Curioso
el título de esta película que hace referencia a las populares frases que
usaban los prestidigitadores para embaucar a su público durante sus juegos de
manos. “Nada por aquí, nada por allí”,
decían, o “ahora lo ves, ahora no lo ves”.
Cosas así. Y de esto va la película, de juegos de ilusionismo, trucos (nada
baratos) de magia al servicio del más puro concepto de espectáculo.
“Señoras y señores: ¡presten atención! ¡Acérquense
más, por favor! Observen: en una mano sujeto a David Copperfield. En la otra
están los chicos de Ocean’s Eleven. Unos toques mágicos y… ¡voilà!”
Y
esto es Ahora me ves…: un reparto
impactante y distinguido que juegan a combinar magia con pirotecnia, imitando
al mago que hizo desaparecer a la Estatua de la Libertad ante miles de
testigos. Pero el fin oculto, claro está, no es lo que parece a simple vista.
Lo
explicaré un poco mejor: un cuarteto de magos especializado en diversos estilos
(J. Daniel Atlas –Jesse Eisenberg- el ilusionista, Henley Reeves –Isla Fisher-
la escapista, Merritt McKinley –Woody Harrelson- el mentalista y Jack Wilder -Dave
Franco- el prestidigitador) son reunidos por una figura misteriosa y forman un
grupo llamado Los cuatro Jinetes, que bajo el amparo del magnate Arthur
Tressler (Michael Caine), debutan en Las Vegas con el asombroso truco de robar
un banco en directo. Un banco que, para más inri, está en Francia.
Naturalmente, la policía no se quedará de brazos cruzados y encargan la
investigación a Dylan Rhodes (Mark Ruffalo), que hará equipo con la agente de
la Interpol Alma Dray (Mélanie Laurent)
mientras recibirán la ayuda (o la interferencia, nunca se sabe) de Thaddeus
Bradley (Moorgan freeman), un mago retirado que tiene un famoso programa en
Internet en el que se dedica a desenmascarar a otros artistas del ramo.
Algunas
voces críticas han calificado esta película como una tontería; bien filmada, pero
tontería al fin y al cabo; a lo que yo respondo: ¿es la magia una tontería?
Cuando vemos a un tipo trajeado hacer desaparecer un conejo de su chistera, o
atravesar con espadas a su hermosa ayudante, o cuando el gran Juan Tamariz
adivina la carta en la que estamos pensando… ¿es una tontería? Sí, por
supuesto. La magia no existe. Al menos, no a ese nivel. Es evidente que si alguien tuviese el poder
de leer la mente tendría metas más ambiciosas que la de entretener a un puñado
de embobados espectadores pero… ¿acaso no los contemplamos boquiabiertos,
estrujándonos los sesos para tratar de adivinar el truco o incluso compramos a
nuestros niños juegos de mesa para que los imiten? ¿Es eso una tontería?
Dirigida
por Louis Leterrier (me gustó El
increíble Hulk pero algo menos Furia
de Titanes), la película no plantea una trama excesivamente inteligente, ni
fuerza al espectador a devanarse los sesos. No plantea cuestiones éticas ni reflexiona
sobre la sociedad actual. Tampoco lo pretende. Es un espectáculo, un
divertimento de verano, una fantasía muy bien interpretada (curioso que dos
monstruos de la pantalla como Freeman y Caine no hayan compartido plano nunca,
aunque sí cartel en la trilogía del Caballero
Oscuro) por actores tan variopintos como efectivos (Jesse Eisenberg crece
en cada película, logrando personajes tan diferentes como el patético Columbus
de Bienvenido a Zombieland –donde coincidía
ya con Harrelson-, el frío y distante Mark Zuckerberg en La Red Social o el embaucador que aquí nos ocupa). La dirección es
espectacular, con virtuosos movimientos de cámara que resaltan la grandilocuencia
de los Cuatro Jinetes y un ritmo
trepidante acompañado de una música casi omnipresente que acentúa el misterio y
la emoción, y con un montón de malabarismos que nos distraerán del punto de la
pantalla en la que se descubre el truco. Quizá cuando pasen unos meses hayamos olvidado
completamente esta película, pero durante las dos horas que dura no podremos ni
parpadear un segundo por miedo a perdernos algo.
En
el fondo todo es un engaño, una patraña camuflada bajo la apariencia de un
bonito regalo. Pero a veces es divertido dejarse engañar, ¿no?
Sí,
posiblemente Ahora me ves… sea una
tontería. Tanto como cualquier buen truco de magia. Al fin y al cabo, por algo
dicen que el cine es magia.
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