sábado, 28 de febrero de 2015

KINGSMAN: SERVICIO SECRETO (8d10)

Ya desde que se diese a conocer en el 2007 con su segunda película, Stardust, Matthew Vaughn demostró su afición al mundillo del comic y su buen hacer adaptando obras ajenas.
Tres años después convenció a propios y extraños con Kick-Ass, película en la que colaboró por primera vez con el enfant terrible del comic Mark Millar, y un año después logró el gran mérito de resucitar una saga agónica como los X-Men que heredó de Bryan Singer. Ya en aquella X-Men: primera generación se intuía además un gusto estético que recordaba al espíritu más clásico de los films del agente 007, hasta el punto de que su versión de Emma Frost parecía más una chica Bond que una supervillana de comic.
De esta manera, juntando todos estos elementos, parecía el director más lógico para un film de estas características, la adaptación de un comic del amigo Millar que es a su vez una especie de homenaje a los míticos films de Bond, James Bond.
Aunque el guion que el propio Vaughn ha escrito a cuatro manos con su colaboradora habitual, Jane Goldman, se distancia en ciertos momentos de la obra original de Millar y el dibujante Dave Gibbons, no cabe duda que sabe ser perfectamente fiel a la saga de seis números publicada por Icon Comics (un sello dependiente de Marvel), consiguiendo que hasta los cambios más radicales se conviertan en celebrados guiños (un simple ejemplo: en el comic la acción arranca con el secuestro del actor Mark Hammil; en la película el secuestrado es un profesor universitario que, obviamente, está interpretado por el propio Hammil). También es cierto que el propio Millar es uno de los productores del film, y que la relación Millar-Vaughn es tan buena que ya está en marcha su próximo proyecto conjunto: Superior.
Kingsman: Servicio Secreto cuenta, por un lado, la historia de un grupo de agentes secretos de financiación privada que tratan de averiguar que siniestro plan se oculta tras la desaparición, a nivel mundial, de diversas personalidades sin que haya ninguna petición de rescate por ellos. Por otro lado, el reciente fallecimiento de uno de sus agentes propicia que la organización busque un sustituto mediante un duro proceso de selección entre las propuestas de los respectivos miembros. Harry Hart propone a un chaval de los bajos barrios, hijo de un aspirante a agente fallecido diecisiete años atrás, en el que deposita una total confianza.
Lejos de caer en la burda parodia, Kingsman: Servicio Secreto es una película de acción con todos los ingredientes propios del género, reuniendo las mejores virtudes pero acompañándolas con un sentido del humor inteligente y, por momentos, muy negro en una combinación arriesgada pero que, en las hábiles manos de Vaughn, es totalmente acertada.
Aun habiendo sido muy tentador caer en la rutina de haber seguido de forma textual el comic (lo que nos habría permitido escenas tan delirantes como una masacre entre parejas de novios participantes en una boda múltiple a pie de playa), el guion se constituye con vida propia, resultando muy meritorio que el homenaje a algo tan trillado como las películas de espionaje pueda resultar fresco, divertido y original (y quizá me estoy dejando llevar por la emoción, pero adivino incluso algún guiño a, por ejemplo, el Superman fílmico).
Sin renunciar al drama cuando es necesario (y con momentos de gran dureza visual), Kingsman: Servicio Secreto es, ante todo, una gran diversión, emocionante y muy gamberra, con momentos de puro delirio (esa escena en la iglesia) y recursos visuales impagables (las prótesis en las piernas de la chica del malo son una delicia).
Pero no todas las virtudes de la película deben recaer en sus creadores, pues Vaughn ha sabido rodearse de un gran elenco interpretativo que están superlativos, encabezado por un Colin Firth impecable en ese porte extremando al máximo su flema británica (y que nada tiene que ver con su apática interpretación en la reciente No confíes en nadie) y siguiendo por la demencial aportación de Samuel L. Jackson (ese megalómano villano de libro), un inevitable Michael Caine (no hay caballero británico más icónico que él) o un Mark Strong en su salsa como operativo en las sombras de la asociación, aparte del descubrimiento que suponen la argelina Sofia Bouella y el galés Taron Egerton, un desconocido que se ha tenido que enfrentar al desafío de protagonizar un film con semejantes estrellas y que sale totalmente airoso del trance.
Filmada con impecable elegancia, con un ritmo endemoniado que ni siquiera durante los momentos más relajados decae, irreverente y sorpresiva, Kinsman: Servicio Secreto reúne algunas de las mejores secuencias de acción de los últimos años (imposible esa persecución automovilística en marcha atrás del comienzo) con momentos de delirio puro que lamento no poder mencionar aquí por no revelar nada pero que resumiré, para quien ya la haya visto, con el desquiciante y demencial momento “fuegos artificiales”, para culminar, en la escena final, en el guiño definitivo al Bond más canalla y seductor, tal y como se podía intuir en uno de los carteles, homenaje directo a Sólo para sus ojos.
Brillante y muy recomendable, Kingsman: Servicio Secreto es la demostración perfecta de como una obra puede ser adaptada sin impedirle tener personalidad propia y ensalza a Vaughn como uno de los mejores directores de su generación, aunque nunca se le reconocerá por no hacer un cine tan oscuro y sesudo como los aclamados Nolan o Fincher.

NO CONFÍES EN NADIE * (4d10)

Dirigida (es un decir) por Rowan Joffre , que también se ocupa del guion (faceta que se le da algo mejor, a tenor de sus libretos en El Americano y 28 semanas después), No confíes en nadie recuerda a aquellos thrillers desconcertantes y rocambolescos que tan de  molda se pusieron en los noventa a raíz de títulos como Instinto Básico, Análisis Final o incluso El sexto sentido donde engañar al espectador y llevarlo por caminos equivocados hasta la inesperada y sorprendente revelación final que tras pasar la moda quedaron relegados a simples telefilmes de sobremesa.
Poco merecedora de reclamar nuestra atención por su escasa calidad es su interesante reparto lo que invita a acercarse a la adaptación de la novela de S.J.Watson, un reparto que solo puede comprenderse por un tema de amiguismo entre ellos. En resumidas cuentas, el matrimonio sobre el que gira la ficción tiene los rostros de Nicole Kidman y Colin Firth, que acababan de coincidir en la también prescindible Un largo viaje, mientras que Firth y Mark Strong (el tercero en discordia) ya debían estar enfrascados en el rodaje de Kingsman, servicio secreto.
La premisa puede parecer interesante, lo cual no es sinónimo de original. Una mujer, debido a un accidente, tiene graves lesiones cerebrales que le reducen su campo de memoria a un solo día. Así, cada vez que se va a dormir se despierta al día siguiente sin recordar absolutamente nada sobre sí misma y su paciente marido tiene que repetirle una agotadora rutina para permitirle acercarse a algo ligeramente parecido a la normalidad. Ya ven, algo así como el tipo de Memento o, ya cayendo por lo bajo, la Drew Barrymore de 50 primeras citas. Además, la repetición de la escena de Kidman despertándose amnésica cada mañana recuerda los momentos repetitivos de Atrapado en el tiempo o Al filo del mañana, pero sin su gracia, eso sí.
Todo cambia cuando entra en juego el doctor que interpreta Strong, que tras aconsejar a la mujer que grabe sus vivencias diarias en una cámara de vídeo a escondidas del marido consigue que empiece a recordar cosas.
Como digo, un planteamiento interesante que podría dar algo de juego (o haberlo dado, al menos, hace un par de décadas) si no fuese por la total incompetencia de su realizador, que bien poco ha debido aprender de su padre Roland Joffre, artífice de grandes títulos como La misión, La ciudad de la alegría o La letra escarlata. La realización no solo es plana, sino que la insistencia en saltar contantemente en el tiempo del Joffre hijo, como queriendo ser más descarado todavía en su imitación a Nolan, aburre soberanamente, haciendo que veamos una y otra vez escenas idénticas que no aportan nada y que solo consiguen entorpecer el ritmo de la narración. Hay un momento en que nada nos importa ya, y perder el interés por sus protagonistas es lo peor que puede pasarle a una película de intriga, que apunta a remontar cuando se alcanza el tercer acto y se descubren las trampas ocultas, pero que ya es demasiado tarde como para salvar la situación.
Parece como si, en un ataque de pedantería, Joffre considerase indigno el género del thriller y quisiera disfrazar su historia de drama intimista con lo que naufraga sin remisión, ayudado, en parte, por la total falta de química existente entre la Kidman y Filth.
Al final, se trata se una simple pérdida de tiempo que podría haber dado el pego como episodio aislado en una de aquellas series al estilo Alfred Hitchcock presenta pero nunca como un largometraje digno de ser estrenado en cine. Se puede soportar por el siempre solvente Strong (que también está lejos de sus mejores interpretaciones) y poco más.

