkklan ganan los guiones, Roma es la mejor película de habla no inglesa y Spider-man:un nuevo Universo la de animación. Y la mejor canción, la de Lady Gaga, por supuesto.
Una pena que Sorogoyen se haya quedado sin traerse una estatuilla para casa, eso sí.
Sobre la gala, poco que añadir. La ausencia de presentador solo ha servido para restarle algo de humor. Se ha echado en falta algún monólogo ingenioso al comienzo, pero el ritmo ha sido más ágil que otros años, así que puede que en la próxima edición repitan el truco.
Y hasta aquí este breve resumen, que las horas son tardías y el sueño empieza a vencer. Dejo a continuación la lista completa y ya habrá tiempo, si fuese menester, de analizar las cosas con más profundidad.

Mejor película: Green Book
Mejor dirección: Alfonso Cuarón - Roma
Mejor actriz protagonista: Olivia Colman - La favorita
Mejor actor protagonista: Rami Malek - Bohemian Rhapsody
Mejor actriz de reparto: Regina King - El blues de Beale Street
Mejor actor de reparto: Mahershala Ali - Green Book
Mejor guion original: Nick Vallelonga, Brian Currie y Peter Farrelly - Green Book
Mejor guion adaptado: Spike Lee, Kevin Willmott, David Rabinowitz y Charlie Wachtel - Infiltrado en el KKKlan (BlacKkKlansman)
Mejor película de habla no inglesa: Roma - México
Mejor película animada: Spider-man: Un nuevo universo
Mejor fotografía: Alfonso Cuarón - Roma
Mejor banda sonora: Ludwig Goransson - Black Panther
Mejor canción: 'Shallow' - Ha nacido una estrella
Mejor montaje: Bohemian Rhapsody
Mejor mezcla de sonido: Bohemian Rhapsody
Mejor montaje de sonido: Bohemian Rhapsody
Mejor documental: Free Solo
Mejor cortometraje documental: Period. End Of Sentence
Mejor cortometraje de ficción, acción real: Skin
Mejor cortometraje animado: Bao
Mejor vestuario: Black Panther
Mejor diseño de producción: Black Panther
Mejor maquillaje y peluquería: El vicio del poder (Vice)
Mejores efectos visuales: First Man: El primer hombre

Por premios, Bohemian Rhapsody ha triunfado con cuatro estatuillas mientras que Black PantherRoma Green Book se ha quedado con tres. 

Buenas noches (o días) a todos.

UNA CUESTIÓN DE GÉNERO

El la era del #meetoo, una película como Una cuestión de género parecía inevitable. Dirigida por Mimi Leder, que destacó a finales de los noventa con títulos como Deep Impact o El Pacificador y que lleva años recluida (salvo efímeras excepciones) en la televisión, es casi un vehículo de lucimiento para Felicity jones, dando vida a la abogada Ruth Bader Ginsburg, bien secundada (aunque sin que se atrevan a hacerle sombra, por nombres como Armie Hammer (de quien se rumorea será el nuevo Batman), Justin Theroux, Sam Waterston. Kathy Bates, Cailee Spaeny y una buena colección de caras reconocibles aunque no necesariamente famosas.
Una cuestión de género se engloba en el prototipo de biopic de manual, en el que se detalla cierta parte de la vida y milagros de un personaje real con una puesta en escena poco arriesgada y de corte casi telefilmesco. Esto es, posiblemente, lo peor de la película que, como sucediera en títulos como La buena esposa (esta sin un fondo real detrás), se presenta demasiado plana y falta de riesgo como para ser juzgada con la grandeza que, posiblemente, mereciera la protagonista real.
Más allá de la fidelidad con respecto a la autentica Kiki (como la llamaba su marido y amigos), lo importante de la película (tal y como sucede en muchos alegatos en contra de la discriminación acial) es recordar como hace apenas cuatro días (o en la actualidad, incluso), la mujer era tratada como inferior al hombre, y así lo recogía la propia constitución de los Estados Unidos. Ella misma, una mujer en un mundo de hombres, pese a sus evidentes méritos, no pudo ejercer como abogada hasta muchos años después de sacarse la carrera con honores, teniendo que conformarse con un puesto de profesora hasta que su propio marido, también abogado, le propone un caso de discriminación por sexo que ella decide llevar como bandera en su lucha por la igualdad (curiosamente, representando a un hombre). Esa es la historia que centra la trama de la película y lo que la hace tan importante en este periodo concreto de la historia en la que parece (falsamente) que las diferencias de género sean algo de una era muy lejana y que conviene recordar.
Es por eso que esta película, incluso con los esfuerzos de una muy correcta Jones, tiene más valores sociales que cinematográficos, aunque nada de lo que aparece en pantalla llegue nunca a molestar (si acaso a resultar demasiado conocido ya), funcionando bastante bien como drama judicial y sirviendo para dar a conocer una figura cuyo nombre posiblemente no sea muy identificable fuera de los Estados Unidos pero que ha sido fundamental para cambiar las leyes de su país.

Valoración: Seis sobre diez.

