En
estos tiempos en que todo el mundo parece tan sensible con el tema de los
spoilers (y no es que esta película corra mucho peligro en ese sentido), he
creído conveniente esperar unas semanas para hacer un análisis en profundidad
alrededor de Wonder Woman, una
película que parece haber trascendido más allá de las pantallas de cine
convirtiéndose en todo un fenómeno de masas.
Wonder Woman ha supuesto, al fin, la reconciliación entre público
y crítica para una película Warner/DC, lo que la ha colocado como la cinta más
taquillera del todavía joven DCEU, superando en cifras a El hombre de acero y Batman v. Superman. Y eso teniendo en cuenta que, y que me perdonen los fans, Wonder
Woman es una segundona en el Universo DC que, pese a formar parte de la
“Trinidad” de héroes, ha estado tiempo sin colección propia de comics. Vamos,
que era más un icono que un gran personaje.
Y
es que ese aire de líder del feminismo que muchos han querido ver en ella ha
beneficiado enormemente a la película. Pases de cine exclusivos para mujeres,
la imperiosa necesidad de que en la silla de dirección se sentara también una
mujer (Patty Jenkins, realizadora de la oscarizada Monster y la elegida para Thor, el mundo oscuro hasta que llegaron las típicas “diferencias creativas”) y
las insistentes declaraciones de sus artífices han conseguido que nos creamos
que esta es la primera película de superhéroes protagonizada por una mujer y,
casi, que es la primera vez que Hollywood ofrece a una dama un papel relevante
de acción, no como simple damisela en apuros. Por alguna extraña circunstancia,
parece que se han borrado de este plano de la existencia títulos como Elektra, Catwoman, Æon Flux, Ultraviolet o las sagas de Lara Croft: Tomb Raider, Resident Evil o Underworld, por poner solo algunos ejemplos. Pero sí, Wonder Woman es una buena encarnación de
una heroína poderosa y digna, aunque una vez vista la película lo cierto es que
el mensaje feminista es tan reducido que podría llegar incluso a ofender. No en
vano el mayor acto heroico del film lo realiza, a la postre, un hombre. Además,
que la elegida para protagonizar la película sea una miss y que el mayor debate
antes de su presentación en Batman v.
Superman fuese relativo al tamaño de sus pechos tampoco dice demasiado en
favor del personaje.
Ya
entrados en harina, la película se divide en tres bloques claramente
diferenciados. La presentación de Wonder Woman, la interacción de la heroína
con el mundo de los humanos y la batalla final. Vayamos a ellos:
En
la primera parte, que transcurre en la Isla Paraíso, la ciudad de Themyscira
está brillantemente recreada en la italiana Salerno. Todo lo relacionado con
las Amazonas es pura magia del cine, con impresionantes paisajes,
espectaculares batallas y los primeros apuntes de lo bien que iba a funcionar
en pantalla la química entre Gal Gadot y Chris Pine. No todo es perfecto, desde
luego. Cabe reprochar detalles del guion como lo ridículamente fácil que es
acceder a la isla por parte de los alemanes (he oído justificaciones bastante
aceptables sobre el hecho de que la isla quede al descubierto tras la
utilización de los poderes de Diana por primera vez, pero en todo caso eso no
aparece reflejado en la película y forma parte del deseo de cada uno por razonar
ciertos errores), la terrible vulnerabilidad de las Amazonas ante las armas de
fuego y, sobre todo (y esto es para mí lo peor), la ligereza con la que se
toman la muerte de Antiope, un personaje hasta ahora crucial en la vida de
Diana que merece mejor final (incluso una película supuestamente más ligera que
esta, la ya mencionada Thor: el mundo
oscuro, tiene un emotivo duelo tras el fallecimiento de Frigga, por no
hablar ya del final de Yondu en Guardianes de la Galaxia, vol. 2). Tanto criticarse el exceso de trascendentalismo de
las películas de DC y esta peca justo de lo contrario.
Así
y todo, esta parte es la mejor de la película, colorida y visualmente
magnífica, haciendo que una vez Diana abandona la isla se eche de menos a las
Amazonas. Es, además, donde se encuentran las mejores interpretaciones, con
unas gloriosas Connie Nielsen y Robin Wright y una mención especial a Lilly
Aspell, la versión niña de Diana.
Se
empiezan a intuir, sin embargo, pequeños estigmas que terminarán por ser lo
peor de la película: los efectos visuales (horrible la escena en que la Diana
de ocho años salta al vacío y es atrapada in extremis por su madre) y la
presentación de los villanos alemanes, grotescos Danny Huston y Elena Anaya.
Hay, además, bastantes toques de humor, sobre todo a raíz de las conversaciones
entre Diana y Steve Trevor, que si bien a mí me han encantado pueden haber
incomodado a todos aquellos que desprecien el mal llamado “estilo Marvel” que
tanto predomina en Wonder Woman.
Llegados
ya a la segunda parte (nota quisquillosa: ¿en serio puede la barquita esa
llegar desde Grecia hasta Londres en una sola noche?), la película toma un giro
más humorístico con la aparición del personaje de Lucy Davis, que no llega a
saturar con su presencia, pero poco le falta. Aquí es cuando empezamos a ver a
Diana hacer gala de sus poderes, donde se va a ver único apunte feminista de la
película y donde Gal Gadot luce mejor, combinando una ingenuidad exquisita al
más puro estilo My fair lady con
momentos de agresiva dignidad, aparentando (falsamente) ser una secundaria al
personaje de Steve Trevor. Sin embargo, algo empieza a oler mal cuando se
presenta al personaje que interpreta David Thewlis (que desde el primer momento
parece ocultar algo) y con la presentación de esa copia de los “Comandos
aulladores” de Marvel que representan Samer, Charlie y “el jefe”, ese grupito
de mercenarios que ayudarán a Steve y Diana a llegar al frente pero que, a la
hora de la verdad, apenas sirven para nada. Especialmente clamoroso es el caso
de Charlie, un francotirador incapaz de disparar. Está muy bien como metáfora
de los estragos que el combate provoca en el hombre, pero termina por ser un
elemento dramático que molesta al avance de la trama y con el que no se termina
de profundizar.
Tenemos,
además, nuevas escenas con los alemanes Ludendorff y la doctora Veneno, y con
ellos una de las escenas de más vergüenza ajena que he visto en mucho tiempo,
capaz de sacar a uno de la película. Me estoy refiriendo, por supuesto, a esa
risa de villano malvado tras probar el gas letal que inventan contra sus
propios camaradas.
Al
final, nuestros héroes dejan Londres para llegar al frente y ahí se reduce todo
el humor para demostrarnos la crudeza de la guerra de una manera que no se
había visto aún en una película de superhéroes. Es el momento de perder
definitivamente el colorido mágico de Themyscira y que el gris lo ensucie todo.
También es cuando vemos a Diana convertida en Wonder Woman (no me queda claro
si el cambio de traje en la película tiene un trasfondo mágico, como le pasaba
a la Wonder Woman de Lynda Carter o si llevaba todo el tiempo el escudo y la
armadura ocultos bajo el abrigo, pero tampoco es que me importe demasiado; esto
es fantasía y así debemos juzgarlo), y ese es, posiblemente, el momento más
glorioso de la película. Ver por primera vez a Wonder Woman con su uniforme,
repeliendo balas y luchando al ritmo del leif motive que Junkie XL ideó para
ella en Batman v. Superman es, junto
a la batalla en la playa de Themyscira, de lo mejor de la película. De nuevo,
magia pura. Y el momento del pueblo aplaudiendo a Diana logra humanizarla a la
vez que ascenderla a la categoría de Diosa de una manera que Zack Snyder
buscaba constantemente para su Superman sin lograrlo en ningún momento. Cierto
es que esta Wonder Woman es muy
heredera de ese estilo visual tan característico de Snyder, pero Jenkins
consigue hacerlo suyo y que la cámara lenta y las coreografías luzcan de
maravilla.
Pese
a esos pequeños detalles ya comentados, la película estaba alcanzando hasta
ahora unos niveles magníficos, casi rozando la perfección.
Y
entonces llega la tercera parte. Un final de película tan desastrosamente
horrible que si bien no consigue hundir la película y todo el buen trabajo
conseguido hasta ahora sí lo perjudica considerablemente, tanto a nivel argumental
como ideológico.
Es
la hora de que Diana se enfrente al enemigo definitivo. Durante todo el rato
ella ha defendido la idea de que Ares, el Dios de la guerra, es el culpable de
todos los males de los humanos y, tras un último momento de lucimiento en la
fiesta del castillo alemán (y después de un momento romántico que empaña un
poco la representación feminista tan cacareada, como si al final toda mujer
necesitara de un príncipe encantado a su lado), todo se precipita hacia ese
desproporcionado final.
Diana
se enfrenta a Ludendorff, convencida de que es Ares, y lo mata sin piedad (aunque
para una película con tanta crudeza se hace raro ver esa espada atravesando el
cuerpo del villano y posteriormente el techo sin una sola gota de sangre). Ludendorff
no es Ares (¡menuda sorpresa!) y el combate es relativamente breve y poco
efectivo. Está claro que esa capsula de gas que potenciaba la fuerza de
Ludendorff era un simple mcguffin que, al no engañar a nadie, se torna casi una
tomadura de pelo. No hay, además, ningún signo de arrepentimiento en Diana tras
descubrir su error. Tampoco cuando mata a soldados alemanes en el fragor de la
batalla. Y con eso parece olvidarse de que, en una guerra, no hay buenos ni
malos. Más allá de lo que decidan los altos mandos, los soldados no son más que
carne de cañón enviados a matar o morir por causas que, en la mayoría de los
casos, ni conocen ni comparten. Y eso, en una Diosa que, según ella misma dice
en uno de los momentos más cursis de la peli, lucha en nombre del amor, es,
cuanto menos, extraño. El problema aquí no es, como en El Hombre de Acero, que Wonder Woman mate, sino que ni siquiera se
plantee que lo está haciendo.
Pero
volvamos a ese clímax final. Estoy tratando de resistirme en todo momento a
hacer comparaciones crueles entre Marvel y DC, pero llegados a este punto no
puedo resistirme. Por un lado, ¿recuerdan el cachondeo que hubo por parte de
ciertos sectores al ver el tráiler de Capitán América: Civil War donde aparecía el enfrentamiento en el aeropuerto? Visto
así, todo parecía indicar que iba a ser ese el clímax final, y muchos se reían
de un escenario tan pobre para tal efecto. Al final, ni era la escena final,
sino que acontecía a mitad de la película, ni se perdía nada de
espectacularidad por el hecho de que no hubiese grandes elementos arquitectónicos
alrededor. Aquí si tenemos un combate final en un aeropuerto (sig!) y la pelea
no puede ser más vacía y poco espectacular.
De nuevo se repiten en los peores
defectos de DC, los finales aparatosos, confusos y de excesos digitales. Malos,
además. Se revela lo que todo el mundo imaginaba, que Ares es Sir Patrick, el vejete
que interpreta David Thewlis (¿de verdad alguien se imagina a un Dios de la
Guerra con ese bigortillo) y que Diana es, en realidad, hija de Zeus y su
espada no es, como ella pensaba, un arma matadioses, sino que ella lo es en sí
misma. Vamos, lo que han estado insinuando con miradas y frases enigmáticas las
Amazonas en toda la primera parte. Lo que no se explica en ningún momento (más
allá de esa pretensión megalómana tan sobada de que el hombre es un peligro
para la propia humanidad y que Ares en realidad es bueno -a su manera- y
pretende que Diana se una a él en su propósito de matar a todos los hombres) es
el sentido del plan de Ares. Todo el final es un sinsentido al mismo nivel que
las locuras enfermizas de Lex Luthor en la película que nos presentó a la
Amazona, el combate está muy mal ejecutado y los efectos especiales son casi
ridículos. Rayos de energía que parecen hechos con el After effects, cromas muy
cutres y una coreografía digna de Dragon
Ball. Y para colmo, Diana tiene un momento de debilidad que solo logra
superar gracias a recordar las últimas palabras de Steve Trevor antes de su
sacrificio final: “Te quiero”. ¿Tanto feminismo para esto?
Y
mientras Diana se enfrenta a un anciano con una armadura de chatarra (estoy
siendo ventajista, lo sé), con una doctora Veneno que, por cierto, tras haber
inventado el gas mostaza termina yéndose de rositas, pasemos al verdadero héroe
de la historia.
Volviendo
a las comparaciones entre Marvel y DC, era evidente que el hecho de ser esta
una película histórica iba a propiciar muchos paralelismos con El Capitán América: el primer Vengador.
Dicen incluso que eso es lo que motivó que la acción se trasladara de la II
Guerra Mundial a la primera (aparte del detalle de que durante la Gran Guerra fuese
cuando empezaron a reivindicarse los derechos de las mujeres). Sin embargo,
cuando se menciona la existencia de un avión cargado de gas mortal apuntando a
Londres ya adiviné el final de la película. No lo hice realmente, sino a modo
de chiste, pues no podía creer que realmente fueran a hacerlo. Pero sí. De
todos los finales posibles (y me parece bien que Trevor termine muriendo como
demostración de que la humanidad merece otra oportunidad) los guionistas han
decidido fusilar directamente el final del Capitán América (el mismo que ya
estaba en los comics, por cierto). El chico sube al avión, aun sabiendo que es
su perdición, para evitar la destrucción de una ciudad entera. Al final, Steve muere
para ser el gran héroe. Diana se limita (otra vez) a entrechocar sus brazaletes
para vencer su lucha personal.
Y,
por cierto, si al final Ares no es quien provoca que los hombres luchen entre
sí, ¿a qué viene esa escena de los soldados enemigos abrazándose entre ellos?
