Por
fin he conseguido ver esta película a la que le tenía muchas ganas desde su
estreno y por la que he tenido que recurrir a métodos “poco convencionales”. O
quizá debería reconocer que hoy en día, por desgracia, esto es lo convencional
e ir al cine es lo raro para muchos.
Escrita
y dirigida por Peter Bogdanovich (realizador, entre otras, de ¿Qué me pasa, doctor? O Luna de papel) la película es una
muestra más de esta corriente tan de moda últimamente de reflejar las
interioridades del mundillo teatral neoyorquino. Pero mientras Birdman, La sombra del actor o (a más distancia) Viaje a Sils Marie tenían una mirada crítica, Lío en Broadway apuesta abiertamente por la comedia al más puro
estilo vodevil, con personajes que entran y salen constantemente de plano,
puertas que se abren y los clásicos (y en ocasiones exageradamente forzados)
enredos y malentendidos. Eso sin renunciar a algunos elementos de las películas
citadas anteriormente como la dualidad entre cine y teatro o la mención
satírica a la mal llamada burbuja del cine de superhéroes.
Arnold
Albertson es un director teatral a dos meses de estrenar su última obra que
tiene una peculiar obsesión: quedar con prostitutas jóvenes y ofrecerle
generosas cantidades de dinero para ayudarles a dejar el oficio y empezar una
nueva vida. Como no puede ser de otra manera, todo se complicará cuando la
última chica alegre a la que ayuda termine siendo seleccionada como
protagonista de su obra, en la que también interviene su propia esposa.
No
tan similar como se podría creer a su otra película sobre el tema, ¡Qué ruina de función!, Lío en Broadway (como debió pensar la
distribuidora cuando destacó al barrio neoyorquino en la traducción del título,
cuyo original es algo así como Ella es
graciosa, o algo parecido) bebe directamente del estilo de Woody Allen,
siendo un fiel reflejo de las neuras y tics del genial autor de Manhattan y
cuya mayor evidencia se encuentra en la forma de narrar la película, mediante
una serie de flashbacks conducidos por la protagonista a lo largo de lo que
parece ser una especie de entrevista (Allen habría utilizado un psicoanalista,
probablemente, pero es que aquí la psicoanalista que aparece forma parte del
meollo de la historia).
En este sentido, cabe destacar el buen hacer de Imogen Poots, una cara bonita con algún papel interesante en su carrera como el de Mejor otro día junto a otros de puro adorno como Need for speed, a la que no creía capaz de sostener por sí sola una película, proeza de la que sale airosa en este film en el que debe lidiar con muchos primeros planos conformados simplemente por su cara y sus frases.
En este sentido, cabe destacar el buen hacer de Imogen Poots, una cara bonita con algún papel interesante en su carrera como el de Mejor otro día junto a otros de puro adorno como Need for speed, a la que no creía capaz de sostener por sí sola una película, proeza de la que sale airosa en este film en el que debe lidiar con muchos primeros planos conformados simplemente por su cara y sus frases.
A
su alrededor se encuentra Owen Wilson (al que más le valdría limitarse a hacer
comedias serias como esta o, precisamente, el Midnight in Paris de Allen, en lugar de sus típicas payasadas de
brocha gorda), Rhys Ifans, Will Forte, Jennifer Aniston, Debi Mazar y Kathryn Hahn, además
de los veteranos Austin Pendleton y Graydon Carter y las colaboraciones de
Richard Lewis y Cybill Shepherd. Bueno, y con una sorpresa final que no voy a
desvelar.
Lio en
Broadway es una divertida pieza a la que hay que perdonarle los continuos
actos de fe a los que obliga al espectador (demasiadas casualidades pueden
llegar a sacarte un poco de la historia), muy disfrutable que sabe esquivar con
su acertado ritmo las limitaciones de algunos personajes algo caricaturescos.
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