Nada
nuevo bajo el sol. Esa es la mejor manera de definir esta secuela que sigue los
pasos de su antecesora hasta límites exagerados. Si Ted comenzaba con el personaje de Mark Wahlberg siendo niño y
recibiendo a su osito Ted y terminaba con Ted y su novia Vane casándose en una
boda oficializada por Sam J. Jones, esta comienza precisamente por la boda y
termina con un niño recibiendo n nuevo osito.
Todo lo contrario. Pero todo igual.
Con
el cambio obligado de Mila Kunis (su embarazo coincidió con las fechas de
rodaje) por Amanda Seyfried en un nuevo personaje, Ted 2 narra cómo el gobierno descubre la existencia de Ted,
considerando que es un simple juguete y que por lo tanto no merece el
reconocimiento de ser humano, así como los derechos y obligaciones propios del
mismo. Es entonces cuando Ted, su fiel amigo John y la joven e inexperta
abogada Samantha harán todo lo posible por demostrar en los tribunales que Ted
es un ser humano.
Con
toda la escatología y mala leche habitual en los guiones de Seth MacFarlane, Ted 2 busca la provocación fácil sin
apenas conseguirlo. Dicho vulgarmente, está ya todo el pescado vendido y ver a
Mark Wahlberg empapado en semen de donantes desconocidos puede provocar más o
menos gracia, pero a estas alturas ya no escandaliza a nadie.
Mil maneras de morder el polvo fue un merecido fracaso en la trayectoria de este
director, pero al menos en aquella se intuía un deje de ambición de la que
carece Ted 2, que más bien parece un
simple intento de exprimir una franquicia que nunca debió ser tal. Si la
divertida, gamberra y un punto original Ted
hubiese sido única en su especie podría haber llegado a convertirse en título
de culto para futuras generaciones, pero cuando su primera secuela muestra ya
claros síntomas de agotamiento la cosa pinta francamente mal.
Ted 2 se beneficia, sin embargo, del exceso de chistes, resultando imposible
no desternillarse con alguno de ellos. Si sólo pretendemos reírnos, la película
lo consigue en diversos momentos, demostrando que el bueno de Mark es un buen
actor de comedia, capaz incluso de demostrar una buena química con un oso de
peluche aunque su feeling con Amanda Seyfried no es tan redondo como el que
tenía con Mila Kunis. La película está plagada de grandes aciertos y
situaciones tronchantes (hay que tener muy mala baba para comparar a la
Seyfried con Gollum, un chiste que sin duda perseguirá a la actriz de por vida)
tanto como de momentos soporíferos, sobre todo cuando pretende tomarse
demasiado en serio a sí misma y trata de convertir esta simple gamberrada en un
alegato en favor de las minorías y señalando con el dedo a la hipocresía de la
sociedad americana, insinuando que el país de la libertad y la igualdad es poco
más que un mito. En ese respecto, me pregunto qué pinta en esta historia Morgan
Freeman (aparte de cobrar un buen cheque) y su discursito sentimentaloide. Aquí
se demuestra una de las grandes carencias de MacFarlaine como director, su
falta de sentido del ritmo, capaz de hacer que una película decaiga en un
segundo y costándole una barbaridad remontar el vuelo humorístico. El cómico,
niño mimado televisivo pero que, más allá del éxito económico de su primer Ted, aún tiene mucho que demostrar en
cine, se recrea en todas sus filias y fobias, como si la película estuviese
pensada casi exclusivamente para sus seguidores más acérrimos. Si bien todos
podemos aplaudir su gusto por el musical (hermosa escena de créditos iniciales
o sutil pero divertido el montaje musical en la biblioteca), tanto chiste sobre
gays o alrededor de las drogas apenas ofrece algo interesante a la historia,
más allá de condenarla a una rutina monótona e insípida.
En
fin, película con grandes altibajos, capaz de hacernos aplaudir el “homenaje” a
Parque Jurásico como abochornarnos
con la insistencia en recurrir a Sam J. Jones (la gracia de ver a Flash Gordon
terminó a mediados del primer Ted)
como cameo principal, aunque hay muchos más (menudo veranito de cameos
llevamos), desaprovechando a mi entender las múltiples posibilidades que le
ofrecía la ComicCon de Nueva York como escenario final (¿soy el único que
estaba esperando algún chiste entre Mark Wahlberg y los Transformers?).
Se
puede pasar el rato viéndola, pero poco más. Y su arranque en la taquilla americana
parece decir lo mismo. Habrá que ver si la broma/amenaza de Wahlberg en El Séquito sobre una tercera parte llega
a buen puerto.
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