EL LIBRO DE LA VIDA (6d10)

Sobre el papel, la muerte se supone que es el final del camino, el momento en que las historias quedan a medio contar y un sentimiento de profundo vacío invade a los que rodean al fallecido.
Sin embargo, al mismo tiempo, la mayoría de culturar y religiones la identifican con el principio de algo mejor y más maravilloso. Un renacer espiritual, una fiesta eterna donde las buenas acciones realizadas en vida sean convenientemente recompensadas.
Apadrinada por Guillermo del Toro y dirigida por Jorge R. Gutiérrez, El libro de la vida parece contagiarse de esa premisa para ofrecer una fiesta para los sentidos, divertida, imaginativa y muy luminosa pero a la vez vacía y desangelada.
Con un reparto bastante estelar en el doblaje original encabezado por Diego Luna, Zoe Saldana y Channing Tatum (y andando por ahí metido Del Toro no podía faltar Ron Perlman, por supuesto), nos encontramos ante la clásica historia de dos amigos (Manolo y Joaquín) en pugna desde pequeños por el amor de María.
Rescatando mil y un elementos del folclore mejicano (eso sí, convenientemente retocados y aderezados con elementos mayas y detalles completamente inventados para la ocasión), la película cuenta como existen varios planos existenciales tras la muerte, concretamente el Reino de los Recordados (un lugar de hermosos colores y diversión sin fin) y el Reino de los Olvidados (lúgubre y desamparado). Ambos mundos están gobernados, respectivamente, por La Catrina y Xibalba, que apuestan entre ellos quién de los dos conquistará el corazón de la muchacha: el intrépido y valeroso soldado o el torero con alma de cantante.
Con ligeras reminiscencias a Pesadilla antes de Navidad o La novia cadáver (aunque alejándose a la vez del aspecto más gótico de estas) pasadas por el filtro de la fiesta de El día de los muertos (que en contra de lo que pueda parecer es un día de alegría y celebración), El libro de la vida parece nacida con el simple propósito de aleccionar a los más pequeños de la casa (aunque habrá quien piense que un tema tan fúnebre no es precisamente infantil) sobre el valor del amor y la amistad, la conveniencia de hacer el bien por encima del mal, la conveniencia de luchar por lo que le dicte el corazón (es decir, mil y un tópicos tan habituales en este tipo de producciones) y mostrar la parte más pintoresca (recordemos que en realidad se trata de una película estadounidense) del vecino México.
Así, El libro de la vida está cargada de situaciones previsibles, diálogos flojos y chistes simplones que, sin embargo, saben camuflarse muy bien bajo un precioso envoltorio. Pese a lo limitado de su guion, resulta imposible no dejarse seducir por la magia de su puesta en escena, la originalidad de sus personajes (los protagonistas se asemejan a marionetas de madera), el derroche de color que roza el empacho pero sin alcanzarlo y sus buenas melodías.
A este respecto, permítanme un inciso para criticar, una vez más, que las canciones hayan sido dobladas, perdiéndonos la oportunidad de escuchar las voces originales de, por ejemplo, Diego Luna cantando, más si tenemos en cuenta que no se ha estrenado ninguna copia en versión original en toda España.
Decididamente, El libro de la vida es una fiesta para los sentidos, una película para dejarse llevar, contagiarnos con su alegría y dejarse embriagar por su impacto visual, pudiéndole perdonar la ligereza con la que se ha trabajado su argumento o la simplicidad del mensaje final.

CAPITÁN HARLOCK (7d10)

Creado para el comic en 1977 por Leiji Matsumoto y convertido en serie de Anime apenas un año más tarde, El Capitán Harlock era una metáfora sociopolítica ambientada en un futuro distópico en el que un pirata espacial a bordo de su nave La Arcadia simboliza la lucha por la libertad, encarnando a un héroe romántico y con claros tintes nostálgicos.
Para su adaptación cinematográfica se ha dejado ligeramente de lado el argumento inicial de la serie, manteniendo, eso sí, su espíritu, con un Harlock mucho más solitario y oscuro que el televisivo y cargando más las tintas contra la manipulación gubernamental que aquí se transforma en un auténtico cónclave conspiratorio.
En el futuro que nos presenta la película, tras un periodo de expansión galáctica, la humanidad necesita regresar al planeta Tierra, que no puede albergar el masivo éxodo que desemboca en una guerra galáctica que sólo finaliza con la prohibición, tras la aparición de un gobierno dictatorial con tintes religiosos (o incluso sectario), de ocupar el planeta azul, considerado una especie de santuario. Con el convencimiento de que hay intereses ocultos tras la maniobra política (y secretos que deben ser revelados), Harlock, junto a su fiel tripulación y la entrada de un nuevo miembro (que enseguida sabremos que se trata de un infiltrado de la coalición) planea una enrevesada trama para cambiar el cauce de los acontecimientos.
Prescindiendo del sentido del humor de sus orígenes, este Capitán Harlock es mucho más oscuro y meditabundo, con un argumento quizá excesivamente trascendental y un cierto deje ecologista del que carecía la serie animada. La película es una verdadera obra maestra visual, un espectáculo sin precedentes impecable, con una gran calidad en la que se cuida hasta el más mínimo detalle, sin temer adentrarse en los clásicos hándicaps del mundo de la animación digital como las escenas con agua, el detallismo del cabello, etc.
Cierto es que la trama es por momentos confusa, con un conflicto entre hermanos algo simplista y algún giro de guion bastante menos sorprendente de lo pretendido, pero que en el fondo no deja de ser un espectáculo visual al que hay que reconocerle un ritmo endiablado que en ningún momento decae y una épica constante que ya quisieran para sí muchas grandes producciones de imagen real (y sirva como ejemplo reciente El descenso de Júpiter). Pueden encontrarse en la realización ligeras influencias del cine americano, tales como el Star Trek de Abrams o el estilo narrativo de Cameron (el cual, por cierto, ha resaltado sin reparos sus virtudes), aunque sin renunciar a ciertos dejes propios del Anime japonés.
En conclusión, una brillante regresión a la infancia de todos aquellos que disfrutamos la serie en los ochenta, con un tono más maduro y pesimista de lo esperado, cuyo derroche visual disimula perfectamente sus carencias narrativas, logrando entretener y emocionar a ritmo de vértigo. Y es que, reconozcámoslo, cómo mola ver la capa al viento del pirata y su porte imponente.

