miércoles, 26 de agosto de 2015

La recomendación del mes: KUNG FURY

Agosto es un mes especial. Con media España de vacaciones (y ruego me perdonéis los que no lo estéis) y el calor presionándonos para acudir a playas y piscinas donde refrescarnos hasta que la puesta de sol nos permita cambiarlas por terrazas a pie de calle (aunque personalmente siempre he creído que un buen lugar para refugiarse del sofoco estival es una sala de cine bien acondicionada), me apetecía variar un poco mi sección mensual.
Así, esta vez –y sin que sirva de precedente-, la recomendación no vendrá dada por ningún lector, sino –y así de paso empalmo con el Comentario del mes, si es que todo es cíclico…- por la insistencia en redes sociales y, sobre todo, en los podcast que suelo escuchar.
Y es que la película de la que os voy a hablar hoy (y que para seguir con cambios resulta que ni siquiera es película, sino mediometraje) no es otra que Kung Fury, ese invento del sueco David Sandberg que financiada mediante crowdfunding ha revolucionado Internet y se ha convertido en el fenómeno del año, tal y como hace un par de temporadas sucediera con ese bodrio llamado Sharknado.
Con un presupuesto de 630.019 dólares (de los que haría que descontar el coste de los regalos prometidos a los donantes de fondos), la película es una auténtica delicia, un locurón que en treinta y un minutos repasa todos los iconos más míticos de los ochenta para crear una historia delirante y surrealista como solo los que crecimos al amparo del cine B de videoclub vamos a poder apreciar.
La historia no tiene desperdicio: un policía es alcanzado por un rayo en el mismo momento en que es picado por una cobra, convirtiéndose así en Kung Fury. Una antigua profecía ya avisaba de su llegada, por lo que Hitler viaja en el tiempo para matarlo y heredar su poder, convirtiéndose en Kung Führer. Ayudado por Hackerman, que descubre como hackear el tiempo, Kung Fury viajará a la Alemania nazi para matar a Hitler antes de que sea demasiado tarde. Una historia demencial en la que no faltarán dinosaurios, vikingas e incluso el mismísimo Thor.
Poco más se puede explicar de esta maravilla sin spoilear una trama en la que no hay un solo fotograma que no rebose magia pura, siendo recomendable segundos o terceros visionados para apreciar el detallismo de Sandberg que no ha dejado títere con cabeza y que, con una estética salida directamente de Corrupción en Miami pasada por los filtros (y defectos) del VHS, homenajea a todo lo que significó algo en aquella época tan prodigiosa como añorada dentro del mundo del cine, la televisión o los videojuegos. Tiene cabida aquí desde los guiños a Regreso al Futuro, Terminator o 2001, Odisea Espacial hasta el cine más trash y casposo, sin dejar de lado dibujos animados como G.I. Joe, los Arcade de salón recreativo o la música más discotequera.
Sobre este último punto, cabe destacar el colofón final que supone el videoclip de la canción que corona los títulos de crédito, con escenas rodadas específicamente para ello y con la interpretación, como no podía ser de otra manera, de David Hasselhoff .
Y todo ello con unos efectos visuales intencionadamente cutres pero que ya quisieran para sí grandes superproducciones de presupuestos infinitos.
Sandberg, director, guionista y actor, ha sabido tocar las teclas necesarias para concebir una obra que, dentro de sus pretensiones, roza la perfección. Cierto es que puede que no llegue a interesar a quien no ha vivido esa época o quien desprecie, directamente, el aroma friki que desprende, pero para el público al que va dirigido Kung Fury es, sin más, una obra maestra.
La película, por cierto, puede verse de forma legal y gratuita tanto por youtube como en la web oficial, una magnífica manera de conseguir una repercusión global que le ha generado más beneficios que si hubiera tratado de cobrar directamente por el visionado de la obra y que, sin dudas, le ha abierto las puertas de Hollywood.
Concluyo permitiéndome recomendaros, a nivel de complemento, el magnífico análisis que de Kung Fury se ha hecho en La Órbita de Endor, el perfecto colofón a una tarde veraniega de puro y delicioso frikismo.

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