martes, 25 de diciembre de 2018

SOBRE RUEDAS

Dirigida y protagonizada por el hasta ahora tan solo actor Franck Dubosc, Sobre ruedas es el enésimo gran éxito del triunfo francés que llega a España avalado por sus récords en taquilla. Y, como casi todas las películas que se promocionan así, vuelve a ser una comedia ligera, menos gamberra de lo que se cree, que no pasa de ser un refrito de situaciones ya conocidas que avanza hacia un final tan previsible que uno podría anunciar lo que va a ir sucediendo en pantalla desde el minuto quince.
Jocelyn es un exitoso empresario, adinerado y mujeriego, que es también un mentiroso compulsivo. Acostumbrado a asumir roles imposibles por seducir a su siguiente conquista, a la que olvidará apenas logre su reto, se hace pasar por minusválido cuando conoce a la joven vecina de su difunta madre. Pero la situación se le va de las manos cuando esta le presenta a su atractiva hermana, condenada de verdad a una silla de ruedas, haciendo que su mentira se le empiece a escapar de las manos.
Vamos, el típico mentiroso mezquino (aunque con unos mínimos para que pueda provocar algún sentimiento positivo en el espectador) que deberá cambiar por culpa del amor y buscar su propia redención, algo mil veces visto en el cine y especialmente en la comedia francesa.
Perdida toda esperanza de originalidad o sorpresa, sólo queda agarrarse al buen trabajo de los actores, en especial una inspirada Alexandra Lamy, y al buen ritmo que Dubosc sabe imprimir a la narración, logrando que, pese a su previsibilidad, las situaciones en las que se ve atrapado el protagonista provoquen una sonrisa sincera y uno termine por dejarse llevar por la historia. Es como cuando se realiza un viaje por un paisaje hermoso del que se puede llegar a disfrutar pese a haber hecho el mismo trayecto cientos de veces.
Rozando la incorrección política, pero sin llegar a cruzarla demasiado y sin querer ser tampoco excesivamente adoctrinadora, como pudiera pasar en Campeones, su mayor defecto es la total falta de credibilidad en cuanto a la conclusión de la historia personal entre ambos protagonistas, precisamente el mismo defecto que vi en la película de Fresser, pero es el peaje que se debe pagar cuando se pretende convertir una problemática social en un cuento de hadas.
Con todo, la película cumple con unos mínimos y es una estimulante comedia que permite pasar un buen rato sin demasiadas pretensiones.

Valoración: Seis sobre diez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario