Aprovechando
el tiempo de ¿descanso? que se supone otorgan las vacaciones estivales, es buen
momento de recuperar alguna de esas películas que se escaparon en el momento de
su estreno. Y en el caso concreto de La Invitación se trata de una oportunidad perdida doble, ya que fue una de las
más comentadas en el pasado Festival de Sitges meses antes de su estreno en
salas comerciales.
La Invitación cuenta con un guion de Phil Hay y Matt Manfredi al
que dio vida Karyn Kusama, directora que regresa así al mundillo de las
pequeñas producciones después de haber probado el cine más comercial con Jennifer’s body o Æon Flux.
Con
un reparto bastante coral en el que destacan Logan Marshall-Green, visto en Prometheus, y Michiel Huisman, el Daario
Naharis de Juego de Tronos, la
película arranca con el clásico encuentro entre viejos amigos a los que las vicisitudes
de la vida ha ido distanciando. Algo muy en la línea de Los amigos de Peter o Pequeñas
mentiras sin importancia, pero con un trasfondo más oscuro y desasosegador.
Kusama
sabe crear la atmósfera desde el primer momento, con la llegada accidentada de
Will, el personaje de Marshall-Green, a la casa donde se realiza el encuentro
fraternal, para encerrar luego a todos los protagonistas en un lujoso chalet de
Los Angeles donde poco a poco iremos descubriendo sus secretos del pasado,
aunque a la hora de la verdad todo versa alrededor del pasado común entre Will
y Eden y los motivos que los llevaron a separarse.
Intriga
que se va cociendo a fuego lento, insinuando un catastrófico final, quizá no
demasiado sorprendente pero siempre efectivo, La Invitación es de esas películas donde lo verdaderamente
importante no es a dónde te lleva, sino el viaje en sí mismo. Aderezada con un
amargo regusto a drama, La Invitación,
aparte de ser un ejercicio de suspense y desconciertos, es una reflexión sobre
la pérdida y las diferentes maneras de enfrentarse al dolor, resultando
desgarradora por su total ausencia de humor.
No
resulta un film redondo y se llega a desaprovechar algún personaje o situación
que prometían mucha más tensión, pero es, desde luego, un destacable ejercicio
narrativo que incomoda con sus silencios y sutilezas creando una atmosfera
turbia pero envolvente.
Valoración:
Seis sobre diez.
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