En
fin, que el Capitán América, digo, Steve Trevor, termina muriendo. Y el chiste
ahora es, ¿estará congelado y regresará en una segunda parte? No tendría
sentido, ¿verdad? Además, no es mencionado en Batman v. Superman y en el epílogo de Wonder Woman, ya en el presente, ella lo recuerda como a alguien de
su pasado. Sin embargo, en Warner ya están planteando la secuela de Wonder Woman. Quieren volver a contar
con Patti Jenkins y, ¿adivinan qué? con Chris Pine. Ver para creer.
Y
es que lo que es innegable es que la película ha sido un rotundo éxito. Ha
superado todas las expectativas y ha abierto las puertas a la esperanza a un
CDEU que si bien en taquilla no había pinchado aún parecía muy lejos en calidad
(sobre todo después de ese despropósito que fue Escuadrón Suicida). ¿Han aprendido la lección esta vez? Pues
permitidme que lo dude. De hecho, creo que el éxito de esta película puede
hacer, a la larga, más mal que bien a este universo.
Me
explico. Hasta ahora, no parecía haber una línea definida a seguir, más allá
del camino de la amargura y el trascendentalismo que Nolan y Snyder estaban
marcando. La obsesión era diferenciarse al máximo de Marvel y para ello no han
dudado desde la Distinguida Competencia en burlarse de las escenas postcréditos
(hasta que incluyeron una en Escuadrón
Suicida) y del humor ligero (hasta que llegó Wonder Woman) de Marvel. Tras la buena acogida de Harley Quinn en
la película de David Ayer todos los planes se fueron al garete. A estas alturas
no se sabe quién hará la película de Flash, la de Cyborg parece olvidada y a Superman
en solitario ni está ni se le espera. Otro tema es el film The Batman y sus conocidos y cacareados problemas (Ben Affleck
salió huyendo como director, el sustituto, Matt Reeves, echó por tierra el
trabajo realizado y ha empezado con un guion desde cero y ahora se pone en duda
la continuidad de Affleck como actor). Eso sí, hay confirmada una película sacada
de la nada llamada Ghotam City Sirens con
Harley Quinn como co-protagonista y se
han anunciado varios proyectos con protagonistas femeninas, incluyendo un
“versus” entre el Joker y… ¿adivinan? Harley Quinn. Hace un año todo giraba en
torno a Batman. Ahora solo parece existir el personaje que tan divinamente ha
encarnado Margot Robbie y no me cabe la menor duda de que en breve solo
existirá Wonder Woman (ya es quien
más destaca en el último tráiler de La
liga de la Justicia)
¿Renunciará
DC a sus señas de identidad y empezará a potenciar el humor en sus películas?
¿Se centrará todo en personajes femeninos? ¿Para cuándo un Wonder Woman vs
Harley Quinn?
Yo,
por mi parte, como buen fan del cine de superhéroes estoy abierto a todas las
posibilidades y espero disfrutar con ello. Pero el peligro de pegarse un
batacazo es considerable. Wonder Woman
es una interesante película que va de más a menos hasta precipitarse en la
medianía. Es una película de origen, con todo lo que ello conlleva y Jenkins
consigue hacer de Diana un personaje interesante. Pero, una vez presentado, ¿de
verdad nos va a seguir interesando? Salvando las distancias, me viene a la
mente la reciente película de los Power Rangers. Como presentación de personajes era divertida y muy correcta, y
solo empezaba a aburrir con sus batallas finales. Disfruté el film, pero no me
dejó con ganas de una segunda parte. Lo mismo me pasa con Wonder Woman. ¿Me interesaría una precuela donde conocer más
detalles de Isla paraíso y las Amazonas? Desde luego que sí. ¿Estoy deseando
ver a Wonder Woman zurrando gente? Pues no mucho, la verdad. Pese a ser de
lejos de lo mejor de Batman v. Superman,
esta es la segunda vez que la veo metida en fuegos de artificio. Y si nos
remitimos a lo que es la acción pura y dura, dudo que tenga muchos más recursos
que puedan interesarme. Wonder Woman mola.
Gal Gadot mola. Pero no veo a Warner/DC capaces de saberlo aprovechar. Más
cuando siguen trabajando a salto de mata.
En
fin, dejemos pasar el tiempo y que sea lo que tenga que ser. Por el momento,
conformémonos con disfrutar de esta Wonder
Woman por momentos magnífica y por momentos desastrosa, de lo mejor de la casa,
pero muy por debajo de lo que muchos andan diciendo y, desde luego, ideológicamente
más débil de lo que presume ser.
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