lunes, 5 de diciembre de 2016

VILLAVICIOSA DE AL LADO, humor añejo a granel.

Este viernes pasado, el mismo día de su estreno, Villaviciosa de al lado se aupó a lo más alto de la taquilla española, por encima de películas notabilísimas como 1898, los últimos de Filipinas o Vaiana (esta ha tenido que esperar al fin de semana para arrebatarle el puesto), lo que demuestran que aquellos que protestan porque el cine español se nutra sólo de películas sobre la Guerra Civil y comedias costumbristas rancias se equivocan por partida doble. Primero, porque hay mucho más que eso en nuestra producción (y no solo ahora, este es un tópico que nunca ha sido cierto) y segundo porque al parecer es lo que el público quiere ver, ya que Villaviciosa de al lado se engloba en el segundo grupo.
Efectivamente, la nueva película de Nacho G. Velilla es una comedia bastante desafortunada cuyo principal valor es la base de la historia: un pueblo de interior pasa por sus peores momentos económicos cuando se ve agraciado con el primer premio de la lotería de Navidad. El problema es que el número en cuestión es propiedad del puticlub del pueblo y, claro, ahora nadie se atreve a cobrar las participaciones. Una graciosa premisa de la que no se exploran todas sus posibilidades.
Para dar forma a todo esto se ha recurrido a un casting bastante carismático, encabezado por la siempre solvente Carmen Machi y donde destacan las presencias de Arturo Valls, Carmen Ruiz, Macarena García, Belén Cuesta, Yolanda Ramos, Jon Plazaola, Carlos Santos, Salva Reina, Gonzaide Nuñez, Antonio Pagudo, Bore Buika, Jorge Asín o Julieta Serrano, aunque quien se lleva la palma es el monologuista de Leo Harlem en su debut como actor, siguiendo los pasos de Dani Rovira, Andreu Buenafuente o David Guapo (este en menor medida, pues no ha sido aún protagonista, pero tiempo al tiempo). Un reparto tan impresionante como desaprovechado por culpa de unos diálogos pobres y cafres y un repertorio de chistes bastante casposo. Pese a las referencias a la situación política actual y las burlas nada sutiles hacia los dirigentes del Partido Popular y Podemos, la película tiene un humor infantil y torpe, siendo el personaje interpretado por Salva Reina, el tonto del pueblo, quien mejor define la chapuza. Tampoco es que el desarrollo argumental sea mucho mejor, con situaciones tan absurdas que impiden cualquier posibilidad de creerse lo que está pasando hasta el punto de que lo que mejor funciona sea, quizá, la parte de comedia romántica que protagonizan Macarena García y Jon Plazaola y el auto homenaje al mundo del cine que ello conlleva. También la breve pero aplaudida aportación de Tito Valverde y Miguel Rellán como espectadores de la función, al más puro estilo de Statler y Waldorf, los abuelitos de Los Teleñecos, ayuda a elevar un poco el nivel de esta mediocre comedia donde tanta tontada termina por lograr, aunque sea casi de casualidad, algún momento divertido pero que carece de la inteligencia narrativa necesaria para cumplir con las expectativas del reparto.
Una pena, pues la sátira política, un poco mejor tratada, podría haber dado mucho de sí. Claro que viendo los resultados en taquilla, parece que esto es lo que el público quiere…

Valoración: Cuatro sobre diez. 

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