Desde que existen las plataformas de streming con lanzamientos directos de películas, hay dos conceptos que han pasado ya al olvido, pues son difíciles de catalogar. Por un lado, están las películas de videoclub, esos títulos que no tenían calidad suficiente para ser estrenados en cine pero se ganaban una segunda vida en su formato doméstico. Por el otro, tenemos los telefilmes, películas directas para televisión que, en el subgénero de «películas de sobremesa de Antena3», tiene un público muy específico más allá de la calidad (generalmente dudosa) de los mismos.
De
no haberse metido Netflix por medio, Mudanza mortal merecería haber terminado
dentro de este segundo grupo, resultando un melodrama plano de nula intensidad
al que han querido disfrazar, mal, de misterio sobrenatural propio de los
Warren.
La
película arranca con una pareja en crisis que, con el fin de empezar de cero,
compran na casa donde ha habido un macabro asesinato de género. Pronto
empezarán a suceder cosas extrañas y las semillas del concepto de casa
encantada se plantan con cierta torpeza, pero no se tarda demasiado en intuir
que no es por ahí por donde van los tiros.
Con
dos caras mínimamente reconocibles en los roles protagonistas: Shawn Ashmore
(la saga de X-Men) y Ashley Greene
(la saga Crepúsculo), la película es un
compendio de situaciones absurdas que derivan, como no podía ser de otra manera,
en resoluciones ridículas. No consigue impactar durante su visionado y mucho
menos soporta segundas lecturas o análisis posteriores un poco profundos.
Con
situaciones forzadas y personajes poco inteligentes, podría resultar más
interesante como melodrama sobre una pareja con problemas en su relación que
como el thriller de terror que pretende ser, y cuando la acción al fin se
decide a arrancar, la cosa no hace más que ir a peor.
En
fin, una completa pérdida de tiempo que sin duda contentará a un público muy
concreto, pero que hará huir al resto.
Valoración:
Tres sobre diez.
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