jueves, 31 de diciembre de 2015

LO PEOR DEL 2015 Y OTRAS DECEPCIONES

Siempre es complicado elaborar una lista con lo peor que se ha estrenado en cine  a lo largo del año ya que, generalmente, uno ya se huele los fiascos y trata de evitarlos. Aun así, ya sea por descuido o por evidente masoquismo, alguna suele caer. Si tuviese que hacer una selección de lo más defenestrable quizá lograría quedarme con cinco que no le recomendaría ni a mi peor enemigo.
Puede parecer ya un clásico, pero el cine de terror siempre es capaz de ofrecer películas peores que las anteriores. 
Dos casos sirven como muestra: Insidious, capítulo 3 y Paranormal activity: dimensión fantasma. Muy malas me parecieron también la última propuesta de Kevin Smith, Tusk (simplemente insultante), y la penúltima patochada de un Johnny Deep totalmente sin rumbo (que, por cierto, también aparecía en Tusk… ¿casualidad?): Mordecai. Pero, y por más que me duela ya que suelo ser un defensor a ultranza del cine español, el mayor insulto cinematográfico con que me he topado este año ha sido el Rey Gitano de Juanma Bajo Ulloa. 
No hay por dónde cogerla.
Más allá de estas cinco joyitas podría olvidar haberme topado con cosas como El séptimo hijo (un intento desesperado más de crear una nueva franquicia que no va a ningún lado), No confíes en nadie (que si no fuera por la presencia de Nicole Kidman, Colin Firth y Mark Strong no la habría tenido ni en consideración para este ranking) Insulgente (si la primera parte de esta mediocre saga ya no me gustó, esta ni lo pienso…), Hombres, mujeres y niños (con lo bien que empezó Jason Reitman) o El Francotirador (Eastwood ya no engaña a nadie). Y, como no, uno de los truños del año, Los cuatro fantásticos, una película tan mala que ni merece mencionar a Marvel o Stan Lee en sus créditos.
Y luego están aquellas películas que sin llegar a ser pésimas sí me han decepcionado mucho. Es el caso de Chappie, que empieza a demostrar que todo el boom que se desató con Neill Blomkamp era un bulo, Samba, muy por debajo de la estupenda Intocable, Focus, previsible hasta la médula, El niño 44, tan desaprovechada que duele, Everest, aburrida a más no poder, Pan, una tontería muy bonita visualmente, pero tontería al fin y al cabo, El viaje de Arlo (o la demostración de que Pixar no debe forzar y hacer dos pelis en un mismo año), Spectre (el agotamiento de una fórmula de la que se esperaba un gran final) y, sobre todo, 50 sombras de Grey, una película que no llega a ser tan mala como parece pero que recuerda demasiado a un anuncio de perfume que nunca va hacia ningún sitio con un actor sin carisma y una directora sin oficio.
Y estas son mis anti recomendaciones. ¿Habéis visto alguna de estas? ¿Quizá incluso peores? Pues ya sabéis, el debate está abierto.
Y el año que viene, más… 

LO MEJOR DEL 2015 Y ALGUNA AGRADABLE SORPRESA

Pues lo prometido es deuda y ahora que ya no hay tiempo para más cine voy a ofrecer una pequeña valoración personal de lo que ha sido este año desde el punto de vista cinematográfico.
Como es natural, no están todas las que son. Me han quedado por ver muchas películas potencialmente interesantes, como Macbeth, Una pastelería en Tokio, La novia… que espero poder saldar en los próximos días. Sin embargo, esto es, de lo que sí he visto, lo que más me ha gustado:
Desde el punto de vista estrictamente cinematográfico tres películas han destacado por encima de las demás: El puente de los espías, de Spielberg, Marte, de Ridley Scott y Nightcrawler, de Dan Gilroy. Estas son las que deberían estar en mi podio de honor, aunque seguidas muy de cerca por Del revés (inside out) la última maravilla de Pixar, y la española Truman.
Como Hollywood pone toda la carne en el asador hacia final de año (para entrar a tiempo en la carrera de los Oscars pero sin caer en el olvido) pero esas películas aquí nos suelen llevar en los meses de enero y febrero, quizá ya tengáis muy lejanas interesantes propuestas como eran Corazones de acero o Desmontando Enigma (Imitation game).
Sin embargo, ya he repetido hasta la saciedad que este era un año de blockbusters, así que entre mis películas favoritas hay irremediablemente propuestas muy palomiteras. Y es que por una vez, y sin que sirva de excepción, la calidad no tiene por qué estar reñido con lo comercial. Siguiendo un ligero orden cronológico, la primera gran película que nos llegó fue Kingsman: Servicio Secreto, de Matthew Vaughn, basada en el comic de Mark Millar, a la que siguieron Fast&Furious 7 y Tomorrowland. Sí, ya sé que soy de los pocos que la van a poner en el listado de películas buenas de este año, pero a mí la fantasía de George Clooney y Britt Robertson sí me convenció, demostrándome que Brad Bird es un director muy a seguir de cerca.
Antes de pasar a los platos fuertes del verano tuvimos la oportunidad de recuperar el aroma clásico del cine de Branagh con su maravillosa versión de La Cenicienta, tan colorista como la desquiciante y frenética Mad Max, fury road. El regreso de George Miller a la saga que lo encumbró no me emocionó tanto como a la mayoría de los aficionados, pero hay que reconocer que lo que le falta de guion lo suple con creces en su imaginería visual. Y tras ella, dos auténticos bombazos: Los Vengadores: la era de Ultron, que aun estando un pelín por debajo de la primera entrega seguía conservando la frescura del mejor Marvel, y Jurassic World, una especie de secuela/reboot/remake del Parque Jurásico de Spielberg.
Este ha sido, también, un año de agentes secretos, y después de que Kingsman abriese la veda nos llegaron, casi seguidos, Operación U.N.C.L.E., Misión Imposible: Protocolo fantasma y Anacleto, agente secreto, con un impagable Imanol Arias. Para quien no recuerde que en España también tenemos héroes del comic más que dignos.
Y el colofón final, la película que todo el mundo estaba esperando y que, pese a haber dividido a los fans más radicales, a mí me ha entusiasmado, llegó con Star Wars: el despertar de la fuerza, película que sin duda se mantendrá en lo más alto durante el mes de enero del 2016 y quién sabe si también en el de febrero.
Esto ha sido, a mi entender, lo más destacable de un año que, además, ha dejado alguna pequeña sorpresa que merece ser destacada. Películas de corte fantástico aunque mucho más humildes que las superproducciones antes mencionadas como la simpática La señal y la intrigante Ex Machina, divertidas apuestas animadas como La oveja Shaw, films de denuncia aunque simpáticos como Pride o el romance gótico propuesto por el amigo Del Toro en La Cumbre Escarlata.
Y no menos destacables son para mi otras películas que sin duda no entrarán en la lista de ningún blog de los muchos que somos y que definen un poco a este panda: Walking of sunshine, porque o bien me estoy volviendo muy ñoño o este musical me llegó a tocar la fibra, Dando la nota, aún más alto, porque no conocía la primera película y, sin esperar nada de ella, me sorprendió gratamente, Eliminado, porque a veces se puede hacer cine de terror con dos duros si se pone un poquito de imaginación, Ant Man, porque aquí, más que nunca, el tamaño no importa, El Séquito, porque me descubrió una serie de televisión que me ha llegado a enganchar hasta el punto de haberme devorado ya sus ocho temporadas, y Barcelona, nit d’hivern, porque lo del punto ñoño que he dicho antes debe ser cierto, pues esta también me logró emocionar.
Bueno, pues este ha sido mi resumen positivo del año. ¿Encontráis alguna a faltar? Ya sabéis que, como siempre, acepto sugerencias. Opinad sin miedo, insensatos, opinad…

