miércoles, 31 de julio de 2013

TRES60 (5d10)

Cuando un surfista sube a la cresta de una ola y realiza un movimiento brusco de 180 grados, volviendo a bajarla, se llama reentry. Si continua girando en la misma dirección completando los 360 grados se llama… pues así, 360. Empiezo de esta forma tan catedrática porque muchos os preguntaréis qué demonios significa el Tres60 del título (me pregunto si el hecho de escribir el tres en letras ha sido un recurso necesario para diferenciarla de la recientemente estrenada 360 de Fernando Meirelles), y ver la película no os va a aclarar nada. Se intuye que es alguna terminología del mundo de los surfistas, ya que el protagonista se gana la vida con competiciones de surf y ejerciendo como modelo de ropa interior, y hay algunas referencias al tema, pero nada más. Este es solo uno de los muchos ejemplos que podemos encontrar para definir esta película, una muestra más de lo prolífico que es el cine de género en nuestro país (esta vez es más cercano al thriller que al terror, aunque si es por la música no nos daríamos ni cuenta, Roque Baños empieza a repetirse peligrosamente) en una propuesta a priori interesante pero que al final resulta decepcionante, ya que pese a los esfuerzos de Luis Berdejo por escribir un guion creíble y sin demasiados fallos, la dirección del debutante Alejandro Ezcurdia es demasiado plana, terminando por aburrir. Además, que el tono sea realista no implica que nos creamos sin concesiones todo lo que ocurre y que el guion no tenga agujeros no implica que sea un buen guion.
Citaré algunos ejemplos para ilustrarlo tratando de evitar los spoilers.
La historia arranca presentándonos a nuestro protagonista, Guillermo (Raúl Mérida, un chico Danone forjado en televisión) y su ambiente: su compañera de piso María Victoria, su hermano Mario (Guillermo Estrella, sin duda lo mejor del film), su amigo Ruso (Adam Jezierski) y más adelante, Daniela (Sara Sálamo, muy mona ella, más concentrada en posar que en actuar), prima de María victoria y, a la poste, objeto del deseo de Guillermo. En casa de sus padres, durante unas reformas, Guillermo encuentra un viejo carrete que lleva a Daniela para que se lo revele (una simple excusa para contactar con ella), descubriendo en él fotos de Iván, un amigo suyo de la infancia que desapareció junto con otras que muestran órganos humanos. Inmediatamente Mario (una especie de genio informático preadolescente) elabora la teoría de que Iván fue secuestrado para robarle los órganos y Guillermo iniciará entonces una arriesgada investigación ayudado por sus amigos y hermanos para descubrir la verdad. Y aquí tenemos el primer problema: a los quince minutos de película se desvela la trama –el robo de órganos- y a la media hora ya vemos el rostro del principal culpable. Pese al tono hitchcockniano de la película los giros no resultan para nada sorprendentes, simplemente se suceden unos a otros, y el hecho de tener algunas secuencias ciertamente bien filmadas y que los actores cumplan sin molestar no me parece suficiente. Cierto es que estamos hablando de una película teen, y la mayoría de los chavales de hoy en día no tienen ni idea de quien era ese tal Hitchcock, así que, ¿quién sabe?, quizá en el fondo haya en Tres60 una intención educadora, y todo.
Junto a los protagonistas tenemos dos actores de renombre, el portugués Joaquim de Almeida y la siempre excesiva Geraldine Chaplin, que tratan de dar un poco de empaque al asunto.
Habría sido interesante un giro de guion inesperado hacia el último tercio dela película que nos despertara de la siesta veraniega que estamos echando en la butaca del cine (el mejor sitio para combatir estos calores estivales, por cierto), pero ese giro, acertado y que plantea un interesante dilema, sucede apenas en la penúltima secuencia de la película, impidiendo su desarrollo y no invitando, por ello, a que el espectador se involucre con su propio punto de vista. Así, se queda uno con la sensación de que todo lo sucedido hasta ahora no ha conducido a ninguna parte, sintiendo que hemos perdido una hora y media de nuestras vidas corriendo por un callejón sin salida.
¿Y el surf? Como si de un macguffin del gordo director británico se tratase, brilla por su ausencia, sirviendo tan solo para justificar los sueños/pesadillas del protagonista que caminan en sentido contrario a la trama de la película, quizá uno de los aciertos de la misma.

No alcanza por ello al nivel de mala película, el aprobado me parece más que justo, pero creo que decepciona y se pierde en demasiadas tonterías (un diálogo entre Guillermo y el ruso sobre su Fe parece hecha solo para no ofender a nadie con la incriminación posterior de un sacerdote en la trama), desaprovechando la oportunidad de hablar más en profundidad sobre un tema tan grave como el tráfico de órganos, tratado aquí de manera frívola y superficial. Claro que de haberlo hecho así quizá les habría salido una película demasiado madura. Y está claro que eso no es lo que buscaban. 

AHORA ME VES... (7d10)

