Cuando
llevábamos un tiempo en que el cine de animación (después de una época dorada) parecía
estar de capa caída, sin grandes alegrías más allá de Disney/Pixar (y en
ocasiones ni por esas), Illumination Entertainment y Universal nos han dado una
agradable sorpresa con esta Mascotas que si bien parece copiar su premisa argumental del clásico Toy Story, cambiando los juguetes de una
por los animales domésticos de la otra) lo cierto es que es capaz de crear su
propia historia para poder evitar comparaciones imposibles de superar.
No
estamos ante una película de gran madurez, de esas que invita a reflexionar a
los adultos y que esconde una profunda carga emocional de trasfondo. De eso que
se encarguen otros. Mascotas es
sincera en su propuesta y busca solo la diversión, una diversión tan acertada
que, dentro de su sencillez, es capaz de cautivar a grandes y pequeños.
Una
de las grandes bazas de Mascotas es
no apostar claramente por un único protagonista, convirtiéndola en una comedia
casi coral, donde la amistad/rivalidad entre Duke y Max sirve más como punto de
arranque de la narración que como motor principal.
No hay, además, un gran villano pese a lo que pudiera parecer, sino un conjunto de inadaptados que terminan siendo más excusas para que la diversión no decaiga sea donde sea que esté el foco de atención.
No hay, además, un gran villano pese a lo que pudiera parecer, sino un conjunto de inadaptados que terminan siendo más excusas para que la diversión no decaiga sea donde sea que esté el foco de atención.
Puede
que se note alguna carencia en el aspecto técnico, sobretodo en la sencillez de
los personajes, mucho más planos que en títulos recientes como Buscando a Dory o Zootrópolis, pero eso se compensa con creces con la belleza
colorida y casi mágica con la que se retrata a un hermoso Nueva York.
La escena inicial con la cámara sobrevolando la ciudad hasta aterrizar en Central Park ya compensa por sí sola el precio de la entrada.
Y si además tenemos en cuenta la maravillosa banda sonora de Alexandre Desplat, la cosa ya no puede pintar mejor.
La escena inicial con la cámara sobrevolando la ciudad hasta aterrizar en Central Park ya compensa por sí sola el precio de la entrada.
Y si además tenemos en cuenta la maravillosa banda sonora de Alexandre Desplat, la cosa ya no puede pintar mejor.
Maravillosa
y tronchante, triunfadora en taquilla y con una secuela ya anunciada, la última
película de Illumination, muy heredera (auto homenaje incluido) de su mayor
creación: Los Minions, confirma a su
productora como la verdadera alternativa a Disney/Pixar haciendo que nos
olvidemos definitivamente de sagas tan caducas ya como la de Ice Age.
Para
disfrutar sin más pretensiones.
Valoración:
Siete sobre diez.
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