lunes, 23 de febrero de 2015

LA NOCHE DE LOS OSCARS 2015

Bueno, pues tras una larga noche al fin tenemos ya a los ganadores de este año.
Tras ver modelitos en una alfombra roja mucho más glamurosa que la de los recientes y cansinos Goyas la gala, que desde España nos viene presentada por Leticia Dolera, da comienzo el espectáculo con una intervención musical interactiva de Neil Patrick Harris con la intervención de Anna Kendrick y Jack Black.
Y sin tiempo para aburrirnos Lupita Nyong'o aparece directa a dar uno de los gordos: el mejor actor secundario. Y, por supuesto, no va a haber hueco para la sorpresa. J.K.Simmons se lleva la primera y merecida estatuilla.
El imperturbable Liam Neeson se encarga de dar paso a unos clips que presenta las dos primeras nominadas a la mejor película. Cualquiera dice que no.
Dakota Johnson, la chica de moda gracias a las 50 castañas de Grey presenta la primera canción nominada. Maroon 5 (cuyo vocalista, Adam Levine, actuaba en la película) interpreta el tema principal de Begin Again. La verdad, me parece un poco injusto que no lo interprete la propia Kiera Knightley. Es una versión resumida, con lo que se llega a la primera pausa con un gran ritmo.
Es la hora de los guapos y bien vestidos: Jennifer Lopez y Crhis Pine presentan el Oscar al diseño de vestuario que se va para El Gran Hotel Budapest.
La nominada Reese Whiterspoon, que también está nominada como actriz, entrega el segundo Oscar de la noche a El gran Hotel Budapest por su maquillaje. Empieza fuerte la peli de Wes Anderson.
Es turno de uno de esos momentos tontorrones del tipo futuras promesas, pero el sosainas Channing Tatum se lo quita de encima rápido.
Aparece Nicole Kidman junto a Chiwetel Ejiofory parece que la tele se haya vuelto en blanco y negro. Presentan la película a la mejor película de habla no inglesa y nos quedamos sin la única oportunidad de rascar algo esta noche, pues Ida cumple los pronósticos y consigue el primer Oscar en la historia de Polonia. Después segunda tanda de clips de nominadas a la mejor película de la mano de Shirley MacLaine.
A Marion Cotillard le toca el papelón de presentar la canción de la Legopelícula. ¿En serio no había ninguna canción mejor o la han nominado solo porque la actuación propiciaba algo de cachondeo?
Kerry Whasington y Jason Bateman forman una curiosa pareja para presentar los premios a los cortometrajes. Con todo mi respeto, la basurilla de la gala. Por eso se lo ventilan pronto. El corto de ficción es para The phone call y el corto documental para Crisis hotline.
Viola Davis presenta un video donde se ve la entrega de premios honorificos de hace unas semanas. Alguien vio el discurso de Banderas en los Goya y pensó que nada de hacerlo en directo, que hay prisa.
Gwyneth Paltrow, elegante como siempre, presenta un nuevo tema musical, en esta caso la canción country de I’ll be me.
Homenaje doble en la siguiente aparición de Neil Patrick Harris para Birdman y Whiplash, que presenta en calzoncillos a Miles Teller y Margot Robbie, que presentan los premios técnicos que se entregaron también en potra gala paralela.
Sienna Miller, recuperada después de un tiempo desaparecida, acompaña al Capitán América para entregar el premio al mejor sonido para Whiplash y el montaje de sonido para  El Francotirador, que se estrena esta noche ante la emoción de su protagonista.
Jared Leto entrega el Oscar a la mejor actriz secundaria (la Streep ya ni se debe poner nerviosa, ¿no?) a Patricia Arquette. Era la favorita, aunque yo sigo sin estar de acuerdo.
Josh Hutcherson presenta a Rita Ora que interpreta la canción de Beyond the Lights.
Chloe Grace Moretz y Ansel Elgort entregan otro de los premios más previsibles, los efectos visuales para Interstellar. De lo poco que podía rascar…
Vuelve Anna Kendrick junto a Kevin Hart dan el premio al mejor corto de animación Feast, que se presentaba junto a Big hero 6. Precisamente la ganadora de la mejor película de animación. Dwayne Johnson y Zoe Saldanha, tras un buen chiste de Harris haciendo referencia a la ausencia de La Legopelícula, entregan el premio. Muchos apostaban por Cómo entrenar a tu dragón 2, pero es evidente que esta es inferior a la primera, y si esa ya no ganó…
Nos quejamos de las galas españolas y las comparamos con las americanas, pero cuando el presidente (presidenta en el caso de Hollywood) de la academia sale a soltar su discursito el momento es igual de coñazo, aquí, en lo USA y donde se tercie.
Dos de los triunfadores del año, Chris Platt, el protagonista del pelotazo del año, y Felicity Jones, nominada al Oscar, presentan el premio al diseño de producción. ¿Sorpresas? No creo, el mundo maravilloso de El gran hotel Budapest bien lo merece.
Y siguiendo con el juego particular de este año de emparejar a las actrices más paliduchas posibles con actores negros, Idris Elba y Jessica Chastain entregan el premio de la mejor fotografía para Birdman, que se estrena así en esta noche de premios.
Meryl Streep no tendrá premio este año, pero no podía faltar en el escenario. Es la encargada de presentar el video homenaje a los fallecidos en el 2014. Falta algo de emotividad desde que se pidió que no se aplaudieran las menciones por no convertir el homenaje en un concurso de popularidad, pero se nota un especial dolor con la aparición de Robin Williams, Gabriel García Márquez o Mike Nichols. Tras el video aparece cantando Jennifer Hudson para cerrar el homenaje.
Grande entre los grandes, de impecable esmoquin blanco, aparece Benedict Cumberbatch del brazo de Naomi Watts para entregar el premio al mejor montaje. Whiplash se alza con el premio, derrotando a una de las favoritas, Boyhood. Merecido, desde luego.