Curioso el título de esta película que hace referencia a las populares frases que usaban los prestidigitadores para embaucar a su público durante sus juegos de manos. “Nada por aquí, nada por allí”, decían, o “ahora lo ves, ahora no lo ves”. Cosas así. Y de esto va la película, de juegos de ilusionismo, trucos (nada baratos) de magia al servicio del más puro concepto de espectáculo.
“Señoras y señores: ¡presten atención! ¡Acérquense más, por favor! Observen: en una mano sujeto a David Copperfield. En la otra están los chicos de Ocean’s Eleven. Unos toques mágicos y… ¡voilà!”
Y esto es Ahora me ves…: un reparto impactante y distinguido que juegan a combinar magia con pirotecnia, imitando al mago que hizo desaparecer a la Estatua de la Libertad ante miles de testigos. Pero el fin oculto, claro está, no es lo que parece a simple vista.
Lo explicaré un poco mejor: un cuarteto de magos especializado en diversos estilos (J. Daniel Atlas –Jesse Eisenberg- el ilusionista, Henley Reeves –Isla Fisher- la escapista, Merritt McKinley –Woody Harrelson- el mentalista y Jack Wilder -Dave Franco- el prestidigitador) son reunidos por una figura misteriosa y forman un grupo llamado Los cuatro Jinetes, que bajo el amparo del magnate Arthur Tressler (Michael Caine), debutan en Las Vegas con el asombroso truco de robar un banco en directo. Un banco que, para más inri, está en Francia. Naturalmente, la policía no se quedará de brazos cruzados y encargan la investigación a Dylan Rhodes (Mark Ruffalo), que hará equipo con la agente de la Interpol  Alma Dray (Mélanie Laurent) mientras recibirán la ayuda (o la interferencia, nunca se sabe) de Thaddeus Bradley (Moorgan freeman), un mago retirado que tiene un famoso programa en Internet en el que se dedica a desenmascarar a otros artistas del ramo.
Algunas voces críticas han calificado esta película como una tontería; bien filmada, pero tontería al fin y al cabo; a lo que yo respondo: ¿es la magia una tontería? Cuando vemos a un tipo trajeado hacer desaparecer un conejo de su chistera, o atravesar con espadas a su hermosa ayudante, o cuando el gran Juan Tamariz adivina la carta en la que estamos pensando… ¿es una tontería? Sí, por supuesto. La magia no existe. Al menos, no a ese nivel.  Es evidente que si alguien tuviese el poder de leer la mente tendría metas más ambiciosas que la de entretener a un puñado de embobados espectadores pero… ¿acaso no los contemplamos boquiabiertos, estrujándonos los sesos para tratar de adivinar el truco o incluso compramos a nuestros niños juegos de mesa para que los imiten? ¿Es eso una tontería?
Dirigida por Louis Leterrier (me gustó El increíble Hulk pero algo menos Furia de Titanes), la película no plantea una trama excesivamente inteligente, ni fuerza al espectador a devanarse los sesos. No plantea cuestiones éticas ni reflexiona sobre la sociedad actual. Tampoco lo pretende. Es un espectáculo, un divertimento de verano, una fantasía muy bien interpretada (curioso que dos monstruos de la pantalla como Freeman y Caine no hayan compartido plano nunca, aunque sí cartel en la trilogía del Caballero Oscuro) por actores tan variopintos como efectivos (Jesse Eisenberg crece en cada película, logrando personajes tan diferentes como el patético Columbus de Bienvenido a Zombieland –donde coincidía ya con Harrelson-, el frío y distante Mark Zuckerberg en La Red Social o el embaucador que aquí nos ocupa). La dirección es espectacular, con virtuosos movimientos de cámara que resaltan la grandilocuencia de los Cuatro Jinetes  y un ritmo trepidante acompañado de una música casi omnipresente que acentúa el misterio y la emoción, y con un montón de malabarismos que nos distraerán del punto de la pantalla en la que se descubre el truco. Quizá cuando pasen unos meses hayamos olvidado completamente esta película, pero durante las dos horas que dura no podremos ni parpadear un segundo por miedo a perdernos algo.
En el fondo todo es un engaño, una patraña camuflada bajo la apariencia de un bonito regalo. Pero a veces es divertido dejarse engañar, ¿no?

Sí, posiblemente Ahora me ves… sea una tontería. Tanto como cualquier buen truco de magia. Al fin y al cabo, por algo dicen que el cine es magia.

sábado, 27 de julio de 2013

LOBEZNO INMORTAL (7d10)

Antes de comenzar con mi comentario permitidme unos momentos de reflexión, en plan aviso para navegantes, ordenando un poco cronológicamente el mundo cinematográfico de X-men. Y es que, contra lo que pudiera pensarse, Lobezno Inmortal no es una secuela directa de X-men Origenes: Lobezno, ese petardo de película que desdibujo al mutante de las garras de adamantium y estuvo a punto de hundir la franquicia. Si nos centramos básicamente en el personaje de Logan, X-men Origenes: Lobezno sería la primera película de la saga, donde se explica el nacimiento del canadiense en un mundo donde no se sabía de la existencia de más mutantes (que pena que no se hubiese conformado con contar solo el origen del héroe, obviando la época más moderna, como si hicieron con El Capitán América). A continuación situaríamos X-men: Primera Generación, donde aparecen los primeros mutantes “oficiales” y Charles Xavier y Eric Lensherr asentaban las bases de su enemistad. Si recordáis, por ahí aparecía Lobezno, que simplemente ignoraba la llamada a filas de la pareja. De ahí pasamos a X-men, con el Profesor X reclutando a Logan para su academia y mostrándole la amenaza que supone Magneto. Continuamos con X-men 2 (más de lo mismo) y continuamos hasta X-men: La decisión final, donde se referencia a la saga de la Fénix Oscura y concluye con Lobezno matando a su amada Jean Grey para salvar a la humanidad. Y he querido empezar con esta aclaración primero porque el orden cronológico de las apariciones cinematográficas de Lobezno (todas ellas Hugh Jackman) no corresponde con el orden cronológico en que las películas fueron realizadas y segundo porque, al igual que pasara con Iron man 3 en referencia a Los Vengadores, mucho de lo que aquí sucede está directamente vinculado con los hechos de X-men: La decisión final. Por cierto, que la siguiente aparición de Lobezno en cines será en menos de un año en X-men: Días de futuro pasado (es decir, que tampoco será, contra lo que pudiera pensarse, una secuela de X-men: Primera generación; ¿o sí?) y debería ordenarse en el tiempo justo después de esta Lobezno Inmortal (y como enlace hay que esperar a la escena postcréditos de rigor), aunque a la vez habría que situarla también entre X-men: Primera generación y X-men. ¿Confundidos? Bueno, de esto hablaré más detenidamente el año que viene.
Al tema, que Lobezno Inmortal bebe mucho a nivel argumental de aquella película (despreciada por muchos pero que a mí me entusiasmó y me pareció muy emocionante, solo algo por debajo de las de Bryan Singer) de Brett Ratner hasta el punto de recuperar el personaje de Jean Grey (interpretado por cuarta vez por Framke Janssen), con un Logan torturado por su pasado que decide huir de lo que es y lo que representa, llegando incluso a renegar del apodo de Lobezno. Comparándola de nuevo con la reciente Iron man 3, la última aportación Marvel al celuloide se muestra a medio camino entre sus adaptaciones habituales, siendo menos colorida y divertida (como las primeras Iron man, Spider-man o la propia Los Vengadores) pero sin alcanzar la oscuridad y supuesto trascendentalismo del DC más nolaniano (los tres Caballero Oscuro o El hombre de Acero). Como en aquel caso hiciera Marvel, la 20th Century Fox ha optado por un director de interés poco dado a las pelis de superhéroes como es el irregular James Mangold (suyas son las estupendas Copland, En la cuerda floja o El tren de las 3:10, pero también la sonrojante Noche y Día, aquel tonto vehículo de lucimiento de Tom Cruise y Cameron Díaz corriendo unos San Fermines en Sevilla), dándole al film un tono más cercano al thriller que a la fantasía más pura, con toques de James Bond (homenaje incluido con la escena de la piscina). Eso hace de Lobezno Inmortal un film diferente, muy interesante y sorprendentemente emocionante, que si bien no se adentra tanto como debería en la obra Lobezno: Honor en la que se basa (un clásico de Chris Claremont y Frank Miller), si consigue reanimar a un personaje que parecía muerto tras la estúpida y totalmente prescindible X-men Origenes: Lobezno, película de la cual la Fox no reniega pero sí invita a olvidar con nulas referencias a ella. De nuevo recordando a Iron man 3, el único punto flojo del film de Madgold es que, a fin de cuentas, se trata de una peli de superhéroes, y la interesante trama de intrigas y traiciones debe perderse en el climax final para ofrecer una pelea espectacular con un villano de altura (en este caso el elegido es el Samurái de Plata, en una de las mayores licencias tomadas por el film con respecto a los personajes de comic), un enfrentamiento que pese a resultar emocionante y dramático desdibuja un poco el tono adulto del resto de la historia, algo similar a lo que sucedía con el derroche de armaduras al final del último Iron man.
La película arranca con Logan prisionero en territorio japonés en plena II Guerra Mundial, en una espectacular secuencia donde se observa el devastador lanzamiento de la bomba atómica sobre Nagasaki. De ahí saltamos al presente (debemos recordar que Logan apenas envejece), donde como ya he comentado el mutante canadiense vaga en un laberinto de desesperación y autodestrucción atormentado por sus actos contra Jean hasta que es localizado por Yukio (la extraña y desconocida Rila Fukushima) que le pide que la acompañe a Japón para despedirse de Yashida, un millonario empresario moribundo al que Logan salvó la vida en Nagasaki. A regañadientes, Logan accede solo para descubrir que todo es una trampa, un desafío que le llevará a enfrentarse a sus temores, a luchar contra sí mismo y a dudar de sus propios deseos de vivir. Pero a la vez le permitirán reencontrarse con el amor en la persona de Mariko (Tao Okamoto, otra actriz que debuta en esto del cine). Mermado físicamente como nunca había estado, Logan (¿o será de nuevo Lobezno?) deberá enfrentarse a angustiosas persecuciones, clanes mafiosos,  ninjas y una mutante letal, Víbora (otra licencia notable, en el comic el personaje no tiene ningún poder, aunque es igual o más peligrosa aún). En una cultura desconocida para él (no estamos en Lost in traslation, pero qué duda cabe de que Japón es un protagonista más del film), con sus poderes deteriorados y sin saben en quien puede confiar, Logan se enfrenta a una de sus más duras pruebas. No solo debe vencer a sus ene
migos, sino que debe descubrir en lo más profundo de su ser si tiene fuerzas para seguir luchando por ello.
Por supuesto, la película podría ser más reflexiva e intimista, pero por suerte no se empeña en profundizar en exceso, anteponiendo ante todo la acción y la espectacularidad con secuencias de acción muy bien filmadas y en las que se agradece que no se abuse de los efectos digitales (una de las cosas más ridículas de X-men orígenes: Lobezno eran las garras de adamantium generadas por ordenador).
Interesante, emotiva y divertida, Lobezno Inmortal no pretende ser una drama shakesperiano, sino un entretenimiento veraniego algo más inteligente que la media, ofreciendo algo más que mamporros a diestro y siniestro y ejerciendo como telonera a la próxima X-men: Días de futuro pasado, aunque arriesgándose a que la franquicia mutante quede demasiado saturada de un único personaje que más que icono se ha convertido en amo y señor de un universo que, como demostró Matthew Vaughn en X-men: Primera generación, puede sobrevivir sin él. Si se atreven.
Sobre Hugh Jackman, pues ¿qué queréis que os diga? Pasa lo mismo que con Robert Downey Jr. Después de interpretar el personaje cinco veces (seis si contamos el cameo) y estar a punto de hacerlo de nuevo (y encima por partida doble, ya hablaremos de ello, os lo prometo), pues no hay ninguna duda de que Lobezno es él y nadie más que él. Brutal y efectivo para nuestros gustos, atractivo y descamisado para los gustos de ellas. ¿Qué más se puede pedir?

Cierto es que, una vez más, los más fanáticos seguidores del comic se rasgaran las vestiduras por algunas de las cosas que suceden pero, mentalizaos, chicos, esto es el universo Marvel del cien. Aquí la cosas son diferentes, para bien o para mal, y si nos obsesionamos por trasladarlo todo textualmente del papel al celuloide difícilmente lograremos disfrutar. ¿O no?

domingo, 21 de julio de 2013

NOCHE DE MARCHA (4d10)

Aunque no sea culpa dela película original, sino de su traducción al español, el título del film que voy a analizar hoy es una muestra del nivel de originalidad que vamos a poder vislumbrar en pantalla. Nos encontramos ante una nueva comedia disparatada de adolescentes, donde una noche de juerga termina con resultados imprevistos, adornada con vomitadas a cámara lenta, culos, chistes escatológicos, alguna teta y más culos (¿es una nueva moda que en este tipo de pelis los chicos acaben siempre en pelotas? ¿de verdad eso es tan divertido?). Sin embargo, esta vez, en lugar de copiar los esquemas clásicos de American Pie y similares, con el arte de la fornicación post-acné como telón de fondo nos encontramos con un calco, abusivamente descarado, de Resacón en Las Vegas, con la única licencia de rebajar ligeramente la media de edad de los protagonistas. Y es que no en vano los directores (que debutan con esta obra en tan nobles tareas) y guionistas son los mismos que escribieron a cuatro manos los tres capítulos de la mencionada saga: Jon Lucas y Scott Moore.
Como en aquella, la película comienza con las consecuencias para Casey (Skylar Astin, un actor que lleva pululando por ahí desde el 2008 y que de lo mejor que puede presumir en su currículo es de tener un cierto aire a Mario Casas) y Miller (Miles Teller, que ya deambulaba en aquella otra obra maestra del cine para adolescentes con problemas mentales llamada Proyecto X) de una noche loca. Lo único que sabemos de ellos es que caminan desnudos por el campus de una universidad, con unas letras gravadas a fuego en una de sus nalgas enrojecidas y con sendos calcetines ocultando la parte más ¿noble? de su anatomía. Damos un salto en el tiempo hasta la víspera anterior y empieza entonces el relato de lo sucedido esa noche hasta terminar en tan grotesca situación. Como veréis, el mismo esquema de Resacón, pero con la mitad de gracia.
La noche en cuestión Casey (un chico formalito y con responsabilidad, la versión imberbe de Bradley Cooper) y Miller (irresponsable, inmaduro, inconsciente, vamos, como Zach Galifianakis pero sin barba ni barriga) van  a casa de Jeff Chang (Justin Chon, salido de la saga Crepúsculo), la tercera pata de la silla, el amigo al que no veían en mucho tiempo, para celebrar con él –incluso a su pesar- su veintiún cumpleaños, prometiéndole que lo devolverían a casa sano y salvo y a una hora adecuada, ya que al día siguiente el joven cumpleañero tiene una importante entrevista de trabajo. Naturalmente, no son capaces de cumplir su promesa ya que Jeff termina completamente borracho y ninguno de sus dos amigos tiene ni la más mínima idea de dónde está su casa. Comenzará entonces una carrera contrarreloj para descubrir la dirección maldita que los llevará a enfrentarse a toda una hermandad de latinas, ser perseguidos por un búfalo, enemistarse con un chulito universitario, Randy (Jonathan Keltz, en cuya filmografía figuran títulos como Fin de Curso o American Pie: Fraternidad Beta, ya veis por dónde van los tiros, ¿no?), participar en un tiroteo, robar un coche, superar una serie de pruebas en otra hermandad universitaria… Toda una serie de dificultades que insistentemente siguen recordando a Resacón mientras al inconsciente Jeff le hacen mil y una perrerías (como al Stu que interpreta Ed Helms, aunque cuando recupera la consciencia se desmelena recordando también al personaje de Ken Jeong).
Todo este batiburrillo de plagios podría perdonarse si por lo menos la película fuese más divertida, pero los momentos de humor (humor de verdad, del casposo hay a montones) son tan escasos que no merece llegar ni siquiera al aprobado rascado, por más que en algunos momentos pretenda ponerse seria con la historia de amor entre Casey y Nicole (Sarah Wright, no me voy a molestar en comentar su filmografía, aunque en televisión al menos se ha dejado ver por CSI: Miami, Malcolm, Mad men o Cómo conocí a vuestra madre). Ni siquiera tenemos aquí algún “regalo” en forma de cameo estrella, al no ser que nos conformemos con la presencia de François Chau, actor camboyano con bastante recorrido pero al que recordaremos eternamente por ser quien daba la cara en los vídeos explicativos de la Iniciativa Dharma en Perdidos). Eso sí, quien encuentre divertido un plano de más de sesenta segundos de Jeff vomitando al aire a cámara lenta o masticando un tampón que no lo dude, esta es su película.

Por lo demás escenas del trío divirtiéndose a cámara lenta con música de fondo, avanzando por la calle en plan épico (que de moda se ha puesto este término últimamente) con más música de fondo y profundas reflexiones sobre la amistad y la necesidad de madurar (¿os suena de algo?) que pretende camuflar un ligero mensaje moralista en medio de una gamberrada políticamente incorrecta y que busca tan desesperadamente el exceso que termina por resultar indiferente. Al final, ni divierte lo que tiene que divertir ni asquea lo que tiene que asquear. Todo es demasiado flojo, como los diálogos, que aspiran a algo a lo que no llegan y demuestran que por bueno (o malo) que pueda ser un guion la mano del director y los actores siempre será relevante. Y estos tipejos apellidados Lucas y Moore no son Todd Phillips ni de lejos. 

EXPEDIENTE WARREN: THE CONJURING (5d10)

Dicen por ahí que James Wan es el nuevo rey del terror americano. Narices no le faltan, desde luego, a este realizador nacido en Malasia que en lugar de buscar el acomodo fácil de los remakes ochenteros que tanto pululan por ahí últimamente prefirió buscarse las habichuelas por su cuenta y, partiendo de sus propios guiones, crear una nueva saga que iba a convertirse casi de inmediato en un clásico. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Saw, que escribió y dirigió en 2004 y cuyas continuaciones dejó en manos de otros (aunque se mantuvo como productor desde la 2 a la 7), aunque se encargó de escribir también el argumento de la tercera parte. Cuando todo el mundo se dio cuenta del nuevo filón y comenzó a copiarlo, abusando del kétchup en mil y unas producciones, él se desmarcó diciendo que el terror del futuro debía prescindir de la sangre, y se embarcó en una historia más clásica de fantasmas como Insidious, que volvió a dar en el clavo y de la que ya está rodando la secuela.
En este estilo habría que incluir a Expediente Warren, el relato verídico (cada uno que crea lo que quiera) de un matrimonio famoso por sus estudios parapsicológicos y su caso más aterrador (bueno, no sé si será realmente el más aterrador, pues están preparando ya el rodaje de una secuela que se basará en otro caso real investigado por estos señores). El matrimonio Warren, formado por Ed (Patrick Wilson, que ya estaba en Insidious y al que podemos recordar también como protagonista de Watchmen) y Lorraine (Vera Farmiga, la estupenda actriz de Up in the air, Infiltrados o Código fuente, por ejemplo) que deciden ayudar a la familia Perron (Lili Taylor, que ya lo pasaba mal en La Guarida y daba muy mal rollo en Rescate, es la única cara conocida de este matrimonio con cinco hijas) que se mudan a un caserón cercano a un lago poblado por diversos espíritus, uno de los cuales quiere poseer a la madre y obligarla a matar a su benjamina.
Lo mejor de la película, aparte de sus actores, de una calidad sorprendente en este tipo de producciones, es la construcción narrativa, que nos muestra las historias de los Warren y los Perron de forma paralela hasta que sus historias se unen definitivamente, en lugar de hacer que los investigadores (los verdaderos protagonistas del film) aparezcan en mitad de la trama, como sucedía en Poltergreist, por ejemplo.  Lo peor es que, pese a lo bien construida que está la atmósfera y lo efectivos que son los sustos no se puede evitar la sensación de haberlo visto todo con anterioridad. Fantasmas que se reflejan en espejos, sombras, pies de ahorcados, cajas de música, posesiones… si, vale, quizá no todo junto en una sola película (y que nos insisten en que es todo real, incluyendo en los títulos de crédito fotografías de los personajes originales) pero todo me resulta ya muy manido, muy conocido. Los sustos te podrán hacer saltar de la butaca, pero en ningún caso te acompañarán a casa y se meterán en tu cabeza a la hora de dormir, como debería hacer una buena película de terror. En este sentido Wan ha fallado, quizá lastrado por no poder manipular el guion a su antojo.
Y permitidme que me aleje por un momento de la película, pero no puedo evitar comentar un curioso dato sobre el director, ya que acaba de confirmarse cuál será su próximo proyecto una vez finalice Insidious 2 y antes de Expediente Warren 2… ¡¡¡Fast & Furious 7!!! Eso sí que puede dar miedo de verdad, más cuando en esta película demuestra que no es un virtuoso con la cámara, precisamente, buscando más los movimientos torpes con aire documental y planos largos y lentos, algunos demasiado, que el ritmo frenético adecuado para una película de acción.

En fin, miedo y mal rollo, pero no el suficiente. Solo Wilson y Farmiga permiten que la película esté algo por encima del montón de exorcismos que vemos en cine mes sí, mes no. Algo es algo.

lunes, 15 de julio de 2013

NIÑOS GRANDES 2 (2d10)

Qué difícil es comentar una película como Niños Grandes 2 sin caer en la escatología que tan gustosamente promete el film. Y es que si la primera entrega de la película ya era vulgar y zafia (como casi todo el cine de Adam Sandler) pero al menos recuerdo en ella situaciones divertidas (lo mínimo que se le debe exigir a semejante reparto), esta continuación no puede tener una definición más apropiada que la de ser una mierda  basura como un piano. 
Es la sexta colaboración entre el supuesto comediante y el director Dennis Dugan, pero podrían hacer dos millones de películas juntos y no creo que entre ambos consiguieran una sola chispa de talento. ¡Es tan espantoso todo lo que acontece en la película! Y ya no es solo por el abuso indiscriminado de escatología barata (cuando luego hay padres irresponsables que piensan que es una película infantil y llevan a sus niños al cine; luego preguntarán donde aprenden a decir tacos o hacer cochinadas) y poco original (¿un chiste sobre crema de helado de chocolate que parece mierda? ¿la habilidad para tirarse pedos? ¡Por favor! ¡Qué estamos en el 2013!) o porque el único leitmotiv sea ver en repetidas ocasiones el alegre balanceo de los pechos de Salma Hayek, Maria Bello o cualquier escultural chica que pase por ahí (eso hay que reconocérselo, el casting parece haber sido elegido por el mismísimo Charlie Harper de Dos hombres y medio).  Lo peor es el desprecio total hacia el espectador, hacia el que no se han molestado en ofrecerle el más mínimo esfuerzo para concebir un guion que disimule en parte las absolutas carencias cómicas de Sandler, que si habitualmente ya es un mal actor en esta ocasión se supera a sí mismo, dando la impresión incluso de que trabaja con más mala gana de lo habitual, como sabiendo que tiene un grupo de seguidores que pagarán sea lo que sea la basura que les ofrezca y solo quiera cobrar su cheque. Y, si se tercia, empezar a escribir Niños Grandes 3 (tiempo al tiempo).
Naturalmente, no se puede pedir a una película de estas características un libreto de Oscar, pero al menos en otros títulos similares estrenados este año (R3sacón, Por la cara…) tenían una estructura narrativa. Aquí tenemos solo a un puñado de inútiles que se supone que debemos recordar por la anterior película, incomprensiblemente felizmente casados, que van por ahí haciendo cosas. Todo es un sinsentido, una sucesión de situaciones ridículas sin la más mínima coherencia. Incluso los argumentos secundarios que se plantean en un momento dado caen completamente en el olvido o resueltos con un gag estúpido, como si quisieran librarse de ellos de un plumazo porque lo único que importa son las burradas de Sandler y sus amigos.
Lo más triste de todo quizá sea ver cómo, ya sea por amiguismo o simplemente por dinero, algunos actores de prestigio se dejan humillar de esta manera (además de las ya mencionadas Hayek y Bello tenemos también la aparición de Steve Buscemi), aunque el colofón final, el colmo de los colmos, lo ponen las interpretaciones de Shaquille O’Neal y Taylor Lautner (el lobito de Crepúsculo), demostrando que el talento es lo de menos en esta pantomima para único deleite de incondicionales de la basura.
Poco hay que decir de los protagonistas. Sandler, Kevin James, Chris Rock y David Spade supongo que se lo habrán pasado pipa con este engendro al que ni siquiera se le puede extraer una simple moraleja, aunque posiblemente consigan hundir más si cabe sus ya maltrechas carreras.
Lo que más me asombra es echar un vistazo a la taquilla americana y ver que en su estreno ha sido la segunda película más vista, superada solo por Gru, mi villano favorito 2 y por encima del estreno fuerte del día Pacific Rin (esa epopeya gigantesca de Guillermo del Toro que me temo va a ser un sonado fracaso, aunque de ello hablaremos en unas semanas), lo que demuestra que en este mundo hay gente para todo. Por supuesto, si en la película hay dos mil chistes apelotonados uno detrás del otro, alguno tiene que hacer gracia, por narices, como el gag de la barca hinchable o los disfraces ochenteros, pero mucho hay que rascar para sacar algo, incluso la más leve sonrisa.

Y digo yo, ¿por qué nadie le pide a Sandler que deje de producir películas? Mejor aún, ¿por qué nadie le dice a Sandler que deje de escribir películas? Y lo más importante, ¿por qué nadie le dice a Sandler ¡de una puñetera vez! que deje de protagonizar películas?

THE EAST (7d10)

Hace dos años Brit Marling se hizo popular con la película Otra Tierra, de la que también era guionista, y gracias a la cual se ha convertido en una especie de musa del cine más independiente de Estados Unidos, aunque se deje ver de vez en cuando en alguna producción más comercial (hacía de hija de Richard Gere en El Fraude, por ejemplo). Ella y el director de cine Zal Batmanglij pasaron un tiempo conviviendo con una comunidad ecologista y juntos se les ocurrió la idea que sirvió como simiente para esta película. En ella, Marling interpreta a una joven ex agente del FBI que decide entrar a trabajar en el sector de la seguridad privada, siendo su primera misión encontrar a una organización terrorista llamada The East.
Como la comunidad en la que estuvieron Marling y Batmanglij, The East son un grupo anarquista antisistema, que desprecia los productos químicos y se alimentan de aquello que los restaurantes y supermercados arrojan a la basura. Nobles ideales si se quedasen en eso, pero The East, influenciados por las experiencias personales de cada uno de sus miembros, deciden ir más allá y atentar contra aquellas organizaciones que se enriquecen egoístamente sin pensar en las consecuencias: farmacéuticas que ocultan efectos secundarios, petroleras que arrojan flujo al mar o empresas energéticas que contaminan ríos  están bajo su punto de mira.
Sarah se infiltra en el grupo y conseguirá ganarse su confianza, pero cuanto más tiempo pase con ellos más dudará de su misión.
Estrenadas de manera minoritaria, como corresponde a una película relativamente independiente (su presupuesto lo es, pero para hacer honor a la verdad los hermanos Scott –posiblemente en una de sus últimas aportaciones al cine del desaparecido Tony- están detrás de la producción), The East es una interesante película que aprovecha una trama de intriga para realizar una denuncia social, intentando afectar a nuestras conciencias e invitándonos a reflexionar al salir del cine. Naturalmente, no todo será blanco y negro. No es cuestión de defender a los terroristas ni de condenar a todas las multinacionales. Hay escalas de grises y cada uno debe cargar con su propia cruz. Así lo entiende Sarah, que debe decidir a quién debe lealtad, si es que se la debe a alguien.

La película funciona perfectamente, las situaciones son creíbles y es fácil empatizar con los integrantes de The East, por más que podamos estar más o menos de acuerdo con ellos. Cuenta además con unas buenas interpretaciones (aparte de Marling, constantemente en el punto de mira de la cámara), destacando el sueco Alexander Skarsgärd (visto en True Blood), Ellen Page (Juno, X-men, Origen), Toby Kebbell (Ira de Titanes, Prince of Persia), Shiloh Fernandez (uno de los mutilados de la nueva Posesión Infernal) y con breves apariciones de veteranos como Patricia Clarkson (Shutter Island, La milla verde), Julia Ormond (Leyendas de Pasión, Sabrina y sus amores) o Jamey Sheridan (últimamente visto como el vicepresidente Walden en Homeland). Quizá la única pega es el esfuerzo de Marling y Batmanglij por dar un punto de esperanza a la historia, con un final –durante los títulos de crédito- demasiado poco creíble y muy optimista.

THE PURGE (LA NOCHE DE LAS BESTIAS) (6d10)

Cuando los productores Jason Blum (Insidius, Paranormal Activity) y Michael Bay (Transformers, Armageddon) se unen para un proyecto de terror de bajo presupuesto la cosa promete ser interesante. Tras las cámaras, James DeMonaco, con una sola película en su haber (Staten Island) pero una interesante trayectoria como guionista (Negociador, Asalto al distrito 13, El poder de la sangre…) y frente a ellas uno de los mejores actores de su generación, Ethan Hawke (doblemente de estreno por el final de la trilogía que supone Antes del anochecer) y Lena Headey (300, Dredd y, sobre todo, Juego de Tronos). Y lo más importante: un argumento directo, brutal e impactante. Estamos en el año 2022 y la sociedad ha alcanzado un nivel cercano a la perfección, sin apenas delitos, gracias a una curiosa iniciativa de los llamados “nuevos padres fundadores”. Una vez al año, durante doce horas, se realiza una Purga (¿y por qué demonios no han traducido el título de la película, si la palabra Purga se repite unas doscientas mil veces a lo largo del film?), durante la cual cada uno puede dar rienda suelta a sus instintos más primarios, pues durante ese tiempo no hay policía, ni servicios de emergencia ni hospitales y los delitos de vandalismo, robo o asesinato no están penados. Una premisa absorbente y aterradora por la simple idea de lo que podría hacer el ser humano si se le eliminan las barreras legales o morales.
En este mundo se encuentra la familia Sandin. Y se encuentra estupendamente bien, por cierto, ya que el cabeza de familia, James, es el mejor comercial de una empresa de sistemas de seguridad, gracias a lo cual puede permitirse una magnífica mansión en una buena zona residencial y, por supuesto, convenientemente fortificada en la que pasarán a salvo la noche de la Purga junto a sus dos hijos.
DeMonaco crea una atmósfera angustiante, centrando el noventa por ciento de la acción en el interior de la casa, como corresponde a su paupérrimo presupuesto, recordando títulos como Funny Games o La habitación del Pánico (ya que no creo que sea muy arriesgado presumir que alguien va a acabar entrando, claro está). Con unas pinceladas de crítica social (la gracia de la Purga es que bajo la apariencia de igualdad, en realidad son los ricos los que tienen la posibilidad de hacer lo que quieran contra los más pobres, que no tienen recursos para pagar sistemas de defensas), un poco de moraleja ética (los Sandin están entusiasmados con la Purga; a medida que avanza la noche cambiarán sus valores morales y tendrán que tomar decisiones dramáticas), la película acaba derivando en una cinta de intriga, abusando demasiado de algunos tópicos del género del terror y con una media interpretativa (a excepción de Hawke) algo floja: el desconocido Rhys Wakefield aporta una inquietante presencia, pero poco más, mientras que Headey se limita a regalarnos primeros planos en los que destacar el azul de sus ojos y solo se le permite una escena de lucimiento hacia el final del metraje (¡que era la Sarah Connor de la serie televisiva, por Dios!).
La noche más salvaje y despiadada del año debería ser una velada tranquila para los Sandin a salvo tras su fortaleza hasta que un mendigo perseguido por un grupo de sádicos niños pijos logra colarse en su interior y ellos deberán decidir entre entregar al desdichado a una muerte segura o convertirse en objetivo de los psicópatas (que pasadas las doce horas, recordemos, volverás a actuar como gente normal, con sus trabajos, su familia y su exquisita educación). El problema de la película es que tras semejante sinopsis uno esperaría encontrar un torbellino de violencia y mala leche, pero por muchos disparos, hachazos y apuñalamientos veamos, todo es demasiado previsible, demasiado vacuo. No estamos, desde luego, ante un film de Tarantino (ni siquiera de su amigo Robert Rodriguez) y aunque no se trata de hacer comparaciones no puedo evitar pensar que habría sido de esta historia en sus manos. Así, superado el impacto inicial y pese a un par de giros de guion, todo resulta demasiado previsible, demasiado manido como para que el resultado final esté a la altura de lo planteado.

Pero no seamos demasiado duros. Al fin y al cabo la premisa en si ya resultaba un soplo de aire fresco en este Hollywood actual, así que, ya que está anunciada la secuela, quizá la Pulga merezca una segunda oportunidad. Al fin y al cabo, se trata de sacar lo peor del hombre, ¿qué puede eso tener de malo?

EL HIPNOTISTA (5d10)

Rodada en Suecia y estrenada casi a la vez que Trance, de Danny Boyle (otro film de intriga sobre hipnosis), El Hipnotista supone el regreso de Lasse Hallström tanto a su país como a su idioma original, después de unos años consagrados, aunque irregulares en Hollywood, con títulos tan notables como Chocolat o Las normas de la casa de la sidra o mediocridades como Querido John o la reciente Un lugar donde refugiarse. Aunque el director esté totalmente consagrado en Estados Unidos, la película supone una nueva demostración de que la falta de ideas originales no es exclusividad de los USA, ya que desde el éxito de la saga Millenium parece que el cine nórdico esté obligado a limitarse a escabrosos thrillers policíacos (y si están basados en alguna novela negra, mejor).
Este es el caso de El Hipnotista, basada en una novela de Alexander Ahndoril y protagonizada por Tobías Zilliacus, Mikael Persbrandt y Helena af Sandeberg, actores de amplio currículo pero totalmente desconocidos fuera de sus fronteras, además de Lena Olin, la presencia más internacional a la que podemos recordar por La insoportable levedad del ser, Chocolat o por su papel como Irina Derevko en la serie Alias, aparte de ser la esposa en la vida real del director.
La película arranca con el brutal asesinato a cuchilladas de una familia de la que solo sobrevive el hijo adolescente, que se encuentra en el hospital en coma. El comisario Joona Linna (Zilliacus) es el único que piensa que se trata de un homicidio premeditado (las sospechas iniciales recaen en un ajuste de cuentas; el padre tenía muchas deudas de juego) y, aconsejado por la doctora Daniella (Sandeberg) acude a Erik Maria Bark (Persbrandt), que por medio de la hipnosis tratará de interrogar al muchacho sobre esa fatídica noche.
A partir de aquí comienzan dos historias paralelas en las que Hallström muestra su lado más intimista, que termina por se lo mejor de la película. Por un lado tenemos a Joona, solitario, sin más vida que su trabajo y con Magdalena como única amiga, su ayudante que, a diferencia de él, sí ha sabido compaginar trabajo y familia. Por otro nos encontramos a Erik, un doctor de oscuro pasado, adicto a los somníferos cuyo matrimonio con Simone (Olin) pasa por un mal momento después de que él le fuese infiel hace dos años con Daniella. La película es hasta ahora lenta pero inquietante, con una atmósfera muy bien creada que tiene al espectador el vilo y con unos actores que dan lo mejor de sí mismo. Y esto es lo que motiva que finalmente no decidiera suspender la película, porque una vez se acelera la acción parece que Hallström se haya traído lo peor de Hollywood, con un guion trillado, giros ridículos y momentos verdaderamente bochornosos.
La investigación policial se me antoja torpe y confusa, así como las motivaciones de Joona, al que quizá no conozcamos suficiente, para obsesionarse tanto con el caso y tomárselo como algo personal, así como de creer desde el primer momento tan ciegamente en la opción de la hipnosis, sin          que en ningún momento se nos muestre ningún avance en la investigación. Soy consciente de que la vida real no es tan sencilla como en las series americanas y que esto no es Mentes Criminales o Bones, pero estoy seguro que cualquier espectador, durante la proyección del film, estaba pensando en cómo haría sus propias pesquisas que, vista la resurrección final, habría sido lo más sencillo. Por ejemplo, y ahora debo entrar una vez más en el terreno de los SPOILERS, ¿Cómo puede ser que en cierto momento el villano secuestre al hijo de Erik y Simone ayudándose de drogas inyectadas y no piensen en buscar a alguien con conocimientos de medicina? ¿O qué tarden tanto en descubrir que hay un quinto miembro de la familia que esté en una casa de acogida? ¿O que resulte que el chico en coma era adoptado? Y no solo la policía parece inútil, sino que todas las situaciones del guion, una vez desvelados sus secretos, son completamente ridículas (y el personaje que al final resulta ser el malo, no diré más, es el colmo de lo absurdo y descabellado, así como sus acciones y su influencia sobre el chico en coma), llegando a pensar que Hallström toma a los espectadores por imbéciles.

