Después
de debutar en la dirección de largometrajes con la insuficiente Viral, el argentino de raíces españolas
Lucas Figueroa ha tardado cuatro años en completar su segunda película, Despido procedente, donde tiene la
suerte de reunir a un gran reparto encabezado por Imanol Arias, Darío
Grandinetti y Hugo Silva pero por donde también se ve a Luis Luque, Miguel Ángel Solà, Tomás Pozzi o Pedro Casablanc (que ya estaba en el anterior trabajo
del realizador), entre otros.
Despido procedente es una comedia con toques de intriga y bastante humor
negro sobre un alto ejecutivo español de una empresa de comunicaciones con sede
en buenos Aires que, en vísperas de un importante ascenso, sufre un percance
fortuito con un viandante que se va a convertir en un misterioso acosador.
La
película juega en todo momento al despiste, con giros tan absurdos como
divertidos y sin llegar a tomarse en ningún momento demasiado en serio
(patinando fugazmente cuando lo hace, como al mencionar una parte importante
del pasado del protagonista) donde Arias (que ya en Anacleto demostraba sus grandes dotes para la comedia) es la
estrella absoluta de la función y consigue mantener en todo lo alto el interés
de la trama.
Figuerioa
ha aprendido la lección de aquella simplona Viral
y, pese a cambiar el terror por el humor, consigue mantener mucho mejor la
tensión y el suspense en esta obra cuyo único punto criticable es, quizá, lo ligeramente
atropellado de su final. Es de agradecer una película que no necesite más de
noventa minutos para contar una historia, como era costumbre hasta hace no
mucho, pero quizá habrían faltado cinco simples minutos más para terminar de
redondear la trama y no despistar a aquellos que puedan no estar demasiado
identificados con la jerga empresarial.
Como
sea, la película es una deliciosa comedia que se ve con mucho agrado y provoca
varias carcajadas, sabiendo jugar con inteligencia al despiste y sabiendo tener
un punto de incorrección política (sobre todo en lo referente al personaje que
interpreta Juan Grandinetti) muy disfrutable.
Me
alegro (y felicito) a Figueroa por haber sabido enderezar el rumbo y espero que
su próximo proyecto no se haga esperar tanto. Si sigue la estela de esta broma
ácida sobre los tejemanejes empresariales tiene en mí a un fan.
Valoración:
siete sobre diez.
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