Terence Howard se lía un poco para presentar el último bloque de clips de películas nominadas. Un poco ladrillo, el tío. El caso es que ya están presentadas las nueve de entre las que ha de salir la gran triunfadora.
Otra vez los documentales, esta vez el de largometraje. Lo presentan Jennifer Aniston y David Oyelowo y es para CitizenFour. Los que lo recogen parecen La Familia Adams, si me permiten la maldad.
Octavia Spencer, objeto de burla de Neill Patrick Harris durante toda la gala, sube ahora al escenario para presentar la canción de la película Selma. Es la última canción nominada y se supone que su letra es muy bonita y reivindicativa, pero bueno… Los que me conocéis ya sabéis qué pienso de este estilo… Dejémoslo ahí.
Tras llenarse el patio de butacas con lagrimones por la canción, Idina Mendez y John Travolta entregan, precisamente al tema de Selma, el Oscar a la mejor canción. Pues vale, yo sigo prefiriendo la de Beguin Again.
Para aumentar el ritmo, a alguien se le ha ocurrido hacer una paradita para homenajear los cincuenta años de Sonrisas y lágrimas, y que lo presente Scarlett Johansson no resulta suficiente aliciente. Claro que todo es una excusa para la marcianada de la noche: Lady Gaga versionando temas del mítico film. No es una mala actuación, muy clásica y formal, pero parece que la Gaga, si no da la nota, sabe a poco, ¿no? Y claro, puestos a ponernos ñoños, la cosa no podía acabar sin un abrazo entre Lady Gaga y Julie Andrews, discursito incluido. No es por poner pegas, pero quedan muchos premios todavía y se hace tarde, y todos tenemos ya en mente los tres cuartos de hora que se alargaron los Goya.
La propia Andrews aprovecha para presentar el premio a la banda sonora que se lleva para su casa Alexandre Desplat. La favorita era La teoría del todo, pero Desplat es grande y se lo merece sin duda alguna. Yo apostaba por él, pero me equivoqué de película. Se lo ha llevado por El gran Hotel Budapest. Bravo.
Otro desaparecido sube al escenario. Ante la poca presencia en las nominaciones para Selma la academia parece querer presentar con mucha presencia de actores y actrices de color luciéndose. Eddie Murphy entrega el Oscar al mejor guion original a Birdman. Ya veremos si esto significa algo de cara a lo gordo.
Y como para darme la razón, aparece ahora la veterana Oprah Winfrey para dar a Descifrando Enigma el Oscar al mejor guion adaptado. ¡Cómo me alegro!
Después de haber trabajado este año en Perdida, Neill Patrick Harris presenta a Ben Affleck, que se encarga de presentar a los nominados al mejor director. Y el vencedor es Alejandro Gonzáles Iñárritu. Y es que, tras ver Birdman, no podía ser otro.
Kate Blanchett, gran dama del cine, presenta el premio al mejor actor. Ella fue la vencedora del año pasado con su Blue Jasmine, y le pasa el relevo a Eddie Redgrave. Prefería a Keaton, lo he dicho muchas veces, pero era el favorito y, aunque no sea un actor que me guste especialmente, lo cierto es que su recreación de Stephen Hawking. Menudo derroche de emoción que suelta el chaval con su premio.
Y como en los presentadores de mejor actor no hay sorpresas, ahora le toca a un barbudo McConaughey entregar el siguiente premio. Julianne Moore, por supuesto. Una de las mejores actrices de Hollywood, aunque precisamente por ello es menos sorprendente. Rosamund Pike sí que me sorprendió en Perdida y encuentro injusto que la genial obra de Fincher se vaya de vacío.
En fin, al final pocas sorpresas y debo reconocer que incluso los premios interpretativos que no comparto tampoco puedo juzgar de inmerecidos.
Es el momento de la noche: el de la mejor película. Esta y el director eran posiblemente las dos candidaturas más desconcertantes, y tras la estatuilla que se ha llevado ya Iñárritu queda saber si Birdman será la gran triunfadora o si habrá reparto como el año pasado.
En el escenario, Neill Patrick Harris hace un poco el canelo con unas predicciones que tenía encerradas en una urna.
Pero pongámonos serios y dejemos que Sean Penn nos saque de dudas con el último premio. Y poniendo un poco de tensión y bromita incluida, corona a Birdman como la gran vencedora. La historia del actor redimido siempre funciona, y más cuando se hace con la pericia de Iñárritu. Y podríamos recordar la falta de reconocimiento esta noche a Keaton y a Edwar Norton. O incluso a Emma Stone. Eso sí, los productores han cedido el micrófono unos segundos a Michael Keaton. El discurso del director mexicano, además, ha tenido su puntito reivindicativo.
Sea como sea, Birdman es, ahora sí, la película del año.
Al final, una gala simpática pero tampoco como para recordar, con un Neill Patrick Harris que no ha desentonado pero del que se esperaba más y un toque reivindicativo por parte de Meryl Streep, de los componentes de Selma y del propio Iñárritu.
En total, cuatro premios que coronan a Birdman y El Gran Hotel Budapest, aunque la primera se ha llevado los importantes, claro, dos para Whiplash, incluyendo el reconocimiento para la interpretación de J.K.Simmons,  y sólo uno para Boyhood, posiblemente la gran derrotada.
Fuera de las películas principales han estado los actores, Julianne Moore, Eddie Redgrave y Patricia Arquette mientras que Descifrando Enigma y Selma se han llevado la consolación de los premios artísticos con el guion y la canción.
Y esto es todo por ahora. Quizá más adelante nos planteemos una reflexión de lo vivido esta noche, pero por ahora, a dormir un poco, que en unas horas hay que estar de nuevo en pie.
Gracias a los que habéis estado en twitter y hasta el año que viene.

