sábado, 31 de diciembre de 2016

MINE: dos horas tiradas a la basura.

Me gustaría haber podido terminar este 2016 por todo lo alto, pero la primera de las películas vistas este viernes (os recuerdo que la magnífica Comanchería la tenéis comentada en los especiales que realicé durante el pasado festival de Sitges) es un bufo de tomo y lomo.
Firmada por dos directores que ni siquiera se atreven a dar sus apellidos (Fabio & Fabio) e interpretada (es un decir) y producida (eso explica muchas cosas) por Armie Hammer, Mine pretende ser una historia minimalista, de pocos personajes (aunque sobran más de la mitad) que utiliza la excusa de un hombre enfrentado a su casi segura muerte para realizar un viaje interior, existencial y fantasmal, capaz de aburrir al más pintado.
Ya su punto de partida no sonaba muy interesante (un soldado pisa una mina en pleno desierto y debe permanecer más de sesenta horas sin poder moverse esperando a que llegue la ayuda), pero con apuestas semejantes o más arriesgadas si cabe Rodrigo Cortés nos brindó la excelente Buried y Danny Boyle la angustiante 127 horas, así que la cosa no era tampoco un imposible.
Sin embargo, apoyada en unas interpretaciones pobres y unos diálogos de vergüenza ajena, la película no logra tensionar, emocionar ni entretener en ningún momento, no provocando más que el sopor más espantoso y con un desenlace que se ve venir de lejos. No hay nada estimulante en la película que invite a darle una oportunidad, siendo lamentable como en algunas salas la están proyectando aun a costa de haber descartado proyectar Comanchería.
No me extiendo más en mi opinión porque afortunadamente estoy borrando rápidamente la película de mi memoria (aunque las casi dos horas perdidas nadie me las va a devolver), aunque desde aquí le digo al bueno de Hammer que si de verdad pretende ser una estrella de Hollywood debería hacérselo mirar un poco. Era lo peor de Operación U.N.C.L.E. y de El llanero Solitario mejor ni hablar.
No es tampoco que sea espantosamente mala. Simplemente es la nada más absoluta e irrelevante, aunque pretenda contener una mística muy espiritual y pedantemente intencionada.

Valoración: tres sobre diez.

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