Veneciafrenia es una película extraña. Y no solo por su historia, a medio camino entre el terror y la denuncia social, sino por el extraño equilibrio sobra la que se sustenta, la multitud de dualidades que debe soportar con una precariedad que la pueden salvar o condenar en el leve instante de tiempo que dura un parpadeo.
Por
un lado, es un slasher de manual,
copiando los principales tics del terror juvenil americano en que se inspira en
algunos momentos, mientras que por otro lado es una carta de amor, profunda y
sincera, al terror giallo, desde su
brutal prólogo hasta unos créditos demenciales que, para bien o para mal,
terminan siendo lo mejor de la película.
Por
un lado, tenemos a un Álex de la Iglesia que muestra un mimo especial en la
construcción visual de sus villanos, en la música excelsa de Roque Baños y en
la recreación de una Venecia aún pandémica, claustrofóbica y angustiante. Por
otro lado, estamos ante un guion perezoso, la muestra de que estamos ante una
película menor, casi un capricho del director y de su fiel Jorge
Guerricaechevarría, con multitud de situaciones aleatorias y caprichosas que
derivan en un final mucho más contenido de lo habitual en la filmografía del
director pero sin evitar ser ligeramente decepcionante.
Por
un lado, promete una orgía de sangre y violencia en un clímax digno del Joker
de Nolan o el Enigma de Reeves que queda en nada. Por otro lado, el desenlace
del villano principal contiene una poesía inesperada para con el desarrollo del
personaje.
Por
un lado, estamos ante la primera película de la saga The fear collection producida por Pokeepsie Films cuya nueva entrega corre a cargo de Jaume
Balagueró. Por otro lado, se trata de una película rodada antes de que se
pusiera en marcha dicho proyecto.
Por
un lado, la idea de crear un asesino para diezmar al turismo que está
castigando a la bella ciudad italiana es bastante original. Por otro lado, hay
muchos elementos (pura casualidad, lo sé) que me hacía pensar en todo momento
en Fin de semana en Croacia (la
desaparición en una ciudad extranjera, el taxista que se ofrece a ayudar a la protagonista,
la pareja que coge un vuelo y se presenta de improvisto…).
Por
un lado, De la iglesia nos ofrece un espectáculo de sangre y muerte con
bastante mala baba y momentos mujy delirantes que invitan al disfrute insano.
Por el otro, hay una cierta sensación de que esto no va nunca hacia buen
puerto, quedando uno decepcionado tras contemplar el resultado final.
Soy
de los que defenderé siempre a Álex de la Iglesia ante las críticas, en
ocasiones muy gratuitas, por su cine, convencido de que es uno de los mejores
realizadores de este país. Pero Veneciafrenia
ofrece demasiados altibajos, demasiadas luces y sombras, como para poderme
dejar completamente satisfecho.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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