De esta manera, la trama se va desinflando hasta derivar en un film mediocre e insulso con un desenlace que copia lo peor del cine americano. Toda una decepción en la que al menos Hallström sabe aprovechar algunos hermosos paisajes y panorámicas de su país.

lunes, 8 de julio de 2013

UN AMIGO PARA FRANK * (6d10)

Por fin llega a las carteleras esta simpática película que ya se vio en Sitges y se había definido como una especie de Intocable pero con robot. Afortunadamente no es así, y no lo digo porque no me agradara la película que protagonizaron François Cluzet y Omar Sy, sino porque si ya es difícil entrelazar comedia y drama sin caer en lo grotesco o la sensiblería -y en algún momento la obra francesa se acerca peligrosamente- repetir la jugada se me antoja tan complicado como cansino.
No, la película de Jake Schreier no busca la lágrima fácil ni la risa tonta del espectador, sino que le invita a entrar en una historia de amistad disfrazada de robos (¿o es una historia de robos disfrazada de amistad?) gracias principalmente al buen hacer de su protagonista Frank Langella, la mejor arma para conseguir que el film funcione y su historia sea creíble.
Nos encontramos en un futuro cercano y real, un futuro tan cotidiano que podría ser pasado mañana, ya que solo algunos detalles sutiles nos permiten distinguirlo de nuestro presente, como los videoteléfonos, algún coche eléctrico y el cierre de la biblioteca del pueblo por considerarse los libros en papel cosa del pasado en favor de las digitalizaciones. Lo más novedoso es, no obstante, la utilización de robots como asistentes domésticos para la gente mayor, de manera que hay un cierto recuerdo de Eva de Mike Maíllo (puede apreciarse algún atisbo de I.A. de Spielberg, aunque este ejemplo sí sería demasiado futurista).
Frank (Frank Langella) es un antiguo ladrón de guante blanco, divorciado y con síntomas de Alzheimer cuya hija Madison (Liv Tyler) está casi siempre en el extranjero por motivos de trabajo, por lo que solo recibe las visitas semanales (y breves) de su hijo Hunter (James Marsden). Por ello, éste decide regalarle un robot que haga las veces de cuidador y mayordomo. Al principio Frank no aceptar a su nuevo amigo, pues su única preocupación es apurar los últimos días de existencia de la biblioteca y tratar de cortejar a Jennifer, la bibliotecaria (Susan Sarandon). Sin embargo, la relación entre el anciano y el robot cambiará cuando el primero comprenda que puede aprovecharse del segundo para volver a su carrera delictiva.
Filmada con sensibilidad, que no con sensiblería, la película muestra con fortuna los problemas de memoria de Frank, comparándolos a la decisión que debe tomar él mismo sobre si borrar el disco duro o no del robot para protegerse de la policía, mientras el propio robot, por más que insista durante todo el metraje en qué no es humano, termina aprendiendo de Frank el sentido de la amistad y la lealtad.

Como colofón, cabe destacar los títulos de crédito finales acompañados de imágenes de robots reales, recordándonos lo cercano que está este futuro imaginario.

domingo, 7 de julio de 2013

STAR TREK, EN LA OSCURIDAD (9d10)