BALANCE DEL 2015: UN AÑO EN CIFRAS

Pues hasta aquí puedo leer, como decían en aquel mítico concurso. Hoy termina el año y ya no hay tiempo para ver más cine, así que es el momento idóneo para empezar a hacer un poco de balance de lo que nos hemos encontrado por aquí.
En total han sido 165 las películas aquí analizadas, a las que hay que sumar las doce recomendaciones de los lectores y los doce comentarios de opinión de cada mes. Ha habido, además, quince comentarios periódicos, la mayoría centrados, como cada año, en los meses de marzo y octubre. Y es que ya sabéis, entre premios y festivales. Y este año el Festival de Sitges ha vuelto a ser protagonista del blog, como no podía ser de otra manera.
En total, entre unas cosas y otras, han sido 204 entradas, nueve menos que el año pasado. Podría significar que este año ha habido menos cine interesante que el anterior, pero eso no tiene porqué ser necesariamente cierto. Ha sido un año claramente marcado por los blockbusters y en mi caso particular ha habido películas que he podido ver varias veces pero que, por supuesto, sólo han provocado un comentario en el blog. Los casos más claros corresponden a Vengadores: la era de Ultrón y Star Wars: El despertar de la fuerza, las dos películas más esperadas del año y que me han hecho pasar por taquilla tres veces cada una.
A cambio, ha habido mucho menos “cine de salón”, doce películas contra las cuarenta y tres del año pasado.
A nivel de lectores la cosa es más complicada de calcular, ya que la presencia en Facebook y twitter ha aumentado las visitas pero ha dificultado el cálculo. Sí puedo deciros que el comentario de agosto en el que recomendaba podcast sobre cine que escucho habitualmente ha sido de largo el más leído. Curiosamente, la entrada sobre una película que ha recibido más visitas ha sido la correspondiente a Como sobrevivir a una despedida. Nunca lo habría dicho.
La presencia en las redes sociales ha permitido expandirse al blog de manera que diversas entradas  han sido retwitteadas o destacadas por algunas figuras del panorama cinematográfico nacional, siendo mi mayor orgullo la mención de Álex de la Iglesia. Por cierto, veintisiete han sido las películas comentadas con participación española, siendo los meses de septiembre y octubre los más prolíficos. Y marzo, como suele suceder, ha vuelto a ser el mes con menos estrenos de interés, aunque, por el contrario, ha sido el mes con más visitas en la historia del blog, superando las mil cien. El talón de Aquiles del Panda siguen siendo los comentarios. Continúan detectándose pequeños problemas técnicos en el blog que dificultan las publicaciones de estos mientras que se evidencia cierta timidez en el foto de debate que me gustaría que fuese Facebook, donde, por cierto, ya somos 167 miembros. ¡A ver si en el 2016 llegamos a los 200!
Pero basta de hablar del blog. En lo que respecta al cine, y a falta de análisis más detallados, este 2015 ha sido, tal y como se esperaba, un año muy taquillero. Empezó muy bien la cosa (económicamente hablando, la calidad ya es otro cantar) con 50 sombras de Grey, el primer gran éxito del año que parecía que iba a establecer un record en espera de los estrenos veraniegos, pero la balanza kármica y la pérdida de Paul Walken elevaron a límites insospechados a Fast&Furious 7, convirtiéndose en el estreno más bestial del año (al menos si comparamos su recaudación con las previsiones iniciales).
Con la excepción de Tomorrowland, injusto pero estrepitoso fracaso, el resto de las películas han cumplido más o menos con las expectativas. Cuatro han sido los títulos gordos del año: Los Vengadores: La era de Ultron, Jurassic World, Misión imposible: Nación secreta y Los Juegos del Hambre: Sinsajo, parte 2. Han funcionado muy bien Ant Man, La Cenicienta, Terminator: Génesis, Kingsman: agente secreto, Marte, Operación U.N.C.L.E.  y Mad Max: Fury road (esta con mucha mejor valoración por parte del público de lo que su taquilla terminó demostrando) y dejó un sabor agridulce la última de 007, Spectre, así como tres títulos con sello de autor: El ascenso de Júpiter de los Wachowski, Chappie de Neill Blomkamp y La Cumbre Escarlata de Guillermo del Toro. Y los fracasos más sonados (aunque ya anunciados) lo componen el trío formado por la mencionada Tomorrowland junto a la fallida Pan y la horrible Los 4 Fantásticos.
En el campo de la animación Del Revés se ha llevado todos los aplausos, pero ha tenido que compartir taquilla con los imparables Minions, mientras que el cine español ha estado de enhorabuena con el retorno de Amenábar, el buen sabor de boca de películas tan dispares como Anacleto y Truman y, sobre todo, con la excelente acogida a la esperada Ocho apellidos catalanes.
Y como gran fin de fiesta, como no, Star Wars: El despertar de la Fuerza, que pese a haberse estrenado a mediados de diciembre y tener que repartir sus cifras con el año 2016 ha tenido un arranque tan alucinantemente bestial que ha batido records y se ha encumbrado en lo más alto. A nivel histórico no parece que vaya a alcanzar las cifras de Avatar, pero nadie se atrevería a apostar en su contra. Por si acaso…
Este es, en cuestión de cifras, el resumen del año que hoy termina. A continuación, el resumen desde un punto de vita algo más subjetivo. Lo mejor y lo peor según la humilde opinión de este panda.
Feliz año y… ¡a por el 2016!


EL MARIDO DE MI HERMANA (4d10)

Resulta no ya difícil sino doloroso juzgar una película como esta, un producto destinado al entretenimiento más pasajero y trivial que, aun contando con un trío de actores carismáticos (y algún secundario de relumbrón) carece de las más mínimas pretensiones artísticas que permitan rascar siquiera un mísero aprobado al invento.
Cierto es que en el terreno de las comedias románticas todo está ya  muy trillado y es tentador contentarse con muy poco, pero lo cierto es que a priori había elementos que invitaban a pensar que esta comedieta podría hacerse un hueco en la medianía general, aspirando incluso a sobresalir ligeramente merced a algún diálogo inteligente (y la excusa de que tanto el protagonista como su padre sean profesores universitarios especializados en el terreno de los románticos le iba que ni pintado) y alguna vuelta de tuerca que destacara entre lo trillado del argumento.
Pero a la postre, viendo el despropósito fílmico que ha parido un director, Tom Vaughan, que va de mal en peor, con un guion tan errático que uno no tiene ni idea de lo que pretendía contar su autor, ni siquiera el trío de guapos (mucho mejor actores de lo que demuestran en esta película) salva la función.
Vale que el argumento sea previsible (un profesor se enamora de su alumna y se casa precipitadamente con ella debido a su embarazo, pero con el tiempo descubren que no están enamorados y que es la hermana de ella quien realmente le hace temblar el corazón a él), pero si por lo menos estuviese bien desarrollado uno podría contentarse con esas migajas de carisma que derrochan sus desaprovechados protagonistas. Pero un ritmo errático, un  montaje confuso y unas relaciones mal dibujadas hacen que este film, que pasó desapercibido en su momento y que he recuperado en los albores del año gracias a la segunda oportunidad (a todas luces inmerecida) que algunos cines le han otorgado, hacen que su visionado sea una triste pérdida de tiempo.
Es todo tan superfluo, tan nimio, que ni siquiera tiene los arrestos suficientes para llegar a ser una mala película. Es, simplemente, una sosería fílmica que solo se puede recomendar a un público muy conformista en una tarde de domingo sin futbol. No da para más.

