sábado, 22 de diciembre de 2018

MORTAL ENGINES

Resulta difícil explicar la existencia de esta película más allá de la desesperación de Hollywood por encontrar un nuevo filón para adolescentes. Ya he hablado muchas veces del deseo de las grandes productoras por tener al heredero de Harry Potter o Katniss Everdeen, y mientras sagas entretenidas han logrado terminar su periplo cinematográfico por los pelos (El corredor del laberinto), otras (como Divergente) se quedaron por el camino.
Esto es lo que va a pasar con Mortal Engines, otra película que adapta una obra literaria con aspiraciones a iniciar una saga (son cuatro novelas más una trilogía de precuelas) y que se va a quedar por el camino a la primera de cambio. Al menos aquí no son tan ridículos como con Robin Hood y ofrecen un final más comedidamente cerrado.
Ya pintaba mal cuando la promoción se centraba solo en la figura de Peter Jackson, convirtiéndolo en el único referente de interés para ir a ver este film y haciendo creer a mucho despistado que él era quien se encontraba tras las cámaras (aunque tampoco es que el debutante Christian Rivers sea el culpable del desastre; al fin y al cabo, es un afamado director artístico ganador del Oscar por el King Kong de Jackson). Jackson es en realidad productor y autor (junto a Fran Walsh y Philippa Boyens) del libreto que adapta la obra de Philip Reeve y quien, además de fichar al director, se ha traído de la mano a otro amigo suyo, Hugo Weaving, para interpretar a un villano de opereta bastante ridículo (y de nuevo sin que sea culpa del actor, que bastante hace con tratar de dignificar al personaje).
Lo cierto es que, para ser sinceros, si uno logra obviar la estructura y las formas artísticas (es un decir) que trata de dotar de personalidad (sin conseguirlo) a la película, lo cierto es que es capaz de resultar bastante entretenida. Es todo un disparate, de acuerdo, y el argumento no va a ninguna parte, pero es todo tan pretenciosamente intenso que no da mucho respiro al espectador, y la chica protagonista, sin hacer un trabajo demasiado sobresaliente (aunque muy por encima del resto del reparto, bastante lamentable), logra transmitir cierta empatía como para interesarse por si consigue la ansiada venganza. Además, tampoco se pierde mucho tiempo en subtramas románticas que se pueden intuir, pero sin llegar a molestar.
Así, desde un punto de vista de pasatiempo ligero y olvidable, la película puede llegar a ser efectiva. Pero es que el guion es tan malo que es casi imposible no estar todo el film preguntándose qué demonios nos quería contar Jackson y sus amigos en este batiburrillo entre TerminatorMad Max y la propia El Señor de los Anillos. Un futuro al que no queda demasiado claro como se llega, unas ciudades móviles carentes de toda lógica, unos secundarios sin nada de profundidad y un villano megalómano sin unas motivaciones demasiado elaboradas son un lastre demasiado grande para que la película pueda llegar a satisfacer.
Al final, Rivers hace bueno eso de zapatero a tus zapatos, y consigue que, al menos, toda la imaginería que rodea a las ciudades móviles sea bastante espectacular, aunque la sombra de El castillo ambulante sea alargada…

Valoración: cinco sobre diez.

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