Feliz día de tu muerte fue una de las sorpresas de Sitges 2017, y aunque en su paso por las carteleras españolas no llamó toda la atención que merecía, su éxito (basado también, como casi todas las producciones de Jason Blum, en su reducido presupuesto) ha propiciado la existencia de esta secuela (y que podría no ser la última).
Dejo claro de antemano el pequeño problema que puede tener Feliz día de tu muerte 2, y es la total dependencia que tiene con respecto a su antecesora. Es decir, para que funciona todo correctamente, no solo es obligatorio haber visto Feliz día de tu muerte, sino que incluso es aconsejable tenerla bien fresca en la memoria. De hecho, la acción de esta secuela arranca casi a continuación del final de la anterior, y muchos de los chistes son herederos de la misma.
En el lado de los méritos, hay que destacar la imaginación de los guionistas para conseguir dar una vuelta de tuerca a la historia, que después de fotocopiar (en el buen sentido) a Atrapado en el tiempo, de Harold Ramis, aquí homenajea a Regreso al Futuro (y más concretamente a la parte II) de Robert Zemeckis. Eso hace que estemos disfrutando de más de lo mismo (con Tess reviviendo el mismo día una y otra vez) pero presentando, a la vez, una situación completamente nueva (esta vez toca jugar con los multiversos) que resulta igual de divertida o más que en su primera película.
Cierto es que el apartado del terror se deja más de lado (tampoco es que aquella tuviera demasiado), lo que puede llegar a decepcionar a alguien, pero esto es, ante todo, una comedia, y como tal funciona a la perfección, manteniendo, eso sí, al villano de la máscara de bebé, al que se le da un nuevo y enrevesado giro que termina perfectamente explicado.
Todo funciona muy bien en esta secuela que se presenta como un divertimento (y uno puede llegar a imaginarse lo mucho que se divirtieron los protagonistas retorciendo las historias) y en el que Jessica Rothe vuelve a lucir como la perfecta protagonista, ampliando el grupo de secundarios y rizando el rizo hasta lo imposible (que no inverosímil).
Estamos, sin duda, ante una película refrescante y un ejemplo perfecto de lo que debe ser una secuela, manteniendo el espíritu original y las premisas básicas pero aportando ideas nuevas, logrando girar alrededor de lo mismo sin dar sensación de repetición.
Valoración: Siete sobre diez.
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