Si ya antes de ser escritor me ilusionaba la diada de Sant Jordi en Catalunya, con sus coloridos puestos de rosas, sus paradas llenas de libros y con las calles más céntricas abarrotadas de gente, una vez me metí en esto de escribir creo que sobran las palabras. Ya no se trataba solo de pasear por las Ramblas, cotilleando las novedades editoriales hasta decidir cuál iba a ser mi compra anual, sino de estar al oro lado de la mesa, frente a libros con mi nombre impreso en la portada, firmando ejemplares a aquellos que se animaran a comprar uno de ellos.
Sin
embargo, el año pasado todo cambió. El año pasado, en el ecuador de la jornada
festiva más bonita que conozco, en plena fiesta del libro y de la rosa, nació
mi primogénito, el fruto del amor que Arelys y yo nos tenemos. Nació mi hijo
Noah, al que, casi por obligación, pusimos como segundo nombre Jordi.
Ha
pasado un año desde entonces. Un año que ha seguido marcado por la pandemia, a
la que hay que añadirle volcanes, crisis energéticas que están derivando en
crisis económicas, guerras y, en el apartado personal, la publicación de una
nueva novela y un fugaz paso por quirófano del que ya estoy casi recuperado.
Pero lo que de verdad me ha marcado ha sido el día a día con Noah, el verlo
crecer en un suspiro, sus primeras palabras, sus veloces gateos, esa mirada
pícara cuando lo sorprendemos haciendo una travesura… Siempre había querido
tener un hijo, y lo imaginaba como una experiencia maravillosa, pero debo
confesar que todas mis expectativas se quedaban cortas.
La
vida al lado de Noah es maravillosa, y por eso quería celebrar su primer
cumpleaños de manera especial.
Sigo
unido a Célebre editorial, y con
ellos estaré este Sant Jordi firmando ejemplares de El hombre de trapo mataba por amor, pero por un momento les he sido
infiel y he vuelto a mis años de autoedición, de la mano de Amazon, para hacer un pequeño
experimento que ha terminado siendo un regalo plagado de cariño y amor.
Como
no podía ser de otra manera, he aparcado por un momento los monstruos y la
oscuridad para confeccionar un humilde libro de cuentos (cuatro en total) a los
que me he atrevido a ilustrar yo mismo, jugueteando por primera vez con
desiguales resultados con las tabletas digitales.
El
libro resultante, Cuentos de Crotana,
es una simple muestra del amor que siento por mi niño, y no tiene más
pretensión que la de agradar a mi pequeño, acompañándolo quizá en la hora de
irse a dormir, pero si alguno tenéis alguna curiosidad, sin que vaya a hacer
mucha promoción de ello (el objetivo nunca fueron las ventas, insisto), lo podéis encontrar en Amazon. No sé si es bueno o malo, si divierte o aburre. No ha
pasado por correctores ni lo ha leído nadie más antes de su publicación. Es
solo una vía de enlace entre Noah y yo. Y todos los que me leéis, familiares,
amigos o desconocidos, formáis parte, de una manera o de otra, de mi familia, y
por lo tanto estáis invitados a participar de ese enlace.
Feliz
primer cumpleaños, Noah. Tu madre y yo te queremos con locura. No lo dudes
nunca.
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