Parece
que la última tendencia en Hollywood, para mal de algunos e insuficiencia de
otros, sea la reivindicación femenina en papeles protagonistas.
Lejos de querer
alimentar este debate absurdo (ya dije todo lo que tenía que decir en mi análisis al éxito de Wonder Woman), si
es cierto que parece que se esté poniendo de moda girar las tornas y reinventar
películas estereotipadas como masculinas para mayor gloria del encanto
femenino. Lo malo es que más allá del (exagerado) éxito de Wonder Woman, la cosa no está saliendo demasiado bien, y la versión
femenina de Cazafantasmas (el ejemplo
más claro de esta moda) no funcionó en taquilla como se esperaba (y merecía).
Poco espero de ese Ocean’s Eight de
lujoso reparto que está por llegar para versionar el Ocean’s Eleven de Soderberg y tampoco es que esta variante rosa de Very Bad Things que es Una noche fuera de control sea para
tirar muchos cohetes.
Y
es que sí, aunque no tengan el detalle de reconocerlo en los títulos de
crédito, la última película de Scarlett Johansoon, que imagino estaría un poco
saturada de tanta película de acción comiquera, es más deudora del film de
Peter Berg que protagonizó en 1998 Christian Slater y Cameron Díaz que de otros
títulos de los que también bebe, como pueda ser la saga de Resacón en Las Vegas.
Quizá
la diferencia principal entre Una noche
fuera de control y Cazafantasmas
es que esta no solo está protagonizada por mujeres, sino que también ha sido
escrita y dirigida por una, Lucia Aniello, con Paul W. Downs (quien interpreta
al sufrido novio) ayudando en tareas de guion. Esto permite que no se caiga
demasiado en tópicos femeninos, de manera que las mujeres, por el simple hecho
de tener más protagonismo, resulten burdas caricaturas, una paródica copia de
equívocos sexuales en un terreno tradicionalmente masculino. Eso es lo mejor de
una película que busca un humor muy negro y gamberro pero que, en su deseo de
ser relativamente convencional y rendir tributo a la amistad, termina
deshinchándose. Al final, los personajes, por más que sus actrices se esfuercen
de manera meritoria, son demasiado planos y lineales y todo queda reducido a lo
que uno simpatice con los (inevitables) chistes de sal gruesa sobre sexo y las
situaciones rocambolescas que la muerte accidental de un stripper en plena
despedida de solteras pueda provocar.
La
conclusión inevitable es que la película es muy flojita, rehúye de cualquier
atisbo de inteligencia y resulta rápidamente olvidable, pero por lo menos
consigue durante su visionado provocar más de una carcajada y, pese a la
torpeza de la directora para mantener correctamente el ritmo narrativo,
entretiene sin demasiado sacrificio.
En
otras palabras, una tontada desmadrada y carente de ambición para degustar y
pasar página pronto. Eso sí, volver a ver a Demi Moore (por retocada que esté)
en pantalla, y haciendo equipo con Ty Burrell ya es un aliciente por sí solo.
Valoración:
Cinco sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario