Hace dos años Brit Marling se
hizo popular con la película Otra Tierra,
de la que también era guionista, y gracias a la cual se ha convertido en una
especie de musa del cine más independiente de Estados Unidos, aunque se deje
ver de vez en cuando en alguna producción más comercial (hacía de hija de
Richard Gere en El Fraude, por
ejemplo). Ella y el director de cine Zal Batmanglij pasaron un tiempo
conviviendo con una comunidad ecologista y juntos se les ocurrió la idea que
sirvió como simiente para esta película. En ella, Marling interpreta a una
joven ex agente del FBI que decide entrar a trabajar en el sector de la
seguridad privada, siendo su primera misión encontrar a una organización
terrorista llamada The East.
Como la comunidad en la que
estuvieron Marling y Batmanglij, The East son un grupo anarquista antisistema,
que desprecia los productos químicos y se alimentan de aquello que los
restaurantes y supermercados arrojan a la basura. Nobles ideales si se quedasen
en eso, pero The East, influenciados por las experiencias personales de cada
uno de sus miembros, deciden ir más allá y atentar contra aquellas
organizaciones que se enriquecen egoístamente sin pensar en las consecuencias: farmacéuticas
que ocultan efectos secundarios, petroleras que arrojan flujo al mar o empresas
energéticas que contaminan ríos están
bajo su punto de mira.
Sarah se infiltra en el grupo
y conseguirá ganarse su confianza, pero cuanto más tiempo pase con ellos más
dudará de su misión.
Estrenadas de manera
minoritaria, como corresponde a una película relativamente independiente (su
presupuesto lo es, pero para hacer honor a la verdad los hermanos Scott
–posiblemente en una de sus últimas aportaciones al cine del desaparecido Tony-
están detrás de la producción), The East
es una interesante película que aprovecha una trama de intriga para realizar
una denuncia social, intentando afectar a nuestras conciencias e invitándonos a
reflexionar al salir del cine. Naturalmente, no todo será blanco y negro. No es
cuestión de defender a los terroristas ni de condenar a todas las
multinacionales. Hay escalas de grises y cada uno debe cargar con su propia
cruz. Así lo entiende Sarah, que debe decidir a quién debe lealtad, si es que
se la debe a alguien.
La película funciona
perfectamente, las situaciones son creíbles y es fácil empatizar con los
integrantes de The East, por más que podamos estar más o menos de acuerdo con
ellos. Cuenta además con unas buenas interpretaciones (aparte de Marling,
constantemente en el punto de mira de la cámara), destacando el sueco Alexander
Skarsgärd (visto en True Blood), Ellen
Page (Juno, X-men, Origen), Toby
Kebbell (Ira de Titanes, Prince of Persia), Shiloh Fernandez (uno
de los mutilados de la nueva Posesión
Infernal) y con breves apariciones de veteranos como Patricia Clarkson (Shutter Island, La milla verde), Julia Ormond (Leyendas
de Pasión, Sabrina y sus amores)
o Jamey Sheridan (últimamente visto como el vicepresidente Walden en Homeland). Quizá la única pega es el
esfuerzo de Marling y Batmanglij por dar un punto de esperanza a la historia,
con un final –durante los títulos de crédito- demasiado poco creíble y muy optimista.
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