miércoles, 19 de diciembre de 2018

EL GRINCH

El Grinch es un famoso personaje de la literatura americana gracias a la novela ¡Cómo el Grinch robó la Navidad! del Dr. Seuss. Aunque hay varias adaptaciones del personaje tanto en cine como en teatro, la más conocida hasta ahora era esa grotesca exageración perpetrada por Ron Howard con Jim Carrie como protagonista, cuyo argumento es casi un calco de esta nueva adaptación de El Grinch, esta vez en versión animada, con Illumination, los responsables de crear a Los Minions, detrás.
Poco se puede hablar de su argumento, ya que sigue a pies juntillas todo lo que simboliza el Grinch y que ya se encontraba en la obra original. Así que, despojada de cualquier atisbo de sorprender, quizá lo más llamativo de esta película de Yarrow Cheney y Scott Mosier es que su sentido del humor está un poco por debajo de lo esperado. Pese a las infinitas posibilidades que un personaje gruñón como este podría ofrecer, esta adaptación busca un tono más dulce y amable, algo alejado del tono algo macarra de Gru, mi villano favorito y, desde luego, en las antípodas de Pesadilla antes de navidad, la gran obra por excelencia en cuanto a robar la Navidad se refiere.
Con una animación de gran nivel y un buen derroche imaginativo en cuanto a lo visual, El Grinch cumple con su objetivo de señalar a los niños que las navidades son algo más que puro consumismo, aunque la “dulcificación” que han realizado con los habitantes de Villa Quien tampoco muestra un gran contraste entre las dos formas de socializar estas fechas. Es por eso que, aún con sus (horribles) excesos, la versión de Howard era más acertada en su punto de crítica.
No parece que se quiera hacer demasiada sangre (al fin y al cabo, uno de los objetivos secundarios de toda película de animación que se precie es vender mucho merchandasing) en este aspecto, por lo que la película termina siendo un simple entretenimiento navideño, una película demasiado bienintencionada que resulta bonita de ver, alegre y simpática, pero ni logra tener un mensaje que deje huella ni invita en demasiadas ocasiones la carcajada pura y dura.
Al final, simple producto de consumo y buenos deseos, cumplidora pero poco más. Ideal para llevar a los niños en estas fechas tan señaladas y que, carente de cualquier atisbo de mala leche, presenta a un Grinch totalmente achuchable.

Valoración: Seis sobre diez.

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