Agosto
es un mes especial. Con media España de vacaciones (y ruego me perdonéis los
que no lo estéis) y el calor presionándonos para acudir a playas y piscinas
donde refrescarnos hasta que la puesta de sol nos permita cambiarlas por
terrazas a pie de calle (aunque personalmente siempre he creído que un buen
lugar para refugiarse del sofoco estival es una sala de cine bien
acondicionada), me apetecía variar un poco mi sección mensual.
Así,
esta vez –y sin que sirva de precedente-, la recomendación no vendrá dada por
ningún lector, sino –y así de paso empalmo con el Comentario del mes, si es que
todo es cíclico…- por la insistencia en redes sociales y, sobre todo, en los
podcast que suelo escuchar.
Y
es que la película de la que os voy a hablar hoy (y que para seguir con cambios
resulta que ni siquiera es película, sino mediometraje) no es otra que Kung Fury, ese invento del sueco David
Sandberg que financiada mediante crowdfunding ha revolucionado Internet y se ha
convertido en el fenómeno del año, tal y como hace un par de temporadas
sucediera con ese bodrio llamado Sharknado.
Con
un presupuesto de 630.019 dólares (de los que haría que descontar el coste de
los regalos prometidos a los donantes de fondos), la película es una auténtica
delicia, un locurón que en treinta y un minutos repasa todos los iconos más
míticos de los ochenta para crear una historia delirante y surrealista como
solo los que crecimos al amparo del cine B de videoclub vamos a poder apreciar.
La
historia no tiene desperdicio: un policía es alcanzado por un rayo en el mismo
momento en que es picado por una cobra, convirtiéndose así en Kung Fury. Una
antigua profecía ya avisaba de su llegada, por lo que Hitler viaja en el tiempo
para matarlo y heredar su poder, convirtiéndose en Kung Führer. Ayudado por
Hackerman, que descubre como hackear el tiempo, Kung Fury viajará a la Alemania
nazi para matar a Hitler antes de que sea demasiado tarde. Una historia
demencial en la que no faltarán dinosaurios, vikingas e incluso el mismísimo
Thor.
Poco
más se puede explicar de esta maravilla sin spoilear una trama en la que no hay
un solo fotograma que no rebose magia pura, siendo recomendable segundos o
terceros visionados para apreciar el detallismo de Sandberg que no ha dejado
títere con cabeza y que, con una estética salida directamente de Corrupción en Miami pasada por los
filtros (y defectos) del VHS, homenajea a todo lo que significó algo en aquella
época tan prodigiosa como añorada dentro del mundo del cine, la televisión o
los videojuegos. Tiene cabida aquí desde los guiños a Regreso al Futuro, Terminator
o 2001, Odisea Espacial hasta el cine
más trash y casposo, sin dejar de lado dibujos animados como G.I. Joe, los Arcade de salón recreativo
o la música más discotequera.
Sobre
este último punto, cabe destacar el colofón final que supone el videoclip de la
canción que corona los títulos de crédito, con escenas rodadas específicamente
para ello y con la interpretación, como no podía ser de otra manera, de David
Hasselhoff .
Y
todo ello con unos efectos visuales intencionadamente cutres pero que ya
quisieran para sí grandes superproducciones de presupuestos infinitos.
Sandberg,
director, guionista y actor, ha sabido tocar las teclas necesarias para
concebir una obra que, dentro de sus pretensiones, roza la perfección. Cierto
es que puede que no llegue a interesar a quien no ha vivido esa época o quien
desprecie, directamente, el aroma friki que desprende, pero para el público al
que va dirigido Kung Fury es, sin
más, una obra maestra.
La
película, por cierto, puede verse de forma legal y gratuita tanto por youtube
como en la web oficial, una magnífica manera de conseguir una repercusión
global que le ha generado más beneficios que si hubiera tratado de cobrar
directamente por el visionado de la obra y que, sin dudas, le ha abierto las
puertas de Hollywood.
Concluyo
permitiéndome recomendaros, a nivel de complemento, el magnífico análisis que
de Kung Fury se ha hecho en La Órbita de Endor, el perfecto colofón
a una tarde veraniega de puro y delicioso frikismo.
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