Cuando
los productores Jason Blum (Insidius,
Paranormal Activity) y Michael Bay (Transformers, Armageddon) se unen para un proyecto de terror de bajo presupuesto
la cosa promete ser interesante. Tras las cámaras, James DeMonaco, con una sola
película en su haber (Staten Island)
pero una interesante trayectoria como guionista (Negociador, Asalto al
distrito 13, El poder de la sangre…)
y frente a ellas uno de los mejores actores de su generación, Ethan Hawke
(doblemente de estreno por el final de la trilogía que supone Antes del anochecer) y Lena Headey (300, Dredd
y, sobre todo, Juego de Tronos). Y lo
más importante: un argumento directo, brutal e impactante. Estamos en el año
2022 y la sociedad ha alcanzado un nivel cercano a la perfección, sin apenas
delitos, gracias a una curiosa iniciativa de los llamados “nuevos padres
fundadores”. Una vez al año, durante doce horas, se realiza una Purga (¿y por
qué demonios no han traducido el título de la película, si la palabra Purga se
repite unas doscientas mil veces a lo largo del film?), durante la cual cada
uno puede dar rienda suelta a sus instintos más primarios, pues durante ese
tiempo no hay policía, ni servicios de emergencia ni hospitales y los delitos
de vandalismo, robo o asesinato no están penados. Una premisa absorbente y
aterradora por la simple idea de lo que podría hacer el ser humano si se le
eliminan las barreras legales o morales.
En
este mundo se encuentra la familia Sandin. Y se encuentra estupendamente bien,
por cierto, ya que el cabeza de familia, James, es el mejor comercial de una
empresa de sistemas de seguridad, gracias a lo cual puede permitirse una
magnífica mansión en una buena zona residencial y, por supuesto,
convenientemente fortificada en la que pasarán a salvo la noche de la Purga
junto a sus dos hijos.
DeMonaco
crea una atmósfera angustiante, centrando el noventa por ciento de la acción en
el interior de la casa, como corresponde a su paupérrimo presupuesto,
recordando títulos como Funny Games o
La habitación del Pánico (ya que no
creo que sea muy arriesgado presumir que alguien va a acabar entrando, claro
está). Con unas pinceladas de crítica social (la gracia de la Purga es que bajo
la apariencia de igualdad, en realidad son los ricos los que tienen la
posibilidad de hacer lo que quieran contra los más pobres, que no tienen
recursos para pagar sistemas de defensas), un poco de moraleja ética (los
Sandin están entusiasmados con la Purga; a medida que avanza la noche cambiarán
sus valores morales y tendrán que tomar decisiones dramáticas), la película
acaba derivando en una cinta de intriga, abusando demasiado de algunos tópicos
del género del terror y con una media interpretativa (a excepción de Hawke)
algo floja: el desconocido Rhys Wakefield aporta una inquietante presencia,
pero poco más, mientras que Headey se limita a regalarnos primeros planos en
los que destacar el azul de sus ojos y solo se le permite una escena de
lucimiento hacia el final del metraje (¡que era la Sarah Connor de la serie
televisiva, por Dios!).
La
noche más salvaje y despiadada del año debería ser una velada tranquila para
los Sandin a salvo tras su fortaleza hasta que un mendigo perseguido por un
grupo de sádicos niños pijos logra colarse en su interior y ellos deberán
decidir entre entregar al desdichado a una muerte segura o convertirse en
objetivo de los psicópatas (que pasadas las doce horas, recordemos, volverás a
actuar como gente normal, con sus trabajos, su familia y su exquisita
educación). El problema de la película es que tras semejante sinopsis uno
esperaría encontrar un torbellino de violencia y mala leche, pero por muchos
disparos, hachazos y apuñalamientos veamos, todo es demasiado previsible,
demasiado vacuo. No estamos, desde luego, ante un film de Tarantino (ni
siquiera de su amigo Robert Rodriguez) y aunque no se trata de hacer
comparaciones no puedo evitar pensar que habría sido de esta historia en sus
manos. Así, superado el impacto inicial y pese a un par de giros de guion, todo
resulta demasiado previsible, demasiado manido como para que el resultado final
esté a la altura de lo planteado.
Pero
no seamos demasiado duros. Al fin y al cabo la premisa en si ya resultaba un
soplo de aire fresco en este Hollywood actual, así que, ya que está anunciada
la secuela, quizá la Pulga merezca una segunda oportunidad. Al fin y al cabo,
se trata de sacar lo peor del hombre, ¿qué puede eso tener de malo?
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