En 2006 un prometedor cineasta de 40 años que despuntaba como guionista (A propósito de Henry, Eternamente jovenArmageddon) y creador televisivo (Felicity, Alias), posiblemente gracias al éxito que estaba siendo su último proyecto, la serie Perdidos (Lost, que supondría un hito en la historia y cambió la manera de hacer televisión), debutó como director de cine con Misión Imposible 3, posiblemente el único traspiés en su todavía corta trayectoria. 
Para tratar de resarcirse prometió a la productora un gran éxito por cuatro duros y produjo (dejando los mandos de la dirección a su amigo Matt Reeves), con una espectacular campaña publicitaria viral sin precedentes, Monstruoso, que superó las expectativas más optimistas y le permitieron tomar las riendas de la renovación de una saga si no muerta, por lo menos agónica: Star Trek. Cuatro años después, tras emocionar con Super 8, recuperar el brillo perdido con la producción de Misión Imposible: protocolo fantasma y rizar el rizo en materia televisiva con Fringe (a lo que habría que añadir la confirmación de que se sentará en la silla de director de la nueva Star Wars), J.J.Abrams regresa al mundo de Star Trek de la mano de sus fieles compañeros de juerga y guionistas habituales: Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon Lindelof.
Cuando se planteó resucitar Star Trek hubo mucho debate sobre si hacer una nueva secuela, un remake o un reboot, pero Abrams, más listo que ninguno, consiguió zanjar el asunto haciendo las tres cosas a la vez, consiguiendo empezar de nuevo con los personajes clásicos pero más jóvenes y con nuevos rostros, aunque manteniendo la continuidad con las diez películas anteriores, usando algunos de sus recursos favoritos (que ya había practicado en sus series) como los viajes en el tiempo y la creación de líneas temporales alternativas, es decir, este Star Trek se desarrolla en un nuevo universo paralelo al ya conocido, y cono nexo de unión la presencia de un veterano Spock, con el insustituible rostro de Leonard Nimoy. El resultado fue una película magnífica, para muchos la mejor de la saga, con una sabia combinación de acción, espectacularidad y fantasía,  cuidando a los personajes y con medidas dosis de humor. Dicen los fans más radicales, los trekkies, que está más cerca del espíritu de Star Wars que del de Star Trek,  a lo que yo añado: ¿y eso es malo?
El caso es que por segunda (o doceava) vez aterriza en nuestras salas la nave Enterprise, repitiendo el elenco original completo con dos incorporaciones: Peter Weller (inolvidable Robocop) y Alice Eve (vista recientemente en Men in Black 3). Tras ver en la anterior película como Jim Kirk aprendía a asumir sus responsabilidades, en esta ocasión tendrá que dar un paso adelante y demostrar que es algo más que un temerario irresponsable y estar a la altura del cargo de capitán de la USS Enterprise, mientras que Spock descubrirá el valor de la amistad y de esos sentimientos humanos que su mitad vulcana se empeña en ocultar. Pero esto no es un drama sentimental, ni mucho menos. Star Trek,  en la oscuridad contiene mucha más acción, épica y espectacularidad que sus predecesoras, siendo una delicia visual, un torbellino de adrenalina que se disfruta del primer al último minuto y repleta de guiños que seguro los fans más clásicos sabrán reconocer y disfrutar (por fin vemos a los klingons, sin duda la gran amenaza que llegará para cerrar la trilogía de Abrams). Los actores protagonistas, por su parte, se sienten cómodos en sus personajes, totalmente identificados con ellos y haciéndonos olvidar a los William Shatner, Leonard Nimoy y compañía de las primeras películas. Para las nuevas generaciones la tripulación del Enterprise es y será la formada por Chris Pine (Kirk), Zachary Quinto (Spock), Zoe Saldana (Uthura), Karl Urban (Bones), Simon Pegg (Scotty), John Cho (Sulu) y Anton Yelchin (Chekov).
Todo en este film ronda la perfección, empezando por una historia que atrapa, una acción que apabulla y una dirección impecable, aunque la guinda que corona el pastel es la sublime banda sonora de Michael Giacchino, compositor fijo de Abrams que crece con cada nuevo proyecto.
Hay algo en esta película que demuestra la implicación de todos los componentes del equipo, el cariño con el que se ha trabajado, la pasión y la energía que hay puesta en cada escena y que termina atrapando y emocionando al espectador (aprended lo que es una película con alma, Nolan, Snyder, Zimmer y compañía).
De todas formas,  todo esto podría valer también para la anterior Star Trek, así que... ¿qué tiene esta de especial para ser mejor que la anterior (y para, de hecho, ser la puntuación más alta que he otorgado en esta web)? Su villano, no hay duda. Sin querer menospreciar al Nero de Eric Bana, le faltaba algo para ser esa gran amenaza que nos acongojara a todos (por más que destruya Vulcano y estuviera a punto de hacer lo mismo con la Tierra), pero la presencia enigmática y sobrecogedora de Benedict Cumberbath (el mejor Sherlock Holmes que ha habido nunca) como Khan es sencillamente impresionante. No he sido nunca un gran seguidor de esta saga (de hecho creo que he visto todas las películas del reparto original, pero que me aspen si las recuerdo), así que no entraré a valorar las posibles comparaciones entre este Khan y el que interpretara Ricardo Montalbán, pero la historia que rodea a esta versión del personaje convence como para otorgarle el papel de malvado del film (aunque no el único) mientras que Cumberbath llena la pantalla con su mirada penetrante y su aspecto amenazador.
Quizá sí que Abrams tenga más corazón de Jedi que de trekkie, y muchos momentos de la película pueden recordar a la saga de Lucas (el planeta primitivo, sin ir más lejos), pero eso, por mucho que ofenda a un puñado de frikkis obsesivos, es algo positivo. Por un lado, ha conseguido resucitar una saga agotada y caída en el olvido (todos esperamos ahora con impaciencia esa anunciada guerra entre la Alianza y los klingons) y por otro ha colmado de esperanzas y entusiasmo desbordado el inminente inicio de la nueva trilogía de Star Wars, tras los decepcionantes episodios uno a tres.
Así que... ¿Qué hacéis leyendo esto en lugar de ir corriendo a verla?

Que la fuerza os acompañe... Err... Esto... Perdón... Quería decir: Larga vida y prosperidad.

GRU, MI VILLANO FAVORITO 2 (8d10)

En ocasiones resulta exageradamente fácil realizar una crítica cinematográfica. Por encima de gustos, opiniones o estados de ánimo,  no hay nada mejor que acudir a una sala de cine llena y limitarse a observar alrededor. Llevaba tiempo sin disfrutar no simplemente de una película, sino del ambiente que genera, y más de una hora y media de carcajadas constantes es la mejor referencia para definir esta secuela de Gru, mi villano favorito, escrita por Ken Daurio y Cinco Paul y dirigida de nuevo por Pierre Coffin y Chris Renaud. Escapando de moralina barata (que los niños de ahora no son tontos, hombre) ni buscando un humor supuestamente inteligente y situaciones exageradamente sensibleras que atraigan al público adulto, sus creadores apuestan por humor puro y duro, confiando que lo que puede hacer desternillarse a un niño igualmente lo logrará con sus padres. Y desde luego que aciertan. Sí, claro, hay historia de amor, sentimientos y se habla de la familia, pero en ningún momento eso está por encima del objetivo real: divertir.
Con Gru ahora en el lado de los buenos una organización gubernamental ultrasecreta requiere su ayuda para identificar a un nuevo villano que ha robado una fórmula para crear seres monstruosos con los que conquistar el mundo. Con la ayuda de la atractiva (y excéntrica) Lucy, Gru deberá volver a la palestra compaginando la acción con su tarea como padre. Y sí, por supuesto, por ahí andarán los minions, haciendo de las suyas, tan tronchantes que Daurio y Paul no tienen inconveniente en olvidarse por momentos de la trama principal para deleitarnos con irresistibles gags protagonizados por estos seres amarillos.
Indudablemente, el apartado técnico no es tan sobresaliente como las producciones de Pixar, pero ni falta que les hace. La historia es lo que prima y en ese sentido supera sin paliativos a, por ejemplo, Monstruos University. Además, el trabajo de Coffin y Renaud es impecable, con escenas -como la que abre la película, por ejemplo, el robo del laboratorio secreto- que no tienen nada que envidiar a muchas superproducciones de acción real.
Y no puedo dejar de hablar del personaje de Agnes: prodigioso que un dibujo animado sea capaz de desprender tanta ternura.
Si hubiese que poner alguna pega habría que recurrir a su versión española,  ya que en su obsesión por recurrir a figuras famosillas para los doblajes principales (como si eso fuese a atraer al público a las salas) han optado por Patricia Conde para versionar el personaje de Lucy, una opción cuanto menos discutible. Además,  me parece una falta de respeto hacia unos profesionales que si al inicio hay unos títulos de crédito con las voces originales en inglés, aquí solo se haya añadido la correspondencia española de Florentino Fernández y Patricia Conde,  obviando al resto de dobladores protagonistas.

Nimiedades aparte, Gru, mi villano favorito 2 es simplemente genial, descacharrante, divertida, absurda y tierna, con todo aquello que se echaba en falta de su gran competidora veraniega (a la espera de Epic), Monstruos University