Por fin llega a las
carteleras esta simpática película que ya se vio en Sitges y se había definido
como una especie de Intocable pero
con robot. Afortunadamente no es así, y no lo digo porque no me agradara la película
que protagonizaron François Cluzet y Omar Sy, sino porque si ya es difícil
entrelazar comedia y drama sin caer en lo grotesco o la sensiblería -y en algún
momento la obra francesa se acerca peligrosamente- repetir la jugada se me
antoja tan complicado como cansino.
No, la película de Jake
Schreier no busca la lágrima fácil ni la risa tonta del espectador, sino que le
invita a entrar en una historia de amistad disfrazada de robos (¿o es una
historia de robos disfrazada de amistad?) gracias principalmente al buen hacer
de su protagonista Frank Langella, la mejor arma para conseguir que el film
funcione y su historia sea creíble.
Nos encontramos en un
futuro cercano y real, un futuro tan cotidiano que podría ser pasado mañana, ya
que solo algunos detalles sutiles nos permiten distinguirlo de nuestro
presente, como los videoteléfonos, algún coche eléctrico y el cierre de la
biblioteca del pueblo por considerarse los libros en papel cosa del pasado en favor
de las digitalizaciones. Lo más novedoso es, no obstante, la utilización de
robots como asistentes domésticos para la gente mayor, de manera que hay un
cierto recuerdo de Eva de Mike Maíllo
(puede apreciarse algún atisbo de I.A.
de Spielberg, aunque este ejemplo sí sería demasiado futurista).
Frank (Frank Langella) es
un antiguo ladrón de guante blanco, divorciado y con síntomas de Alzheimer cuya
hija Madison (Liv Tyler) está casi siempre en el extranjero por motivos de
trabajo, por lo que solo recibe las visitas semanales (y breves) de su hijo
Hunter (James Marsden). Por ello, éste decide regalarle un robot que haga las
veces de cuidador y mayordomo. Al principio Frank no aceptar a su nuevo amigo,
pues su única preocupación es apurar los últimos días de existencia de la
biblioteca y tratar de cortejar a Jennifer, la bibliotecaria (Susan Sarandon).
Sin embargo, la relación entre el anciano y el robot cambiará cuando el primero
comprenda que puede aprovecharse del segundo para volver a su carrera
delictiva.
Filmada con sensibilidad,
que no con sensiblería, la película muestra con fortuna los problemas de
memoria de Frank, comparándolos a la decisión que debe tomar él mismo sobre si
borrar el disco duro o no del robot para protegerse de la policía, mientras el
propio robot, por más que insista durante todo el metraje en qué no es humano,
termina aprendiendo de Frank el sentido de la amistad y la lealtad.
Como colofón, cabe
destacar los títulos de crédito finales acompañados de imágenes de robots
reales, recordándonos lo cercano que está este futuro imaginario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario