En ocasiones resulta
exageradamente fácil realizar una crítica cinematográfica. Por encima de
gustos, opiniones o estados de ánimo, no
hay nada mejor que acudir a una sala de cine llena y limitarse a observar alrededor.
Llevaba tiempo sin disfrutar no simplemente de una película, sino del ambiente
que genera, y más de una hora y media de carcajadas constantes es la mejor
referencia para definir esta secuela de Gru,
mi villano favorito, escrita por Ken Daurio y Cinco Paul y dirigida de
nuevo por Pierre Coffin y Chris Renaud. Escapando de moralina barata (que los
niños de ahora no son tontos, hombre) ni buscando un humor supuestamente
inteligente y situaciones exageradamente sensibleras que atraigan al público adulto,
sus creadores apuestan por humor puro y duro, confiando que lo que puede hacer
desternillarse a un niño igualmente lo logrará con sus padres. Y desde luego
que aciertan. Sí, claro, hay historia de amor, sentimientos y se habla de la
familia, pero en ningún momento eso está por encima del objetivo real:
divertir.
Con Gru ahora en el lado
de los buenos una organización gubernamental ultrasecreta requiere su ayuda
para identificar a un nuevo villano que ha robado una fórmula para crear seres
monstruosos con los que conquistar el mundo. Con la ayuda de la atractiva (y
excéntrica) Lucy, Gru deberá volver a la palestra compaginando la acción con su
tarea como padre. Y sí, por supuesto, por ahí andarán los minions, haciendo de
las suyas, tan tronchantes que Daurio y Paul no tienen inconveniente en
olvidarse por momentos de la trama principal para deleitarnos con irresistibles
gags protagonizados por estos seres amarillos.
Indudablemente, el
apartado técnico no es tan sobresaliente como las producciones de Pixar, pero
ni falta que les hace. La historia es lo que prima y en ese sentido supera sin
paliativos a, por ejemplo, Monstruos
University. Además, el trabajo de Coffin y Renaud es impecable, con escenas
-como la que abre la película, por ejemplo, el robo del laboratorio secreto-
que no tienen nada que envidiar a muchas superproducciones de acción real.
Y no puedo dejar de hablar
del personaje de Agnes: prodigioso que un dibujo animado sea capaz de
desprender tanta ternura.
Si hubiese que poner
alguna pega habría que recurrir a su versión española, ya que en su obsesión por recurrir a figuras
famosillas para los doblajes principales (como si eso fuese a atraer al público
a las salas) han optado por Patricia Conde para versionar el personaje de Lucy,
una opción cuanto menos discutible. Además,
me parece una falta de respeto hacia unos profesionales que si al inicio
hay unos títulos de crédito con las voces originales en inglés, aquí solo se
haya añadido la correspondencia española de Florentino Fernández y Patricia
Conde, obviando al resto de dobladores
protagonistas.
Nimiedades aparte, Gru, mi villano favorito 2 es
simplemente genial, descacharrante, divertida, absurda y tierna, con todo
aquello que se echaba en falta de su gran competidora veraniega (a la espera de
Epic), Monstruos University.
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