Hoy se arregla el mundo, dirigida por Ariel Winograd, es una dramedia argentina a mayor gloria de Leonardo Sbaraglia en la que un padre despreocupado y ajeno a la vida de su hijo descubre, tras la muerte de la madre, que en realidad no es suyo.
En
un momento complicado de su carrera profesional (el programa televisivo que
produce, el mismo que da título a la película, está en sus horas más bajas,
David, que es como se llama el hombre, decidirá ayudar al chaval de nueve años a
descubrir quién es su verdadero padre, contando para ello con la ayuda de la
mejor amiga de la fallecida.
Tiros
a ciegas, conversación es de WhatsApp
y eventos de Facebook compondrán la
algo chapucera investigación, la cual servirá, en realidad, para forjar un
vínculo que nunca había existido entre el falso padre y el niño, dotando a la
película de un tono reflexivo alrededor de si las relaciones paterno-filiares
vienen dadas por la consanguinidad o el apego.
Hoy
se arregla el mundo es una película simpática, sin más pretensiones que alabar
la unidad familiar y el amor, que no ahonda demasiado en el drama, pudiéndose
ver con una sonrisa, que pese a que prácticamente telegrafía desde el principio
el desenlace tampoco cae en el tópico absoluto (me alegra especialmente que la
relación romántica que se apunta nunca llegue a cuajar, al menos no en
pantalla), teniendo como punto fuerte la unión entre Sbaraglia y el debutante
Benjamín Otero.
Con
algo de acidez en su burla a ciertos programas televisivos, el film es tierno y
amable, una propuesta que sin ser nada del oro mundo que merezca ser recordada con
mucha insistencia en el futuro, compone un buen ejemplo de cine familiar con la
dosis justa de moralina.
Valoración:
Seis sobre diez.
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