Cuando
en 2010 se estrenó Gru, mi villano
favorito, la recién creada productora de animación Illumination entertainment pego todo un pelotazo que le permitió
codearse con Dreamworks o Blue Sky por hacerse un huequecito en el
podio coronado por Disney y Pixar. La película era fresca y divertida y, sobre
todo, presentaba al mundo a unos personajes delirantes y frenéticos como eran
Los Minions, verdaderos robaescenbas a lo largo de todo el film.
Su secuela, en 2013, casi superaba a la original en divertimento y locura, pero
cuando llegó la inevitable aventura de estos seres amarillos en solitario se
demostró que no convenía estirar demasiado el chicle.
Eso
es lo que sucede precisamente con la película que nos ocupa ahora. Gru, mi villano favorito 3 es divertida
y amena, pero no está a la altura de sus predecesoras. Nos conocemos demasiado
ya a los protagonistas como para dejarnos sorprender fácilmente, y el recurso
típico del hermano gemelo que resulta ser una versión opuesta al protagonista
es algo muy visto ya en este tipo de comedias.
Quizá
el problema esté en el definitivo posicionamiento de Gru en el lado correcto de
la ley. Dejado atrás sus años como villano, el personaje no termina de dar el
tipo como héroe de acción, y ni siquiera el villano ochentero (cuya puesta en
escena, banda sonora incluida, rememora en cierta medida al estilo videoclipero
de James Gunn y sus Guardianes de la Galaxia) parece dar de si todo lo que podría, estando a la postre
desaprovechado.
Que
la mejor y más impactante escena sea precisamente la del tráiler (la que abre
la película, además) no es buena señal, y separar a Gru y a sus Minions durante
buena parte del metraje tampoco ayuda demasiado. Son estos Minions, de nuevo,
lo mejor del film, pero por algún motivo en Illumination no han sabido jugar
bien sus cartas y los mejores gags han sido adelantados en la campaña
promocional, con lo que poco quedaba ya por ofrecer.
Pese
a todo, Gru, mi villano favorito 3 continúa
siendo un estupendo pasatiempo y una película muy recomendable para grandes y
pequeños, no llegando a aburrir en ningún momento, pero no soy capaz de
rememorar escenas de grandes carcajadas como las que encontré en las dos
películas anteriores, siendo los momentos de ternura con la pequeña Agnes y su
pasión por los unicornios (algo bastante desligado de la trama central) de lo
más recordable, aparte de un malévolo gag a costa de cierto eprsonaje de Pixar.
Gru
ha sentado la cabeza, tiene mujer y tres hijas y, de alguna manera, eso le ha
encorsetado, como si las debilidades de este film quisieran ser una metáfora en
contra del convencionalismo de la familia, castrante de la libertad y el
ambiente festivo de épocas anteriores.
Mi
villano favorito volverá, seguro, pero tengo la sensación de que el mejor Gru
es ya cosa del pasado.
Valoración:
Seis sobre diez.
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