CAMINO A LOS OSCARS...

Bueno, amigos, más allá de las críticas y desprecios que acostumbran a acompañar a estos premios, lo cierto es que la Ceremonia de entrega de los Oscars es la cita más importante para todo cinéfilo que se precie, así que vamos a empezar a calentar motores.
A estas alturas las apuestas siguen muy igualadas. Tengo yo el pálpito (aunque no me hagáis mucho caso, he colaborado en porras de amigos blogueros y creo que en cada uno he puesto cosas diferentes) de que Birdman se va a llevar el gato al agua. Claro que podría pasar como el año pasado y que la mejor película no coincida con el mejor director…
Si nios fijamos en los pronósticos la cosa estaría entre Birdman y Boyhood, esto no ha cambiado en las últimas semanas. Sin embargo, el nombre de El Francotirador está empezando a sonar con fuerza, como si la igualdad entre las dos favoritas les pudiesen restar votos de los que se beneficiaría el señor Eastwood, que por cierto no figura como nominado al mejor director. Muchos han aplaudido Whiplash, lo que sería una verdadera sorpresa. Posiblemente el verdadero tapado (y ahí está su paso por los Globos de Oro) sea El gran hotel Budapest, mientras que cosas como La teoría del todo o Glory me parecen de puro chiste. Aquí es cuando algunos siguen protestando por la ausencia de Foxcatcher, Interstellar o (y entre estos me incluyo) Perdida. Demos un rápido repaso al palmarés que nos precede: Boyhood se llevó el Bafta, Gran Hotel Budapest y la propia Boyhood triunfaron en los Globos de oro y Birdman se ha llevado el Independent Spirit.
Pasemos al director. Aunque no le resto méritos a filmar una película durante doce años, creo que lo de Linklater es más un ejercicio de paciencia y planificación que de realización. Por ello aplaudo más la labor de Iñarritu, con ese aparente plano único que deslumbra en su película. No menosprecio, por supuesto, a Anderson, pero creo que su película, aunque magnífica, no propone nada nuevo con respecto a su definida filmografía. Liknklater, ojo, lleva ya el Globo de Oro, el Independent Spirit y el Bafta.
En el apartado interpretativo apuesto por Michael Keaton (que ganó el Globo de Oro de comedia y el Independent Spirit), aunque el favorito es Eddie Redmayne que ya se ha llevado el Globo de oro de drama y el Bafta). Lo veo más imitador que actor, y su despropósito de personaje en El destino de Júpiter hace que me niegue a votarlo. Más claro parece el premio para Julianne Moore (la ganadora al globo de Oro de comedia fue para Ammy Adams, que no está en los Oscars). Ella se lo ha llevado todo, pero yo quiero apostar por Rosamund Pike, cuya interpretación es perfecta y da lustro a una película (Perdida) mucho mejor que la sosa Siempre Alice.
Con los secundarios también hay claros favoritos. Nadie duda de J.K.Simmons por su brutal interpretación en Whiplash, mientras que todas las miradas son para la Patricia Arquette de Boyhood. Yo hago aquí una reflexión. Si tanto se valora que actores como Robert de Niro, Christian Bale o, este mismo año, Bradley Cooper, se transformen física y mentalmente en sus personajes para dar una actuación creíble, ¿Cómo se puede valorar el trabajo de una actriz cuya trayectoria es muy irregular que ha rodado apenas unos pocos días a lo largo de varios años? ¿Es igual de buena la interpretación de Arquette de 2005 que la de 2011? ¿Cómo se mide eso? Por eso, y más por eliminación que otra cosa (es mucho mejor la Kiera Knightley de Begin Again que la de Descifrando Enigma; lo mismo pasa con Ruffalo), me quedo con Emma Stone, que aunque en Birdman no destaca especialmente, ella siempre está bien.
Y finalizo mi quiniela (no voy a repasarlo todo, que es muy largo y aburrido) con la apuesta por la película de habla no inglesa. Las apuestas están entre Ida y Leviathan, y sin haber podido ver ninguna me inclino más por la primera. No obstante, tengo un puntito de esperanzas con Relatos Salvajes. Y es que al ser una película de fragmentos (y además muy divertida) igual es más fácil que los catedráticos se hayan atrevido a verla (ya se sabe que no todos los que votan sabe lo que votan)
Un detalle final. No se la importancia que estos premios tienen en la industria, pero si queréis tener más datos para vuestras quinielas de última hora os informo de lo que han decidido los diversos sindicatos:
Sindicato de productores: Birdman.
Sindicato de actores: Birdman.
Sindicato de directores: Birdman.
Sindicato de guionistas: Gran Hotel Budapest (original) y Descifrando Enigma (adaptado).
Ahí lo dejo.
Termino recordándoos que Neal Patrick Harris (inolvidble Barnie y presente en la escasamente nominada Perdida) será el maestro de ceremonias, un tipo cercano y divertido, buen cantante y mago aficionado, que puede hacer una gala amena, también aderezada con la actuación de Lady Gaga y, esperemos, alguna que otra sorpresa.
Y para cerrar la entrada, os dejo un enlace por si tenéis la curiosidad de saber quién ha ¿triunfado? este año en los antioscars, ed decir, los Razzies, donde Kirk Cameron's Saving Christmas ha derrotado a la gran favorita, Transformers 4, cortesía de los amigos de Blog de cine: http://www.blogdecine.com/otros/razzie-2015-ganadores
Feliz noche y recordad que podéis seguir mis comentarios en directo en Facebook (en el grupo de El Panda Cinéfilo) y en twitter (@medinabotija).





domingo, 22 de febrero de 2015

EL FRANCOTIRADOR (4d10)

Resulta curiosa la polvareda que ha levantado la nueva película de Clint Eastwood, una de esas crónicas bélicas que de no haberse visto reforzada por el impulso de los Oscars no habría pasado de ser una más en una cartelera rebosante de títulos aspirantes a la estatuilla dorada.
El nuevo título de un Eastwood que llevaba años reflejando un cierto cansancio artístico (sus últimas películas pasaron sin pena ni gloria) parece recuperar el pulso perdido con una obra impecablemente filmada y un Bradley Cooper en estado de gracia que se estaba convirtiendo en objeto de chiste en todas las nominaciones a los Oscars pero al que habrá que empezar a tomar en serio.
El Francotirador describe parte de la historia real de Chris Kyle, que ha adaptado con bondadosa calidez para la pantalla el guionista Jason Hall, un suboficial de los SEALs americanos que tiene el honor de haber cometido más de  160 asesinatos en pos de su patria en tierra iraquí, aunque la cifra extraoficial rondaría los 250.
Aquí se plantean varios problemas a la hora de analizar la película, y es que son varios los charcos en los que se mete el director californiano y no de todos sale impune.
Deberíamos ser objetivos y empezar analizando el film como lo que es, una simple película con un retrato superficial a una guerra absurda y las consecuencias que pesan sobre un veterano al volver a casa. Aquí es donde mejor podríamos alabar a Eastwood, que con un estilo muy clásico consigue hacernos empatizar con el protagonista sin que tampoco lleguemos a acercarnos demasiado al mismo, dotando de gran realismo los momentos tensos en las azoteas de Ramadi y rodeándose de un equipo técnico impecable que dotan a la película de una gran imagen y sonido. Cooper está muy creíble en su papel y hasta la ninja asesina de G.I.Joe destaca como sufridora esposa. 
Pero ya en este punto del análisis sentimos como algo del guion flojea. Centrándonos siempre en lo que es el personaje, no el conflicto, Eastwood parece pretender narrarnos la historia de Kyle con cierto distanciamiento, como si temiera tomar partido a favor o en contra del soldado que, a estas alturas, debemos defender todavía como a un hombre que lucha por su país y que mata (que no asesina) porque eso es lo que se hace en las guerras. Pero ese distanciamiento, ese querer verlo de lejos para no perdernos lo que sucede alrededor (como el propio Kyle hacía a la hora de disparar, siempre con ambos ojos abiertos), nos permite ver que hay demasiadas cosas que flojean, que más allá de un hombre de precisión milimétrica tumbado en una azotea la película está vacía. Pese a los intentos de dar relevancia a otro francotirador iraní, Mustafá, no hay en la historia un verdadero antagonista, como en Enemigo a las puertas, que nos ayude a posicionarnos con el americano más allá de porque “es lo correcto”. Eastwood no parece querer enrocarse criticando una guerra que nunca debió existir (menos aún  que cualquier otra, me refiero) y por eso nos presenta a Kyle casi como un simple operario de una cadena de montaje. Sube a su azotea, hace su trabajo y a casa después de fichar. Sé que estoy simplificando hasta el extremo, pero no encuentro que la historia sepa dramatizar lo suficiente para mostrarnos el pretendido sufrimiento de Kyle salvo en un par de ocasiones en las que se apoya en el teléfono para mostrarnos el dolor por la lejanía familiar. Un dolor, por cierto, más patente en la figura de Sienna Miller que en él mismo.
El credo de Kyle parece ser reducirlo todo a Dios, Patria y Familia, pero solo encuentro dos momentos de contacto con Dios, cuando roba una biblia al principio del film y cuando asegura que está deseando responder ante el Creador por sus acciones. Por lo demás, no se presenta al americano como a un hombre de Fe (y es fácil encontrar recursos para hacerlo sin ser tan reiterativos como el personaje de Shia LaBeouf en Corazones de acero), mientras que cada vez que su esposa le pide que vuelva a casa (amenazándolo incluso con abandonarlo si decide seguir en Irán) él ni se lo plantea, volviendo sólo tras la muerte de unos compañeros, por más que avanzada la trama lo vuelvan a describir como el padre y marido perfecto.
Así, sin entrar en valoraciones morales, El Francotirador es un buen espectáculo visual, dirigido con acierto y plagado de intensas interpretaciones de esas que parecen pensadas para acumular estatuillas (en mi opinión hay la misma fuerza interpretativa en el Resacón en la Vegas que aquí, pero así es Hollywood), pero cuya historia la verdad es que flojea demasiado para alguien no americano que no rece al cien por cien con el ardor patriótico yanqui. O dicho en otras palabras, que durante la proyección me importaba un pepino lo que le ocurriera o no al Kyle este, que tampoco me parece tan meritorio lo que hace, por cierto (hay una secuencia en la que él decide abandonar la azotea y acompañar a un grupo de marines para asaltar un restaurante y el tipo que lo sustituye se cepilla tranquilamente a siete u ocho enemigos en apenas diez minutos).
Aquí me podría quedar, definiéndola como un pastiche entretenido entre el realismo de Homeland y el pesimismo que acompaña a los perdedores que tanto le gusta retratar a Eastwood (se podría ver un reflejo en Kyle del Munny de Sin Perdón o incluso en el Kowalski de Gran Torino, una de sus últimas buenas películas) y que podría hasta aplaudir si fuese un personaje creado exprofeso por Hall, pero no puede ser, porque hay más detrás de todo esto, mucho más.
Y, ojo, que a partir de ahora podría entrar en el pantanoso terreno de los spoilers, advertidos quedáis.
Y es que el Chris Kyle este fue un personaje real, un héroe reconocido y aplaudido y que escribió (o dictó, vamos, que aquí no se hacen críticas literarias) su autobiografía. Una autobiografía llamada, por cierto, American Sniper (es decir, como la película) y en la que se presenta como un asesino de salvajes, jactándose de todas las vidas que ha quitado. Kyle no era un héroe, era un asesino despiadado, un ser inestable que a su regreso a América disfrutaba maltratando animales y hasta llegó a falsear una pelea con Jesse Ventura en un bar para auto promocionarse como estandarte de la América libre (y armada, por supuesto). Acepto, por supuesto, las licencias narrativas a la hora de plasmar una historia real en pantalla, pero el truco aquí no cuela. Porque esta no es una película sobre un episodio histórico, sino sobre un personaje. Y no se nos muestra al personaje como realmente fue, se manipula para conseguir un hervor nacionalista (y casi fascista) en pos de las barras y estrellas (otrom ejemplo, es que el tipo presume de haber matado a muchas mujeres y niños “salvajes”, lo que Eastwood convierte en su peli en una escena en la que casi reza para que un niño suelte un arma que coje de la calle para evitar tener que dispararle), y eso no se puede consentir.
Para que me entendáis, pongo por ejemplo Descifrando Enigma. Esa película, en el fondo, no trata de Alan Turing, sino en el momento concreto en que se embarcó en el estudio y desarrollo de un ingenio que tradujera el complicado código nazi. ¿Podría haber funcionado la película obviando el hecho de que Turing era homosexual? Por supuesto que sí, pues ese no era el tema ni se habría manipulado la realidad, aunque conocer todos los datos ayuda a mejorar la historia.
Lo contrario pasa con El Francotirador. Se supone que conocer a Kyle es más importante que saber si al final acaba o no con el francotirador rival, Mustafá. Y por eso la película miente y manipula.
Y finalmente ha creado mucha controversia también el sentido que Eastwood quiere dar a todo esto. Muchos desde aquí la apoyan como un título claramente antibelicista. Yo no lo veo así, encontrándome incluso que es una ocasión perdida no haber centrado su historia en la gran ironía que fue sobrevivir a cuatro campañas en Irán y convertirse en héroe de guerra para luego morir al lado de casa y en manos de un veterano. Lo que habría podido hacer el Oliver Stone de los viejos tiempos con esto. Pero no, Eastwood no tiene ningún interés en el drama final, que ni siquiera filma, recreándose mejor en las imágenes reales del entierro y actos de homenaje, donde no podría faltar la musiquita emotiva y patriotera de fondo. Así que el debate es: ¿se trata de una película fascista y pro militar o es una crítica antibelicista? Millones de americanos la han ensalzado interpretando que es lo primero lo que, ya de entrada, dice muy poco en favor del señor Eastwood. Un film puede tener un planteamiento ambiguo, pero pretender posicionarse y que la mitad de tu público se posicione al lado contrario es hacer las cosas muy mal.
Yo lo tengo muy claro. Los iraníes se cargaron las Torres Gemelas. Los iraníes son los malos. Y el único iraní bueno es el iraní muerto. Eso es, al menos, lo que piensa Kyle. Y, por extensión, Eastwood. Y si no es esa la intención del director entonces habrá que disculparse ante él por acusarlo de fascista y decirle que, simplemente, su película no funciona.
Quizá a ciertas edades será mejor limitarse a hacer peliculitas simpáticas y no pretender reconducir la historia y aleccionar a las masas con la sabiduría que (se supone) da la edad.


viernes, 20 de febrero de 2015

El comentario del mes: EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO.

Me parecía natural que el comentario de este mes estuviera centrado en la acumulación de galas cinematográficas y entregas de premios, no ya sus aciertos y errores o las repercusiones de los mismos, sino más bien mi punto de vista sobre lo que hay tras cada nominación y las decepciones que se pueden apreciar en las redes sociales sobre las ausencias y las supuestas injusticias que cada gala conlleva de manera inevitable.
Pero no, hace un par de semanas apareció de golpe una noticia que convulsionó a todo el mundillo cinematográfico (y más especialmente al friki, en el que me incluyo con orgullo) y que no podía dejar de analizar con detalle, por más que sea solo la punta del iceberg y estemos todos a la espera de nuevas noticias y/o confirmaciones.
El caso es que Spiderman, el héroe más popular en la historia de la Marvel, podrá compartir universo cinematográfico con Los Vengadores y el resto de personajes de la casa de las ideas.
La historia empezó en 1999, cuando Marvel vendió los derechos del personaje a Sony por siete millones de euros (la cifra puede parecer ridícula, pero hay que tener en cuenta que en aquel entonces Marvel pasaba por una profunda crisis e incluso el propio personaje venía de su propia travesía por el desierto que supuso en los comics La saga del clon). Con Sam Raimi a los mandos la película que se estrenó en 2002 fue un inesperado taquillazo que revolucionó el mundo del cine y, en concreto, el género superheróico. Tras dos secuelas la saga mostró su desgaste (artístico, pues la criticada Spider-man 3 supero en taquilla a las dos anteriores). Con el proyecto de rodar Spiderman 4 y 5 simultáneamente ya en marcha, Sony prescindió de los servicios de Raimi y apostó por el reboot, dando lugar, en 2012, a The amazing Spider-man, de Marc Weeb, la que se suponía sería una nueva trilogía.
Los resultados no fueron malos, y The amazing Spiderman 2: El poder de Electro recaudó unos buenos 700 millones, lo cual no evitó que fuese la recaudación más baja de la saga y una ligera decepción para los directivos de la Sony, que tenían la pretensión de superar el umbral de los 1.000 millones como habían hecho las dos últimas entregas de Batman y la tercera de Iron Man (Los Vengadores ya ni la cuento porque a estos no hay quien se acerque). Tanto es así, que empezaron a escucharse rumores de un nuevo reboot o incluso de devolver los derechos a Marvel, tal y como había sucedido recientemente con personajes como Punisher, Daredevil o El Motorista Fantasma (y hace ya unos años, Hulk).
No parecía una opción muy lógica, esto de devolver los derechos de la gallina de los huevos de oro, pero las filtraciones del Sonyleaks parecía intuir que algo iba a pasar. De hecho, la tercera película de la saga andaba perdida, y Sony parecía tener más interés en una producción dedicada exclusivamente a sus villanos (Los seis siniestros) y a un spin-off femenino (al principio se daba por seguro que sería La Gata Negra, pero ni eso estaba claro). Finalmente, el pasado día diez Kevin Feige y Amy Pascal (o lo que es lo mismo, Marvel Studios y Sony Pictures) han anunciado, casi por sorpresa, el acuerdo de manera oficial.
Vayamos por pasos. Los derechos cinematográficos de Spiderman NO vuelven a pertenecer a Marvel, eso que quede claro. Sigue siendo un personaje de Sony y así parece que será durante mucho tiempo. Lo que han acordado (y tal y como funcionan estas cosas no es poco, os lo aseguro) es que Spiderman podrá aparecer en películas Marvel, así como el resto de personajes de Marvel podrán darse un paseo también por las películas de Spiderman en solitario. ¿Cómo se traduce esto? Pues por un lado con la aparición confirmada de Spidey en alguna película Marvel antes del 2017 y con el estreno, el 28 de julio de 2017, de una nueva película arácnida, no se sabe aún si Amazing 3 o un nuevo reboot.  Otra cosa confirmada es el movimiento de fechas que ha hecho Marvel Studios en su calendario, con el fin de adaptarse mejor a la nueva situación. Aquí termina la información, a partir de ahora sólo queda especular.
Nada seguro se sabe todavía sobre el nuevo actor que interpretará a Peter Parker/Spiderman, aunque parece seguro que no será Andrew Garfield, ya que no gustó nada unas declaraciones que hizo al respecto de Amazing 2 culpando de los flojos resultados a la propia Sony. Tampoco creo que Webb vuelva a sentarse en la silla de director.
Con nuevo actor y nuevo director conviene decidir si lo más lógico es empezar de nuevo o seguir por el camino iniciado. No sería la primera vez que un personaje cambia de rostro sin cambiar su continuidad, James Bond es el ejemplo más claro, y de hecho el Hulk de Norton y Ruffalo son el mismo y no pasó nada. Un reboot dejaría sin concluir la trama de Harry Osborn /Dane DeHaan y arruinaría los planes de Los Seis Siniestros, aparte de obligar a presentar de nuevo a los personajes para su interactuación con Los Vengadores. Personalmente, creo que sería más inteligente huir hacia delante y aceptar las consecuencias de lo hecho, aunque sólo sea por no desvirtuar el buen trabajo de Emma Stone y su magnífica Gwen Stacy.
Con respecto a Los Vengadores, todo parece pensar que la esperada aparición de Spiderman se producirá en Capitán América: Civil War. Sin embargo, pese a las lógicas diferencias que esta película tendrá con respecto a los comics, en el tebeo el personaje de Spidey era crucial para el desarrollo del conflicto, por lo que podría antojarse un debut algo forzado. Yo me pregunto ¿sería descabellado alguna primera mención/aparición en una escena postcréditos de Los Vengadores: La era de Ultrón y luego poner ya toda la carne en el asador en Capitán América: Civil War, pudiendo esa peli tener consecuencias en la propia Spiderman de 2017?
Sony debe ponerse las pilas y acertar con el nuevo actor (mi apuesta es Logan Lerman, uno de los candidatos y recientemente de actualidad por su papel en Fury, precisamente de Sony, que aporta la suficiente calidad interpretativa pero tiene además un rostro eternamente juvenil que le ayudará a interpretar al personaje durante mucho tiempo) y decidir si quieren seguir atrapados en la época estudiantil (que parece que es por donde quieren ir los tiros) o aportar ya por un Peter Parker más maduro, presentar una MJ definitiva, recuperar a JJ Jameson y el Bugle (quizá sería extraño mezclar dos sagas diferentes, pero todo el mundo aplaudiría que el elegido fuese de nuevo J.K.Simons) y buscarle por fin un villano de altura. Respecto a este último punto me queda aclarar que Marvel es quien tiene el control creativo del personaje, aunque Sony se reserva una especie de derecho de veto (es decir, Marvel decide el camino a seguir pero Sony tiene la última palabra) que es lo que permite a los aficionados ser más optimistas de ver en pantalla, por fin, al trepamuros definitivo, que debería ser una mezcla entre el dinamismo de Raimi (recuperando el sentido arácnido de la primera película y el Peter apocado y tímido) con el humor (y sobretodo diseño del uniforme) de Amazing 2. Por lo pronto, Feige ya ha mostrado su negativa de perder el tiempo con películas-origen (y de eso se está beneficiando, y mucho, la Fase Dos de Marvel), y esperemos que el nuevo Spider-man no sea una excepción. De hecho, los títulos de crédito de El increíble Hulk son una muestra del camino a seguir.
Así pues, esta es la nueva reconstrucción del Universo Marvel en su fase dos después de los últimos acontecimientos (fechas de estreno americanas):
Capitán América: Civil War (6 de mayo de 2016)
Doctor Extraño (4 de noviembre de 2016)
Guardianes de la Galaxia 2 (5 de mayo de 2017)
Spider-man (28 de julio de 2017)
Thor: Ragnarok (3 de noviembre de 2017)
Los Vengadores: La guerra del Infinito, parte 1 (4 de mayo de 2018)
Pantera Negra (6 de julio de 2018)
Captain Marvel (2 de noviembre de 2018)
Los Vengadores: La guerra del Infinito, parte 2 (3 de mayo de 2019)
Inhumanos (12 de julio de 2019)
Casi nada. Sea como sea, Spiderman ha vuelto a casa y, sin ninguna duda, en La guerra del Infinito será ya Vengador de pleno derecho. Hasta entonces, sólo nos queda seguir esperando más noticias y confirmaciones. Ha sido un acuerdo histórico en el mundo del cine y los fans, que nunca nos conformamos con nada, ya nos preguntamos si sería posible ver algún día a los personajes de Fox (el propio Hugh Jackman ha manifestado en diversas ocasiones que le encantaría ver a su Lobezno en Los Vengadores). Viendo el rumbo que están tomando los mutantes (se prepara ya X-men: Apocalipsis y Masacre, Lobezno 3 viene a continuación y ahí están los proyectos de Gambito y X-Force) parece algo complicado, si bien las intenciones de ampliar el universo X en televisión podría dar una mínima posibilidad al asunto (Fox sólo tiene los derechos cinematográficos y para hacer la serie deseada deberían reunirse con Marvel para negociar) el caso de Los Cuatro Fantásticos es otra cosa, ya que las pocas expectativas que provoca su inminente película insinua un posible fracaso que podría hacer que se replantearan algo diferente con el famoso cuarteto de imaginautas.
Seguiremos a la expectativa, entusiasmados por el presente inmediato e ilusionados por un futuro que promete ser grande, muy grande. Marvel está copando la industria del cine, y esto no parece tener fin.
Yo, por mi parte, sólo puedo decir una cosa: Bienvenido, Peter.

La recomendación del mes: HOOLIGANS.

Estaba Elijah Wood tratando de escapar de la alargada sombra de Frodo de la trilogía de El Señor de los Anillos participando en papeles secundarios en películas como ¡Olvídate de mí! o Sin City cuando la directora Lexi Alex
ander le ofreció un papel de esos que es un caramelito para todo buen actor. Acompañando a un desconocido Charlie Hunnam (aún le faltarían muchos años para llegar a ser el héroe de Pacific Rin)
Hooligans es un inquietante viaje al interior de los grupos de aficionados al fútbol más radicales. Vistos desde fuera, es fácil ver a estos hinchas como unos borregos descerebrados más interesados en reventar la cabeza del hincha rival que de apoyar a su equipo en el campo. Y quizá lo sean. Pero la película –que en ningún momento pretende ser blanda con ellos- nos demuestra también la otra cara, la identidad de estos animales salvajes al día siguiente del partido, cuando vuelven a sus vidas normales y, como en el caso de Pete Dunham (el personaje interpretado por Hunnam), son entrenadores de niños, tienen familia e incluso son de los que ceden los asientos a los mayores en el metro.
Descubierta por mí gracias a la recomendación de mi amigo y compañero Arturo colón, la película pretende enseñar cómo hay que conocer antes que juzgar, sin que ello signifique que defienda ni justifique ciertas actitudes. Precisamente de ello se encargan Matt Buckner y Shannon Dunham (Wood y Claire Forlani, esa muchachita que se había puesto de moda con La Roca y ¿Conoces a Joe Black? y que ahora está prácticamente desaparecida), dos hermanos cuya percepción de las pandillas de hooligans es diametralmente opuestas. Mientras Matt, estudiante de periodismo recién llegado de Estados Unidos tras ser injustamente expulsado de la universidad, queda prendado de ese estilo de vida y de la camaradería que hay entre ellos, el sentido de la amistad elevado a su máximo exponente, Shannon está casada con el hermano de Pete y su único deseo es mantener a su matrimonio ajeno a ese mundo de peleas de bar y linchamientos callejeros que poco o nada tienen que ver con el deporte.
La amistad, la confianza y la fidelidad son tres valores puestos a prueba en un juicio de valor cuya sentencia queda a manos del espectador, en una historia cruda y realista cuyo único error lo encuentro es su escena final, casi un epílogo para cerrar la historia de Matt que, sin revelar lo que sucede, se me antoja que rompe con la construcción del personaje tal y como lo conocíamos hasta ese momento.
Pese a ello, Alexander consigue una película estremecedora a la par que instructiva y que descubre a todos aquellos que ven el futbol inglés desde lejos una realidad tan triste como estremecedora.
Como ven, yo ya he tomado partido.

jueves, 19 de febrero de 2015

'71 * (6d10)

Interesante y angustiante película que ha supuesto una de las sensaciones del cine británico del año.
Ambientada, como su propio título indica, en 1971, en una Irlanda dividida en una guerra civil no declarada pero que enfrentaba a vecinos y amigos, ’71 cuenta la historia de un soldado británico que durante una operación por las calles de Belfast queda aislado de su grupo y debe sobrevivir entre unidades paramilitares y bandas radicales callejeras.
Con un impecable Jack O’Connell, que tras Invencible parece haberle tomado el gusto a esto de interpretar a soldados torturados, lo mejor de esta película está en el retrato que nos proporciona de una época y un país convulsionados por el conflicto del IRA, tan cercanos a nosotros tanto en el tiempo como en la distancia pero a la vez tan desconocidos.
Cuesta hacerse a la idea de cómo debía ser la vida en una ciudad sumida en el caos y el terror tanto por las acciones militares como por las policiales, que se entremezclan constantemente convirtiendo cada barrio en un campo de batalla y a un simple niño con una piedra en un arma mortal.
No creo que ’71 sea una película de claro discurso político. 
Da la sensación, más bien, de que su director, el debutante Yann Demange prefiere optar por mostrar unos hechos con toda su crudeza y dejar que la historia hable por sí sola, inventando una fábula (la clásica historia de la caza humana) para recrear con un realismo escalofriante una sociedad compungida y cuyas heridas tardarán en cicatrizar.

TUSK * (3d10)

Hace ya bastantes años Kevin Smith apareció en el panorama cinematográfico como una figura emergente del cine independiente y abanderado del frikismo más sano, creando películas que se convertirían en marca de la casa como Clerks, Mallrats o Persiguiendo a Amy. Y casi que ahí acabó todo. Empezó a dilapidar su fama y prestigio con despropósitos como Jersey Girl o Vaya par de polis o autoreciclándose con desidia en Jay y Bob el Silencioso contraatacan o Clerks II.
Afortunadamente, en 2011 se vieron síntomas de recuperación con Red State, una crónica negra sobre el fanatismo religioso con un humor muy a lo Tarantino que, sin ser una obra maestra, presagiaba cierto resurgimiento del autor de New Jersey.
Pues no. Con Tusk el orondo director ha iniciado una supuesta trilogía que deambulará sin rumbo fijo entre el humor más grotesco y el terror que, a juzgar por la película que nos ocupa ahora, no hará sino cavar una palada más en la tumba de un realizador que prometía mucho y se quedó en aguas de borraja.
Tusk cuenta la historia de un prestigioso podcaster que viaja hasta Canadá en busca de “bichos raros” a los que entrevistar y se topa con un extraño tipo que le promete un sinfín de estrambóticos relatos que le irán como anillo al dedo. Sin embargo, el verdadero propósito del sujeto no es otro que el de capturar al joven y, mediante una serie de operaciones chapuceras, convertirlo en una… morsa.
Sí, han leído bien. Una morsa.
Lo que puede parecer un chiste es, en realidad, el único punto gracioso de un film que no sabe en ningún momento hacia dónde va, que ni asusta ni hace reír, y cuyos únicos momentos de mínima inspiración son en su arranque, con unos diálogos que recuerdan vagamente lo que fue Smith en su pasado aunque con un pretendido (y pretensioso) toque tarantinesco (no creo que sea casualidad que uno de los protagonistas, Michael Parks, sea un actor habitual para ambos directores).
Tusk es una broma de mal gusto, un chiste que podría funcionar si se tratase de un corto pero que resulta estúpido en un largometraje, grotesco, surrealista y absurdo, y que apenas sirve como excusa para comprobar cómo se ha echado a perder el niño de El sexto sentido, lo bien que ha crecido la hija de El Puma (perdonen por estos comentarios tan frívolos, pero es que la película no da para más) y lo perdido que anda artísticamente un Johnny Deep que es apenas una caricatura de lo que antaño era y que si pretende reflotar su carrera no lo va a conseguir con interpretaciones tan patéticas como esta.
Poco positivo se puede sacar de esta película protagonizada por Justin Long (y su bochornoso maquillaje) más allá de su desquiciante premisa inicial (que podría haberse inspirado en la enfermiza The human centipede) cuyo mayor pecado es, por encima de todo, aburrir soberanamente.