Dirigida por Janus Metz, autor de Borg McErnoe y alguna temporada de True Detective, Una cita con el pasado es un entretenido thriller de espionaje que, aun bebiendo mucho de la literatura e Tom Clancy y John Le Carré, no está a la altura de los mismos, siendo mucho menos intricada en su trama y careciendo de la acidez política y social que define a los autores mencionados.
Quizá
consciente de ello, Metz opta por potencial el lado humano de la historia,
desarrollando unos personajes interesantes y bien dibujados en lo que respecta
a la pareja protagonista (Chris Pine y Thandiwe Newton), pero dejando algo de
lado a los secundarios, quedando la sensación de que se desaprovecha el talento
de actores de la talla de Jonathan Pryce o Laurence Fhisburne.
Como
sea, Olen Steinhauer, guionista que adapta su propia novela, plantea una trama
a partir de las cicatrices de una relación sentimental entre dos espías cuya
historia estuvo marcada por la desastrosa resolución del secuestro de un avión
por parte de un grupo terrorista y su abrupta separación. Así, navegando entre
presente y pasado, la reapertura del caso les obligará a volver a encontrarse y
tratar de averiguar qué falló en aquella misión, lo que viene a ser lo mismo
que descubrir qué fallo en su relación.
Sin
ser excesivamente complicada de seguir, más allá del uso de varias líneas
temporales intercaladas, la película se me antoja algo más madura de lo
habitual, siendo su plato fuerte las revelaciones surgidas a través de conversaciones
más que las escenas de acción, mucho más ausentes de lo previsible y que quizá
es lo que pueda llegar a desagradar a muchos. No es Una cita con el pasado una película para ver si uno busca
adrenalina a través de persecuciones y tiroteos, pero sí hay una trama emocional
bien creada y que es incluso capaz de dejar cierto poso tras su visionado.
Valoración:
Siete sobre diez.
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