lunes, 31 de diciembre de 2018

TIEMPO DESPUÉS

Hace ya la friolera de tres décadas que se estrenó Amanece que no es poco, una extraña película que, rozando el humor absurdo y surrealista, se ha convertido en ora de culto, contando con una legión de seguidores autodenominados los Amanecistas. En ese tiempo, su director, José Luis cuerda, ha intercalado la realización de otras películas de humor con algunas más serias, pero nunca había abrazado con tanta firmeza ese estilo tan personal que le dio la fama hasta esta Tiempo después, que, aunque argumentalmente no siga los pasos de su clásico, sí puede considerarse una secuela espiritual del mismo.
Ignorada en su momento, tampoco es que esta especie de recuperación lo haya tenido muy fácil para salir adelante, siendo necesaria la implicación de una generación de cómicos que aseguran haberse visto influenciados en sus carreras por Amanece… para impulsar la existencia de Tiempo después. Nombres como Arturo Valls o Andreu Buenafuente figuran entre los productores, mientras que en el reparto destacan también Berto Romero o Joaquín Reyes, mezclándose con veteranos como Miguel Rellán, Manolo Solo o Gabino Diego.
Tiempo después puede entenderse como una continuación apócrifa de Amanece…, como u homenaje melancólico hacia aquella o como una despedida artística de Cuerda. O quizá como las tres cosas en una. Es, quizá, esa mezcla de intenciones lo que debilita una película que tiene los mimbres para volver a ser divertidamente absurda pero que se queda muy por debajo de sus aspiraciones.
Con Roberto Álamo y Blanca Suarez como protagonistas principales, la película es una sátira política que banaliza el momento social actual de manera nada sutil e incluso machacona, y diálogos delirantes se entremezclan con chistes demasiado tontos, confundiéndose a veces el surrealismo con el sinsentido. Hay unas ideas muy brillantes de base, pero que no terminan de funcionar del todo al extenderse, haciendo en muchas ocasiones que el chiste sea cansino y repetitivo, de manera que es el tráiler mucho mas delirante y grandioso que la propia película. Sirva como ejemplo la jerga florida y petulante que usan la mayoría de los protagonistas, genial en boca de algún personaje concreto pero agotadora al extenderlo indiscriminadamente.
El abuso de los cameos tampoco ayuda demasiado, resultando un recurso fácil para buscar la conexión con el público (en mi sala, las mayores risas sonaron con la simple aparición de Andreu Buenafuente) más digno de las películas de Torrente que de lo que se espera de Cuerda.
Por ello, Tiempo después es una película divertida con momentos muy locos, pero demasiado irregular, a la que hay que agradecer la entrega de los actores por creerse sus papeles pero que carece de la frescura de amanece y que pierde en todas sus comparaciones, teniendo en cuenta que ya aquella no era una película fácil ni para todos los gustos.
¿Es Tiempo después una película recomendable? Posiblemente sí, aunque solo para aquellos que acepten entrar en el absurdo (aunque a vece inteligente) juego que nos propone Cuerda y con la conciencia de que, esta vez, más bien atardece, lo que quizá tampoco sea poca cosa.

Valoración: Seis sobre diez.

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