viernes, 28 de agosto de 2015

EXTINCIÓN (6d10)

No hay ninguna duda de que la novela de terror está en un momento muy fructífero en nuestro país. Y si hablamos del género apocalíptico (y más concretamente de la categoría zombie) la cosa es más que notable. Por ello, resultaba extraño que el cine hubiese tardado tanto en fijarse en alguno de estos autores que, educados bajo el manto del cine casposo de Romero y sus imitadores, beben los vientos por muertos vivientes que caminan por un planeta desolado sin más objetivo que hacerse una estupenda merienda a nuestra costa.
No ha sido Calos Sisi o Vicente García quienes han abierto la veda, sino el conocido aunque no tan mediático Juan de Dios Garduño, cuya novela  Y pese a todo… da pie a este film español que inicialmente iba a titularse Welcome to Harmony en referencia a la población donde tienen lugar los hechos, sustituyendo a la Bangor, Maine, de la obra literaria.
Dice Miguel Ángel Vivas, director y coguionista de la película, que el cambio de localidad es, precisamente, para evitar las influencias que el escritor haya podido tener de Stephen King, el autor por antonomasia de Maine, pero eso no evita que la película contenga un enorme guiño (me parecería lamentable que hubiese sido involuntario) con un “falso final” que parece calcado al de una de las películas que Frank Darabont ha adaptado basándose en un título del señor King.
Con algo de producción húngara, francesa y americana, la película –que viene apadrinada por Jaume Collet Serra- ha sido filmada en inglés con un breve pero interesante reparto internacional, encabezado por el “perdido” Matthew Fox, un secundario de lujo como Jeffrey Donovan, la niña Quinn McColgan y la aportación patria de Clara Lago.
Con un estilo intimista y pausado, Extinción quiere hablar más sobre las relaciones personales en momentos desesperados que de simple terror, por lo que la historia que nos presenta es la de un padre y una hija que malviven en un pueblo congelado sin tener contacto alguno (amistoso, al menos) con su vecino (y aparentemente único superviviente en todo el planeta) cuyos secretos del pasado han condenado a una enemistad eterna.
No voy a quejarme de que los zombies (que aparecen poco pero cuando lo hacen lucen muy bien) sean una mera excusa para hablar sobre la psique de nuestros dos protagonistas, del rencor y los fantasmas del pasado que los acechan y de la esperanza y única posibilidad de entendimiento que supone la niña (después de la segunda temporada de The Walking Dead uno ya está preparado para todo), el problema radica en que al final las diferencias entre los dos protagonistas no resultan tan interesantes para llevarse toda la atención de la película ni su pasado es tan grave como anteponer sus diferencias a la propia supervivencia. Y ahí, unto a alguna escena bastante irritante en la que algún personaje actúa de forma totalmente fuera de lugar, es donde la película más cojea.
A cambio, Vives consigue una atmosfera perturbadora, con escenas heladas bellamente filmadas y una caracterización zombie ciertamente interesante, logrando un producto que si bien no aporta nada novedoso al género si resulta un entretenimiento digno y sobrecogedor.
Extinción n o va a pasar a la historia de nuestro cine, como no lo hicieron otras historias postapocalípticas como Fin o Los últimos días, pero demuestran que hay vida (o mejor dicho, muerte) más allá de Balagueró y Plaza y que la epidemia zombie no ha hecho más que empezar.
Había historias zombies gore, historias zombies cómicas y ahora, también, historias zombies reflexivas.
Un buen aperitivo en espera de la aplaudida Maggie con Schwarzenegger.

LÍO EN BROADWAY * (7d10)

Por fin he conseguido ver esta película a la que le tenía muchas ganas desde su estreno y por la que he tenido que recurrir a métodos “poco convencionales”. O quizá debería reconocer que hoy en día, por desgracia, esto es lo convencional e ir al cine es lo raro para muchos.
Escrita y dirigida por Peter Bogdanovich (realizador, entre otras, de ¿Qué me pasa, doctor? O Luna de papel) la película es una muestra más de esta corriente tan de moda últimamente de reflejar las interioridades del mundillo teatral neoyorquino. Pero mientras Birdman, La sombra del actor o (a más distancia) Viaje a Sils Marie tenían una mirada crítica, Lío en Broadway apuesta abiertamente por la comedia al más puro estilo vodevil, con personajes que entran y salen constantemente de plano, puertas que se abren y los clásicos (y en ocasiones exageradamente forzados) enredos y malentendidos. Eso sin renunciar a algunos elementos de las películas citadas anteriormente como la dualidad entre cine y teatro o la mención satírica a la mal llamada burbuja del cine de superhéroes.
Arnold Albertson es un director teatral a dos meses de estrenar su última obra que tiene una peculiar obsesión: quedar con prostitutas jóvenes y ofrecerle generosas cantidades de dinero para ayudarles a dejar el oficio y empezar una nueva vida. Como no puede ser de otra manera, todo se complicará cuando la última chica alegre a la que ayuda termine siendo seleccionada como protagonista de su obra, en la que también interviene su propia esposa.
No tan similar como se podría creer a su otra película sobre el tema, ¡Qué ruina de función!, Lío en Broadway (como debió pensar la distribuidora cuando destacó al barrio neoyorquino en la traducción del título, cuyo original es algo así como Ella es graciosa, o algo parecido) bebe directamente del estilo de Woody Allen, siendo un fiel reflejo de las neuras y tics del genial autor de Manhattan y cuya mayor evidencia se encuentra en la forma de narrar la película, mediante una serie de flashbacks conducidos por la protagonista a lo largo de lo que parece ser una especie de entrevista (Allen habría utilizado un psicoanalista, probablemente, pero es que aquí la psicoanalista que aparece forma parte del meollo de la historia). 
En este sentido, cabe destacar el buen hacer de Imogen Poots, una cara bonita con algún papel interesante en su carrera como el de Mejor otro día junto a otros de puro adorno como Need for speed, a la que no creía capaz de sostener por sí sola una película, proeza de la que sale airosa en este film en el que debe lidiar con muchos primeros planos conformados simplemente por su cara y sus frases.
A su alrededor se encuentra Owen Wilson (al que más le valdría limitarse a hacer comedias serias como esta o, precisamente, el Midnight in Paris de Allen, en lugar de sus típicas payasadas de brocha gorda), Rhys Ifans, Will Forte, Jennifer Aniston, Debi Mazar y Kathryn Hahn, además de los veteranos Austin Pendleton y Graydon Carter y las colaboraciones de Richard Lewis y Cybill Shepherd. Bueno, y con una sorpresa final que no voy a desvelar.
 Lio en Broadway es una divertida pieza a la que hay que perdonarle los continuos actos de fe a los que obliga al espectador (demasiadas casualidades pueden llegar a sacarte un poco de la historia), muy disfrutable que sabe esquivar con su acertado ritmo las limitaciones de algunos personajes algo caricaturescos.

miércoles, 26 de agosto de 2015

OPERACIÓN U.N.C.L.E. (8d10)

En la década de los sesenta la NBC emitió una serie de televisión llamada The man from U.N.C.L.E. que en España llegó bajo el título de El agente de C.I.P.O.L.
Cincuenta años después, Guy Richie antaño enfant terrible del cine de bajos fondos y en la actualidad realizador consagrado gracias, sobre todo, a su saga de Sherlock Holmes, ha sido el encargado de dar el salto a la pantalla en una película con claras pretensiones de ser el inicio de una saga.
Habría que preguntarse quién había sido el lumbreras que había decidido juntar en la película a dos actores tan “potencialmente peligrosos” como son el protagonista del último Superman (exitosa en recaudación pero bastante vapuleada por buena parte de la crítica) con el infame Llanero Solitario (esta sí que fue vapuleada por todo quisqui, merecidamente, debo añadir). Podía ser una apuesta arriesgada, más si tenemos en cuenta que tenemos a un californiano representando el papel de un ruso (algo que ya sucedía en la serie original pero que en estos tiempos se ve algo forzado). No será culpa de ellos (por más que Armie Hammer abusa de rigidez, como si su modelo de ruso a imitar fuese el Danko de Schwarzenegger) ni de su director la fría acogida que parece que está recibiendo en taquilla el film, culpa posiblemente a la baja afluencia de público en los cines durante el mes de agosto o por coincidir en cartel con otra película de espías como Misión Imposible: nación secreta.
Sea como sea, el caso es que la película es magnífica. Richie, sin abusar de las cámaras lentas que tanto le gustan aunque manteniendo sus señas de identidad en un montaje atropellado pero efectivo, consigue una brillante película de intriga ambientada durante la Guerra Fría sin renunciar a un sentido del humor fresco  e inteligente.
No nos dejemos engañar, la película es una versión ligera de James Bond ambientada en los años 70 combinada con el género de policías colegas (ya he nombrado a Danko, calor rojo, cuya sombra sobrevuela el film constantemente). En este sentido, Henry Cavill  (Napoleón Solo) se muestra como un agente secreto perfecto, impoluto, seductor y con carisma, con el sentido del humor del que carece el Bond de Daniel Craig o su propio Hombre de acero. Él es el verdadero protagonista del film, pese a que comparta cartel con Hammer, mientras que Alicia Vikander, la bella androide de Ex machina, es una Chica Bond Solo perfecta.
No le falta de nada a esta película repleta de acción, persecuciones espectaculares, tiroteos, sensualidad, explosiones e intriga. E, insisto, mucho humor.
Completada en el reparto por Jared Harris, Hugh Grant y Elizabeth Debicki, la película teinvita a disfrutar de principio a fin, haciendo que –independientemente de su duración- no desees nunca que llegue su final y tras el mismo, deseando que remonte en taquilla (Richie ha olvidado “colar” a típico actor asiático que sirva de reclamo en el mercado nipón) para que se produzca la secuela que a buen seguro sus productores tienen ya en mente.
Si acaso, se echa en falta algún cameo de Robert Vaughn o David McCallum, los Napoleon Solo e Illya Kuryakin originales.
Sin duda junto a Misión Imposible: Nación Secreta, lo mejor del verano.

VACACIONES (6d10)

En Hollywood ya está todo inventado, y más si se trata de comedias de brocha gorda, así que lo mejor es acercarse a esta película sin demasiadas expectativas  y con la única esperanza de reír un rato en el cine y olvidarla por completo después.
Y si ese es el plan elegido, la película funciona. Sin innovar absolutamente nada ni contener en su historia o sus interpretaciones nada digno de destacar, la mayoría de los chistes funcionan lo suficientemente bien para dejarse contagiar por las carcajadas del espectador de al lado y disfrutar con las desgracias ajenas sin importar que todo lo que nos ofrecen lo hayamos visto mil veces ya.
De hecho, la película es una especie de secuela de Las vacaciones de una chiflada familia americana, de Harold Ramis (allí los protagonistas son Chevy Chase y Beverly D’Angelo, que aquí hacen de padres del personaje principal) que inauguró la saga de National Lampoon’s.
Con una serie de cameos y colaboraciones (Chris Hemsworth, Leslie Mann, Charlie Day, Norman Reedus, Keegan-Michael Key, Michael Peña o Colin Hanks, entre otros) que a la postre son de lo mejor del film, el problema que tengo yo con la película es lo poco que simpatizo con los cuatro protagonistas. Ni el odioso niño pequeño, ni el insulso (aparte de incómodo de ver) hermano mayor, ni la clásica pero de turbio pasado madre, ni el perdedor pero estúpidamente optimista padre. Todo el núcleo familiar es un completo desastre que, cuando toman la peor de las decisiones una vez puede provocar cierta gracia, pero a la cuarta solo esperas a que alguien los secuestre y mutile por las solitarias carreteras de Arizona (y viendo la subtrama con el camión es imposible no recordar con cierta añoranza el episodio correspondiente de Relatos Salvajes).
Dice el dicho que de donde no hay no se puede sacar, y eso es lo que pasa con esta película, que parece tener unas aspiraciones tan bajas que el hecho de que las cumpla no es suficiente como para poderla ensalzar. Sí, te ríes, pero poco más. Más inspirados encontré a sus autores con los guiones de Como acabar con tu jefe y su secuela, que en esta película demasiado inspirada en el estilo de Resacón en Las Vegas aunque sin su originalidad y surrealismo (no es casualidad que el protagonista aquí sea Ed Helms) mientras que con Christina Applegate tengo todo el rato la sensación de que está tratando de imitar a Jennifer Aniston.
Por cierto, que los tipos que han escrito y dirigido esto son los que andan detrás del reboot (y van…) de Spider-man. Miedo me da…
En fin, que si les gusta la típica comedia americana algo zafia y facilona esta película les gustará. Yo me reí en unos cuantos gags aunque, personalmente, suelo exigir bastante más.

La recomendación del mes: KUNG FURY

Agosto es un mes especial. Con media España de vacaciones (y ruego me perdonéis los que no lo estéis) y el calor presionándonos para acudir a playas y piscinas donde refrescarnos hasta que la puesta de sol nos permita cambiarlas por terrazas a pie de calle (aunque personalmente siempre he creído que un buen lugar para refugiarse del sofoco estival es una sala de cine bien acondicionada), me apetecía variar un poco mi sección mensual.
Así, esta vez –y sin que sirva de precedente-, la recomendación no vendrá dada por ningún lector, sino –y así de paso empalmo con el Comentario del mes, si es que todo es cíclico…- por la insistencia en redes sociales y, sobre todo, en los podcast que suelo escuchar.
Y es que la película de la que os voy a hablar hoy (y que para seguir con cambios resulta que ni siquiera es película, sino mediometraje) no es otra que Kung Fury, ese invento del sueco David Sandberg que financiada mediante crowdfunding ha revolucionado Internet y se ha convertido en el fenómeno del año, tal y como hace un par de temporadas sucediera con ese bodrio llamado Sharknado.
Con un presupuesto de 630.019 dólares (de los que haría que descontar el coste de los regalos prometidos a los donantes de fondos), la película es una auténtica delicia, un locurón que en treinta y un minutos repasa todos los iconos más míticos de los ochenta para crear una historia delirante y surrealista como solo los que crecimos al amparo del cine B de videoclub vamos a poder apreciar.
La historia no tiene desperdicio: un policía es alcanzado por un rayo en el mismo momento en que es picado por una cobra, convirtiéndose así en Kung Fury. Una antigua profecía ya avisaba de su llegada, por lo que Hitler viaja en el tiempo para matarlo y heredar su poder, convirtiéndose en Kung Führer. Ayudado por Hackerman, que descubre como hackear el tiempo, Kung Fury viajará a la Alemania nazi para matar a Hitler antes de que sea demasiado tarde. Una historia demencial en la que no faltarán dinosaurios, vikingas e incluso el mismísimo Thor.
Poco más se puede explicar de esta maravilla sin spoilear una trama en la que no hay un solo fotograma que no rebose magia pura, siendo recomendable segundos o terceros visionados para apreciar el detallismo de Sandberg que no ha dejado títere con cabeza y que, con una estética salida directamente de Corrupción en Miami pasada por los filtros (y defectos) del VHS, homenajea a todo lo que significó algo en aquella época tan prodigiosa como añorada dentro del mundo del cine, la televisión o los videojuegos. Tiene cabida aquí desde los guiños a Regreso al Futuro, Terminator o 2001, Odisea Espacial hasta el cine más trash y casposo, sin dejar de lado dibujos animados como G.I. Joe, los Arcade de salón recreativo o la música más discotequera.
Sobre este último punto, cabe destacar el colofón final que supone el videoclip de la canción que corona los títulos de crédito, con escenas rodadas específicamente para ello y con la interpretación, como no podía ser de otra manera, de David Hasselhoff .
Y todo ello con unos efectos visuales intencionadamente cutres pero que ya quisieran para sí grandes superproducciones de presupuestos infinitos.
Sandberg, director, guionista y actor, ha sabido tocar las teclas necesarias para concebir una obra que, dentro de sus pretensiones, roza la perfección. Cierto es que puede que no llegue a interesar a quien no ha vivido esa época o quien desprecie, directamente, el aroma friki que desprende, pero para el público al que va dirigido Kung Fury es, sin más, una obra maestra.
La película, por cierto, puede verse de forma legal y gratuita tanto por youtube como en la web oficial, una magnífica manera de conseguir una repercusión global que le ha generado más beneficios que si hubiera tratado de cobrar directamente por el visionado de la obra y que, sin dudas, le ha abierto las puertas de Hollywood.
Concluyo permitiéndome recomendaros, a nivel de complemento, el magnífico análisis que de Kung Fury se ha hecho en La Órbita de Endor, el perfecto colofón a una tarde veraniega de puro y delicioso frikismo.

El comentario del mes: CINE PARA ESCUCHAR

En mi comentario de este caluroso mes vacacional quiero haceros una serie de sugerencias que quizá os pueden interesar para pasar mejor las interminables horas de playa y piscina bajo este asfixiante sol. Y si sois de los que os va a tocar trabajar este agosto, mejor compañía que la que os propongo no vais a encontrar.
Quiero hablaros de cine para escuchar: o dicho de otra manera, de programas de radio y podcast que hablan sobre cine. No se trata esto, desde luego, de hacer publicidad de nadie ni pretendo guiaros por la casi infinita autopista de la Nube para deciros qué programas son mejores y cuales son purria. Ni mucho menos. Simplemente voy a compartir con vosotros aquellos que yo escucho habitualmente (en alguno he llegado a colaborar) y si, de paso, vosotros queréis proponerme también alguno a mí, yo encantado.
Debido a mis horarios variables no soy un hombre fiel a ningún programa de radio (he decidido que la radio y la televisión ha quedado limitada a la programación deportiva en directo y a las noticias) así que lo escucho todo en formato podcast. Existe cierta polémica al respecto de donde termina un programa de radio y donde comienza el podcast como tal (en la teoría todo archivo de audio distribuido gratuitamente por internet es un podcast, pero me estoy refiriendo a los programas ex profeso hecho por aficionados por amor al arte). Así, mientras no existe ninguna duda con programas como La Claqueta, donde Pepe Nieves lleva años dirigiendo este ameno programa de actualidad cinematográfica desde Radio Marca, otros como El octavo pasajero, con el Sr. Cine al mando, están en el limbo de la ambigüedad. Es radio, desde luego, pues se emite en directo desde la emisora de Radio Despí, con la infraestructura que ello conlleva, pero no sólo no cobran por ello sino que el alcance mundial que tienen (es una emisora local muy pequeña) es gracias a la Red, habiendo llegado a ganar un premio Bitácoras al mejor podcast.
Entrando ya de lleno en los podcast propiamente dichos debo empezar por la descacharrante propuesta que desde Zaragoza nos propone Gonzalo (el Ninja de los Ojos Azules), Ed Wood y, como tercer agregado, el Hombre Picaraza: Podcinema, un punto de vista divertido y atemporal del séptimo arte que cuenta además con un intenso spin-off, Pelis con chicha, donde moderados por Abraham Hithorso se realizan calientes debates analizando una película propuesta por un oyente que deberá defenderla (o no) a capa y espada contra estos cuatro monstruos cinéfilos, con el contrapunto musical de la mano de Luicci Comeccini, experto en bandas sonoras. Si os atrevéis, en el dedicado a El Caballero Oscuro: la leyenda renace podréis deleitaros con mi angelical voz.
El punto más friki de esta entrada cabe buscarlo en dos verdaderos referentes: Antonio Runa dirige con éxito desde hace años La órbita de Endor, donde se hacen análisis pormenorizados de películas, series, comics o novelas, alternando información y opinión y sin dejarse amedrentar por las imposiciones del reloj (recuerdo con emoción las dieciséis horas repartidas entre cuatro programas dedicadas a Lost). Además, para no dejarnos en ascuas ni en vacaciones, durante el parón estival los colaboradores toman el mando es una versión más ligera y refrescante del programa llamado El legado de Endor. Son tan prolíficos que tienen varios spin-off, como Alternativa Loder, Balas sobre Endor y diversos especiales.
La segunda propuesta friki que os quiero dejar es Hello friki. Victor M. Yeste lidera a un equipo centrado sobre todo en cine y series pero con tiempo también para el comic  y los videojuegos. De estructura similar a LODE alternan programas de actualidad con exhaustivos dosieres dedicados a una película o saga concreta.
Si queremos algo más ligero y digerible, 00Podcast puede ser vuestra mejor opción. Gerardo y Tomeu son dos amigos de Mallorca que se sientan a comentar sus últimos visionados sin más pretensión que hacernos partícipes del clásico debate entre colegas que se suele dar al salir de la sala. Eso sí, cabe reprocharles una cierta irregularidad en su periodicidad.
Pero después de nombrar a tanto hombre es el momento de destacar ya a la reina del Podcast. La omnipresente Adriana Izquierdo reparte su encanto y sabiduría por mil senderos pedregosos, de los que destacaré el Esta peli ya la he visto que realiza junto a Ramón Rey, posiblemente la propuesta más seria (aunque no por ello menos divertida) de las aquí expuestas y Ohhh! TV, donde junto a tres amigos más (Javier Fresco, Álex y el Sr. Mirindo) desgrana toda la actualidad audiovisual, aunque quizá se decanten algo más hacia la televisión que al cine (y es que estos chicos lo ven todo, pero todo, todo). 
Y ya que estamos, como la chica me cae bien, os recomiendo pasaros por el blog de Vaya Tele donde Adri también anda metida.
Para terminar, y dejando un poco de lado la exclusividad del cine, os voy a recomendar dos últimos podcast: ApocalipsisFriki, donde de una forma muy desenfadada se reseña todo lo relacionado con el mundillo friki, bastante enfocado al comic (y claro, con los tiempos que corren, hablar de comic y casi lo mismo que hablar de cine) y Bajo la Máscara, posiblemente mi favorito de todos los que he nombrado ya que nació con la sana intención de centrarse en la figura de Spiderman pero que ha ido expandiéndose al resto del Universo Marvel y, de vez en cuando, al comic en general. 
Aparte de sus contertulios más o menos habituales (Nestor Gascón, Leo Mirete,  Isra Arc, Xavi Sanz, Fran Gómez y esporádicamente Latro Latronis), el gran secreto de este podcast (aparentemente hecho de aficionados para aficionados) es la participación (siempre que sus obligaciones se lo permiten) de Julián M. Clemente, editor Marvel en Panini España, periodista y escritor (suyos son, entre otros, La biografía no autorizada de Spiderman –rebautizada para su edición ampliada como Bajo la máscara, título que dio nombre, primero, a un blog, luego a una página de Facebook y finalmente el podcast) y Los chicos que coleccionaban tebeos, coescrito con Helio Mira y, sobre todo, Íñigo de Prada, autor junto a Sara G. Rodríguez, de El viaje del Superhéroe, un ensayo sobre la historia de Marvel en cine desde sus comienzos hasta la apoteósica llegada de Los Vengadores. 
Suyo es el punto de vista cinematográfico y lo que hace que un podcast tan aparentemente minoritario como el dedicado a la figura exclusiva de Spiderman tenga cabida en esta reseña.
No están todos los que son, pero si son todos los que están. Con todos ellos he pasado horas que se me han convertido en minutos, he disfrutado de otra manera de entender el cine, he aprendido y, ¿por qué no decirlo?, me he indignado con opiniones tan dispares a la mía que he maldecido por no haberlos podido escuchar en directo (muchos de ellos transmiten en Skype o a través del canal de youtube) para poderles twuitear en el acto.
Un buen puñado de recomendaciones que podéis encontrar en sus respectivos blogs o en el portal de Ivoox. Y para los que no hacéis más que ladrar con el cansino estribillo de lo caro que está el cine… ¡animaos! ¡Qué esto es gratis! 

domingo, 23 de agosto de 2015

CUATRO FANTÁSTICOS (3d10)

El pasado viernes el sol apretaba cuando salí de mi casa, recién comido, camino al cine. Todavía adaptándome a la rutina tras una escapada de nueve días a una de las islas más bonitas del país decidí acercarme a una frutería que hay junto a mi cine preferido para comprarme un vasito de fruta troceada con la que refrescarme durante la peli. Elegí uno que llevaba melón, piña, kiwi y algún higo.
Explico esto porque ese delicioso surtido de fruta fue, de largo, lo mejor de Cuatro Fantásticos. Con eso creo que está dicho todo.
Conocedor de los problemas de rodaje que había tenido el film y sin poder evitar escuchar las primeras y catastróficas críticas que provenían del otro lado del charco, traté de acercarme a la película con la máxima objetividad posible, concentrado durante sus primeros minutos en conseguir diferenciar entre la mirada crítica del cinéfilo y las ansias apasionadas del Marvel zombie. No me hizo falta demasiado esfuerzo. La película es desastrosa tanto desde un punto de vista como bajo el otro.
Dirigida (o no) por Josh Trank, ese tipo que se hizo famoso primero por una peliculilla de superhéroes cámara en mano llamada Chronicle que por lo visto gustó a todo el mundo menos a mí, más tarde por que lo han echado de todo proyecto en el que estaba vinculado, desde la secuela de Cuatro Fantásticos a uno de los Spin Off de Star Wars (uy, perdón, que no son ellos los que lo echan, que es él el que se va), y recientemente por haber puesto a parir su propia obra, culpando del desastre a la productora, 
Cuatro Fantásticos parece tan empeñada en querer diferenciarse del tono humorístico y casi infantil de las dos películas anteriores de la Fox (al final mucho más interesantes que esto) que se rodea en sus primeros minutos de una oscuridad y una seriedad que obligan a recordar al estilo de Nolan (no en vano el propio tráiler se ha comparado hasta la saciedad con Interstellar), como si quisieran convencernos de que estamos ante una película reflexiva y profunda antes que ante un aspirante a blockbuster palomitero de verano. Trank fracasa en esa primera mitad de película, con un tono lento y aburrido y unas relaciones entre los protagonistas tan mal definidas que no logran transmitir en ningún momento la sensación de familiaridad y camaradería que se le supone al grupo, pero por lo menos consigue emprender un camino suficientemente interesante como para que nos preguntemos por el desenlace de la película y sintamos algo de curiosidad hacia un grupito de jóvenes cerebritos y su futuro, totalmente desvinculado del que conociéramos de antemano gracias a los comics. 
Es a partir de la transformación de los héroes cuando todo pierde sentido y la película deriva en una sucesión de estupideces y situaciones totalmente absurdas en donde nada tiene sentido, los autores renuncian por completo a plantearse siguiera las motivaciones de sus protagonistas y se limitan a ofrecernos una serie de explosiones ruidosas y para nada vistosas  que no hacen más que invitar al espectador a consultar constantemente el reloj y preguntarse qué diablos hace perdiendo una bonita tarde de verano con semejante despropósito.
Como ven, no he hablado nada hasta ahora de las diferencias entre la película y el comic, diferencias que a muchos indignaron antes del estreno del film (y es que no es para menos) pero que no son lo que hacen que esta película sea tan mala. Sí, de acuerdo, los cambios que hay (y eso teniendo en cuenta que la fuente de inspiración, una vez más, es la versión Ultimate de los héroes de Marvel, no su vertiente más clásica y madura) son totalmente gratuitos (y no me limito al cambio de raza de Johnny) y eso es lo primero que descoloca de la película. Y no porque la base sobre la que se sustenta sea sagrada sino porque son cambios que a la postre no conducen a nada. ¿O tiene alguna importancia en el resultado final que Sue sea adoptada y de diferente nacionalidad, por poner un simple ejemplo? Dicho de otra manera: se puede hacer una película de amor trágico y juzgarla simplemente por su calidad, pero si se le pone el nombre de Romeo y Julieta habrá que exigirle que sea algo responsable con los escritos de Shakespeare, ¿no?
Los Cuatro Fantásticos son definidos como la Primera Familia de Marvel. En pantalla, la sensación de familia desaparece por completo. No hay más que un apunte mínimo del futuro romance entre Reed y Susan, la amistad entre el primero y Ben es forzada y casual y Victor es el malo de la función porque así lo exige el guion, sin motivación ni justificación alguna. Y Johnny… Bueno, Johnny simplemente no aporta nada a la historia.
Algunos cambios, como el que motiva el accidente que les da los poderes, puede ser incluso acertado, mejorando con respecto a los comics la justificación que se le da al mismo, pero eso no compensa la completa sarta de estupideces que rodean al film. Johnny Storm es una versión cutre del Torete de Fast & Furious que como castigo por ser tan malote debe trabajar en el proyecto más importante de la compañía Baxter (!!), Ben  es invitado a la expedición como quien va de cañas con un viejo colega, sin tener ni idea de lo que se está haciendo (!!!) y Susan adquiere sus poderes sin ni siquiera tomar partido de la dichosa expedición (!!!!!). Y de Muerte, mejor ni hablar, uno de los peores villanos que he visto en cine y que consigue superar en ridiculez el diseño que lució en el film de 2005.
Y todo esto sin llegar todavía al final desastroso, incoherente y precipitado, sin duda lo peor de la película. Nada tiene sentido. Nada está justificado. Nada tiene gracia ni épica.
Y, encima, con unos efectos digitales de verdadera pena. Ni siquiera en eso se salva este despropósito que tiene más aspecto de piloto televisivo malo que de superproducción de cine.
Los fans no podemos más que gritar con fuerza a la Fox que devuelva los derechos de los personajes a Marvel.
Los no fans… Bueno, ¿en serio alguien que no sea fan se ha atrevido a ver este truño?
Puede que no sea la peor película de superhéroes que he visto (y es que Elektra o Motorista Fantasma 2 son muy duros de digerir, y a cosas como CatWoman o Barb Wire ni me he acercado), pero poco le faltará.


CIUDADES DE PAPEL (5d10)

Que Ciudades de papel pretende aprovecharse, sin ser una secuela ni parecerlo, del éxito de Bajo la misma estrella es algo tan evidente que ni sus realizadores pretenden disimular, incluyendo a modo de chiste/homenaje el fugaz de Ansel Elgort, pero utilizar una grafía parecida en su cartel y un estilismo visual similar puede servir para identificar novelas de un mismo autor, pero no para conseguir que dos películas tengan la misma calidad.
Ciudades de papel se basa en un escrito de John Creen, pero ahí se terminan sus semejanzas con Bajo la misma estrella. Mientras aquella reflejaba con insólito optimismo una visión inaudita sobre el cáncer convirtiendo la limitación de la esperanza de vida de dos jóvenes en una oportunidad para disfrutar al máximo de su escaso tiempo juntos, en esta ocasión la cosa es mucho más sencilla y descafeinada, una simplista mezcla entre un amor platónico y unas aventurillas adolescentes por más que la quieran disfrazar el invento en una reflexión sobre el paso de la adolescencia a la madurez, la pérdida de la inocencia y la separación de los amigos de la infancia. Vamos, algo muchas veces visto en pantalla aunque pocas veces con la brillantez de Rob Reiner en Cuenta conmigo y al que el director Jake Schreier no logra ni por asomo acercarse.
No es que Ciudades de papel sea una película detestable, pero tanto la historia como el desarrollo de personajes son tan simples que las aspiraciones de lograr algo trascendente y profundo se quedan en un simple relato de aventuras demasiado infantiles (si se pretende definir a un personaje como rebelde y transgresor por acciones delictivas como forrar un coche con film transparente o meter un pescado en un armario, pues vamos apañados) y tontas como para conseguir interesarnos y mucho menos apasionarnos. Es por ello que pese a los esfuerzos de los jóvenes en sus interpretaciones la superficialidad con la que son definidos, demasiado tópicos y rutinarios, no consiguen despertar emoción alguna chino pudiera suceder en Bajo la misma estrella, resultando aburrida y superficial, quedando el invento en una historieta simpática y poco más.

LA DEUDA (7d10)

Dirigida por Barney Elliot con claras reminiscencias al cine social de Iñarritu, La deuda es una alegoría de cómo funciona nuestra sociedad, regida por intereses económicos en beneficio del capitalismo y siempre a merced de los más poderosos, pero apuntando también con el dedo al débil que no dudará en aprovecharse para su propio beneficio cuando la ocasión le sea propicia.
Utilizando como excusa la deuda externa de Perú, objeto del deseo de los tiburones de Nueva York, la trama se divide en tres historias tan, a priori, diferentes como los problemas de una enfermera por conseguir cita para que operen a su anciana madre, la negativa de un campesino de Pampacancha de vender sus tierras a un lugarteniente del lugar que promete grandes beneficios y bienestar y la historia de un ejecutivo americano y su compañero de orígenes peruanos que tienen como objetivo comprar todos los bonos del país andino muy por debajo de su valor real.
Con un planteamiento interesante y una puesta en escena enérgica y atractiva, Barney Elliot, guionista y director debutante, comete el mismo riesgo que el mencionado Iñarritu en títulos como Babel o 21 gramos, donde el empleo de diversos argumentos pueda provocar que alguno de ellos chirríe en consonancia con los otros, tal y como sucede aquí con la historia ambientada en Lima, que pese a la importancia capital que tiene en la conclusión forzada y moralista que unifica los tres argumentos, es por si sola la más inconsistente e irregular.
Una de las mejores bazas con las que cuenta Elliot para su película es la recuperación de Stephen Dolff, bastante desaparecido últimamente, junto a la siempre interesante aportación de David Strathairm, además de la correcta interpretación de Alberto Ammann, la aparición breve de Carlos Bardem o la presencia de desconocidos pero cumplidores intérpretes oriundos.
Coproducida entre Estados Unidos, España y Perú, la intención de Elliott es exteriorizar el problema de la deuda externa peruana para hacerla universal, en un cuento en el que el malo no es el rico, sino el poderoso, demostrando que cualquiera puede ser egoísta en pos de su propio beneficio sin reparar en que cada acción tiene su consecuencia, lo cual es ya de por sí una loable intención, por más que a la postre el mensaje de redención quede algo maniqueista y forzado, lo que junto a una imagen (a mi entender) algo triste del país andino (echo de menos una mejor utilización de los paisajes, quizá con alguna panorámica algo más generosa que las que nos ofrece Elliot) deslucen el resultado final de la obra.

domingo, 9 de agosto de 2015

MISIÓN IMPOSIBLE: NACIÓN SECRETA (8d10)

Perseguido y vilipendiado por muchos (demasiados) por temas totalmente ajenos a lo estrictamente cinematográfico, Tom Cruise (uno de los mejores actores de su generación, busquen si no dónde han quedado todas aquellas figuras emergentes que compartieron cartel con él en el Rebeldes de Coppola)ha sabido ignorar las críticas empeñadas en destrozar su carrera y, por consiguiente, enturbiar en taquilla sus más recientes películas (no hay ninguna lógica en la pobre recaudación y escaso reconocimiento de Al filo del mañana, una de las mejores películas del año pasado), apostando siempre según le guiaba su instinto.
Ya a comienzos de su carrera supo alternan su figura de guapito “forracarpetas” de Cocktael o Top Gun con interpretaciones soberbias y arriesgadas como Nacido el cuatro de julio, y cuando parecía que no le quedaba nada por demostrar decidió, hace unos años, convertirse en un héroe de acción aparte de máximo embajador de la ciencia ficción de este siglo (sirva como ejemplos Minority Report, La guerra de los Mundos, Oblivion o la ya mencionada Al filo del mañana). Y digo que se guía por su instinto porque pese al relativo descalabro que supuso Misión Imposible III ha sabido mantenerse fiel a su única franquicia hasta la fecha (hay rumores de que va a repetir en breve como Jack Reacher y en Top Gun 2) y ha conseguido resucitar a su Ethan Hunt tras la ya excelente Misión Imposible: Protocolo fantasma, hasta el punto que ya se ha anunciado el rodaje de la sexta entrega.
Misión Imposible es una saga que ha sabido reinventarse en cada película, gracias en parte al empleo de directores de fuerte personalidad pero manteniéndose fiel al espíritu del personaje. Hunt es una especie de James Bond moderno (pese a que los orígenes hay que buscarlos en la serie televisiva de mediados de los sesenta) aunque más pendiente que el agente con licencia para matar del equipo que le acompaña en las misiones. Así, tras la destrucción del grupo en la primera película J.J.Abrams devolvió ese sentido de la pluralidad en su tercer capítulo que se intensificó en MI: Protocolo Fantasma hasta el punto que todos excepto Paula Patton (una verdadera lástima, supongo que su inexplicada ausencia se debe a la sencilla razón de no incluir dos femmes fatales que se puedan entorpecer entre ellas) repiten para esta quinta pero no definitiva entrega.
Tras Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird es turno ahora de ocupar la silla de director a Christopher McQuarrie, viejo conocido de Cruise (dirigió Jack Reacher y guionizó, aparte de esta, Valkiria y Al filo del mañana). Quizá menos experimentado y afamado que sus antecesores (a excepción de Abrams, que debutaba en cine pero ya se había consagrado en televisión), McQuarrie consigue el inmenso mérito de aunar el clasicismo de las películas de espías con dobles juegos y trasfondo político tal y como sucediera en la primera película, con la espectacular y la intensidad adrenalítica que se incrementó en la tercera parte y se multiplicó en el capítulo correspondiente a Bird.
Misión Imposible: Nación Secreta parte tal y como concluyó Protocolo Fantasma, con Hunt persiguiendo a una misteriosa entidad criminal conocida como El Sindicato. Pero las cosas en suelo americano se han puesto peliagudas tras los roces internacionales que el FMI ha provocado tras el incidente con el Kremlin, lo que lleva al director de la CIA a convencer al senado para eliminar al FMI y poner en busca y captura a Hunt. Más aislado y falto de recursos que nunca, Hunt deberá luchar para salvar una vez más la situación, aunque como no podía ser de otra manera, el equipo volverá a unirse para emplearse a fondo en una nueva misión. Una misión imposible, por supuesto.
Una vez más Cruise es la estrella absoluta, repartiendo a diestro y siniestro un carisma arrebatador (el mismo que ha derrochado en las promociones que han permitido un excelente arranque en taquilla de la película), con suficiente falta de complejos para demostrar en no pocas escenas algunas debilidades que demuestren que el tiempo no pasa en balde para nadie, ni siquiera para él. A su alrededor, Jeremy Renner cumple con eficacia, sin grandes alardes pero sin desentonar con el conjunto, tal y como sucediera con su personaje en Los Vengadores, mientras que Simon Pegg aumenta su importancia en la trama proponiendo el trasfondo cómico que libera tensión ante tanta secuencia de acción tan emocionante como angustiante. Ving Rhames completa el equipo, repitiendo personaje por quinta vez, mientras que la faceta seductora recae en Rebecca Ferguson, en un interesante personaje de doble (o triple) trasfondo y competidora con Cruise por hacerse con las mejores escenas de acción.
Misión Imposible: Nación Secreta es un grandísimo entretenimiento, una estupenda, emocionante e interesante película con escenas muy espectaculares (por increíble que parezca la promocionada hasta la extenuación aventura del avión no es ni de lejos lo más destacado) y momentos especialmente inspirados, como toda secuencia que transcurre en la Ópera de Viena.
Ethan Hunt volverá, eso ya está claro, y aquí estaremos para disfrutar de su nueva misión. Si decide aceptarla…

EL SECRETO DE ADALINE (7d10)

Dirigida por Lee Toland Krieger y protagonizada por Blake Lively (una de las protagonistas de Gossip Girl, pero vista también en Salvajes o Linterna Verde) y Michiel Huisman (el Daario Naharis de Juego de Tronos), aunque con ilustres secundarios como Harrison Ford, Ellen Burstyn, Amanda Crew o Kathy Baker, El secreto de Adaline cuenta la curiosa historia de una joven que, tras un extraño accidente, descubre que su cuerpo deja de envejecer. Aunque sin alcanzar la inmortalidad como tal (nada impide que la dama en cuestión pueda contraer una enfermedad o sufrir un accidente fatal), la película juega con el concepto de la vida eterna como sinónimo de soledad, tal y como se planeara superficialmente en clásicos como Los Inmortales o en miradas reflexivas acerca del vampirismo tales como en Byzantium de Neil Jordan.
No obstante, Krieger tiene el acierto de dotar a su narración de pinceladas de inspirada reflexión acompañadas por un tono agridulce más cercano casi a una comedia romántica que a un ensayo moralista de profundidad sesuda, con lo que consigue una película simpática y bastante redonda que, gracias sobre todo a la convincente interpretación de Lively, consigue conmover sin llegar a resultar pedante.
Descubierto su secreto por las altas esferas del gobierno que pretenden estudiarla como si de un bicho raro se tratase, Adaline debe pasarse su vida huyendo de su propia existencia, cambiando de identidad cada poco tiempo y viendo cómo debe abandonar a sus seres queridos dejando como única herencia de su paso por sus vidas una red de mentiras o sufriendo contemplando cómo los únicos seres a quien permite conocer su secreto envejecen sin remedio mientras ella se mantiene radiante como una flor, descubriendo así que esa especia de don que se le ha otorgado es más bien una maldición.
Ante tal situación, Adeline debe tomar la decisión de plantarse al fin, de dejar de huir y enfrentarse a su verdad, pero el pasado se encargará de perseguirla como un caprichoso juego maquinado por el destino, impidiéndole aferrarse a su propia verdad.
El secreto de Adaline es, sin duda, una triple historia de amor intensa y emotiva. Y digo triple porque contiene su trama un amor romántico, un amor fraternal y el propio amor a la vida que permite empatizar con el carácter optimista y esperanzado de Adaline aun cuando la tentación de sucumbir a su fatalidad pueda revolotear sobre nuestros pensamientos.
La película es, en el fondo, un cuento de hadas, una fábula de explicación imposible que mueve una historia de amor fatal mediante la excusa de la fantasía, tal y como podría suceder en clásicos como Big o títulos más recientes como Una cuestión de tiempo, y para dejar constancia de ello no descarta incluso el uso de un narrador, una voz en off, por cierto, inusualmente bien utilizada y que no molesta al ritmo de la trama, aunque me resulta curioso el intento por justificar de una manera más o menos científica los sucesos que afectan a Adaline, en lugar de recurrir a algo más místico como la magia o, simplemente, un milagro. Quizá la intención de los guionistas sea la de huir sin más del característico tono “navideño” de este tipo de relatos.
Con muy buenas interpretaciones (tenemos a uno de los mejores Ford en tiempo) y un correcto tempo narrativo que mantiene el interés y la emoción hasta el final (lo único que peca un poco de previsible), la película se deja ver como una refrescante lluvia de verano en medio de una cartelera poblada de blockbusters y mediocridad.

sábado, 1 de agosto de 2015

TED 2 (5d10)

Nada nuevo bajo el sol. Esa es la mejor manera de definir esta secuela que sigue los pasos de su antecesora hasta límites exagerados. Si Ted comenzaba con el personaje de Mark Wahlberg siendo niño y recibiendo a su osito Ted y terminaba con Ted y su novia Vane casándose en una boda oficializada por Sam J. Jones, esta comienza precisamente por la boda y termina con un niño recibiendo n nuevo osito.  Todo lo contrario. Pero todo igual.
Con el cambio obligado de Mila Kunis (su embarazo coincidió con las fechas de rodaje) por Amanda Seyfried en un nuevo personaje, Ted 2 narra cómo el gobierno descubre la existencia de Ted, considerando que es un simple juguete y que por lo tanto no merece el reconocimiento de ser humano, así como los derechos y obligaciones propios del mismo. Es entonces cuando Ted, su fiel amigo John y la joven e inexperta abogada Samantha harán todo lo posible por demostrar en los tribunales que Ted es un ser humano.
Con toda la escatología y mala leche habitual en los guiones de Seth MacFarlane, Ted 2 busca la provocación fácil sin apenas conseguirlo. Dicho vulgarmente, está ya todo el pescado vendido y ver a Mark Wahlberg empapado en semen de donantes desconocidos puede provocar más o menos gracia, pero a estas alturas ya no escandaliza a nadie.
Mil maneras de morder el polvo fue un merecido fracaso en la trayectoria de este director, pero al menos en aquella se intuía un deje de ambición de la que carece Ted 2, que más bien parece un simple intento de exprimir una franquicia que nunca debió ser tal. Si la divertida, gamberra y un punto original Ted hubiese sido única en su especie podría haber llegado a convertirse en título de culto para futuras generaciones, pero cuando su primera secuela muestra ya claros síntomas de agotamiento la cosa pinta francamente mal.
Ted 2 se beneficia, sin embargo, del exceso de chistes, resultando imposible no desternillarse con alguno de ellos. Si sólo pretendemos reírnos, la película lo consigue en diversos momentos, demostrando que el bueno de Mark es un buen actor de comedia, capaz incluso de demostrar una buena química con un oso de peluche aunque su feeling con Amanda Seyfried no es tan redondo como el que tenía con Mila Kunis. La película está plagada de grandes aciertos y situaciones tronchantes (hay que tener muy mala baba para comparar a la Seyfried con Gollum, un chiste que sin duda perseguirá a la actriz de por vida) tanto como de momentos soporíferos, sobre todo cuando pretende tomarse demasiado en serio a sí misma y trata de convertir esta simple gamberrada en un alegato en favor de las minorías y señalando con el dedo a la hipocresía de la sociedad americana, insinuando que el país de la libertad y la igualdad es poco más que un mito. En ese respecto, me pregunto qué pinta en esta historia Morgan Freeman (aparte de cobrar un buen cheque) y su discursito sentimentaloide. Aquí se demuestra una de las grandes carencias de MacFarlaine como director, su falta de sentido del ritmo, capaz de hacer que una película decaiga en un segundo y costándole una barbaridad remontar el vuelo humorístico. El cómico, niño mimado televisivo pero que, más allá del éxito económico de su primer Ted, aún tiene mucho que demostrar en cine, se recrea en todas sus filias y fobias, como si la película estuviese pensada casi exclusivamente para sus seguidores más acérrimos. Si bien todos podemos aplaudir su gusto por el musical (hermosa escena de créditos iniciales o sutil pero divertido el montaje musical en la biblioteca), tanto chiste sobre gays o alrededor de las drogas apenas ofrece algo interesante a la historia, más allá de condenarla a una rutina monótona e insípida.
En fin, película con grandes altibajos, capaz de hacernos aplaudir el “homenaje” a Parque Jurásico como abochornarnos con la insistencia en recurrir a Sam J. Jones (la gracia de ver a Flash Gordon terminó a mediados del primer Ted) como cameo principal, aunque hay muchos más (menudo veranito de cameos llevamos), desaprovechando a mi entender las múltiples posibilidades que le ofrecía la ComicCon de Nueva York como escenario final (¿soy el único que estaba esperando algún chiste entre Mark Wahlberg y los Transformers?).
Se puede pasar el rato viéndola, pero poco más. Y su arranque en la taquilla americana parece decir lo mismo. Habrá que ver si la broma/amenaza de Wahlberg en El Séquito sobre una tercera parte llega a buen puerto.