Sandra Bullock es una de esas
actrices que no engañan. De acuerdo, tiene un Oscar y de vez en cuando se saca
de la manga una interpretación sobria y comedida como la de Gravity, que si no le consigue el
doblete al menos la meterá en la terma de candidatas a la estatuilla dorada. Pero,
por lo general, no engaña. Sabe lo suficiente del negocio de Hollywood como
para entender que el prestigio no da de comer, por lo que no tiene reparo
alguno en caer una y otra vez en comedias facilonas y cargadas de estereotipos
que es lo que realmente se le da bien.
Por muchos premios que pueda
llegar a ganar en su carrera nunca será reconocida como una gran actriz, pero
gracias a títulos como este sí puede presumir de ser una de las más taquilleras
y mejor pagadas (sobre todo desde que julia Roberts parece peleada con su
representante). Así, Cuerpos especiales
sigue la línea de Miss Agente Especial
y su secuela explotando la vis cómica de
la actriz y coqueteando con la acción, recordando que los comienzos de Bullock
fueron con títulos como Demolition man
o Speed. Si además comparte
protagonismo con Melissa McCarthy (más desagradable y vulgar aún que en Por la cara), no tendremos la menor duda
del sabor que tendrá esta receta.
El director, por cierto, es
Paul Feig, que aparte de labrarse una carrera en televisión dio el pelotazo
hace un par de años con La boda de mi
mejor amiga, también con McCarthy en el reparto, así que imaginen por dónde
van los tiros…
Bullock interpreta a Ashburn,
una brillante agente especial del FBI totalmente incapaz de relacionarse con
sus semejantes (si recuerdan su papel en La
Proposición entenderán perfectamente los matices del personaje), que para
conseguir un merecido ascenso deberá trabar codo con codo con una estrafalaria
y totalmente anárquica policía de pueblo, Mullins (McCarthy). El choque cultural,
social y profesional está servido y ambas se odiarán a muerte hasta comprender
que son las únicas amigas que pueden permitirse.
Del resto del argumento poco
hay que explicar, ya que importa más la relación entre ellas dos que el caso en
sí, y los mejores gags de la función se reparten entre ellas dos, ya que en el
fondo se trata de una buddy
movie con un descarado aroma ochentero (bonito, aunque rozando la exageración,
el homenaje en los títulos de crédito, en el que ellas dos se limitan a repetir
sus tics más aplaudidos una y otra vez.
Pulula por ahí alguna cara
conocida, como Demian Bichir, que en breve estrenará Machete Kills, Marlon Wayans, que aquí parece un actor y todo,
lejos del histrionismo que mostraba en la saga Scary Movie, o Jane Curtin (inolvidable Allie de la serie Katie y Allie o la doctora Mary de Cosas de Marcianos), pero lo mismo podría
salir el mismísimo Obama que nada ni nadie iba a hacer sombra a Bullock y
McCarthy.
El resultado es una película que
no por tópica deja de ser entretenida, con algún momento divertido y donde lo
más incómodo de ver es el rostro estirado y artificial de Sandra Bullock,
impoluta si hablamos de arrugas pero con serias dificultades para conseguir
gesticular lo más mínimo.
Desde luego, no se le puede
pedir más a la película, ya que ofrece lo que promete. Es poco, sí, pero
sincero.
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