domingo, 11 de diciembre de 2016

Cds: EDDIE EL ÁGUILA, cuando los sueños se hacen realidad.

Una de los puntos de partida más llamativos a la hora de crear una historia es la reconstrucción de un héroe. El mundo del cine ha dado héroes de todo tipo: libertadores enfrentados a su propio país, como el Newton Knight de Los hombres libres de Jones, médicos que salvan vidas en tiempo de guerra, como el Desmond Doss de Hasta el último hombre, o simples pilotos de avión que se limitan a hacer su trabajo lo mejor posible como Chesley Sullenberger en Sully.
A su manera, el mundo del deporte también ha dado héroes de todo tipo, siendo posiblemente Jesse Owens (cuya última adaptación a su vida fue en El héroe de Berlín) uno de los más populares.
Sin embargo, en ocasiones, las hazañas no pueden medirse por su grandeza, y un ser casi anónimo puede convertirse en un héroe incluso siendo el peor de su categoría. Algo así sucedió con Eddie Edwars, un chaval británico sin ninguna aptitud para el deporte que se empecinó en participar en unos Juegos Olímpicos logrando su sueño en la modalidad de salto de esquí.
La cosa tiene truco, por supuesto. Gran Bretaña no tenía equipo olímpico de salto y, pese a las tramas que le pusieron (era considerado, quizá de forma merecida, poco más que un payaso), los requisitos para clasificarse eran tan mínimos que logró cumplir su sueño. No solo eso, sino que siendo incluso el peor saltador consiguió dos record para su país y, sobre todo, el cariño y la aclamación popular.
Eddie el águila, la adaptación al cine de este héroe improbable y estrafalario corre a cargo de Dexter Fletcher (director de la simpática Amanece en Edimburgo), que hace un trabajo correcto pero que no va más allá de lo funcional. Quien parece estar realmente tras el corazón de la película es Matthew Vaughn (viejo amiguete de Fletcher, pues contó con él como actor en Stardust y Kick-Ass), quien además de producir se ha traído para protagonizarla a la estrella de su película Kingsman, un Taron Egerton qaue está realmente brillante.
Egerton es, posiblemente, el alma de la película, el que hace que funcione tan bien y sea posible encariñarse con un tipo que, visto de otra manera, pudiera resultar patético. De hecho, sus primeras escenas, las más histriónicas de la película, invitan a sospechar que su interpretación (reforzada en una notable caracterización) pudieran caer hacia el esperpento, pero el joven actor consigue superar las trabas iniciales y componer un personaje tierno, sensible y capaz de calar en nuestros corazones.
Consciente de sus limitaciones históricas, la película no pretende en ningún momento ser un drama épico como cualquiera de los ejemplos más arriba mencionados, sino que apuesta claramente por la comedia ligera, haciéndonos conocer las desgracias de Eddie con una sonrisa y pudiendo empatizar con él más fácilmente, emocionándonos con sus avances sin importar que sepamos de antemano el resultado final.
Quizá una pieza clave para que todo funcione es la invención de un entrenador que nunca existió en la vida real al que interpreta magníficamente Hugh Jackman. Jackman aporta el toque de socarronería y gamberrismo necesario para contrastar con el optimismo exagerado de Eddie y permite que se desarrolle una historia secundaria de redención que no se molesta para nada con la principal y aporta su granito de arena a que todo cuadre a la perfección.
Después de que la película pasara fugazmente por las carteleras, casi de tapadillo, el VOD es una magnífica oportunidad para recuperarla y conocer un poco mejor a este patán con de buen corazón y ambiciones claras que da sentido a la popular cita de que “lo importante es participar, no ganar”.

Valoración: Siete sobre diez.

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