Si nos ponemos estrictos, Viudas debería ser una buena película solo por definición. Repasemos los nombres que se encuentran implicados en ella:
A los mandos se encuentra Steve Mc-Queen, director sobradamente contrastado y que con 12 años de esclavitud se consagró definitivamente. En el guion, junto al propio McQueen, se encuentra Gillian Flynn, la autora de las novelas que dieron pie a la serie Heridas Abiertas y a la magnífica película Perdida, y se trata, además, de una adaptación de una serie de televisión de los ochenta. La historia va sobre las mujeres de unos peligrosos atracadores interpretadas popr Viola Davis, Michelle Williams, Elizabeth Debicki y Carrie Conn, que tras la muerte de estos en un atraco (interpretados, entre otros, por Liam Neeson y Jon Bernthal) deciden culminar el último plan que tenían en mente para salir del pozo de deudas al que la desaparición de los hombres les ha condenado y empezar una nueva vida. Además, hay de fondo una trama política comandada por el duelo electoral entre el personaje al que da vida Colin Farrell (que es hijo de Robert Duvall) y el de Brian Tyree Henry, cuya mano derecha tiene el rostro de Daniel Kaluuya.
Como pueden ver, solo por los nombres que hay en film ya vale la pena darle una oportunidad, pero es que, además, con todo este cóctel, McQueen no se conforma con hacer una película de atracos al uso, siendo muy fácil caer en la trampa de repetir la jugada de Ocean’s 8 y hacer una peli de atracos femenina sin más. McQueen decide con inteligencia concebir una historia que va mucho más allá del cine policiaco sin más y logra imponer una reflexión social de varias capas, tocando, de pasada, pero con suficiente contundencia, la moralidad de la clase política, el racismo, la dominación machista e incluso la presión provocada por la necesidad de soportar la presión paterna y necesitar de su aprobación.
Para ello, McQueen elabora unos personajes muy bien construidos, con una presentación de los mismos muy lenta, cuidando los detalles y tomándose las cosas con calma. No es esta una película frenética de grandes dosis de acción (aunque también la hay), por lo que reniega del cine de espectáculo al uso. Viudas tiene un guion inteligente y con giros sorprendentes, pero para que estos funcionen es necesario que los personajes resulten creíbles, cosa que solo puede ser posible mediante ese análisis exhaustivo que nos permite conocer hasta el más mínimo pensamiento de cada una de las tres protagonistas y reforzadas con el gran trabajo interpretativo, en especial una Viola Davis que ya suena en las primeras apuestas para la temporada de premios que está a punto de comenzar.
Así, pues, Viudas es una película entretenida, salvaje, emocionante y sorprendente, pero es también una película intimista, dramática y reflexiva. Un film que invita a la reflexión y cuyas escenas no se diluyen en la memoria apenas salir de la sala. Y lo consigue, además, con una serie de mensajes que no resultan para nada moralistas ni provienen de slogans vacíos y adoctrinadores. Es, por ejemplo, una película feminista sin necesidad de recurrir a ese ponderamiento de la mujer que en ocasiones roza el ridículo, y tiene un mensaje racial sin redundar en el drama negro como quizá si lo hiciera la anterior película de su director.
Es, en resumen, una gran película, cuyo único pero puede encontrarlo alguien más acostumbrado a la adrenalina que a la deconstrucción de personajes. Allá cada uno…
Valoración: Ocho sobre diez.
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