martes, 29 de diciembre de 2015

EL DESAFÍO (6d10)

Aunque no puedo considerarme un fan declarado de Robert Zemeckis reconozco que admiraba profundamente al realizador en su primera etapa, la más divertida y palomitera (con la trilogía de Regreso al futuro como punto álgido, aunque nunca me cansaré de reivindicar La muerte os sienta tan bien). 
Luego le llegó una faceta más seria y adulta con la que ya no conecté tanto (no soy nada fan de Forest Gump y Náufrago me aburrió soberanamente) y finalmente se perdió en los delirios digitales de Polar Express, Beowulf y Cuento de Navidad hasta que se pegó el batacazo y regresó al cine de imagen real con El Vuelo.
Él mismo, sin embargo, ha reconocido que está más interesado en la técnica que en la historia (quizá por eso lo mejor de El Vuelo fuese la escena del avión volando del revés y su posterior aterrizaje forzoso). Por ello, El desafío es una película técnicamente impecable, con un glorioso y muy bien aprovechado 3D (esta es una de las pocas ocasiones donde la técnica tridimensional es realmente aconsejable) y un hermoso tributo a las tristemente desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York.
La historia es otra cosa…
El desafío narra la epopeya de Philippe Petit, un artista callejero parisino que, buscando siempre nuevos desafíos, se empeña en cruzar el espacio que separa ambas torres haciendo funambulismo. Una proeza para la que debe reunir a un variopinto grupo de cómplices, casi a modo de los chicos de Clooney en Ocean’s Eleven.
Así, la primera mitad del film sigue el clásico planteamiento de una película de robos (hay que decir que para el desafío al que quiere enfrentarse Petit no hay permisos posibles, así que todo se hará en contra de la ley), resultando algo monótona y aburrida. En la segunda, todo el protagonismo recae en la “actuación” final, en el ejercicio de equilibrismo que decora el cartel y que, por estar basado en una historia real y por ser el propio Petit quien nos narra la historia desde la primera escena, ya sabemos que terminará bien.
Por eso, por la falta de emoción práctica al conocer (o imaginar) el desenlace, y por lo mal que puede llegar a caer el propio Petit, un personaje egoísta, engreído y sobrado, uno no llega a conectar demasiado con una historia demasiado poco trabajada y en la que demasiadas cosas se dejan en manos del caprichoso azar.
Y esto, que resume muy bien el cine de Zemeckis de los últimos años, es lo que más define a la película desde el punto de vista artístico. Pero, como digo, al propio director todo esto le importa bien poco. Lo verdaderamente importante, la excusa de esta historia que no por real resulta poco cautivadora, es el clímax final, la media hora larga en la que Petit recorre el cable, los planos desde lo alto de la torre capaces de provocar vértigo en el propio espectador, la magnificencia de esas torres tan perfectamente recreadas que parecen reales…
Esta es la magia de la película y la única excusa para ir a verla, más allá de lo que el señor Petit y su caprichosa vanidad nos puede llegar a interesar. De cada uno dependerá valorar si esta media hora final de pausada adrenalina compensa el visionado completo.

NAVIDADES, ¿BIEN O EN FAMILIA? (5d10)

Viendo el título de esta película, y contemplando el reparto o incluso el cartel promocional, lo fácil sería pensar que estamos ante otra comedia navideña más, la típica apuesta de estas fechas en los que se hace una burla a las etiquetas impuestas por la sociedad alrededor de la unión familiar que terminará derivando en un desastre muy divertido y que al final se solucionara en pos al espíritu navideño y los buenos deseos de todos.
Sin embargo, el directo Jessie Nelson (cuya última película, la conmovedora Yo soy Sam, data de 2001) y el guionista Steven Rogers (también afincado en el melodrama ligero) han querido dotar a esta película de un cierto aire trascendental, como una reflexión moral sobre el amor y la familia que termina dotando a la película de una incómoda pomposidad y, desde luego, nada de diversión.
Siguiendo el esquema clásico delas historias corales que terminan uniéndose al final de las mismas (al más puro estilo Love Actually), Navidades ¿bien o en familia? desgrana las miserias de un enorme núcleo familiar  y, basándose en los tópicos más recurridos del género (dos desconocidos que se conocen en un aeropuerto, el padre que ha perdido el trabajo y no se atreve a confesarlo a su familia, el anciano cargado de sabiduría, la familiar a la que rescatan de la residencia para pasar las navidades en familia o el inevitable susto que los lleva a todos a terminar en la sala de espera de un hospital) de una manera que, de haber apostado claramente por el melodrama, podría haber funcionado. 
Sin embargo, no es eso lo que nos quieren vender ( y la presencia de Ed Helms en el reparto así lo confirma) y la esperanza de entrar en la sala a ver esta película para reírse con las aterradoras reuniones familiares obligatorias en estas fechas y pasarlo bien por un rato se transforman en un jarro de agua fría al ver unos personajes desgraciados deambulando por la pantalla que me hacen dudar si la película (pese a su final) es decididamente pesimista o simplemente fallida.
Eso sí, en el lado positivo hay que destacar su impresionante reparto, en el que sobresalen sobremanera Alan Arkin, Marisa Tomei y John Goodman. Junto a ellos están Diane Keaton y Olivia Wilde haciendo unos personajes que suenan un poco a lo de siempre (Keaton lleva ya muchos años repitiendo el mismo papel, mientras que Wilde parece repetir el personaje autodestructivo de la también coral En tercera persona), pero no hay que olvidarse, entre otros, de la presencia de Amanda Seyfried o Anthony Mackie.
En resumen, una propuesta navideña que puede resultar interesante siempre que u8no sepa a qué atenerse. Su mayor pecado es aparentar algo que no es, aunque por lo menos, aunque todo suene a repetido, pretende tener una profundidad más allá de las típicas estupideces a los que nos tienen acostumbrados. Lo malo es que estas cosas les suelen salir mucho mejor a los británicos (y, tras ver Barcelona, nit d’hivern, a nosotros mismos), y esto no es más que una imitación americana muy descafeinada.

PALMERAS EN LA NIEVE (6d10)

Conectando directamente con la entrada anterior, en la que apuntaba que el excesivo hype de Carliots y Snoopy podría haberme aguado un poco la fiesta, con Palmeras en la nieve pasa justamente lo contrario: era tan malo todo lo que había llegado a mis oídos que la película me sorprendió gratamente.
Creo que se ha sido muy injusto con un film que sí, que tiene muchas deficiencias que no voy a obviar en mi opinión, pero que es una propuesta emotiva y de impecable factura que describe la situación de las colonias españolas en África y nos traslada a una época no demasiado lejana en el tiempo pero que se me antoja infinita en la memoria.
Basada en la exitosa novela de Luz Gabás y dirigida por Fernando González Molina (que repite por cuarta vez con Mario Casas), Palmeras en la nieve explica, a golpe de flashbacks, dos historias paralelas separadas sesenta años en el tiempo, centradas en el esfuerzo que Killiam debe hacer para adaptarse a su nueva vida en la isla de Fernando Poo (en la Guinea española) donde nació y en su posterior historia de amor prohibido con una oriunda del lugar, Bisila, una historia que su sobrina, en el presente, irá descubriendo a la vez que se descubre a sí misma.
Palmeras en la nieve es la gran apuesta del cine español para despedir el año, una ambiciosa producción que no ha tenido miedo a correr el riesgo de competir en pantalla con Star Wars: el despertar de la fuerza y que tiene en la figura de Mario Casas su mejor baza. La película de Fernando González Molina es un relato épico, con gran dramatismo y sensibilidad, pero que peca de un sentido narrativo demasiado televisivo. Pese a ser la cuarta película de su director, este parece seguir demasiado apegado al mundo de las series  de donde proviene como para saber diferenciar los tiempos de cada medio. Así, con un metraje excesivo que se convierte en la principal lacra de la película (163 minutos a todas luces agotadores), la adaptación habría funcionado mucho mejor como miniserie que como películas, teniendo que emplear mucho tiempo para contar su drama y dejando encima con la sensación de que muchos detalles de interés (sobre todo lo relacionado al contexto histórico) han sido tocados muy de puntillas.
El reparto es interesante y funcional, correcto sin llegar a brillar. La historia río funciona, quizá mejor en su parte de flashbacks que en el presente. Y la apuesta, arriesgada en su concepto, por presentarnos una película ambientada en las colonias españolas tiene por sí sola un valor documental que no es nada despreciable.
No es redonda. Quizá hasta le falte mucho para aspirar a serlo. Pero sí es una película sumamente interesante y con más valores de los que muchos le han querido ver. Un drama bien desarrollado y que, en algunos pasajes, llega a emocionar.

CARLITOS Y SNOOPY (6d10)

En alguna ocasión he hablado del problema de que un exceso de hype puede provocar que una película llega a decepcionar. Y aunque no sea exactamente ese el caso de Carlitos y Snoopy, se le acerca bastante.
Y es que son tantas las maravillas que había oído de esta película, con comentarios que la acercaban a la perfección, que no puede evitar al verla sentirme descolocado, como si la cosa no fuese conmigo. Y eso casi hace que me aburra y pierda el interés de una propuesta que, sin ser tan gloriosa como me habían prometido, no está nada mal.
Quizá el problema radique en que nunca haya sido un gran seguidor de la tira cómica, sintiéndome mucho más atraído a la figura de Mafalda o a la de Calvin & Hobbes. Snoopy es para mí, más que un personaje, un icono, y el no conocer de antemano a los personajes de la película (sobre todo a los secundarios) provoca un cierto distanciamiento con los mismos.
No obstante, y mediante una animación en3D combinada con elementos de 2D (como las bocas o los ojos), que distancian al principio pero resultan entrañables una vez se acostumbra uno al experimento, la película es tierna y divertida, increíblemente respetuosa con la obra de Schulz, creando una historia novedosa a partir de la llegada al vecindario de una nueva niña que revolucionará el mundo de Carlitos y sus amigos, pero sin dejar de homenajear al personaje impreso con subtramas como la hilarante confrontación entre Snoopy y el Barón Rojo, los problemas de Carlitos para conseguir volar una cometa o las diferentes personalidades de los miembros e esa pandilla que se conoce (muy a pesar del autor) como Peanuts. Y no falta tampoco, por supuesto, la presencia muda pero impagable de Woodstrock, el pájaro.
Sin un guion demasiado complejo pero muy autoreferencial (Steve Martino, el director, aprovecha la mínima excusa para plasmar una imagen en blanco y negro que evoca directamente a la tira de prensa), Carlitos y Snoopy es una disfrutable cinta infantil que funciona perfectamente como comedia para todos los públicos, sin ahondar quizá en la intelectualidad que buscaba Schulz en sus tiras pero con un poderío visual muy destacable.
Surrealista y desmadrada a partes iguales, Carlitos y Snoopy lo tiene todo para ser la película familiar de estas Navidades, aunque cuenta con el lastre de que en España el personaje no pegó tan fuerte como en el resto del mundo y quizá a muchos les suceda como a mí, que identifiquen a este simpático Beagle más como una pegatina o personaje de camiseta que como a una figura cinematográfica.
No encuentro que sea la obra de arte que me prometieron, pero sí un pasatiempo muy recomendable y una buena inversión para pasar una bonita tarde con los más pequeños. Al fin de cuentas, tiene la suficiente magia como para invitarnos a soñar, lo que no es poco…

viernes, 25 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD 2015

Recién llegado a casa después de la primera orgía gastronómica obligatoria en estas fechas, me paso con la rapidez del rayo por el blog para desear a todos los lectores unas muy felices fiestas de Navidad y transmitir mis mejores y más sinceros deseos para que el 2016 llegue colmado de deseos felices y prosperidad para todos, amen de un buen puñado de buenas películas.
¡FELICES FIESTAS, amigos!

jueves, 24 de diciembre de 2015

La sugerencia del mes: LOVE ACTUALLY

Aunque tenía pensado terminar el año de comentarios con Fahrenheit 451, por aquello de cerrar el círculo y acabar con el mismo director con el que empezamos, preferí adelantarla al mes pasado para dar un toque navideño a la sección.
Esta no es exactamente una recomendación para el blog como tal, sino una insistencia constante por parte de mi amigo Sergio que no podía creer que no hubiese visto nunca esta comedia romántica de Richard Curtis que él mismo definía como el “Qué bello es vivir” de nuestra generación.
No creo que las comparativas con el clásico de Frank Capra sea válido ya que aquella era una película de claro espíritu navideño y revisionado obligatorio en estas fechas, mientras que, aunque la acción de Love Actually sea también en la previa de la Navidad, su mensaje está más centrado en el amor que en el sentimiento navideño y que, canciones aparte, podría haber funcionado igual de bien de haberse ambientado en cualquier otra época del año.
Escrita por el propio Curtis, Love Actually es una colección de historias, alguna más interesante que otra, que se entrecruzarán en ocasiones para ofrecernos diversas historias románticas con un toque humorístico muy británico. Curtis, que debutaba como director con esta película, tenía un amplio bagaje como guionista, principalmente en el terreno televisivo y para mayor gracia de Rowan Atkinson, habiendo elaborado también el libreto de Nothing Hill o El diario de Bridget Jones, lo cual hacía casi obligatorio que en su debut tras las cámaras contara con la presencia de Atkinson y de Hugh Grant, principales baluartes del humor absurdo y de la comedia romántica de Gran Bretaña, respectivamente.
Sin duda, lo que más destaca de Love Actually es su reparto, una colección de estrellas casi irrepetible que, además, ha ganado glamour con el paso de los años. Aparte de los ya mencionados el cartel destacaba la presencia de algunos clásicos del género como Alan Rickman, Colin Firth o Emma Thompson, además de a un Liam Neeson que todavía no era considerado un héroe de acción, Keira Knightley recién salida de Piratas del Caribe, Laura Linney o la menos conocida Martine McCutcheon. Hasta aquí los nombres que aparecían en el poster, pero mucha atención a los que nos podemos encontrar en papeles igual de destacados o más: Martin Freeman (uno de los actores de moda gracias a las series Sherlock y Fargo y a la trilogía de El Hobbit), Chiwetel Ejiofor (nominado al Oscar por 12 años de esclavitud y una de las nuevas caras para la Fase Tres de Marvel), Andrew Lincoln (protagonista principal de la exitosa The Walking Dead), Thomas Brodie-Sangster (uno de los protagonistas de la saga El corredor del laberinto aparte de haberse colado modo cameo en Star Wars: El despertar de la Fuerza), Rodrigo Santoro (mucho antes de convertirse en el Xerxes de 300 o de pasearse por Perdidos)… y eso centrándonos en personajes principales, que también están los simples cameos de gente como Billy Bob Thornton, January Jones o Elisha Cuthbert.
Estrellas aparte, la conjunción de historias funciona a la perfección, consiguiendo enternecer y emocionar sin abandonar nunca el toque cómico que impida que decaiga en la ñoñería. Cuenta con el típico inconveniente de que no todas las historias que se presentan funcionan igual de bien, pero al menos están suficientemente diversificadas para que ninguna llegue a desmerecer la obra.
Como comentario aparte, habría que destacar que esta película es, sin duda, la referencia más evidente para la reciente Barcelona, nit d´hivern, donde Dani de la Orden copia sin complejos el esquema y el espíritu (escena final en el aeropuerto incluida) aunque consiguiendo una obra final más divertida aún.
Con momentos impagables como los que protagoniza el rockero pasado de vueltas o el enfrentamiento entre los presidentes americano y británico hacen de esta película una joyita muy disfrutable que, aunque como ya he dicho, no sea obligatoria ver en navidad sí es muy recomendable revisionar en estas fechas.
Es una buena aportación a iluminar unos días donde apetece disfrutar de buenos sentimientos y finales felices, aunque algunos abusen del almíbar.


El comentario del mes: LA GENTE SÍ QUIERE IR AL CINE.

Se ha demostrado. Esa es, a mi modo de ver, la principal conclusión de este año extraordinario que está a punto de concluir. No todo han sido éxitos, desde luego, y algunas películas se han pegado un batacazo considerable (de eso hablaremos en unos días, cuando hagamos el balance del 2016), pero está claro que ha habido suficientes pelotazos como para demostrar que el sector no está en crisis y que eso de que la gente no va al cine porque es muy caro es una milonga. Otra cosa es que no siempre la oferta sea la mejor y que algunos (exhibidores y distribuidoras) no ayuden demasiado.
Recuerdo, por ejemplo, que cuando se estrenó 50 sombras de Grey parecía que iba a batir records difíciles de superar. Pero a los cuatro días nos encontramos con la primera sorpresa del año: Fast & Furious 7 y todo el mundo lo flipó. No fue tan sorprendente el éxito de Vengadores: la era de Ultrón pero algo sí que nos cogió a pie cambiado las ganas de volver a ver dinosaurios en pantalla grande que demostró la taquilla de Jurassic World. No ha ido mal la cosa con Spectre y 8 apellidos catalanes lo ha vuelto a petar. Y no hay tiempo ni espacio suficiente apra repasar todos los records a nivel mundial que está pulverizando Star Wars: El despertar de la Fuerza. Ni siquiera la denostada Regresión ha hecho un mal papel.
Además, la fiesta del cine ha vuelto a ser un éxito monumental. La gente tiene ganas de cine y está dispuesta a pagarlo, está claro. Pero eso no significa que se pueda permitir que se abuse de ello.
Ya he hablado anteriormente de las prácticas casi mafiosas de la distribuidora Warner, que boicotea todas las promociones que los cines han propuestos en los últimos años para conseguir precios más reducidos, pero es que ahora resulta que tenemos el enemigo en casa y la propia cadena Cinesa se ha apuntado al callo de las tomaduras de pelo y en una práctica insólita (y casi diría que amoral, porque ilegal, por lo visto, o lo es) se ha inventado el concepto de Películas Premium. ¿De qué va esto? De coger las películas más esperadas del momento (todo empezó con Regresión, creo recordad), ponerles la etiqueta de película Premium y, por el morro, cobrar un euro más cara la entrada durante las dos primeras semanas de exhibición.  Así, sin más. En las mismas salas y en las mismas condiciones. ¿Qué tiene eso de Premium, aparte de por el sableo descarado?
Ver para creer.
Otras cadenas, aprovechando el buen momento, han subido ligeramente el precio del día del espectador (de cuatro euros a cuatro con noventa, en algunos casos), pero al menos a cambio han aumentado los días con descuento, llegando en algunos casos a ser desde el lunes hasta el jueves, festivos excluidos.
Hay que tener cuidado con estas cosas, si no queremos que los buenos tiempos pasen con una fugacidad extrema. Al fin y al cabo, ya avisábamos a finales del año pasado que este 2016 era un año cargado de blockbusters, y eso no se va a repetir tan fácilmente.
Encima, noticias como los fraudes de algunos sectores del cine español que manipulaban datos para cobrar subvenciones por películas infumables y que no interesaban a nadie no ayuda demasiado a despejar el panorama.
Espero que, al menos, estos resultados temporales ayuden a demostrar que hay no todo es piratería en este país (y lo bien que ha aterrizado Netflix en España es buena prueba de ello) y que lo único que se necesita es un poco de buena voluntad por ambas partes para lograr un buen funcionamiento.
Al fin y al cabo, el cine es espectáculo. Y todo el mundo sabe dónde debe disfrutarse el verdadero espectáculo. ¿Por qué creen que ya no se televisan, como antaño, funciones de teatro o espectáculos de circo?
En fin, que por unos días vamos a intentar dejarnos de polémicas y disfrutar de unas fiestas de cine. Feliz Navidad a todos y felices películas.


lunes, 21 de diciembre de 2015

STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA (9d10)

Al fin llegó el día. Llevábamos unos cuantos años esperándolo, desde que Disney comunicó que había comprado los derechos de LucasFilm y anunció el proyecto de realizar una nueva trilogía (luego se hablaría de los spin-off, las series, los comics…). Aunque, en realidad, llevábamos mucho tiempo más reprimiendo ese deseo de volver al Universo que creo George Lucas en 1977 y que nos amagó en 1999 con La amenaza fantasma, un despropósito digital donde Lucas traicionaba sus propios ideales y demostraba que era mucho mejor creador que director.
No entendía, sin embargo, esa fiebre galáctica que invadía a toda la humanidad, hablando de la película más esperada de la historia y de records de taquilla, algo que imagino que ya se habló con la nueva trilogía y que quedó en una profunda depresión para el aficionado. 
Yo, por mi parte, sí esperaba la película con ganas, pero no por el factor Galáctico que no tenía claro si iba a ser capaz de remontar el vuelo por sí solo, sino por mi profunda admiración y fe ciega en J.J.Abrams, padre espiritual de la magistral Lost (Perdidos) y cuyas películas (todas sin excepción) hasta la fecha me han agradado notablemente. Su filmografía, por sí sola, ya habla de lo que el realizador neoyorquino iba a ser capaz de ser. No en vano había resucitado dos sagas en peligro de extinción (Misión Imposible estaba muy tocada tras la película de John Woo y Star Trek literalmente muerta) y había demostrado su respeto por el cine de fantasía que Lucas, Spielberg y compañía representaban a finales de los setenta y principios de los ochenta con Super8. Visto esto, ¿quién mejor que él para conseguir aunar en una película dos cosas tan antagónicas como era orientar una saga hacia nuevos horizontes pero recurriendo para ello a sus orígenes más clásicos?
Por ello, en lo único que se le puede criticar a su Star Wars (escrito  a medias con Michael Arndt –otro con currículo pequeño pero brillante- y retocado por el gran Lawrence Kasdan, quien ya se hiciera cargo de escribir los episodios seis y siete, los mejores de las seis conocidas hasta ahora) es la sencillez del guion. Abrams no ha venido para inventar nada, como hiciera Lucas en los episodios uno a tres, y por eso no hay nada de riesgo en una historia que recuerda mucho (quizá demasiado) a la trama original. Protagonista de padres desconocidos en un planeta desértico, robotito con planos ocultos en su interior, villano enmascarado de voz metálica y una nueva Estrella de la Muerte. Por eso, El despertar de la fuerza es una continuación tanto como un respetuoso lavado de cara a los conceptos preconcebidos, algo que (con mayor o menor acierto) es la tercera vez que vemos en las pantallas en lo que va de año, tras Terminator Genesis y Jurasic World.
A partir de ahí, todo es magia pura. Abrams, quien asegura que ha tenido total libertad por parte de Disney para ofrecer su propio punto de vista de la saga, se saca de la manga a un puñado de actores jóvenes que enamoran al público desde su primera aparición en pantalla, especialmente la pareja que lleva el mayor peso de la película, unos hasta ahora desconocidos Daisy Ridley y John Boyega que consiguen en segundos tener más carisma que el denostado Hayden Christensen en las dos películas que protagonizó (es un decir), consiguiendo sin duda que sus personajes entren por la puerta grande en el imaginario popular de la franquicia por delante, incluso, de interpretaciones de actores consagrados como fueron en su momento Ewan McGregor, Natalie Portman o Liam Neeson (¿alguien se acuerda de que forman parte de esta saga?). Junto a ellos, destacan también rostros algo más conocidos, como Oscar Isaac y Domhnall Gleeson, mientras que el caso de Adam Driver debe ser considerado aparte, ya que su personaje (que no voy a mencionar aquí) es el que queda más pendiente de evolucionar en futuras películas.
Hago aquí un inciso para disculparme si soy algo parco en explicaciones argumentales, pese a que en el momento en que se publique este comentario medio mundo habrá visto ya la película, pero visto el magnífico trabajo que ha hecho Disney por mantener al público hambriento de spoilers (y eso que han inundado el medio audiovisual con carteles, merchandising y trailers) y sin saber nada de la trama (algo que, por cierto, se le da muy bien a Abrams: recordad el interés que logró despertar con una película presupuestariamente pequeña como fue Monstruoso) no voy a ser yo quien desvele nada que no deba saberse antes de ver la película en pantalla grande.
Decía que la película logra reunir a un interesante elenco de jóvenes promesas que para nada chirrían. Todo el primer acto forma parte de un reinicio en toda regla y uno se identifica enseguida con los nuevos héroes, en especial la potente presencia de esa muchacha, frágil y guerrera a la vez, que es Rey, mientras que el nuevo juguete llamado BB-8 consigue derrochar simpatía y ternura como no se había visto desde los tiempos de WALL.E.
Pero el tráiler ya había adelantado que no se iba a tratar de una aventura en el espacio más. Hay cabida para la nostalgia y toda la sala se estremece al reconocer un maltratado Halcón Milenario, al ver aparecer por primera vez, pistola en mano, a Han Solo y Chewbacca, o al reencontrarnos con la versión madura de ese mito de peinados imposibles que era Leia Organa. Y así, mientras la aventura prosigue por nuevos derroteros, los guiños a lo clásico se reproducen sin cesar, demostrando que por más que la película vaya a entusiasmar a los chavales de nueva cuña que ya lo fliparon hace un año con Guardianes de la Galaxia esto es, en realidad, un homenaje a una generación que ya baila entre la cuarentena y el lustro y que sufrieron viendo como un CGI que ha envejecido francamente mal se apoderaba de los esperados episodios uno a tres y violaba, de paso, la esencia de la saga original.
Y tanto es el tributo que Abrams ofrece a la historia que incluso las pantallas verdes han sido reducidas al mínimo concepto en este rodaje, regresando a las maquetas, animatronics, maquillajes y localizaciones en escenarios naturales que tan bien lucen en pantalla. Hay digitalización, desde luego (que se lo digan a los irreconocibles Andy Serkis, Lupita Nyong’o o Simon Pegg) pero en ningún momento el ordenador predomina sobre la historia ni se cae en el delirio visual que alcanzó cuotas de videojuego en algunos momentos de El ataque de los Clones.
El despertar de la fuerza no es una película perfecta, y le falta la independencia argumental necesaria para alejarse de los clichés preconcebidos, pero es una primera piedra necesaria para expandir el universo y dar forma a una nueva trilogía que, sin duda, tomará su propio camino a partir del episodio ocho. En cierto modo, necesitábamos volver a sentirnos en casa para poder partir de cero y empezar a andar de nuevo hacia horizontes desconocidos. Y el equipo formado por Rey, Finn, Poe Dameron y BB-8 enfrentados a Kylo Ren, el nuevo villano de la saga, ha demostrado que es capaz de luchar por su propio destino con total independencia.
Quizá si algo me rechinó ligeramente (y perdonen los que consideren esto casi una blasfemia) es la banda sonora. Creo firmemente que un director debe trabajar siempre con el compositor con quien mejor se entienda, y si muchos echaban en falta la labor de John Williams en la magnífica El puente de los espías de Steven Spielberg yo habría preferido que Abrams hubiese podido contar con su músico de cabecera, el compositor Michael Giacchino. Ya en Súper8 demostró que se le daba bien recrear el estilo de Williams y con Misión Imposible y Jurassic World se especializó en crear nuevas composiciones partiendo de registros icónicos.
Como sea, Abrams ha demostrado que, además de ser un magnífico director, es un cachondo. Solo a nivel anecdótico os diré que Giacchino sí está en la película, pero como actor. Igual que Daniel Craig. Hasta aparecen Yoda y Obi Wan Kenobi. ¿No me creéis? Quizá en un tiempo, cuando se pueda hablar sin temor a los spoilers, os resuelva el misterio. Mientras, contentaos con la aparición de viejos colegas del director, como Greg Grunberg, o con la recuperación de Anthony Daniels y Peter Mayhew, el ilustre cameo de Max von Sydow y la presencia de la “jugadora de tronos” Gwendoline Christie.
Y sí, también sale Mark Hammil. Pero no diré nada más sobre el tema.
En fin, una película para disfrutar de principio a fin, en la que buscar deslices argumentales es renunciar a la magia del espectáculo, donde se recupera toda la épica que la lucha entre el imperio y la República merecen y donde la Fuerza es de nuevo un poder espiritual más que un concepto científico (¿alguien entendió alguna vez eso de los midiclorianos?).
No sé si será la mejor entrega de la saga (El Imperio Contraataca rozaba la perfección y puso el listón muy alto), pero se le acerca. Yo, probablemente, sea con la que más he disfrutado. Y, aunque confieso que era el primer escéptico tras el final de El ataque de los clones, la historia que comenzó en una galaxia muy, muy lejana debe continuar.
Que la Fuerza nos acompañe.

SUFRAGISTAS (5d10)

Sufragistas cuentan un episodio de nuestra historia relativamente actual que no ha sido muy frecuentado en el cine: la lucha de la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (NUWSS) por defender los derechos de las mujeres en la Gran Bretaña de principios del siglo XX, siendo el derecho al voto una de sus principales reivindicaciones. Solo por ello, la historia ya merece un cierto interés.
Fue Emmeline Pankhurst una de las principales cabezas visibles de las Sufragistas, principalmente como fuente inspiradora de las mujeres de clase obrera que se rebelaron contra la sociedad mediante actos cada vez más agresivos, aunque en la película, interpretada por Meryl Streep, apenas aparece en escena unos pocos minutos (y empiezo a cansarme ya de esas aportaciones de la Streep convertidas en simples cameos que el cartel promocional convierte en protagonista). Otra mujer clave en la resolución final (no creo que nadie me acuse de hacer un spoiler si digo que actualmente las mujeres pueden votar en Gran Bretaña) fue Emily Wilding Davison, a la que da vida Natalie Press, un personaje de gran relevancia en el tercer acto de la misma pero que permanecía como aparente secundario en gran parte del metraje. Y es que la directora Sarah Gavron y la guionista Abi Morgan han preferido inventarse a unos personajes (principalmente Maud Watts y Edith Ellyn, que si bien están ligeramente inspirados en personajes auténticos no son más que dramatizaciones imaginadas) para dar forma de drama a uno de los muchos grupos de lucha en favor a la igualdad que se produjeron en esa época. Y ese es el principal error de la película.
Con una narración anodina y carente de ritmo, con más semejanzas al melodrama televisivo que a la historia de pasión y superación cinematográfica a la que aspira, Sufragistas es un relato terriblemente plano, incapaz de emocionar pese a  que tiene multitud de secuencias que invitan a ello ni donde sus dos protagonistas femeninas (Carey Mulligan y Helena  Bonham Carter) consiguen transmitir lo necesario para creer en su lucha ni ideales.
Al menos el gran Brendan Gleeson (cuyo hijo está arrasando en taquilla –también como secundario, eso sí- con Star Wars, película que va a hacer que esta Sufragistas caigan en el olvido en cuestión de días) cumple con sus silencios cargados de significado y miradas turbadoras, mientras que cierra el casting un  Ben Whishaw que por más que desde El perfume no ha logrado un papel de relevancia por lo menos es capaz de colarse en todo tipo de producción, consiguiendo en la actualidad (gracias a Spectre y En el corazón del mar) tener tres películas en cartel.
Por cierto, y solo a modo anecdótico: el título original es Suffragette, ya que en la historia de la lucha por los derechos de la mujer hubo dos grupos ligeramente diferenciados por su manera de enfocar las cosas: las sufragistas, bastante más moderadas,  y las sufragetes, claramente contundentes y bastante más activas. Está claro que quien tradujo el título al español no conocía este dato.
Por consiguiente, película decepcionante y muy aburrida, para nada a la altura de la importancia de lo que relata, que probablemente no merecería siquiera el aprobado de no ser por la necesidad de conocer la realidad de esas mujeres consideradas inferiores a los hombres y el primer paso que dieron hacia la igualdad, por más que sea una realidad maquillada.

lunes, 14 de diciembre de 2015

¿QUÉ CAMBIARÍAIS DEL BLOG?

Bueno, pues casi sin darnos cuenta nos hemos plantado ya en el mes de diciembre. Un mes tradicionalmente de cambios, de renovación y de nuevos objetivos. Un mes que cierra un año cargado de buen cine y blockbusters espectaculares.
No es momento todavía de hacer balance (aún nos queda el plato fuerte galáctico por llegar) pero sí conviene ir pensando ya en lo que queremos y esperamos del año próximo, hablando sólo desde el punto de vista del blog.
Han sido muchas las reseñas de este año, a las que han acompañado como siempre las reflexiones sobre las galas de premios de los Goya y de los Oscars y donde una vez más se ha hecho un seguimiento lo más profundo posible (dentro de mis propias limitaciones horarias) del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Pero este año ha habido, además, dos novedades: las reseñas de películas atemporales propuestas por los propios lectores y los comentarios, a modo de reflexión editorial, sobre algún aspecto de la actualidad cinematográfica.
Mi deseo de ofreceros el máximo número posible de reseñas y las diversas complicaciones laborales que se me han acumulado en mi vida personal ha provocado que en ocasiones hayan pasado días sin que el blog se actualice y que alguna opinión se haya publicado una o incluso dos semanas después del estreno de la película en cuestión, algunas incluso habiéndolas podido ver en su fecha correcta, y esto es algo que quiero tratar de evitar el año próximo. Por ello me estoy planteando, una vez satisfechas las primeras peticiones de “Recomendaciones”, eliminar esa sección y la de “El comentario del mes” de cara al 2016.
¿Significa eso que el blog va a volver a limitarse a opiniones de estreno y poco más? No necesariamente. Hay otras posibilidades que estoy contemplando y que alguno de vosotros me habéis comentado a nivel personal como incluir opinión sobre series de televisión o hacer un mayor seguimiento a cortometrajes y documentales. También he pensado que podría ser interesante dedicar un tiempo a esas películas que no llegan a estrenarse en cines (o que se estrenan tan mal que son prácticamente invisibles) y recuperarlas en una sección dedicada al “videoclub”.
Son posibilidades que dan vuelta por mi cabeza para tratar también de revitalizar el blog y animarlo un poco. Y el motivo de esta entrada es, precisamente, para invitaros a que me deis vuestra opinión al respecto. ¿Qué os gustaría encontraros en El Panda Cinéfilo el año próximo? ¿Qué novedades incorporaríais y que cosas eliminaríais de lo que hay ahora? ¿Qué es lo que os gusta más y lo que os gusta menos? Como esto, aparte de satisfacer mi necesidad de aporrear mi teclado con cierta frecuencia, está destinado a vosotros, a compartir mis opiniones y, si os apetece, a crear un debate sobre cine, me gustaría que participarais al máximo en la organización del blog, así que os animo a dejar vuestros comentarios o sugerencias, ya sea en la zona de comentarios del propio blog o por las diversas formas de contacto de las redes sociales. Recordad que tenemos un punto de encuentro en Facebook en el grupo de El Panda Cinéfilo o podéis hacérmelas llegar de un modo más personal, si lo preferís, por twitter (@medinabotija) o mail (medinabotija@gmail.com).

En enero descubriremos juntos los cambios. Si los hay…   

domingo, 13 de diciembre de 2015

KRAMPUS, MALDITA NAVIDAD (7d10)

Todo el mundo sabe que, según la leyenda, cuando un niño se ha portado bien a lo largo del año en Navidad recibe la visita de Santa Claus (o Papá Noel, o San Nicolás, llámenlo como quieran) y este les recompensará con regalos. Pero existe otra leyenda oriunda de Los Alpes menos conocida que hacer referencia a un espíritu demoníaco que es el reverso tenebroso del simpático gordito al que todos conocemos y que en navidad se dedica a castigar a los niños que han sido malos, llegando incluso a llevarse con él a los niños más conflictivos.
Cuando con semejante premisa se anunció una película Made in Hollywood resultaba inevitable pensar en ese experimento excesivo y grotesco que fue El Grinch de Ron Howard sobre otro personaje navideño negativo, pero afortunadamente, las diferencias entre ambos son abismales. Cierto es que los americanos han adaptado ligeramente la tradición del Krampus para extrapolarlo a aquellos niños que han perdido su espíritu navideño (algo mucho más ambiguo y espiritual, propio de tierras yanquis), pero la esencia final de este Krampus es bastante fiel a las leyendas austríacas y que la iglesia trató de censurar.
Otro detalle que a priori puede desconcertar es el reparto: con Adam Scott y Toni Collete a la cabeza y David Koechner , Allison Tolman y Conchata Ferrer secundándolos, era fácil pensar que estábamos ante la típica comedia navideña de cada año, aunque los carteles y algunas imágenes previas invitaban a pensar en un film de terror. ¿Qué nos podemos encontrar, pues, en este Krampus americano?
Pues no lo voy a negar, el tema va de comedia. Pero una comedia muy muy negra, aterradora por momentos. Casi una gamberrada perpetrada por Michael Dougherty, director de Truco o trato y coguionista de varias películas de Superman y X-men, que se inspira directamente en el cine más ochentero ara ofrecernos una película para toda la familia pero con muy mala baba que puede recordar a títulos como Gremlins o Poltergeist.
Además, para rematar la faena, Dougherty evita el uso de efectos digitales, recurriendo a marionetas y animatronics de toda la vida, con lo que ofrece un tono intencionadamente cutre pero delicioso a la película, un delirio con galletas de jengibre asesinas, cajas sorpresa amenazantes o payasos aterradores (bueno, en el fondo todos los payasos son aterradores, ¿no?)
En definitiva, una broma macabra muy bien concebida que arranca como aparente (y tópica) denuncia al capitalismo navideño (esas peleas en las jugueterías remiten, por ejemplo, a Un padre en apuros) para derivar en un festival del terror muy cachondo y gamberro. Recomendable, pues, para todos los públicos excepto niños demasiado impresionables.
Y el final, lo que más miedo me daba mientras disfrutaba de la proyección, redondo.

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (9d10)

Siempre he pensado que existen dos Spielberg totalmente diferentes: el palomitero y el trascendental. No vamos a descubrir aquí a ninguno de los dos, pero sí diré que a mí personalmente siempre me ha convencido más el primero que el segundo. E.T., Tiburón, las sagas de Indiana Jones o Parque Jurásico… formarán para siempre parte de la historia del cine mientras que en su vertiente más seria y dramática solo La lista de Schiedler me convenció totalmente.
En los últimos años se podría decir que el antaño rey Midas de Hollywood estaba patinando en ambos campos. Tras el alud de críticas negativas que tuvo con Indiana Jones y la calavera de cristal el realizador de Cincinnati estuvo tres años para decidir su próximo proyecto. Fue Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio, inicio de una trilogía que de momento está en dique seco, a las que siguió la irregular War Horse y la soporífera Lincoln. Spielberg sabía rodar magníficamente bien, pero había perdido su magia.
Pero cuando estábamos todos a punto de tirar la toalla, el realizador se ha aliado con los hermanos Coen y Matt Charman para adaptar en pantalla grande un episodio de la historia de James Donovan, un abogado de seguros de origen irlandés al que la CIA encomienda el difícil caso de defender ante un jurado a un espía ruso en plena guerra fría. No se trataba de una labor humanitaria, desde luego, sino de aparentar que en los Estados Unidos se protegen los derechos básicos de cualquier persona, aunque el veredicto estaba ya asegurado antes del juicio. Pero Donovan, fiel a sus principios, hizo lo imposible por evitar que el soviético Rudolf Abel fuese condenado a muerte y… Bueno, y si queréis saber más tendréis que ir la peli aunque, como se suele decir, el resto es historia.
La primera gran baza del guion es no limitar la función a una película de juicios, sino ampliar sus horizontes para configurar un debate sobre el bien y el mal y como varía la objetividad de cada uno según el punto de vista en el que se encuentra. Así, la película reflexiona sobre si “el malo” de la película es malo por lo que hace o por para quién lo hace, de la misma manera que si un espía americano hiciese lo mismo en el bando contrario sería definido como el héroe.
Una interesante propuesta que los guionistas manejan con brillantez, aportando ligeras gotas de humor e ironía que ayuda a simpatizar con todos los personajes y a comprender un poquito mejor una etapa histórica muy confusa  donde las guerras se libraban en los despachos y salas de negociación.
Con semejante premisa Spielberg, ahora sí, ha podido dar rienda suelta a todo su conocimiento para elaborar una película fantástica, no sé si la mejor de su carrera pero desde luego la mejor en muchos años, en la que consigue crear el tono y el ritmo que la historia necesita con una elegancia y estilismo en cada uno de los planos que invitan al aplauso constante. Baste como ejemplo pensar en la magnífica caracterización del Berlín de la época, un Berlín rodado completamente en estudios.
Dejando por una vez (y me temo que debido a su avanzada edad no será la última) al compositor John Williams de la ecuación, el tercer gran acierto del film está en la elección de sus intérpretes, con un Tom Hanks inmenso a la par que contenido y un Mark Rylance que te atrapa desde la primera (y absolutamente definitoria) escena, transformado en un espía de sangre fría y corazón caliente, capaz de ganarse la simpatía de todo el público.
En conclusión, un coctel perfecto para una historia increíblemente real y que, conociendo la biografía del protagonista, invitaría incluso a una posible secuela por tierras cubanas. No creo que esto llegue a producirse, pero nos contentaremos con disfrutar de esta (ahora sí) obra maestra, una de las mejores películas de este año y cuyas casi dos horas y media pasan como un suspiro.
Así sí, Steve. Así sí.

EN EL CORAZÓN DEL MAR (7d10)

Pocas cosas podrían causarme más interés que ver al director Ron Howard y al actor Chris Hemsworth trabajar juntos de nuevo tras la magnífica Rush, y más si es una historia de aventura y épica con ballenas gigantes de por medio. Sin embargo, sin ser una mala película, algo parece haber fallado en la concepción de esta obra que no logra desprender el aroma de leyenda que pretendía.
Dividida en dos partes muy diferenciadas (sin contar los interludios en los que el único superviviente de la historia cuenta su versión de los hechos en modo flasback), la película narra la historia real del Essex, un ballenero que naufragó en 1920 en el Pacífico sur debido al ataque de una enorme ballena albina. La historia de ese naufragio fue la semilla que inspiró la obra Moby Dick, de Herman Melville.
Como digo, la película tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, nos encontramos ante una aventura marina muy en la línea de Rebelión a bordo o La tormenta perfecta  donde parece que los puntos de vista contrapuestos entre el capitán George Pollard Jr. (Benjamin Walker) y el primer oficial Owen Chase (Hemsworth) van a ser el punto de interés principal. Es aquí conde la película se torna más espectacular con las escenas de caza de ballenas y el desafío de las terribles tormentas oceánicas. En la segunda parte, la película se convierte en un relato de supervivencia, con dejes de Viven o La vida de Pi donde se describe el periplo de los náufragos por sobrevivir. Algo parecido a lo que pasaba en la interesante Invencible de Angelina Jolie, pero al revés.
El problema radica en que Howard cuenta con un reparto muy coral con el que jugar, pero al que no es capaz de sacar todo su jugo. La lucha de egos entre Pollard y Chase prácticamente desaparece junto a los restos del ballenero y el resto de los tripulantes no tienen suficiente personalidad como para que nos llegue a emocionar sus destinos más allá (por eso de ser caras reconocibles) de los interpretados por Tom Holland y Cilliam Murphy.
Más allá de eso, que impide que esta sea la gran epopeya que Howard pretende, la película es un buen entretenimiento, una aventura con aroma clásico y que, en los momentos en los que interviene el cachalote, recuerdan a un film de terror. Se desaprovecha, quizás, el gran potencial que la monstruosa criatura podría llegar a tener (y más si contamos con que se ha estrenado en 3D), pero no tenemos más remedio que conformarnos con lo que Howard ha podido o sabido hacer.
Completan el reparto Brendan Gleeson y un omnipresente Ben Whishaw (con el estreno este mismo viernes de Sufragistas y la permanencia de Spectre tendrá tres títulos en cartelera), a los que hay que añadir una brevísima aparición de nuestro Jordi Mollá.
El resultado final puede saber a poco, sí, y no voy a sacar razones de donde no las hay para defenderla, pero tampoco es de recibo apedrearla como lo está haciendo en muchos altavoces cinéfilos. Está muy lejos de ser la gran película que se prometía, pero es una buena oportunidad para conocer una aterradora historia real que fue fuente de inspiración a una de las obras cumbres del siglo XX. Conformémonos con eso.