Si
en los ochenta la guerra de Vietnam copaba las carteleras americanas y con el
cambio de siglo el enemigo a batir procedía de oriente medio, en la actualidad
hay un revival de películas ambientadas en la II Guerra Mundial realmente
sorprendente, desde grandes producciones en manos de Spielberg, Zemeckis,
Gibson o Nolan hasta productos europeos que sirven para limpiar conciencias y
recordar las manos manchadas de sangre del pasado.
Operación Anthropoid está más próxima al segundo grupo, siendo una
coproducción entre Francia, Reino unido y la República Checa, por más que
contenga en su reparto protagonista a rostros conocidos del cine americano como
Cillian Murphy (visto recientemente en En el corazón del mar), Jamie Dornan (demostrando que hay vida tras el insulso
Christian Grey) y Toby Jones (que ya sabe cómo se las gastan los nazis tras su
presencia en El Capitán América y su
secuela).
Dirigida
por el británico Sean Ellis, la película describe el atentado que un grupo de
paracaidistas acomete contra Reinhard Heydrich, una de las figuras más
aterradoras del régimen nazi y principal impulsor de la Solución final. La película
se divide en tres partes bien marcadas, las reuniones clandestinas para
planificarlo todo, el atentado en sí y las repercusiones que provocaron, y
aunque tiene un ritmo irregular al menos puede decirse que va claramente de
menos a más, consiguiendo que una historia, que no por conocida deja de ser
interesante, termine convenciendo pese a los bostezos de su arranque.
Y
es que sin duda lo peor del film es el trabajo de su director que, empleando
una película de trazo grueso y sucio, buscando quizá algo de autenticidad, se
dedica a mover la cámara nerviosamente y a presentar unos personajes que no
terminan nunca de definirse lo suficiente como para seducir al espectador,
impidiendo el lucimiento de sus protagonistas.
Así,
la primera media hora del film es pesada y reiterativa, demasiado cercana al lenguaje
televisivo, animándose algo durante el atentado, aunque no lo suficiente, pero
remontando el vuelo y resultando trepidante y frenética en su tramo final. Así,
pese a ser una película mediocre cuyo principal valor es el histórico consigue
dejar un buen sabor de boca gracias a su clímax, donde Ellis parece renunciar a
su estilo narrativo anterior y decide ponerse las pilas para conseguir filmar
de forma convincente la acción y el drama, aunque quizá peque en centrarse
demasiado en sus protagonistas y pasando demasiado de puntillas detalles tan
importantes y atroces como la destrucción de Lícide.
Una
vez más, la realidad supera a la ficción y el horror nazi sirve como base para
un film histórico que pese a la torpeza de su director termina por convencer.
Valoración:
Seis sobre diez.
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