COMO ENTRENAR A TU DRAGÓN 3

Dentro del mundo de la animación, una vez escapamos de la dictadura de Disney/Pixar, la película de Dreamworks Como entrenar a tu dragón supuso un soplo de aire fresco, consiguiendo además una secuela que estaba a la altura, una vez los personajes estaban presentados y habían logrado calar hondo entre el público (no necesariamente infantil).
Con Como entrenar a tu dragón 3, el director Dean Deblois consigue subir la apuesta y finiquitar una trilogía por la puerta grande, logrando aumentar la sensación de maravillosa aventura a la vez que enternece al respetable con esa relación de amistad entre Hipo y su dragón Desdentao y las subtramas románticas que suman en lugar de restar.
Personalmente, no estoy tan enamorado de la saga como la mayoría de las voces que escucho por ahí, de manera que ni me emocioné de manera exagerada ante el cierre (aparentemente definitivo) de la saga ni solté una sola lagrimita al contemplar la escena final y empezar a aparecer los títulos de crédito. Nunca me he identificado de manera tan íntima ni con Hipo ni con ninguno de sus amigos vikingos que pululan por ahí, pero he de reconocer que la película presenta un mundo maravilloso, lleno de magia y color, donde la unión entre la amistad de sus protagonista y los peligros a los que se enfrentan están perfectamente medidos y que incluso se atreve a buscar algún tipo de coherencia interna como exa explicación “lógica” de porqué los dragones no existen en la actualidad.
Puede que el punto más flojo de la película sea la presencia de un villano demasiado tópico, que provoca una acción que avanza por terrenos sobradamente conocidos sin dejar demasiado espacio para la sorpresa, pero es que no es de eso de lo que va la cosa, es tan solo una excusa para poder ver esa relación de amistad madurar un poco más y avanzar, como sucede en la vida real, hacia un punto de no retorno tan doloroso como necesario.
Y eso sin dejar de lado un alegre sentido del humor repartido, sobre todo, entre los secundarios que, sin demasiado tiempo para lucir mucho en pantalla, suponen los alivios cómicos justos para disfrutar mejor del film y celebrar que el cierre de la saga sea tan espectacular como se prometía.
Como entrenar a tu dragón 3 es, pues, una de esas piezas de animación que, siendo fundamentalmente infantiles, pueden satisfacer a todo tipo de público, devolviéndonos a nuestro yo más niño y recordándonos cómo era esa época en la que todo nos parecían maravillas asombrosas, y nos permite observar cómo, en alguna ocasión, los personajes de dibujos animados son capaces de crecer igual que los reales.
La saga de Como entrenar a tu dragón, definitivamente, no será de esas que me cambien la vida y a las que regrese una y otra vez con ciega admiración, pero eso no quita para que la califique como un estupendo entretenimiento, suficientemente inteligente y madura como para ser algo más que un batiburrillo de colorido y gags sobre mascotas.

Valoración: Siete sobre diez.

ALITA, ÁNGEL DE COMBATE

En ocasiones, cuando el nombre de un famoso director aparece bien resaltado en el cartel de una película ocupando el puesto de productor, cuesta saber si se trata realmente de una pieza fundamental en la concepción de la película o si se ha limitado a poner su nombre (o su dinero) para darle un poco más de empaque. En el caso de Alita, ángel decombate y James Cameron la implicación de este está fuera de toda duda, a habidas cuenta de que firma el guion (a medias con Laeta Kalogridis) y que la adaptación de este manga ha sido una de sus obsesiones desde hace años hasta que Avatar se cruzó en su camino y se dio cuenta de que no tenía tiempo para todo. 
Fue entonces cuando decidió poner el proyecto en manos de otro director, siendo Robert Rodriguez el elegido. Rodriguez, más cómodo en la acción más callejera (es fiel pupilo de Tarantino y entre sus mejores trabajos están DesperadoAbierto hasta el amanecer y Sin City) que en la ciencia ficción futurista (aunque ya había coqueteado con el 3D en su saga infantil de Spy Kids) parecía una elección algo extraña, pero visto el resultado final del producto se podría decir que el canadiense ha acertado poniendo al chicano a los mandos de su criatura.
Lo cierto es que hay mucho de Cameron en Alita, ángel de combate, desde su estilo visual robótico hasta su tratamiento de los personajes femeninos, y que, pese a que la trama es algo simplista (quizá el punto más débil del film), el empaque visual es sencillamente espectacular, un paso más en dirección a un cine cada vez más digital que, al menos ahora, luce mucho mejor que la ya algo maltratada por los años Avatar. Cameron siempre ha sido un pionero en adaptar nuevas tecnologías al mundo del celuloide, y la creación de esta alita es casi un milagro, logrando dar vida a ese ser de CGI que se asoma bajo el rostro de Rosa Salazar y que empequeñece los logros de tipos como Andy Serkins con personajes tan míticos como Gollum o el Cesar de la trilogía de El planeta de los Simios. Siempre se ha dicho que al crear un personaje por CGI los ojos son lo más difícil de dar vida (que le pregunten al Tarkin y a la Leia de Rogue One) y Cameron y Rodriguez, lo que hacen con Alita es hacérselos aún más grandes (con un par), como mágico homenaje al comic. No hay más preguntas, señoría.
Dejando de lado sus evidentes virtudes técnicas, Alita, ángel de combate, es un grandísimo entretenimiento donde quizá solo falte un villano de más presencia para ser una película redonda. Esto se debe, en parte, al hecho de haber sido concebida con la clara intención de ser el inicio de una saga (parece que ya está confirmada la secuela, gracias a Dios), por lo que el verdadero rostro del mal no se ve hasta el último plano, revelando además la sorpresa del actor que le da (dará) vida, en una jugada idéntica a la que ya hicieran con Johnny Deep en Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Así, la película es una carta de presentación de Alita, una forma se saber quién es y de donde viene y de permitir que ella misma lo descubra también al mismo tiempo que el espectador, consiguiendo así una empatía total y haciéndonos sufrir por sus inquietudes y miedos (nunca un cgi ha sabido llorar tan bien), despertando una ternura que no todas las actrices de carne y hueso son capaces de crear.
Alita, ángel de combate, podría compararse a muchas distopías futuristas con romance adolescente de por medio de las que tato pululan por ahí últimamente, pero mientras cosas como Mortal Engines (otra con productor ilustre encabezando el proyecto) era un espectáculo visual vacío (incluso Ready Player One estaba más pendiente del homenaje que de la historia), aquí la historia de amor sirve para definir a los personajes en lugar de para entorpecer la acción, logrando ser un complemento ideal a la búsqueda de humanidad por parte de Alita, que lo único que quiere es saber quien es y de lo que es capaz. No busca la película sesudas interpretaciones filosóficas, por lo que tampoco corre el peligro en decepcionar al no hallar el camino adecuado como sucedía en la reciente versión de Ghost in the Shell, sino que todo es una especie de puzle en la que cada pieza encaja con una función concreta, construyendo a la Alita que debe llegar a ser al final de la película y con la que debemos encontrarnos en la esperada secuela.
Aparte de la ciborg adolescente, un buen puñado de grandes actores humanos hacen acto de presencia, y aunque quizá Jennifer Connelly esté algo encartonada en su personaje, tanto Christoph Waltz como Mahershala Ali están al nivel que se espera de ellos, agradeciendo en el caso del primero que al fin interprete a un personaje algo más amable de lo que suele ser habitual en él.
No voy a negar que en ciertos momentos no echara en falta la mano de Cameron tras las cámaras, no pudiendo evitar lo que la película habría llegado a ser si su implicación hubiese sido total, pero poco sele puede reprochar al bueno de Rodriguez que, en escenas como la de la competición deportiva, demuestra su buen temple en las escenas de acción, repartiéndolas alrededor de la película para que el ritmo narrativo no decaiga nunca.
No es una película futurista definitiva, pero sí un muy interesante primer paso hacia un futuro muy ilusionante. Veremos hasta donde nos llevan.

Valoración: Ocho sobre diez.

domingo, 24 de febrero de 2019

OSCAR 2019: CONTANDO LOS MINUTOS...

Al fin ha llegado la noche más esperada por Hollywood y por todos aquellos que amamos el cine, más allá de si damos más o menos credibilidad a los premios por excelencia del séptimo arte. Tras la pataleta inicial por los ausentes en las nominaciones (o la incredulidad hacia algunos de los presentes), mañana tocará rasgarse las vestiduras aplaudiendo o protestando por los que finalmente los hayan ganado. El pan de cada año, vamos…
Y por no faltar a la tradición, es este el momento ideal para repasar como están las apuestas y hacer mi porra personal sobre lo que me huelo que vaya a suceder esta madrugada en Los Angeles.
Primero, como es menester, cabe recordar quienes son los que llevan más premios cosechados hasta la fecha. Dejando de lado las categorías técnicas y centrándonos en los “premios gordos”, una candidatura parece estar ya entregada de antemano. Me refiero a la de mejor actriz para Glenn Close por su trabajo en La buena esposa, que le ha reportado el Globo de Oro (de drama), el premio del sindicato de actores (SAG) y el Choise Awards (ex-arqueo, eso sí, con lady Gaga). El único hueco para la sorpresa viene de la mano de Olivia Coldman que, por sorpresa, se ha alzado con el Bafta (había ganado ya el Globo de Oro, pero en comedia). En lo que respecta a las actrices de reparto, creo que el hecho de que Emma Stone y Rachel Weisz compitan por la misma película les puede restar puntos. En los Bafta ganó Weisz, pero en los Globos de Oro y en los Choise Awards el triunfo fue para Regina King por El blues de Beale Street. En los SAG (otro sorpresón) ganó Emily Blunt por Un lugar tranquilo, que ni siquiera está nominada al Oscar.
Las cosas parecen más complicadas en el apartado masculino. Christian Bale, por El vicio del poder, ha ganado el Globo de Oro en comedia y el premio de la crítica, pero Rami Malek ganó el Globo de Oro en drama y el SAG por Bohemian Rhapsody, consiguiendo desempatar gracias a su triunfo en los Bafta, lo que le posiciona ligeramente como favorito. El apartado de secundarios parece más claro: Mahershala Ali, por Green Book, ha ganado los cuatro grandes premios del año, así que parece muy improbable que no haga un repóquer.
En los guiones, incertidumbre total, pues no hay ninguna película que haya ganado más de un premio importante. El reverendo se ha llevado el Choise Adwards como guion original, mientras que El blues de Beale Street ganó el adaptado. En los Globos de Oro, que no distingue entre las dos categorías, Green Book fue el libreto que más gustó. Los Bafta premiaron a La favorita (Original) y a Infiltrado en el Kkklan (adaptado) y en los premios del sindicato (WGA) se decidió que el mejor guion original era para Eight grade y el adaptado para ¿Podrás perdonarme algún día? De todas estas películas, Eight grade es la única que no se ha estrenado aun en España. De hecho, no tiene fecha de estreno prevista siquiera.
Terminamos el repaso, antes de llegar a las dos candidaturas estrellas, con dos premios cantados. Pese a la innegable calidad de Cold War, nadie duda que Roma ganará el Oscar a la mejor película de habla no inglesa mientras que Spider-man, un nuevo universo hará lo propio en la categoría de animación. Ambas han ganado los tres grandes premios (Globos de oroChoise Adwards y Bafta), culminando su paso triunfal por ceremonias la última arrasando en los premios Annie (siete premios, ni más ni menos).
Y con esto llegaos a los minutos finales de la gala. Muy sorprendente seria que Cuarón no ganase su segundo Oscar (y cuarto Oscar para un director latino en los últimos cinco años), pues lleva ya un póker de premios (el sindicato de directores también se le ha rendido), pero con el Oscar a la mejor película la cosa no está tan clara. Por un lado, Roma ha ganado el Choise Adwards y el Bafta, aunque estos últimos tienen una categoría especial a la mejor película británica donde la triunfadora fue La favorita. En los Globos de Oro no podía competir, al no estar hablada en inglés, y las premiadas fueron Bohemian Rhapsody (drama) y Green Book (comedia), y precisamente Green Book fue la elegida por el gremio de productores, lo cual, si añadimos el hecho de que últimamente película y director no suelen coincidir, deja las cosas muy en el aire.
Personalmente, esta es mi quiniela:

  • Mejor película: Green Book
  • Mejor director: Alfonso Cuarón
  • Mejor actor: Rami Malek
  • Mejor actriz: Glenn Close
  • Mejor actor secundario:  Mahershala Ali
  • Mejor actriz secundaria: Regina King
  • Mejor guion original: Green Book
  • Mejor guion adaptado: Infiltrados en el Kkklan
  • Mejor película de habla no inglesa: Roma
  • Mejor película de animación: Spider-man, un nuevo universo.
Por más que muchos vean exageradas todas las nominaciones cosechadas por Black Panther, espero que logre un buen puñado de premios técnicos, aunque los efectos visuales deberían ser para Vengadores: Infinity War. Y ya veremos que pasa con los diseños de La favorita (que partía con muchas nominaciones, pero pocos apuestan por ella en los grandes premios) o María, reina de Escocia, con la música (la canción parece que será claramente para lady Gaga) y demás…
El tirón de orejas, como siempre, para las distribuidoras españolas. Este año, con el adelanto de fechas de los Oscar, les ha pillado el tren. Ya he comentado que Eight Grade no tiene fecha de estreno, pero este mismo viernes (junto a títulos como Una cuestión de género y Cómo entrenar a tu dragón 3) se han estrenado ¿Podrás perdonarme algún día? y Destroyer: una mujer herida, ambas con nominaciones importantes y que tendré que ver pasada ya la ceremonia. Y a la espera estoy de que se estrene Van Gogh, a las puertas de la eternidad o La sombra del pasado (Never look away), mientras que películas como El reverendoBorder o RBG han pasado por nuestras carteleras casi de tapadillo.
¡Ah, se me olvidaba! Y mucha suerte para Sorogoyen y su corto Madre.
En unas horas, se resolverá el misterio de los ganadores. Y minutos después, toda la información aquí, como no podría ser menos…

jueves, 21 de febrero de 2019

PERDIENDO EL ESTE

Hace unos pocos años, siguiendo la estela de comedias españolas que arrasaban en taquilla, Atresmedia presentó Perdiendo el norte, una nueva vuelta de tuerca al uso y abuso de los tópicos, tanto patrios como foráneos (en este caso, alemanes), que no estaba del todo mal. La gracia de aquella película, más allá de sus chascarrillos y gracietas, es que utilizaba con inteligencia el ambiente de precariedad laboral del país para hacer una comparativa con los emigrantes que se fueron a buscarse las castañas fuera de España durante el franquismo, a la vez que sirve como espejo para poder identificarse con os propios inmigrantes que llegan ahora a nuestro país en busca de una vida mejor.
Todo eso se perdió en la fallida serie de televisión que pretendía seguir el espíritu de la película de Nacho G. Velilla y se diluye ya por completo es esta innecesaria secuela con la que han echado a los leones al debutante Paco Caballero que poco puede hacer para impregnar de algo de vida a la patochada que es Perdiendo el este.
El argumento es nimio. Más de lo mismo, pero ahora en China. Y para ello, por aquello de perder caché, los protagonistas son los que en la primera película eran simples secundarios. Con Yon González, Blanca Suarez y José Sacristán fuera de la producción, la evidencia de que estamos ante un producto de segunda es evidente, y Julián López, ahora máxima estrella del invento, poco puede hacer con un guion pobre que se limita a acumular chistes uno tras otro con la esperanza de que alguno caiga en gracia.
Tampoco los actores ayudan mucho, pues estamos ante uno de los peores trabajos del habitualmente solvente Miki Esparbé, a Carmen Machi y Leo Harlem se les nota desganados, Javier cámara es un visto y no visto (nunca el concepto “pasaba por ahí” ha sido más apropiado) y Edu Soto está simplemente espantoso. Solo la parte femenina se salva algo de la quema, pues tanto Chacha Huang como Silvia Alonso se esfuerzan por sacar adelante sus personajes mientras que Malena Alterio, con el poco papel que tiene, cumple como es habitual en ella (ya era de lo mejor de la también deficiente Bajo el mismo techo.
Al final, con lo que nos encontramos es una comedia romántica muy prototípica, que sigue los esquemas del género con tanta fidelidad que no hay hueco para la sorpresa, con un abuso de chistes locales que rozan la incorrección política (y no en el sentido positivo, de gamberrismo, sino en el ofensivo) y que solo quiere estirar más el chiste de un subgénero folklórico que funcionó muy bien en Ocho apellidos vascos pero que debe empezar a poner ya el freno para no resultar totalmente cansino. 
Sí, ver chinos corriendo en los Sanfermines puede tener su gracia, pero no tanto.


Valoración: Tres sobre diez.

sábado, 16 de febrero de 2019

FELIZ DÍA DE TU MUERTE 2

Feliz día de tu muerte fue una de las sorpresas de Sitges 2017, y aunque en su paso por las carteleras españolas no llamó toda la atención que merecía, su éxito (basado también, como casi todas las producciones de Jason Blum, en su reducido presupuesto) ha propiciado la existencia de esta secuela (y que podría no ser la última).
Dejo claro de antemano el pequeño problema que puede tener Feliz día de tu muerte 2, y es la total dependencia que tiene con respecto a su antecesora. Es decir, para que funciona todo correctamente, no solo es obligatorio haber visto Feliz día de tu muerte, sino que incluso es aconsejable tenerla bien fresca en la memoria. De hecho, la acción de esta secuela arranca casi a continuación del final de la anterior, y muchos de los chistes son herederos de la misma.
En el lado de los méritos, hay que destacar la imaginación de los guionistas para conseguir dar una vuelta de tuerca a la historia, que después de fotocopiar (en el buen sentido) a Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis, aquí homenajea a Regreso al Futuro (y más concretamente a la parte II) de Robert Zemeckis. Eso hace que estemos disfrutando de más de lo mismo (con Tess reviviendo el mismo día una y otra vez) pero presentando, a la vez, una situación completamente nueva (esta vez toca jugar con los multiversos) que resulta igual de divertida o más que en su primera película.
Cierto es que el apartado del terror se deja más de lado (tampoco es que aquella tuviera demasiado), lo que puede llegar a decepcionar a alguien, pero esto es, ante todo, una comedia, y como tal funciona a la perfección, manteniendo, eso sí, al villano de la máscara de bebé, al que se le da un nuevo y enrevesado giro que termina perfectamente explicado.
Todo funciona muy bien en esta secuela que se presenta como un divertimento (y uno puede llegar a imaginarse lo mucho que se divirtieron los protagonistas retorciendo las historias) y en el que Jessica Rothe vuelve a lucir como la perfecta protagonista, ampliando el grupo de secundarios y rizando el rizo hasta lo imposible (que no inverosímil).
Estamos, sin duda, ante una película refrescante y un ejemplo perfecto de lo que debe ser una secuela, manteniendo el espíritu original y las premisas básicas pero aportando ideas nuevas, logrando girar alrededor de lo mismo sin dar sensación de repetición.

Valoración: Siete sobre diez.

LA BUENA ESPOSA

Con la ceremonia de los Oscar a la vuelta de la esquina, es buen momento para tratar de recuperar alguna de las películas que se escaparon de la cartelera en su momento con opciones a llevarse algún premio, y gracias a las segundas oportunidades que algunos cines dan a las películas más minoritarias he podido acceder a la que, casi con toda seguridad, se va a llevar el premio a la mejor actriz principal para Glenn Close.
Sin ser una mala película, lo cierto es que La buena esposa es Glenn Close y poco más. Sí, la historia es interesante y funciona muy bien y Jonathan Pryce está a la altura como supuesto protagonista, pero la puesta en escena es tan floja que impregna cierto aire de telefilm al resultado final de la misma.
Uno de los posibles problemas de la película (y no sé si es culpa de la productora, de la distribuidora o de la prensa) que desde el primer momento se sabía de qué iba la cosa: de un escritor al que conceden el Nobel cuyos libros, en realidad, son obra de su mujer, mientras que la película pretende mantener el misterio hasta bien avanzada la película. Así, en plena época del ·#meetoo, la denuncia se puede acercar a la de casos reales como Big eyes, de Tim Burton (allí eran cuadros) o la más reciente Colette, aunque en ambos casos se trataba de películas más ambiciosas y de mayor presupuesto.
La buena esposa transcurre en apenas unos días, alrededor de la ceremonia de entrega del premio, y recurre a flashbacks algo innecesarios para rememorar el pasado de los protagonistas. Intenta, eso sí, tocar otros palos, como el sacrificio del hijo de estar a la sombra de un genio, o la duda sobre si para un escritor lo importante es el simple hecho de escribir o el de ser reconocido.
Con todo, sin ser una gran película ni tener una dirección demasiado virtuosa, cumple con su cometido de reflejar las tensiones entre un matrimonio enfrentado por sus respectivos talentos y los diversos roles que deben cumplir de cara a la sociedad y que tiene en el sobrio trabajo de Close su mejor baza, con una interpretación de esas de grandes miradas y largos silencios en los que no necesita decir nada para que se entienda todo.

Valoración: Seis sobre diez.

THE PRODIGY

Después del momento de esplendor que vivió el cine de terror desde finales de los 70 hasta entrados los años noventa, con la proliferación del concepto del slasher por obra y gracia de John Carpenter y con grandes sagas cuya culminación vino de la mano de Wes Craven y su Screen
Desde entonces, hubo un vacío creativo que solo james Wan consiguió revitalizar gracias a las franquicias de SawExpediente Warren e Insidious, pero a la vez se convirtió en un modelo a seguir que se tradujo en multitud de fotocopias insoportables y totalmente carentes de imaginación (a las que hay que sumar la moda del found footsage o metraje encontrado que terminó por arruinar definitivamente el género).
Desde entonces, solo pocas obras logran sobresalir del abuso de efectos sonoros y sustos fáciles para conseguir ser considerados buenas piezas de terror, siendo principalmente casos casi independientes y minoritarios (terminando por ser obras de culto), como podría ser La BrujaBabadookHereditary y demás…
The Prodigy no está a la altura de estas, pero al menos se distancia de la típica producción de Wan (o de Jason Blum, por nombrar al otro gran impulsor del género), consiguiendo un tono clásico que la acerca más a títulos como La Profecía, de Richard Donner que a cualquier historia de niño poseído que pudiera pertenecer al Warrenverso.
Como es de suponer, no se puede encontrar en The Prodigy una originalidad extrema, pues el concepto de la posesión infantil es casi un género en sí mismo, pero al menos tiene las suficientes virtudes como para conseguir aterrorizar y angustiar sin caer en recursos demasiado simplistas, consiguiendo que la historia predomine siempre por encima del efectismo y que, más allá de que cada uno acepte entrar más o menos en el juego que propone, resulte más interesante y verosímil que la media de productos de estas características.
Así, no estamos ante una producción que merezca elogios desmesurados, pero al menos cumple con su función de entretener y asustar a partes iguales, que es lo mínimo que se debe pedir a este tipo de películas, con unas interpretaciones que, sin nombres conocidos, logra estar a la altura de las circunstancias, jugando con entremezclar el terror de los asesinatos con el drama familiar.

Valoración: Seis sobre diez.

LA LEGO PELÍCULA 2

Debo reconocerlo de antemano. Puede que no sea completamente objetivo con este tipo de películas, pero, la verdad, es que nunca le he encontrado la gracia a eso de hacer una película con piezas de Lego. Sí, de entrada, tiene un punto de originalidad que la diferencia de una película de animación más clásica, pero una vez superada la sorpresa inicial la cosa me empieza a cansar e incluso aburrir.
Ya lo comenté con la alabada por todos La Lego Película, y con Batman: la Lego película llegué a sentirme incluso hastiado con el batiburrillo de piezas salando por los aires y planos confusos que se me antojaron como el caos visual de los Transformes de Michael Bay traducido a la animación.
Cierto es que, con Lord y Miller como guionistas, el punto de locura en La Lego Película 2 funciona bastante bien, pero al final la única gracia estriba en los guiños referenciales a otras franquicias clásicas del cine (en especial a las de los superhéroes DC), con Batman de nuevo como objeto de burlas que mejor funciona. Por el contrario, lo que en La lego película más sorprendía (ese final en el que se traspasa la barrera de la imaginación para conectar los juguetes con el mundo real) se usa aquí como recurso del que se abusa en exceso, de manera que el humor que se supone que debe proceder de la contraposición entre realidad y fantasía no deja de ser un remiendo del humor que se desprende de la contraposición entre el mundo miniaturizado y el normal de películas como Ant Man.
El resultado de todo es que, pese a los gags aislados que funcionan más o menos bien y a que se ha intentado subir el grado de épica de la película, incluyendo un nuevo mensaje simplón de moralina rancia (has de querer y respetar a tu hermana pequeña), a mí, las aventuras de ese tontaina llamado Emmet pronto me dejaron de interesar y que, quitando esas pocas sonrisas mal contadas que he mencionado, el resultado final me resultó aburrido.
Insisto, puede que el motivo sea simplemente que estas películas no son para mí, pero la verdad es que es la tercera oportunidad que doy a una película Lego y es la tercera vez que salgo del cine pensando en que he perdido el tiempo durante casi dos horas. Ya veremos si hay una cuarta…

Valoración: Cuatro sobre diez.

jueves, 14 de febrero de 2019

JEFA POR ACCIDENTE

La mejor palabra que podría definir una película como Jefa por accidente es efectiva.
Dudo que nadie que se acerque a un film de estas características espera grandes sorpresas ni vaya a tener un nivel de exigencia demasiado fino. Estamos ante uno de esos casos de comedia previsible, cuyo esquema argumental se puede adivinar paso a paso y cuya gran baza es la simpatía que pueda provocar (o no) la protagonista Jennifer Lopez en el espectador.
Sabiendo esto, conviene reseñar que, pese a ser un producto de lucimiento para la actriz (faceta que últimamente tenía algo abandonada en favor de su trabajo como cantante y musa de Instagram), cuenta con algunos valores añadidos, como es el caso de su director, Peter Segal. Bien es cierto que Segal, como la Lopez, llevaba un tiempo alejado de las cámaras de cine, refugiado sin demasiada pompa en la televisión, pero a él se le deben títulos tan recordados como el cierre de la saga Agárralo como puedas, Ejecutivo agresivo, 50 primeras citas, Superagente 86 o La gran revancha, con lo que está claro que se encuentra cómodo en la comedia ligera, de tono blanco y gotitas de lágrima fácil.
Eso es lo que es esta historia sobre una mujer inteligente y decidida que no tiene opción a demostrar su valía por carecer de unos estudios y un currículo que le abra las puertas necesarias. Una mirada al mundo de las oportunidades laborales que no se entretiene mucho en querer ser una denuncia social para profundizar más en los vaivenes cómicos de la protagonista y en una subrama familiar que, buscando emocionar con simpleza, termina por funcionar mejor de lo que cabría esperar.
Con una Vanessa Hudgens que, físicamente, está en las antípodas de su reciente participación en Polar, y la presencia de tipos como Treat Williams, Milo Ventimiglia o Alan Aisenberg, la película termina dejando un regusto agradable, consiguiendo que poco importe lo inverosímil de su trama o los giros de guion pillados por los pelos, logrando el mérito de ser, por lo menos, más potable que la mayoría de comedias simples y carentes de pretensiones de estas características y que, sin ser tampoco nada del otro mundo, se deja ver con agrado, rememorando aquellas comedias de una época anterior a la de los Farrelly, Apatow y compañía, la de las comedias románticas de Julia Roberts y Meg Ryan, todas cortadas por un mismo patrón pero cuya fórmula funcionaba sin altibajos.
Poco más se puede esperar de ella, pero, a la vez, tampoco ofrece menos de lo que se podría esperar.

Valoración: seis sobre diez.

sábado, 9 de febrero de 2019

MARÍA, REINA DE ESCOCIA

La historia de los Estuardo, más concretamente de María I de Escocia (es decir, Mery Stuart, que en esta época empieza ya a rechinar eso de traducir los nombres propios), no es algo novedoso en el mundo del cine. A bote pronto me vienen a la cabeza las interpretaciones que de esta malograda monarca hicieron Katherine Hepburn en la versión de John Ford del 36 o la de Vanessa Redgrave en la adaptación que hizo Charles Jarrot en 1971, por no mencionar las visiones de la historia desde el punto de vista de su contrapartida inglesa, Isabel I, en Elizabeth, la edad de oro, en la que Samantha Morton daba vida a María y Cate Blanchett a Isabel.
En la era del #meetoo, era inevitable ver en pantalla otra recreación de la época en que dos mujeres pugnaban por el poder en la siempre difícil relación entre Escocia e Inglaterra, y ha sido también una mujer, la debutante Josie Rourke, quien se ha hecho cargo del proyecto de María, reina de Escocia. Rourke tenía amplia experiencia como directora artística teatral, y ello se ve reflejado en el cuidadoso diseño de producción del film, con una puesta en escena elegante y detallista que, junto al trabajo de sus dos intérpretes principales, constituyen lo mejor del film.
No es momento ahora de descubrir los innegables valores de Saoirse Ronan y Margot Robbie, que, aunque no hayan sido tenidas en cuenta de cara a los Oscar de este año (donde sí está representada la película en los apartados de vestuario y maquillaje y peluquería), si se enfrentaron el año pasado por Lady Bird y Yo, Tonya respectivamente, siendo finalmente derrotadas por Frances McDormand. No obstante, ambas hacen un trabajo impecable, adaptándose a la situación de sus personajes a lo largo del tiempo y dando un empaque a la película que peca en ocasiones de un abuso estético por encima del narrativo.
La película es muy interesante, con momentos de épica y emoción, pero adolece de un cierto ritmo errático que hace que por momentos se hubiese agradecido algo de tijera en la sala de montaje. Aún así, estamos ante una propuesta estupenda, un gran retrato de dos mujeres enfrentadas pese a la distancia (aunque el papel de Isabel I es, en realidad, bastante relativo a lo largo de la historia narrada) y cuyo discurso feminista se puede intuir (apreciar incluso), sin que pueda por ello ser tachada de película discursiva.
Una película que interesará a todos aquellos que deseen profundizar un poco más en la historia de la construcción de Gran Bretaña (y que podría formar un tríptico junto a Braveheart y El rey proscrito, aunque de las tres esta es sin duda la más fiel a la realidad) para entender mejor las siempre convulsas relaciones entre Escocia e Inglaterra, además de a todos aquellos que disfruten con las sagas de historias palaciegas y conspiraciones por hacerse con el trono, algo sobre lo que también habla La favorita, película que posiblemente haya eclipsado a esta en los grandes premios también por su propuesta sobre féminas luchando por el poder.


Valoración: Siete sobre diez.

POLAR

En un año en el que Netflix promete ser un referente definitivo en el mundo de los largometrajes, Polar es su primera propuesta supuestamente potente.
Con producción a caballo entre Estados Unidos y Alemania y basada en un comic del valenciano Victor Santos, esta ópera prima del realizador sueco Jonas Åkerlund podría definiste con una sola palabra: excesiva.
Buscando un delirio visual intencionado, la película es excesiva en casi todos los sentidos: en el uso del sexo gratuito y artificial (desde primeros planos de culos y escotes que harían sonrojar incluso a los autores de cualquier Fast & Furious hasta la innecesaria escena entre el protagonista y una de sus atacantes), en la violencia extrema (con momentos que rozan el gore y que, a la postre, es de lo mejor de la película), y en el tono grotesco que desprende gran parte del film, con un colorido y unas interpretaciones que ahondan en lo ridículo que denotan más las intenciones del director de llamar la atención que en pretender hacer algún tipo de obra con personalidad.
Precisamente este último detalle es lo que más llama la atención del film la gran diferencia entre los momentos más oscuros e incluso intimistas alrededor del protagonista (un Mads Mikkelsen que, sin esforzarse demasiado, es lo mejor de la película) y todo lo que rodea a los villanos de la trama. El argumento, sin ser nada del otro mundo, se planteaba estimulante: una agencia de asesinos que, debido a el magnífico plan de jubilación que ofrece a sus empleados, se dedica a liquidarlos poco antes de llegar dicha jubilación para ahorrarse un buen pastizal. Pero cuando es el turno de Duncan (en personaje de Mikkelsen), una especie de John Wick crepuscular que solo quiere retirarse en la soledad de su cabaña perdida en medio de la nada, este no va a ponerle las cosas nada fáciles a la organización. Y aunque John Wick sea, precisamente, el principal referente de Polar, las diferencias estéticas y de valor interpretativa (por ahí andan Vanessa Hudgens y Katheryn Winnick, la Lagertha de Vikingos, el resto son caras desconocidas y de dudosa calidad actoral) la ponen a muchos escalones por debajo de la (en breve) trilogía a mayor gloria de Keanu Reeves, aunque la mayor libertad que Netflix otorga a sus creadores permite una violencia descarnada que, al menos, supone un aliciente que muchas producciones de cine no se pueden permitir.
Al final, la película resulta ser tontorrona, grotesca y ridícula, pero al menos cumple con el objetivo de entretener y funciona como propuesta descerebrada para una sesión de cine e la que no se quiera perder el tiempo en reflexiones profundas y se contente uno con ver a Mikkelsen partiendo la pana en un entorno estúpidamente irreal.

Valoración: Cinco sobre diez.

martes, 5 de febrero de 2019

PREMIOS GOYA 2019

Un año más se ha celebrado la fiesta grande del cine español. Hace apenas unos días los premios Feroz coronaban a El Reino como mejor película dramática del año (recordemos que aquí hay dos catalogaciones, ganando Campeones como mejor comedia), al igual que a su director, Rodrigo Sorogollen y a sus dos actores principales, Antonio de la Torre como protagonista y Luis Zahera como actor de reparto, por lo que se podría imaginar (a la espera de los Fotogramas de Plata) que iba a repetir éxito en los Goya.
Ciertamente, en una gala presentada por Andreu Buenafuente y su mujer Silvia Abril, algo mejor que la del año anterior pero tampoco como para tirar cohetes, El Reino se llevó los principales premios, repitiendo director, actores y guion, pero la gran sorpresa fue cuando Campeones (que ya se había llevado un par de premios, a la canción y al actor revelación) fue designada como mejor película.
En una ceremonia sin demasiada emoción, más allá del discurso de Jesús Vidal y la entrega del Goya de honor a Narciso Ibáñez Serrador (contando para la ocasión con la presencia de sus discípulos más avanzados: Amenábar, Balagueró, Bayona, Cortés, De La Iglesia, Fresnadillo, Plaza y Vigalongo, vamos, lo mejor de lo mejor entre el fantástico español), Campeones ha sido la gran sorpresa, pues pese a llevarse solo tres cabezonas, en contra de los siete de El Reino, el ser designada como mejor película deja muchas dudas sobre si lo que se premia es la calidad cinematográfica de un producto o su calidad humana.
No voy a negar los méritos de Campeones, un verdadero canto en pos de la integración y un meritorio esfuerzo por hacer visibles a unos miembros de la sociedad en ocasiones marginados y ninguneados, pero de ahí a decir que el film de Fresser es lo mejor del año… Poco dice en favor del cine español del 2018. O es que quizá los académicos no han visto Petra, Todos lo saben o Quién te cantará (que se ha tenido que conformar con el reconocimiento a una de sus actrices). Al menos la brillante La sombra de la ley se ha impuesto en el apartado técnico con tres premios más.
Más allá de gustos particulares, la gran pregunta es: ¿Cómo puede una película tener al mejor director, al mejor guion y a los mejores actores (aparte de la mejor banda sonora, montaje y sonido) y no ser la mejor película del año? ¿Qué méritos tiene Campeones para poder decir que es mejor que El Reino? Insisto, un despropósito cinematográfico que demuestra que el criterio no es todo lo ecuánime que debería y que solo sirve para dar la razón a aquellos que aseguran que los premios de cine no sirven para nada. En Estados Unidos aún deben estar carcajeándose al ver la candidatura española por una película cuyo esquema argumental hacen ellos año sí año también…
En fin, que mejor no hacer más leña y felicitar a Sorogoyen por su éxito y a Jesús Vidal como representante de todos sus componentes no profesionales del reparto de Campeones. Y una mención rápida a los otros títulos que lograron rascar alguna cosa también, como Carmen y Lola, La noche de los 12 años, La enfermedad del domingo, El hombre que mató a Don Quijote o SuperLópez. En el apartado extranjero, no hubo color (si me permiten el chiste): Roma y Cold War.
Aquí podéis consultar el listado completo. Ahora, a pensar ya en los Oscar...

sábado, 2 de febrero de 2019

BAJO EL MISMO TECHO

La premisa de Bajo el mismo techo es muy clara: Divorcio + hipoteca = guerra. Bajo ese concepto, es de suponer que lo que iba a salir de aquí sería una comedia muy desmadrada que analizara la actualidad de la guerra de sexos, pero han pasado ya treinta años desde La guerra de los Rose, de Danny DeVito y la cosa no parece haber cambiado tanto.
La mención a la película protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner no es casual. Las similitudes son tantas que incluso, supongo que, como aceptación a lo innegable, se llega a mencionar en un momento dado de la película, aunque los resultados estás a una distancia infinita.
Dirigida y co-escrita por Juana Macías, la película tiene un buen punto de partida, pero todo se va al garete en el mismo momento en que se intuye que la más mínima denuncia social ha quedado relegada a la simple anécdota para dejarlo todo en manos del humor más aparatoso y casi hasta grotesco, mientras que los protagonistas están delimitados por unos personajes apenas dibujados, totalmente arquetipos (ni faltan ni los clásicos amigos como apoyo narrativo), que impiden que Jordi Sánchez y Silvia Abril (viejos conocidos) puedan lucir como saben, quedando limitados a simples caricaturas condenadas a la exageración.
Toda buena película de enfrentamientos debe invitar al espectador a inclinarse hacia uno u otro bando, siendo la película que aporta suficientes motivos por ambas partes como para crear la duda la que merece una mayor consideración. En este caso, el enfrentamiento entre los protagonistas, en lugar de servir como base para una reflexión conciliadora e integradora, no hace más que promover el desprecio irracional hacia el género contrario, invitando a que el espectador masculino se decante hacia el protagonista masculino y el espectador femenino haga lo propio con el personaje de ella. Craso error, que solo puede aspirar a trasladar a la pantalla las miserias de la vida real. Y más cuando, siendo mujer la directora, es imposible alcanzar ese equilibrio tan necesario para que el invento funcione, haciendo que su desenlace roce casi lo insultante.
Bajo el mismo techo tiene muchas situaciones locas y disparatadas, y eso sin duda conectará con un cierto tipo de público que peda llegar a soltar más de una carcajada (alguna escuché en el cine donde la vi), pero que desde mi punto de vita resulta tan estúpida y superficial, tan cliché y plana, que apenas logro hacerme sonreír en un par de ocasiones, logrando indignarme más que divertirme.
Y es que, sin menospreciar a ninguno de los actores, los que menos culpa del despropósito tienen (de hecho, Daniel Guzmán y Malena Alterio son de lo mejorcito que hay), el ver un reparto tan claramente televisivo ya anticipaba por donde iban a ir los tiros. Y es que los tiempos del humor televisivo fácil ya han pasado. Y este, además, casi nunca ha funcionado en su trasvase al mundo cinematográfico.

Valoración: Cuatro sobre diez.

GREEN BOOK

Si me hubiesen dicho hace unos años que iba a ensalzar una película dirigida por alguien apellidado Farrelly no me lo habría podido creer. Cierto es que, trabajando los dos hermanos juntos, lograron clásicos como Algo pasa con Mary o Dos tontos muy tontos, pero su “magia” parecía haber caído en el olvido, limitándose a comedias sin gracia de humor grueso y chabacano. Dos tontos todavía más tontos es el mejor ejemplo de ello.
Sin embargo, dirigiendo por primera vez lejos de la sombra de su hermano, Peter Fallerry ha demostrado con Green Book que aún merece ser tomado muy en serio. Aquí, en un relato inspirado en una historia real (y cabe subrayar lo de inspirado, a raíz de las quejas de algunos de los implicados), Farrelly demuestra que no es necesario ser afroamericano para poder tratar el problema racial en los Estados unidos, y consigue un alegato en favor a la igualdad y la integración muy por encima de lo que propone Barry
Jenkis con la aburrida El blues de Beate Street.
Green Book narra la improbable relación entre Tony, un caradura y vividor matón, honesto y fiel a sus ideales, de ascendencia italiana, y el Doctor Don Shirley, un pianista negro de alta sociedad que decide contratarlo como chofer para realizar una gira por los estados sureños del país.
Con semejante premisa, y una construcción a medio camino entre la buddy movie y la road movie, Farrelly no se limita al típico juego de dos personas distintas que se acaban entendiendo entre sí. Habría sido muy fácil pintar a Tony como un racista descerebrado que a fuerza de convivir con Doc termina simpatizando con su causa. Aquí hay mucho más en juego, como las diferencias entre clases sociales (los negros también tienen de eso) y la capacidad por saber reconocer los orígenes propios y abrazarlos como tal. Y eso se demuestra en la figura del prestigioso pianista, que pese a realizar semejante gira para desafiar a unos estados racistas y demostrar la dignidad de su raza, tampoco es capaz de sentirse cómodo entre los suyos. Quizá sea por eso por lo que, pese a que toda la historia avanza al ritmo de Tony y que el trabajo de Viggo Mortensen es impresionante, se ha terminando reconociendo a Mahershala ali como el protagonista de la función.
Ciertamente, ambos actores estás sobresalientes, mostrando una gran química entre ellos y sabiendo aportar el punto de humor y humanidad quela historia necesitaba. Una historia que, pese a algunos momentos duros e indignantes, no deja de ser una comedia muy agradable, una de esas muestras de que conviene a veces cambiar de discurso para ser escuchado mejor (algo parecido a esa otra maravilla de hace un par de años que fue Figuras ocultas), sin caer en los tópicos de que ni todos los negros comen pollo frito ni todos los polis blancos son unos racistas de mierda.
Definitivamente, Peter Farrelly ha demostrado que saber hacer algo más que tontadas de medio pelo, consiguiendo una obra magnífica, tanto en su discurso como en su puesta en escena, de cuidado paisaje musical, con momentos de gran ternura (esas cartas que Tony escribe a su mujer), una historia que, por encima de la diferencia de raza, va sobre la amistad entre dos hombres de mundos diferentes y de como aceptarse a uno mismo y a sus semejantes.
Green Book, sin renunciar a señalar con el dedo (me parece escalofriante la existencia de un libro como el que refleja el título, dedicado a mostrar hoteles a los que puede ir un negro cuando viaja, todos ellos de ínfima calidad), es una historia humana, de esas que, una vez vista, invita a plantearse ser mejor persona.

Valoración: Nueve sobre diez.