Perseguido
y vilipendiado por muchos (demasiados) por temas totalmente ajenos a lo
estrictamente cinematográfico, Tom Cruise (uno de los mejores actores de su
generación, busquen si no dónde han quedado todas aquellas figuras emergentes
que compartieron cartel con él en el Rebeldes
de Coppola)ha sabido ignorar las críticas empeñadas en destrozar su carrera y,
por consiguiente, enturbiar en taquilla sus más recientes películas (no hay
ninguna lógica en la pobre recaudación y escaso reconocimiento de Al filo del mañana, una de las mejores
películas del año pasado), apostando siempre según le guiaba su instinto.
Ya
a comienzos de su carrera supo alternan su figura de guapito “forracarpetas” de
Cocktael o Top Gun con interpretaciones soberbias y arriesgadas como Nacido el cuatro de julio, y cuando
parecía que no le quedaba nada por demostrar decidió, hace unos años,
convertirse en un héroe de acción aparte de máximo embajador de la ciencia
ficción de este siglo (sirva como ejemplos Minority
Report, La guerra de los Mundos, Oblivion o la ya mencionada Al filo del mañana). Y digo que se guía
por su instinto porque pese al relativo descalabro que supuso Misión Imposible III ha sabido
mantenerse fiel a su única franquicia hasta la fecha (hay rumores de que va a
repetir en breve como Jack Reacher y
en Top Gun 2) y ha conseguido
resucitar a su Ethan Hunt tras la ya excelente Misión Imposible: Protocolo fantasma, hasta el punto que ya se ha
anunciado el rodaje de la sexta entrega.
Misión Imposible es una saga que ha sabido reinventarse en cada
película, gracias en parte al empleo de directores de fuerte personalidad pero
manteniéndose fiel al espíritu del personaje. Hunt es una especie de James Bond
moderno (pese a que los orígenes hay que buscarlos en la serie televisiva de
mediados de los sesenta) aunque más pendiente que el agente con licencia para
matar del equipo que le acompaña en las misiones. Así, tras la destrucción del
grupo en la primera película J.J.Abrams devolvió ese sentido de la pluralidad
en su tercer capítulo que se intensificó en MI:
Protocolo Fantasma hasta el punto que todos excepto Paula Patton (una
verdadera lástima, supongo que su inexplicada ausencia se debe a la sencilla
razón de no incluir dos femmes fatales que se puedan entorpecer entre ellas)
repiten para esta quinta pero no definitiva entrega.
Tras
Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird es turno ahora de ocupar la
silla de director a Christopher McQuarrie, viejo conocido de Cruise (dirigió Jack Reacher y guionizó, aparte de esta,
Valkiria y Al filo del mañana). Quizá menos experimentado y afamado que sus
antecesores (a excepción de Abrams, que debutaba en cine pero ya se había
consagrado en televisión), McQuarrie consigue el inmenso mérito de aunar el
clasicismo de las películas de espías con dobles juegos y trasfondo político
tal y como sucediera en la primera película, con la espectacular y la intensidad
adrenalítica que se incrementó en la tercera parte y se multiplicó en el
capítulo correspondiente a Bird.
Misión Imposible: Nación Secreta parte tal y como concluyó Protocolo Fantasma, con Hunt persiguiendo a una misteriosa entidad
criminal conocida como El Sindicato. Pero las cosas en suelo americano se han
puesto peliagudas tras los roces internacionales que el FMI ha provocado tras
el incidente con el Kremlin, lo que lleva al director de la CIA a convencer al
senado para eliminar al FMI y poner en busca y captura a Hunt. Más aislado y
falto de recursos que nunca, Hunt deberá luchar para salvar una vez más la
situación, aunque como no podía ser de otra manera, el equipo volverá a unirse
para emplearse a fondo en una nueva misión. Una misión imposible, por supuesto.
Una
vez más Cruise es la estrella absoluta, repartiendo a diestro y siniestro un
carisma arrebatador (el mismo que ha derrochado en las promociones que han
permitido un excelente arranque en taquilla de la película), con suficiente
falta de complejos para demostrar en no pocas escenas algunas debilidades que
demuestren que el tiempo no pasa en balde para nadie, ni siquiera para él. A su
alrededor, Jeremy Renner cumple con eficacia, sin grandes alardes pero sin
desentonar con el conjunto, tal y como sucediera con su personaje en Los Vengadores, mientras que Simon Pegg
aumenta su importancia en la trama proponiendo el trasfondo cómico que libera
tensión ante tanta secuencia de acción tan emocionante como angustiante. Ving
Rhames completa el equipo, repitiendo personaje por quinta vez, mientras que la
faceta seductora recae en Rebecca Ferguson, en un interesante personaje de
doble (o triple) trasfondo y competidora con Cruise por hacerse con las mejores
escenas de acción.
Misión Imposible: Nación Secreta es un grandísimo entretenimiento, una estupenda,
emocionante e interesante película con escenas muy espectaculares (por
increíble que parezca la promocionada hasta la extenuación aventura del avión
no es ni de lejos lo más destacado) y momentos especialmente inspirados, como
toda secuencia que transcurre en la Ópera de Viena.
Ethan
Hunt volverá, eso ya está claro, y aquí estaremos para disfrutar de su nueva
misión. Si decide aceptarla…
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