Lo
primero que me llama la atención de este remake del clásico de 1984 es la fría
acogida que ha recibido. Sin embargo, la película es perfectamente honesta
tanto en su concepción como en su realización y ofrece justamente lo que
prometía, recuperar el espíritu de la obra de Ivan Reitman sin enturbiar su
recuerdo.
Y
es que, seamos realistas, la Cazafantasmas
original tampoco es que fuese una gran obra. Era una hija de su tiempo, un
producto cien por cien ochentero que la nostalgia ha elevado a título de culto
y que visto ahora con objetividad ha envejecido francamente mal. Pero el
espíritu, la esencia, permanece intacta en la obra de Paul Feig, no en vano el
propio Reiman junto a Dan Aykroyd
figuran como productores.
Paul
Feig se mueve como pez en el agua en comedias de acción protagonizadas por
mujeres, siendo Melissa McCarthy su actriz fetiche (han trabajado juntos en La boda de mi mejor amiga, Cuerpos especiales y Espías), por lo que parecía la opción
más lógica para situarse al frente de este proyecto que versiona en femenino al
equipo antaño formado por Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson con los rostros de Kristen
Wiig (otra vieja conocida de Feig), Kate McKinnon, Leslie Jones y la mencionada
MCCarthy, todas ellas, por cierto, renombradas comediantes curtidas en el Saurday night. Para rizar el rizo, el
papel de la secretaria torpe recae ahora en manos de Chris Hemsworth,
burlándose del tópico de la chica sexy pero tonta y demostrando que, cuando no
está salvando al mundo con las galas de Thor o del Cazador de Blancanieves es
capaz de reírse de sí mismo como el que más, acaparando casi los mejores gags
de la función.
Cazafantasmas es puro divertimento, dos horas del absurdo más total
con fantasmas que sueltan mocos verdes, pistolas de protones, trampas
contenedoras y posesiones demoníacas, donde no puede faltar, por supuesto, el
tema musical de Ray Parker Jr.
Estamos
ante una comedia bastante blanca y familiar, un pasatiempo al que sería un
error pedirle más de lo ofrecido, un espectáculo pirotécnico con buenas
interpretaciones, interesantes secundarios (por ahí andan también Andy García,
Charles Dance o Michael McDonald) o los impagables cameos que no voy a revelar
aquí y que hay que ir descubriendo en la pantalla grande. Cazafantasmas no pretende más que divertir a todo tipo de público y
doy fe de que lo consigue, ya sea por la química entre sus protagonistas, por
la estupidez del personaje de Hemsworth o porque los seres del inframundo, al
fin y al cabo, siguen siendo unos cachondos. Sí es cierto que habría encontrado
más simpática una secuela que un remake y que ya empiezo a aburrirme de
películas cuyo clímax final de compone de un vórtice amenazando con arrasar la
ciudad entera (esto no es spoiler, es el setenta por ciento de las pelis de
acción actuales), pero todo se puede perdonar cuando lo importante es el humor
y aquí el humor funciona tanto o incluso más que en la película original (o por
lo menos muy por encima de la secuela de 1989).
Clásica
película a la que las críticas más duras han llegado antes de sus primeros
visionados y a los que muchos no han perdonado el cambio de género de sus
protagonistas, pero que merece una oportunidad llegando incluso a suponer un
pequeño oasis en la mediocridad de estrenos palomiteros de los últimos meses.
Lástima que la taquilla nos vaya a impedir ver una secuela.
Valoración:
Siete sobre diez.
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